• Shadow• Jimsu

| C U A R E N T A Y U N O |

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El castillo había cambiado en cuestión de días. Donde antes solo había humanos, ahora también había brujos. Brujos poderosos, algunos de los más antiguos y sabios, reunidos bajo un mismo propósito: proteger a Eunji, el futuro del reino.

Jimin observaba desde el balcón de su habitación. Podía ver a los nuevos guardianes del castillo moverse entre los pasillos, reforzando hechizos de protección en las paredes, sellando puertas con magia ancestral y asegurándose de que ninguna presencia oscura pudiera entrar.

Taemin y Kyungsoo estaban en los terrenos del castillo, evaluando los puntos vulnerables. Soohyun dirigía a un grupo de brujos más jóvenes, enseñándoles a detectar cualquier aura maliciosa. Namjoon y Seokjin supervisaban todo desde la biblioteca, asegurándose de que no quedara ningún rincón sin resguardar.

Jimin suspiró y miró hacia la cuna donde Eunji dormía plácidamente. Yoongi la observaba con una sonrisa cansada mientras acariciaba su diminuta mejilla.

—No deberías estar de pie tanto tiempo —dijo Jimin acercándose.

Yoongi lo miró con ternura y negó con la cabeza.

—No puedo evitarlo. Cada vez que la miro, siento que todo esto vale la pena.

Jimin deslizó un brazo alrededor de su cintura, sosteniéndolo con cuidado.

—Todo va a estar bien. Los mejores brujos están aquí para protegerla.

Yoongi asintió, aunque en el fondo sentía un ligero peso en el pecho.

—Jimin…

El rey se giró hacia él.

—¿Qué ocurre, amor mío?

Yoongi frunció el ceño, como si tratara de encontrar las palabras adecuadas.

—Hay algo… algo que me inquieta. No puedo explicarlo, pero siento que… hay algo observándonos.

Jimin se tensó de inmediato.

—¿Observándonos?

Yoongi apretó los labios.

—Es solo una sensación. No tengo pruebas, pero mi instinto me dice que hay algo cerca… algo oscuro.

Jimin respiró hondo y tomó sus manos.

—Voy a reforzar la seguridad. Si hay algo ahí fuera, no dejaré que se acerque a ti ni a nuestra hija.

Yoongi sonrió con agradecimiento, pero la sensación de peligro no desapareció.

Más tarde cuando namjoon caminaba por uno de los pasillos menos transitados del castillo, con las manos en la espalda. Sus sentidos estaban en alerta, cada fibra de su ser atenta a cualquier cambio en el ambiente.

Fue entonces cuando lo sintió.

Un escalofrío recorrió su espalda, una sensación helada que le erizó la piel.