#30 ¡I'm naive!

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*narra Leila*
Abrí los ojos lentamente esperanzada de que todo lo que está pasando haya sido una mala pesadilla, pero por desgracia no es así. Suspiré cansada mientras me levantaba de la cama y estiraba mis músculos desgarrotandolos por completo. Cuanto había logrado dormir ahora, pensé irritada. Miré la hora en mi móvil y eran las cuatro y media de la mañana. Me levante de la cama y abrí la puerta del baño. Me miré en el espejo, di un gran bostezo, ¡ya ni dormir me alivia! Llevo varios días sin poder dormir bien y eso me estaba matando. Toqué las profundas ojeras de debajo de mis ojos. Me deshice de la fina bata que cubría mi cuerpo y la colgué de la percha que se encontraba detrás de la puerta. Aparte la cortina de la bañera y abrí el grifo dejando que el agua tibia corriera por su interior. Me introduje dentro de la bañera y un escalofrío agradable recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. Sinceramente es la primera sensación agradable que he sentido en estos dos meses. Hundí mi cuerpo completamente en el agua dejando al descubierto la cabeza y parte de mis hombros. Cogí las bombas de colores que se encontraban en las baldas de arriba y coloqué una velas a ambos lados de la bañera y por fin pude relajarme. Escurrí mi cuerpo hacia abajo y hundí la cabeza dentro del agua. Desde pequeña siempre que estaba estresada me llenaba la bañera y metía la cabeza debajo del agua para poder olvidarme de todo aunque fuese por unos segundos. Es algo raro lo se, pero es mi forma de relajarme hasta ahora. Mientras estaba en mi momento de confort un flashback de mi infancia llegó a mi mente.
Flashback:
Me aseguré bien que el casco rosa estuviera ajustado en mi pequeña cabeza y me subí en mi pequeña bicicleta morada. Empecé a pedalear hasta el parque de juegos en el que quedábamos todos los días para poder jugar allí todos juntos que se encontraba detrás de nuestra urbanización.
-Hola Leila. Me saludó Eli junto a Sami, Dan,Jack y Aaron cuando llegué al parque.
-Hola chicos. Les devolví el saludo con una sonrisa. Aparqué la bici en un árbol y fui corriendo hasta la pista de fútbol.
-Necesito enseñarte algo Leila. Dijo Aaron tirando de la manga de mi sudadera.
-¿El qué? Pregunté mirando sus enormes ojos verdes que siempre me habían tenido enganchada.
-Sigueme. Respondió cogiendo mi mano con prisa. Tardé unos cuantos segundos en reaccionar pero cuando me quise dar cuenta ya estábamos avanzando por detrás del parque.
-¡Aaron como nos vean alejarnos nos van a regañar! Dije preocupada mirando hacia todos los lados.
-solo será un momento-. respondió ante mi gran cara de duda-. Leila confía en mi, por favor-. Dijo con mirada suplicante. Le miré desconfía por unos segundos pero al final acabe accediendo, en fin, ¿¡cómo decirle que no a esa preciosa carita!? Avanzamos por un camino que estaba tapado por arboles y matorrales.
-¿Qué es eso? Pregunté extrañada cuando llegamos a nuestro destino. Era una casa antigua, con las paredes amarillentas por el paso de los años. Los cristales de las ventanas estaban rotos y la puerta parecía que estaba abierta. Tenía toda la pinta de estar abandonada pero, ¿de quién será?
-La descubrí ayer mientras jugaba con la pelota. Dijo mirando atento la casa al igual que yo.
-¿Está abandonada? Pregunté mirándole.
-Parece que si-. Respondió encogiéndose de hombros. -¡Vamos a ver que hay dentro!- dijo emocionado a lo que yo no estaba tan seguro-. ¡Vamos leila!¡A qué esperas! Me apresuró desde la puerta. Con el corazón en un puño subí rápidamente las escaleras de la entrada y le cogí la mano a Aaron para sentirme más protegida. La verdad es que no encontramos nada interesante en la casa pero lo que si llamó mi atención fue un puerta que daba a otra planta más baja que estaba cerrada con llave.
La respuesta a todas mis dudas vino a mi cabeza. Salí del agua con la respiración agitada y tuve que aferrarme bien a los bordes de la bañera, ¡Claro, como podía a ver sido tan ingenua, había tenido la respuesta a todo delante de mis narices! Me levanté de la bañera del golpe y me apresuré a salir del agua para poder ir a ver a Nick. Tenía la respuesta y estaba segurísima del flashback y tenía toda la esperanza de que los podían tener capturados ahí. Sequé mi cuerpo lo más rápido posible a la vez que desenderraba mi cabello aún húmedo para acomodarlo en una coleta alta. Abrí el armario y me puse lo primero que vi un pantalón de chándal junto a una sudadera y una zapatillas de deporte. Saqué la ropa interior de la cómoda y me lo puse todo lo más rápido posible. Cogí la llaves del coche y maneje a casa de Nick. No me había dado cuenta de la hora que era, las cinco de la mañana. Me sentí mal por la pareja pero esto era una urgencia la vida de Aaron y de los chicos estaba en peligro y si algo le llegara a pasar a Aaron jamás me lo perdonaría... No me había dado cuenta de la gran velocidad a la que estaba conduciendo, la presión que estaba ejerciendo en mis nudillos y lo húmedas que se encontraban mis mejillas. Limpie las lágrimas de mis ojos ya que me estaban empezando a nublar la vista y por lo tanto estaba dificultando mi respiración. Al llegar a la casa no me preocupé ni de dejar el coche aparcado así que me bajé de el y llamé frenéticamente en la puerta de madera. Todas las luces de la casa se encendieron de inmediato y me sentí la peor persona del mundo, los había despertado.
-¡Leila!¿¡Qué haces aquí!? Preguntó la señora Marlen todavía con el susto en su rostro refugiada del señor Nick.
-Se donde están. Respondí con la respiración agitada por la adrenalina que corría por mis venas...

Continuará...

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Veinte besos y una estrofaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora