| D I E C I N U E V E |

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Tres meses.

Tres largos meses desde que Yoongi se fue, y Jimin seguía atrapado en la misma pesadilla.

El reino de Seúl había cambiado. Las casas para los brujos se erigieron como un recordatorio de su promesa rota, de lo que había perdido y de lo que nunca podría recuperar. Pero nada de eso llenaba el vacío que había dejado Yoongi.

Cada rincón del castillo parecía vacío, incluso cuando las paredes reverberaban con el sonido de los ministros y consejeros trabajando.

Cada desayuno, cada comida, cada paso que daba, todo lo hacía en soledad.

Jimin no dormía.

La angustia lo consumía. Se pasaba las noches mirando la oscuridad, esperando que la realidad fuera un mal sueño del que despertaría.

Pero no despertaba.

Yoongi nunca regresaba.

Cada mañana, se levantaba y, por costumbre, miraba la cama vacía.

El frío de la almohada de Yoongi nunca desaparecía.

Y aunque su corazón seguía latiendo con la esperanza de que un día su amor regresara, cada día se le hacía más difícil aferrarse a esa fe.

Una tarde, cuando el sol comenzaba a ponerse, Jimin se encontraba en su despacho, leyendo informes sin interés. Cada palabra en el papel parecía desaparecer en su mente.

No podía concentrarse.

No podía pensar en nada más que en él.

¿Estaba Yoongi bien? ¿Estaba sano?

¿Estaba recordando cómo lo amaba?

Se levantó de su escritorio de golpe, haciendo que el papel y las plumas cayeran al suelo sin que lo notara. Caminó por el salón, sin rumbo, como si la habitación se hubiera encogido alrededor de él.

Finalmente, Jimin salió al balcón, donde la brisa fresca del atardecer le golpeó el rostro.

Pero incluso el viento parecía inútil. Nada lo calmaba.

Él solo quería saber, necesitaba saber que Yoongi seguía vivo, que todavía pensaba en él.

Había dado tanto, había sacrificado tanto, y ahora estaba solo.

El viento se llevó un suspiro profundo de Jimin mientras sus ojos se cerraban. Una lágrima solitaria cayó de su mejilla.

—Yoongi…

Su voz era un susurro roto, perdido en el aire.

En el fondo de su corazón, Jimin seguía esperando.

Esperaba que algún día, cuando menos lo esperara, Yoongi regresara a su lado.

Esperaba que un día todo eso fuera solo una pesadilla, una prueba que debía pasar.

Que la ausencia fuera solo temporal.

Pero mientras tanto…

Mientras tanto, Jimin vivía en su propia cárcel de tormentos.

No importaba cuánto se obligara a seguir adelante. Nada lo sacaba de su dolor.

—Yoongi… —susurró de nuevo, mirando al horizonte, como si pudiera ver su figura aparecer en cualquier momento.

• Shadow• JimsuWhere stories live. Discover now