Tres días después.

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Ya habían pasado tres días, de la muerte de Eduardo, y bueno yo seguía debastado.
No comía bien, bajé demasiado de peso, no dormía bien, no hacía nada, lo único que hacía era respirar y esperar a ya no hacerlo.

A veces caminaba por la casa, de echo una vez, que caminaba como un zombie, escuché a mis padres hablar, me senté en la pared para escucharlos. Creo que mí mamá era la segunda debastada, escuché maldecir a Dios y le reclamaba, lloraba, y le decía a mi papá que no puede ser. Mi papá solo le decía que se tranquilizara y que viera por mi hermana, atentos sólo dijo por mi hermana, no por los dos.
Eso la hizo tranquilizar, pero luego dijo...
-El era todo para mí, fue mi mejor hijo yo lo quise tanto y Dios se lo llevo, no es justo, luché mucho y el se ha ido, Dios me lo quitó, y creo que ni Dios existe.
Mí papá le gritó que dejará de decir eso, que Dios sabe lo que hace.

Me paré, seguí caminado, pasé a mi cuarto, me senté con un álbum de fotos y las empecé a ver, una que me hizo reír mucho fue una en donde mi hermano me carga, pero yo estoy completamente... ¡Desnudo!.
Nuevamente me paré, me acosté en la cama y empecé a pensar. Mí mamá esta bastante mal, debería hablar con ella, pasé lo que pasé seguirá siendo mi mamá. También estaba muy debastada, pero el tenía a mí papá, a mi hermana y claramente a mí, y bueno yo pues, no tenia a nadie.
Me hubiera gustado tener a alguien para abrazarlo y contarle como me había sentido, la cosas que pensaba, que me atormetaban, que nuevos miedos empezaba a tener. Me hubiera gustado mucho contar con alguien en esa semana oscura.

A los quince yo...(Editando)Место, где живут истории. Откройте их для себя