#28 Lies...

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-Si, ha sufrido un grave ataque de ansiedad y hemos tenido que sedarla ya que se encontraba en un estado de shock- Escuché a lo lejos una voz desconocida.
-¿Pero Leila está bien?- preguntó desesperada una voz conocida. Un momento... ¿Sami? -¡¡¡Diganos algo por dios!!!- Si, inconfundiblemente, esa voz es de mi querida Samantha.
Pestañeé varias veces debido a la gran intensidad de luz que se colaba por mi retina. Una intensa punzada de dolor llegó rápidamente hasta mi cabeza.
-¡Genial y encima una puñetera jaqueca! Espeté furiosa en un susurro que pensaba que solo había sido audible para mi, pero no, estaba equvocada, ¡¡todos en esta maldita habitación se enteraron, mis primos de Canadá se enteraron, OBAMA SE ENTERO!!
-¡Leila, cariño despertastes!- Dijo mama alegre mientras me abrazaba con lágrimas en sus ojos, cosa que me rompió el corazón en mil pedazos. -¿Qué tal te encuentras?- Preguntó mientras examinaba mi rostro entre sus manos.
-Bien creo, algo aturdida y mareada. Respondí mientras me llevaba una mano a mi cabeza intentando ordenar mis ideas. Después de hablar un rato con mis amigas y de explicarme mas o menos lo que ha pasado posteriormente a mi desmayo apareció un amable doctor acompañado de mis padres. En su mano traía unos informes y en su otra mano traía un tensiometro, ya que mi tensión debía ser tomada con frecuencia y bla bla bla...
-Bueno señorita, ha sufrido usted un grave ataque de ansiedad, ¿le suele pasar muy a menudo? Preguntó el hombrecillo de mediana edad esperando mi respuesta.
-No, bueno cuando era más pequeña estos ataques eran algo... frecuentes, nada que no se pudiera controlar- Respondí según a sus preguntas.
-Ya veo... Señorita Smith estos ataques son debidos a episodios de angustia o estrés, ¿Ha sufrido últimamente alguno de estos síntomas o similares?- volvió a preguntar junto a las miradas expectantes de mis padres. Tragué ruidosamente, ¡¿cómo les voy a decir que mi novio, ha sido raptado por una banda terrorista o que se yo, cuyo paradero es completamente desconocido y que un maldito sicópata me está mandando mensajes para descubrir ese maldito lugar, que como curiosidad ¡NO TENGO NI PUTA IDEA DE DONDE SE ENCUENTRA! La pelea conmigo misma no cesaba y cada vez la tensión se hacia más presente en mi anatomía. Tenía que pensar una buena excusa que por lo menos sirva para salir del apuro.
-Pues verás... los exámenes me tienen bastante estresada últimamente-. Dije aparentando la máxima tranquilidad posible.
-Vale. Bueno señorita, le daré una serie de consejos para poder llevar bien esos ataques. Dejaré que se asé, después de eso pase a mi despacho. Se despidió con una sonrisa muy amable.
Solté todo el aire comprimido en mis pulmones debido a la gran presión que estaba sintiendo en ese momento. Me despedí de mis padres para poder cambiarme de ropa. Una vez cambiada me senté en la cama para poder revisar los mensajes tranquilamente.
Mi papito Maxi😋:
Leila cariño, he descubierto una cosa nueva, es urgente, quiero que estés al tanto de ello. Nos vemos en el bar de siempre a las 22:00.
PD: te quiero💞
Miré la hora en la pantalla. Genial me quedan todavía dos horas para poder arreglarme...
-¡Mama iré a la ducha! Grité mientras corría escaleras arriba.
-¿Saldrás?- Preguntó sorprendida mientras se secaba las manos con un trapo de cocina.
-Em... Si... Saldré con Max un rato, hace mucho que no le veo- Sonreí con impaciencia mientras cogía un par de toallas.
-Vale hija- respondió no muy segura de mi salida.
Entré rapidamente al cuarto de baño quitando todas las prendas que cubrían mi cuerpo. Me encaminé hacia la bañera mirándola con una completa nostalgia. Echaba de menos aquellos baños interminables en los que, por al menos algunas horas conseguía paz interior. Abrí el grifo y esperé a que el agua se lograra templar. Una vez dentro procedí a lavar mi cabello y enjabonarme el cuerpo. Creerme cuando os digo que realmente necesitaba esa ducha.
Rápidamente me envolví una toalla alrededor del cuerpo y otra mas pequeña en mi cabello. Me dirigí al armario y saqué unos jeans negros y un sweater blanco, acompañado de unas botas de tacón color marrón.
Me senté frente al tocador de mi habitación. Miré por unos segundos mi reflejo en el espejo y me horroricé. Pasé mis delgadas manos por debajo de mis ojos remarcando unas oscuras ojeras. Como pude lo tapé con maquillaje y cogí un pequeño bolso marrón. Me despedí de mis padres mientras cogía las llaves de mi preciado coche.
Después de 10 minutos manejando llegué a nuestra discoteca favorita ya que casi todos los fines de semana íbamos allí, es costumbre. Entré en la amplia pista de baile en la que casi todas las personas se encontraban bailando. Me acerqué a la barra y visualicé una fornida espalda y supe enseguida que era Max, además de las mechas rubias que se había echo por las puntas de su precioso cabello castaño.
-Hola cielo- toque su espalda para llamar su atención. Una rubia despampanante se encontraba coqueteando con Max por lo que me miro muy mal cuando me acerqué a él.
-Hola Leila- me correspondió con una bonita sonrisa. -Adiós Lea- se despidió de la rubia mientras se giraba a hablar conmigo. Rodeé los ojos aburrida de ver siempre la misma situación de mi mejor amigo, pero bueno ya estaba acostumbrada.
-Te acuerdas lo que te pasó el otro día, el ataque de ansiedad- comenzó hablado Max. Asentí. -<Bueno, después de ir a verte quedé con un amigo en el bar de Scott para tomar una copas. Al llegar al bar me encontré con algunos chicos del equipo de fútbol y me acerqué a saludarlos. Pasadas dos horas más o menos apareció Dylan por la puerta y como es lógico, también me acerqué a saludarlo> Hizo una pausa para después continuar hablado <Lo note distante Leila, lo note frío y no se porque pero su presencia me incomodaba bastante. Lo vi de lejos mandar varios mensajes mientras se reía solo. Ya sabes la curiosidad mató al gato pero yo no soy un gato así que una de las veces en las que él fue al baño lo seguí. Lo vi meterse en uno de los baños y pegué bien la oreja a la pared del baño de al lado. Escuché una conversación suya con un tal Drew> estaba en shock y de apoco noté como mi rostro iba palideciendo. <Leila creo que el que te está enviando esos anónimos podría ser...

Continuará...

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Veinte besos y una estrofaWhere stories live. Discover now