Jimin chasqueó la lengua.

—O quieren jugar con mi paciencia.

Yoongi esbozó una leve sonrisa.

—Eso también es una posibilidad.

El Rey giró su rostro para mirarlo con diversión en los ojos. Solo Yoongi podía hablarle con esa confianza sin temer una represalia.

Finalmente, Jimin se acomodó en su trono y miró a sus consejeros.

—Aceptaremos la audiencia, pero bajo mis condiciones. Quiero soldados en cada entrada del castillo y a mis mejores hombres cerca del salón del trono. No quiero sorpresas.

Lord Choi inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Como ordene, Majestad.

La reunión continuó con más reportes sobre el comercio, la seguridad y las alianzas políticas. Durante toda la sesión, Yoongi habló cuando fue necesario, aconsejando a Jimin con la precisión de alguien que conocía su mente a la perfección.

Cuando la última discusión terminó y los nobles comenzaron a retirarse, Jimin esperó a que estuvieran solos para relajar su postura.

—No confío en nadie aquí.

Yoongi, aún de pie a su lado, lo miró con calma.

—Pero confías en mí.

Jimin alzó la vista y tomó su mano con suavidad.

—Eres el único que realmente me conoce, Yoongi. Sin ti, este trono sería un lugar mucho más frío.

Yoongi sintió un leve temblor en sus dedos, pero no apartó la mano.

Sabía que Jimin hablaba con sinceridad.

Y sabía que, si algún día se descubría la verdad, esa confianza se rompería para siempre.

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El salón del trono finalmente quedó vacío, dejando tras de sí un eco de palabras políticas, estrategias y órdenes que resonaban en los pensamientos de Yoongi. Pero antes de que pudiera encontrar una excusa para retirarse a su habitación, Jimin tomó su mano con firmeza.

—Ven conmigo.

La voz del Rey era un susurro autoritario, pero había algo más en su tono. Algo suave, algo íntimo. Algo que solo estaba reservado para él.

Yoongi no se resistió cuando Jimin entrelazó sus dedos con los suyos y lo condujo fuera del salón. Sus pasos resonaron en los largos pasillos de piedra del palacio, pero ninguno de los guardias se atrevió a cuestionar la cercanía entre el Rey y su consejero. Sabían que Min Yoongi era intocable.

El destino de su paseo quedó claro cuando llegaron a la biblioteca real.

La gran puerta de madera fue cerrada tras ellos con un sonido hueco, y la atmósfera del lugar cambió de inmediato. La biblioteca era un espacio sagrado dentro del castillo, donde el silencio era absoluto y donde la única luz provenía de las antorchas que parpadeaban en las paredes de piedra. Estanterías altísimas repletas de manuscritos y pergaminos se extendían a lo largo del lugar, creando pasillos oscuros y escondites secretos.

Jimin llevó a Yoongi hacia uno de esos rincones ocultos, lejos de cualquier mirada indiscreta.

—Aquí nadie nos molestará.

• Shadow• JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora