8. Destrucción

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Capítulo (8)

DESTRUCCIÓN


Toda mi vida he pensado que sea cual sea el precio iba dejarlo el todo por el todo. No hacer nada era peor que la derrota del príncipe. Mamá nunca se equivocó. Ser valiente impone no solo pelear, matar y ya, a veces se hacen sacrificios por los que más quieres. Una razón de las tantas razones. Ahora sé a lo que voy. Y, sin embargo, ser el hijo del magnate me trae dolor, arrepentimiento y venganza.

Venganza.

Repito el mantra cada mañana al despertar.

Ser hábil es una cualidad que tengo desde los ocho años. Ni papá, ni Lachlan, ni Wolfgang y mucho menos la menor de los Fletcher tendrán el coraje de arriar bandera a mi inframundo. Los iba aplastar.

Pienso que ya es hora de que alguien tome una pequeña delantera y quien mejor que yo para revolver la sangre que bulle mis venas.

Cerca de las nueve me detengo frente a la empresa y lo mejor está a punto de llegar. Libero una inhalación profunda y tomo todo mi autocontrol a solo unos metros de aquí. Subo por el ascensor y es curioso cómo lo creo conveniente.

Lentamente, me voy acercando y los recuerdos empiezan a golpear. Al frente hay una mujer de esbelta figura, con el cabello al costado y la elegancia es muestra de perfección. Pero, hay algo que todavía no logro comprenderlo, las cosas que me dijo y lo herida que estaba en ese instante.

—Jamás creí que te pondrías del lado de ellos.

Finalmente las palabras brotan de mis labios.

—¿Rhys?

Elspeth, la mujer que acaba de aparecer, gira con ojos llenos de sorpresa.

—¿Por qué hiciste algo así?

No me responde al instante, así que espera unos segundos para sobreponerse y asimilar el hecho de que esté aquí frente a ella.

—En su momento también perteneciste al escuadrón de los vencedores.

—Y por lo visto veo que ya estás enterada de todo.

La ironía me baila en los ojos.

—Y estás aquí para hacerme preguntas.

Se quita los lentes de sol y los deja sobre la mesa, toda vez que mis pasos se vuelven muy determinantes. Me sumerjo en la tenue oscuridad imponiendo un prolongado y arraigado silencio. Elspeth recibe la primera impresión y ver su expresión ya es jodidamente mal. Cerca de las llamas resucitó y es así como acaba de armarse una nueva rebelión.

—¿Desde cuándo? —pregunté.

—No deberías estar aquí.

—¿Desde cuándo?

—Octubre del 2015, Wolfgang me ayudó a reencontrarme conmigo misma y a no darme por vencida jamás. Estoy aquí por mi hija.

Se resigna a contarme detalle a detalle porque será mejor que hable antes de que lo averigüe por mi propia cuenta, mientras me pongo en marcha con esa voz temible y me ponga a buscar algunas piezas que se han perdido. Wolfgang no haría algo así, él solo pretende engañarla, o es a lo que siempre me he asociado a ese pensamiento.

Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora