12. Debilidad

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¡FELIZ INICIO DE SEMANA!

Intro: Mi debilidad - Maria Becerra

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Capítulo (12)

DEBILIDAD


Su silencio me agobia y me hace pensar que esto nos va a tomar un poco de tiempo. Blake se cruza de brazos y voltea la mirada hacia la ventana. Corrientes de aire agitan su cabello y lleva las manos hacia el marco de la ventanilla. Llevamos demasiado tiempo de ese modo tan extraño y repentino. No emite una palabra y esto se vuelve tan deprimente.

Todo esto ha sonado tan forzado o al menos hasta la última parada.

Me apresuro verla un poco más de lo normal. Al parecer, piensa aplicarme la ley del hielo, pero eso dura solo por unos segundos. Tengo la vista clavada en ella y los pómulos firmes.

—Ya llegamos ¿no piensas bajarte? —Se me acorta la paciencia, pero sé que debería ser tolerante con Blake, y más porque aún no hemos hecho las paces. Y, sin embargo, ella no piensa moverse. Está tiesa como un tronco.

—No.

La negación que brota de sus labios da un salto al vacío.

—Campbell —le chisto.

—¿Hay algo que yo no sé?

Suelta el aire y, de todos modos, hace que me sienta culpable. Es normal que dude, pero no el que haya desaparecido así de repente. Hay tantas cosas que me gustaría saber.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Alguien estuvo molestándote?

—No, qué va —entorna los ojos y arruga la tela del asiento con sus toscas manos.

—¿Entonces? —sonsaco.

—Ahora que sé que papá no es la persona quién yo creía, ya no puedo confiar más en él.

Blake no sabe que eso podría afectarla y, a lo mejor, después de eso, nada será lo mismo. Eso puedo acreditarlo desde lo más profundo de mí, porque sé lo que es vivir engañado. Mamá no me dijo quién era mi padre hasta después de padecer esa horrible enfermedad que terminó embargándola durante varios años entre dolorosos tratamientos y quimioterapias. Algunas veces lucía bien, pero la gran parte del tiempo, desmejoraba y su condición siguió siendo lamentable.

—Blake ¿alguien más te dijo algo?

—No necesito que alguien me diga como para no darme cuenta de lo que hace. ¿Estás aquí porque él te lo pidió? ¿O por qué tú hiciste el resto del trabajo? —levanta una ceja y apenas se desajusta el cinturón.

—Blake, a veces es mejor ocultarnos entre las ramas.

—¿Y eso haces tú?

Me mira desafiante.

Quizá es lo que todo el tiempo he estado haciendo. No soy capaz de hablarle ni de mí mismo, como de dónde vengo o qué me trajo hasta aquí. Mucho menos las cosas horribles que hice.

—¡Bájate! —Suelto a modo de bloquear esta última conversación.

—¿Y por qué no te bajas tú? —me voltea la mirada y se cruza de brazos.

Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅On viuen les histories. Descobreix ara