#12 Thousand years

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*narrador omnisciente*
Las semanas seguían pasando desde la última vez que Leila y Aaron tuvieron su primera y última cita por el momento. Es comprensible ambos están de exámenes finales y eso puede ser una razón por la que cual no pueden verse ¿no?
*narra Aaron*
-Esta es la última caja Jack. Le dije a mi mejor amigo bajando de la camioneta.
-Terminamos por hoy. Me comunicó él limpiando sus manos con un trapo.
A si es a parte del negocio del narcotráfico somos ayudantes en un taller mecánico de coches. Podríamos dejar el otro "negocio" pero dejaríamos solo a Drew y eso no estaría bien, ya que él fue el único padre que hemos llegado a tener realmente...
Nos despedimos de Nick y cada uno subió a su respectiva moto.
Cuando llegué a mi departamento me duché y preparé algo para comer.
Abrí los libros sobre mi escritorio y me dispuse a estudiar toda la noche para poder aprobar los exámenes.
*narra Leila*
Saqué del microondas mi taza de chocolate y subí las escaleras de puntillas ya que era la única que estaba despierta. Cerré la puerta de mi habitación con sumo cuidado y me senté en la cama. Abrí mi cuaderno de historia y empecé a repasar todas las malditas fechas. Historia no es una asignatura que me apasione la verdad...
Llegadas las dos de la mañana mi subconsciente me hacía pasar malas jugadas y me quedaba dormida. Me levanté de la cama y me dirigí al baño para mojar mi rostro con agua fría. Abrí el grifo, puse mis manos en forma de cuento y acerqué mi cara a ellas. Un grave error porque de la nada un montón de imágenes empezaron a pasar por mi cabeza como si de una película se tratase. Y el único protagonista de esa jodida película era Aaron Bowers. Solo con pensar su nombre una manada de elefantes aparecían en mi abdomen. Apreté los puños en el lavabo y tuve que cerrar los ojos. Las gotas de agua caían por mi cara hasta caer a la piedra de la pila. No es que este molesta con él. Bueno quizás si, pero a quien le gusta que le besen y luego que le dejen plantado ¡A nadie! Le veía todos los días por los pasillos del instituto y nada como si no nos conociéramos, como si el beso del otro día hubiese sido una puta ilusión mía.
No lo entiendo primero me busca y luego me evita ¿Qué le hice? Nada.
Abrí los ojos lentamente y sequé mi cara con una toalla. Demasiado estudio por hoy.
Guardé los libros en mi mochila y me metí dentro de la cama. Dispuesta a caer en los brazos de Morfeo coloqué mis manos debajo de mi cabeza y cerré los ojos.
La noche paso demasiado rápido para mi gusto. Me coloqué mi bata de unicornio y baje las escaleras arrastrando mis pies. Abrí la puerta de la cocina y como de costumbre allí se encontraban mis padres conversando animadamente sobre un tema que no estaba interesada en escuchar.
-¡Buenos días! Les dije a mis padres removiendo mi cucharilla en el café. Como siempre.
-Hola cielo. Dijo mama besando mi mejilla. -¿Cómo dormiste? Dijo ella acariciando mi espalda.
Solté un gemido y estampé mi cara contra la mesa -Soñé que el número 1492 me perseguía por un libro de historia.
Mi madre soltó unas sonoras carcajadas y mi padre la siguió.
Toqué mi frente donde me había dado el golpe contra la mesa y masajeé la zona afectada. Seguí hablando con mis padres hasta que mis amigas vinieron a buscarme.
-¡Hola! Saludé a las chicas. A lo que ellas respondieron con una sonrisa.
-Chicas. Dijo Dan al volante. Un chico del equipo de fútbol va a hacer una fiesta la semana que viene. Hizo una pausa. -Dijo que todo el mundo está invitado y bueno... ¿Qué os parece si vamos? Para esas fechas ya hemos terminado de exámenes.
-Me parece bien. Asintió Cami en el asiento trasero.
-Por mi también. Contestamos Sami, Eli, y yo a la vez.
-¿Qué decís chicas? Le preguntó a Jade y a Dinah.
Ambas se miraron con una sonrisa y asintieron.
Y así transcurrió el trayecto hacia el instituto.
Las horas pasaron y yo cada vez estaba más nerviosa por el examen de Historia.
-¡¿Quieres relajarte?! Me estás poniendo nerviosa. Dijo Dan cogiendo mi rodilla que no paraba de moverse.
La situación era la siguiente. Estábamos todos en la cafetería y yo ocupaba media mesa con mis apuntes de historia.
-¿Ireis a la fiesta de Paul? Preguntó Ethan bebiendo de su botella de agua.
-Si ¿Vosotros? Preguntó Dinah.
Mis tres amigos asintieron a la vez.
Sinceramente no prestaba atención a la conversación que los chicos mantenían. El examen era a última hora así que solo me quedan por pasar dos angustiosas horas.
Escuché como las puertas de la cafetería de abrían y un escalofrío recorrió toda mi columna vertebral.
Levanté la cabeza de mis apuntes y todas las miradas de mis amigos estaban puestas en mi. Me giré sobre mi hombro derecho. Le ví por el rabillo de mis ojos. Sus preciosos ojos esmeralda estaban fijos en los mios.
Seguí con su contacto visual hasta que bajé la mirada ¿avergonzada? ¡Después de semanas sin siquiera mirarme ni dirigirme la palabra se cree que va a venir ahora a mirarme así! ¡Que se lo ha creído!
Aparté la mirada indiferente y eché mi cabello al hombro derecho para evitar su mirada en lo que queda de recreo. Al girarme otra vez hacia la mesa Dinah y Eli me estaban mirando con una ceja levantada. Hice un ademán con mis manos diciendo que luego se lo contaría. Volví a la conversación que mis amigos estaban teniendo e intente no hacer caso a la mirada de Aaron.

***
-Cam. Susurré en el oído de mi amiga.
-Cam, me aburro. Susurré desesperada. Mi amiga disimuló su risa.
-El profesor Miller es jodidamente atractivo, me lo tiraría aquí mismo. Dijo ella con un gran sarcasmo. Me empecé a reír como morsa retrasada tanto que me llegué a atragantar con mi propia saliva. Cami me dió unas palmaditas en la espalda.
-¡Por favor señorita Smith vaya al baño a beber agua pero no interrumpa mi clase! Se dirigió a mi el profesor con una cara no muy buena.
Salí por la puerta de clase intentando parar mi ataque de tos.
Abrí la puerta del baño de chicas y bebí agua. Mala idea este agua sabe horriblemente mal. La escupí inmediatamente, pero por lo menos me ayudó a calmar el ataque de tos. Mojé mi cara para poder liberar un poco de estrés y salí del baño.
Mi dirigí a mi clase y pasando justo por delante de el cuarto de la limpieza una mano agarró fuertemente de mi brazo y me metió dentro. Una mano se posó sobre mis labios provocando que no pudiera gritar. Aunque no podría hacerlo de todas las formas porque estaba en shock, no podía moverme.
-Tranquila Leila soy yo. Una voz masculina, ronca y muy sexy habló en la oscuridad.
Todos mis músculos se relajaron al momento y la tensión que había acumulado se había desvanecido por completo. Para ser remplazada por la rabia y la ira. ¿Cómo se atreve?
-¿Qué quieres? Escupí con odio las palabras apartando sus manos de mi.
-Yo...yo solamente quería verte. Acercó su frente a la mía y su increíble olor se coló por mis fosas nasales.
Rodé los ojos. Por muy tierno que haya sido eso y por muy bien que huela ¡Sigo enfadada!
-Me encanta la forma en la que te enfadas ¿Sabes? Y dicho esto me beso. Bajó sus manos hasta mi cintura. Choqué contra la pared.
-¿Cómo quieres que mantenga mi enfado? Dije sonriendo. Aaron rodó los ojos divertidos y volvió al beso.
En efecto era imposible mantener mi enfado si me atacaba de esta forma.
Lo amo...

N/a
Gracias por leer👾💞

Veinte besos y una estrofaWhere stories live. Discover now