#14 I miss you

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-Lo se Eli. Respondí a través del teléfono enrollando un mechón de cabello en mi dedo.
-¡Ah Leila! Necesitamos un vestido. Exclamó mi amiga emocionada.
Puse los ojos en blanco y solté una pequeña risita. -Umhh. A sentí mientras ella seguía parloteando.
-¡Leila no me estas escuchando! Espetó furiosa.
No pude contener más la risa así que solté una carcajadas y me dispuse a contestarla. -Si claro que si te escucho Elisabeth.
Seguimos un rato hablando hasta que bueno, ella tuvo que irse. Me levanté del pequeño sofá de la sala y estire mis entumecidos músculos. Pensé lo de la fiesta y el poco tiempo que tenía para encontrar un vestido. Subí los escalones y me adentré en mi cuarto. Abrí las puertas del armario y empecé a rebuscar entre mis vestidos ¡¡Dios esto es desesperante!! De los vestido que tenía ninguno me convencía. Me tire a la cama totalmente agotada. Y entonces divisé en la balda mas alta de mi armario una caja negra. Curiosa me levanté hacia ella. Me puse de de puntillas para poder alcanzar mejor la caja. La cogí entre mis manos y la dejé sobre la cama. Examiné la caja con cuidado y era entera negra así que cogí la tapa de arriba y la saqué lentamente. Las lágrimas se agolparon de pronto en mis ojos y empezaron a rodar por mis mejillas tratando de llegar unas antes que otras hasta mi barbilla. Una sonrisa acompañada de un sollozo se escapó de mis labios. Examiné el vestido y la carta que había a su lado. "Con muchísimo amor de tus abuelos" Ponía en la parte delantera. No me detení a leerla pues ya lo había hecho mil veces. Limpié las lágrimas de mis mejillas. Y saqué con sumo cuidado el precioso vestido. Era mucho más bonito de lo que recordaba. Era blanco, tenía encaje en todo el vestido. Y era muy ceñido, su largo era de seis dedos por encima de las rodillas, de manga larga y la espalda al descubierto (hasta la parte baja de la espalda) la parte delantera era sencilla pero elegante. Era sumamente perfecto. Y ya era hora de que este precioso vestido sea estrenado. Antes cuando mis abuelos murieron no podía ni ver la caja negra, porque los recuerdos invadían mi mente y el dolor era horrible. Y allí se quedó la sencilla caja, olvidada en mi armario acumulando polvo. Colgué el vestido en una percha y elegí los zapatos, es una ventaja utilizar el mismo número de calzado que mi madre. Así que fui a su ropero y cogí unos zapatos de tacón dorados, atados con una tira en el tobillo. Salí del cuarto de mis padres para dirigir al mio y guardar los zapatos debajo del vestido. Llamé a Danielle y planeamos lo de la fiesta. Y esta vez si que le pedí permiso a mis padres, y la verdad es que no fue nada fácil convencerlos. Pero bueno gracias a dios lo conseguí. La tarde pasó tranquila ya que mis exámenes habían terminado y no tenía nada que hacer pero bueno ya era hora de dormir. Si os digo la verdad estoy nerviosa por la fiesta. Mas que nerviosa, emocionada.

***
Me desperté gracias a los pequeños rayos que entraban por mi ventana. Tallé mis ojos con cuidado. Me senté en la cama y me coloqué la bata. Me hice un moño y como cada día baje a desayunar en compañía de mis padres.
-Dan. Llamé a mi amiga.
-Si dime. Respondió esta al otro lado.
-¿Te parece qué quedemos todas en mi casa para ir juntas a la fiesta? La pregunté.
Si claro! Voy a llamar a las chicas. Respondió ella ilusionada.
-Perfecto Dan, a las 22:00 en mi casa. Sujeté el teléfono con el hombro.
Sonreí al colgar e hice un par de llamadas más. Miré el reloj que colgaba de la pared color crema y suspiré con pesaded. Deambulaba por los pasillos de mi casa si saber que hacer realmente estaba ¡Muy aburrida! Subí de nuevo a mi habitación y ví mis zapatilla de deporte. Una idea cruzó por mi mente. Saldría a correr. Necesitaba desconectar de todo y esa sería la mejor solución. Me deshice del pijama y me puse una ropa deportiva, agarré mis cascos y las llaves de mi casa. Me despedí de mis padres y cerré la puerta principal detrás de mi. Cogí aire en mis pulmones y empecé a correr. No tenía un sitio fijo por donde hacerlo así que me dirigí hacia la playa. Mientras corría iba pensando en mil cosas y entonces recordé la vez en la que me caí de la tabla y Aaron me rescató, y esa vez en la que casi me dijo algo que no debía decirme... ¿Qué seria aquello que él oculta? Y con las mismas dudas me volví a casa. Comí tranquilamente y me ví otra temporada de crónicas vampíricas. Dadas las siete de la tarde decidí meterme a la ducha. Regulé el agua hasta que estuviera caliente. Me metí dentro y esparcí shampoo por todo mi cabello, lo aclaré e hice el mismo paso con la mascarilla. Eche gel en mi esponja y empecé a tallar mi cuerpo con ella. Una vez acabado cogí dos toallas, una grande para mi cuerpo y una más pequeña para mi cabello. Me sequé bien para poder poner en mi cuerpo crema corporal. Aun con la toalla en mi cabello me senté enfrente del tocador y me dispusé a maquillar un poco mi cara. No me gusta maquillarme así que bueno no era muy experta en el tema. Así que apliqué rímel en mis pestañas, espolvoreé un poco mis pómulos con colorete y pinté mis labios ¡listo! Me miré en el espejo y me había quedado bastante bien. Sequé mi cabello y lo ondulé las puntas de este y por fin había llegado la hora de poner el precioso vestido. Primero me puse la ropa interior y un sujetador sin espalda ya que el vestido es abierto.
¡Listo! A continuación me puse los tacones y me miré en el espejo. Pasé mis manos por el vestido acariciando mis curvas ¡me encanta! Me odio por el simple hecho de pensar de que el vestido lleve olvidado tanto tiempo.
Cogí un pequeño bolso de fiesta, dorado igual y guardé las llaves de ni casa y algunas cosas más.
-¡Woo hija estas muy...woo! Dijo mama entrando sin llamar a mi habitación. Ya era costumbre. Reí ante su comentario y su cara. Se acercó a mi y me hizo dar una vuelta.
-¿Es...el vestido de...? Tragó fuertemente. No quería que lo dijera pues se que la duele en el alma recordarlos. Así que antes de que terminara asentí con una sonrisa.
-Estas preciosa Leila. Dijo ella acariciándome la mejilla. Seguí un rato conversando con ella y escuchando sus instrucciones. Lo de siempre. Rodé los ojos mentalmente. Miré mi reloj de pulsera y marcaban las diez en punto y mis nervios estaban a flor de piel. Antes de que pudiera alejar la vista de las manecillas el timbre de la puerta sonó. Bajé con sumo cuidado la escalera y mis amigas estaban ya en la entrada principal esperando.
-¡Woo Leila... Estas increíble! Dijo mi preciosa Elisabeth con su vestido de palabra de honor ¡Precioso!
-Lo mismo digo cariño. La abracé. Abracé una a una y la verdad que todas estaban preciosas.
Antes de salir de mi casa. Mi madre insistió en hacernos unas fotos para la posteridad según ella. Nos subimos al coche de Dan y pusimos rumbo a la fiesta de Paul. De camino llamé a Ethan y los tres nos estaban esperando en la entrada principal de la mansión del chico. Nos costó un poco aparcar ya que la calle entera estaba ocupada por los coches. Llegamos a la entrada y allí estaban mis amigos con sus perfectos trajes. Max quizás iba con traje un poco obligado. El odia los trajes enserio. Entramos en el jardín principal y había muchísima gente allí. Unos estaban en grupos bailando y hablando, otros estaban tirados por el suelo, y estoy segura que mañana les espera un día muy bonito lleno de jaquecas y pastillas y otros, bueno estaban besándose en el césped. También ví muchos vasos tirados por el suelo. Entramos en la inmensa mansión y si en la entrada había mucha gente esto se llevaba el premio. La música retumbaba en mis oídos y avanzamos con dificultad hasta las mesas de las bebidas. Saludamos a todas las personas que conocíamos. Cuando llegamos Ethan y Tom empezaron a llenarnos vasos que, me imagino que sería alcohol. Lo medité un momento y decidí aceptar el vaso. No tenía ni idea de lo que contenía pero bebí un trago. El líquido bajaba por mi garganta. Miré un poco asqueada la bebida pues me había quemado un poco la garganta. Hice una mueca divertida y deje el vaso en mi mano.
Tres vasos más y nosotras ya estábamos en la pista de baile. Quien me lo iba a decir que los vasos de alcohol entrarían tan bien. Perdí a Dan de vista y a Eli que se había ido con Dylan. Un chico muy guapo del equipo de atletismo.
*narra Aaron*
Entramos en la mansión de Paul, jack, Liam y yo. Nos dirigimos a la mesa de las bebidas y luego nos reunimos con un grupo de amigos. Hablaba animadamente con Sean cuando unas manos me rodearon el cuello. Mi giré asqueado y con la sonrisa más falsa que podría haberle dado a nadie.
-Catherin. Respondí rodando los ojos.
-¿Me has echando de menos Aar? Dijo ella dando besos por mi cuello. La aparté asqueado de mi.
-No. La dije borde para luego darla la espalda. Y así transcurrió el resto de la noche con Chatherin pegada a mi como una lapa. Hablaba con Dylan animada mente sobre deportes cuando por la entrada aparecieron los amigos de Leila. Empecé a buscarla desesperadamente hasta que di con ella. ¡Woo! Estaba preciosa. Ese vestido blanco la quedaba como anillo al dedo. Y sus curvas eren sumamente perfectas.Me iba a levantar para saludarla cuando unas piernas se posaron sobre las mías. Rosoplé desesperado y las aparte bruscamente de mi. Me levanté y me hice un gesto a Dylan de que me iba. Me giré para buscarla pero ya no estaba. Rodé los ojos y empecé a buscarla. Después de media hora la encontré en la pista de baile. Me acerqué a ella despacio y posé mis manos suavemente en su cintura para no asustarla. Se giró sobre su cuerpo y posó sus manos en mi cuello.
-¿Me has echado de menos? La susurré cerca de sus labios.
-No. Dijo riendo ¿Había mencionado alguna vez que amo su risa? Pues si la amo. No me resistí más y la bese. Enredó sus manos en mi cabello y empezó a jugar con él. Nos quedamos así un rato y era consciente de que todas las miradas estaban posadas en nosotras. Nos volvimos a reunir con sus amigos y ví aparecer a Jack y Dan dados de la mano.
-Aaron. Me dijo Leila cerca de mi oído ya que la música estaba muy alta.
-Mhh. Me giré para mirarla.
-Acompáñame arriba por favor. Dijo un poco ¿mareada? La miré preocupado y la cogí de la mano para dirigirla por las largas escaleras.
Entramos en una habitación con un gran balcón que tenía vistas al mar. Apoyó sus pequeñas manos en la barandilla y yo la abracé por la cintura. Apoyé mi barbilla en su hombro y bese su mejilla.
-Te quiero. Le susurré cerca de su oído.
*narra Leila*
No daba crédito a lo que acababa de escuchar ¡Aaron me había dicho te quiero! Las lágrimas se agolparon en mis ojos y un sonrisa se iluminó en mi cara.
-También te quiero Aaron. Me giré para poder verlo bien. Limpio una lágrima que caía por mi mejilla y besó la punta de mi nariz. Una risita se escapó de mis labios y lo abracé.
-Tengo que contarte algo... Su voz retumbó en su pecho y me separé de él preocupada...

N/a
Gracias por leer😄😘
Pd: Siento la tardanza😥

Veinte besos y una estrofaWhere stories live. Discover now