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Ese día me sentí de lo peor, no me había preparado para algo como esto, los gritos, regaños y golpes, eso ya estaba en proceso de ser una constumbre para mí. Pero esto era demasiado.
Mi papá llamó a nuestros demás familiares, llegaron a mí casa, mis tíos y mí madrina, yo seguía llorando, mis papás no estaban, cuando mi papá me dijo la noticia, estuvo un rato, luego le habló mi mamá, para que vaya otra vez al hospital y que reconocería a mi hermano, lo habían puesto en ese congelador para muertos, no recuerdo bien nombre pero era un congelador.
Aunque estaban mis tíos, realmente estaba sólo, nadie me preguntó el, cómo estaba, o un simple abrazo, tal vez suena caprichoso, pero era lo que necesitaba.
Mi hermana ya tenía dos años, todavía era muy inocente para saber lo que pasaba, creo que eso logró sacarme una sonrisa. Mientras lloraba se me acerco Elena, sonriéndo y me dijo... ¿me haces mi leche? Eso me hizo sacar una pequeña sonrisa, recordar esa pequeña inocencia que tenemos, cuando somos bien pequeños.

A las 2:30 pm llegaron mis papás, mis tíos seguían aún, todos empezaron a darles el pésame a mis papás y todos se abrazaron y bueno yo solo veía, mientras seguía llorando. Ay... Deseaba que mi hermano estuviera aquí conmigo, diciéndome lo mismo que hacia cuando me sentía mal
"Todo estará bien, yo estoy aquí"
Pero era evidente que, no lo estaría, y que él ya no estaba.

Esa fue una de mis etapas más difíciles, lo peor fue que yo tuve que salir adelante por mi mismo.
Tras la muerte de mi hermano, pensé que mis papás se preocuparían por mí, pero no fue así, ellos seguían en su asunto, mientras que yo, yo mismo me hundía en mi ola gigante, que no hacia más que hundirme hasta lo más profundo.




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A los quince yo...(Editando)Where stories live. Discover now