#26 we have problems

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*narra Aaron*
Moví mi cuerpo incomodamente mientras intentaba abrir mis ojos. Fui abriendo los párpados poco a poco ya que se me estaban haciendo bastantes pesados. Noté como algo estaba haciendo presión en brazos y por fin abrí mis ojos por completo. Me encontraba en un fría habitación, con poca luz, ya que toda la que tenía aquí era proveniente de una rendijas que había en la puerta, por lo que creo metálica. Todo aquí era tan siniestro... Un momento ¿¡Por qué estamos aquí!? Todos los recuerdos vinieron a mi mente. Ese grupo de gente, la tapadera del prostíbulo, los hombres de detrás de nosotros drogandonos con cloroformo y lo último que recuerdo fue los ojos de aquel hombre ¡¡¡esos malditos ojos se me hacen jodidamente conocidos y no se de qué!!! El pánico entró en mi cuerpo al no ver a mis amigos. Mi frecuencia cardiaca comenzó a aumentar de una manera muy desenfrenada y noté como el aire de mis pulmones cada vez era más costoso que entrara, entonces escuche como alguien se quejaba desde el suelo. Dirigí mi mirada hacia donde provenía el ruido y vi a Jack con la espalda apoyada en la fría pared metálica y con sus dos brazos por encima de sus hombros. Dos grandes cadenas de hierro que salían de la pared sujetaban con fuerza sus muñecas. Y al igual que yo una vía transparente salía de su antebrazo, ¿qué será aquel maldito aparato? Y a su lado estaba Liam de la misma forma. Intenté zafarme del agarre de la silla pero cada vez sentía mi cuerpo más cansado e incapaz de responder a mis ordenes. Una puzada llegó a mi cabeza y poco a poco mis ojos volvieron a cerrarse...
*narra Leila*
Todavía seguía temblando en aquel sofá del despacho de Nick, ambos revisábamos todos los datos que había encontrado en el apartamento de Aaron, pero no llegamos a ningún sitio pues los documentos no aportaban nada nuevo. Todavía seguía pesando en ese maldito anónimo y en el lugar donde están ellos. Llevo todo el rato con una gran tensión sobre mis hombros ya que no podía parar de pensar en aquel sujeto tan extraño.
Pasadas una horas sin ningún nuevo descubrimiento decidí irme a casa. Sin experiencia alguna y con el carnet recién estrenado meto la llave en la cerradura del coche y me encierro en el. Suspiró cansada y giro la llave de contacto para poner rumbo a mi destino. En el camino a casa conduzco con los cinco sentidos bien puestos sobre la carretera ya que no me siento segura conduciendo sola y sabiendo el gran peligro que corro. Sentía como mi cabeza iba a explotar en cualquier momento así que paré en una farmacia cercana a mi casa y compré un par de cosas.
-¿Algo más señorita? Preguntó la amable farmacéutica mientras metía mis cosas en una bolsa.
-Nada más, gracias. Respondí de la misma forma pagando las cosas que había comprado.
Cogí la bolsa con una mano y con la otra saqué el móvil de mi abrigo. Abrí el chat con mis amigas, pues necesitaba contarlas todo lo que ha pasado hasta ahora.
Grupo-
Leila: necesito que vengáis a mi casa ahora mismo, es muy importante, tengo noticias nuevas chicas.
Sin esperar una contestación de su parte volví a guardar el móvil en su sitio y salí a la calle. Un gran frío se instaló en mi cuerpo haciéndome estremecer lo que hizo que ajustara más mis brazos a mi cuerpo para mantenerme en calor. Entré en la cafetería más próxima a la estancia ya que me estaba congelando y pedí un chocolate caliente para llevar. Con el vaso entre mis manos avancé hasta el coche silenciosamente ya que la calle se encontraba desierta, aun así yo me sentía observada. Así que sin pensarlo empecé a correr con el miedo en mis venas...
Cerré la puerta con el corazón a cien por hora y me resbalé lentamente hasta caer al suelo. Junté las rodillas a mi pecho y escondí la cabeza entre estas. Deje escapar las lágrimas que había acumulado en el trayecto y también unos cuantos sollozos que había estado guardándome. Nunca en mi vida había sentido tanto miedo como ahora, el pánico invadió mi cuerpo por completo y seguramente llegue una multa a mis padres ya que había infringido algunas reglas, pero la verdad es que me daba igual, sólo quería saber que Aaron estaba bien y meter entre rejas a esos hijos de puta que les están haciendo daño. Poco a poco conseguí calmarme así que me levanté del suelo y colgué el abrigo en el perchero. Me dirigí a la cocina para prepararme una tila que pudiera calmar mis nervios. Con el vaso entre mis manos y tras una larga espera de veinte minutos mis amigas aparecieron tras el umbral de la entrada principal, como todos los viernes mis padres salen fuera de la ciudad y mis amigas se quedan a dormir en mi casa, es una tradición.
Con la tila en mi mano abrí la puerta suavemente y detrás de ella me encontré a tres personas bien conocidas. Dan, Eli y Sami, que ya su vientre iba creciendo poco a poco. Le acaricié por encima de su sudadera y las invité a que pasaran.
-¿Qué pasa Leila? Preguntó Dan más apagada de lo normal.
-Chicas, me han mandado una cosa al móvil un número desconocido y probablemente este vinculado con los chicos. Respondí seriamente.
-¿Cómo?¿Por qué?¿Qué tiene que ver? Preguntó Sami totalmente preocupada.
Saqué el móvil del bolsillo trasero de mis jeans y les mostré las fotos y el mensaje que me envió.
-¡¡Maldito hijo de puta!! Chilló Dan casi estrellando mi móvil contra el suelo. -¿Qué querrá de ellos? Preguntó Sam.
-Y... qué querrá de ti Leila... Me miró Elisabeth totalmente preocupada. La pregunta se quedó en el aire y todas nos quedamos en un absoluto silencio que se rompió gracias a la vibración del móvil que se encontraba encima de la mesa. Las cuatro nos miramos atemorizadas mientras acercaba mi mano lentamente al aparato...

N/a
Gracias por leer, os quiero💞😘
PD: perdón por la tardanza😢😭

Veinte besos y una estrofaWhere stories live. Discover now