Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅

35. Lecciones

Buenas noches, mis estimados lectores.

Esta semana ha sido de muchos cambios en mi vida. Me ha costado un poco escribir el capítulo pero se logró. En parte me siento feliz con lo que hago y con la oportunidad que me da la vida. Sin embargo, a veces me deprime saber que ya tengo en mente en qué va a acabar esta historia. No saben con lo que he llorado. Ya he comenzado a escribir los siguientes capítulos, pero todavía no puedo mostrarles. No se arrepentirán. Les dará un trozo de esperanza, pero también los destrozará. 

BESOS.... AH Y NO DEJES DE SEGUIR LEYENDO QUE YA SE VIENE EL ACTO FINAL.

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Les dejo el sountrack que es el mismo del booktrailer, pero en versión completa ;(. Lo amé y espero que ustedes también lo amen. 

Intro: From The Start - KOVEN

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Capítulo (35)

LECCIONES

—Lo sé, debí haberte contado —me lamento no haberme sincerado por completo. Apuesto a que yo también me habría visto de esa manera.

—Y no, no lo hiciste.

Me llena de tanta nostalgia no haber sido la persona que le ha jurado lealtad. Soy igual de embustero que el resto. Tampoco puedo exigirle que me perdone. Todo lo hago al revés. No encuentro ni la mitad de las palabras en mi boca. Y, sin embargo, procuro hacer el más mínimo esfuerzo.

—Hice mi promesa.

—¿A qu-uién? —Se le atasca un nudo en la garganta.

—A la mujer que te dio la vida. Ella debía hacerlo primero antes que yo. No sabes lo ansiosa que estaba porque lo supieras.

Aliviano la tensión, pero parece que nada de lo que hago va a funcionar. Por lo que veo, la situación que se ha suscitado ha roto gran parte de ella. De la poca esperanza que tenía. Los años que no ha vivido con su mamá ha sido difícil para ella, no saber lo que es tener una madre.

—Y esperó tanto tiempo para que me lo dijera.

—Temía por su vida.

La hago entrar en razón. Todo lo que hago es que recapacite, al menos con la verdad que ya tiene pueda sacar sus propias conclusiones. Que el dolor que hay en ella no haga que cometa un gravísimo error.

—A mí todo, todo este tiempo me estuvieron mintiendo.

Se le forman las manos en dos puños implacables y me frunce el ceño con tal puntería. No aguanta verme un minuto más aquí. No cabe duda que está lo suficientemente furiosa. No le basta con solo darnos lecciones de vida.

—Lo entiendo, entiendo que estés pasando por un mal momento.

Avanzo uno, dos, tres pasos y estiro la mano para tocarle la cara. Sus mejillas están heladas y tiene un rubor en la nariz. Encima, sus pestañas tienen un brillo genuino, por lo que ya lucen empapadas.

—¡¡No me toques!!

Tira de mi mano y se aparta lo antes posible.

—Está bien, no pienso hacerlo.