30. Estola

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¡FELIZ INICIO DE SEMANA!

AQUÍ ESTÁ EL CAPÍTULO DEL DÍA

Se ve que no estáis preparados para leer algo así.

Lalalalala... Me mata este capítulo. Y lo que se viene es todavía peor.

Ya veis que me gusta mucho el drama, ¿a quién no?

Nos gustan las cosas que se nos saltan al ojo y llorar un poquito de lo que traemos dentro.

Intro: Staying - Koda

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Capítulo (30)

ESTOLA



¿Qué no existe otra manera de enfrentarlo?

¿Cómo es posible que siga sucediendo?

Dejo que siga echando el guante cuanto más odio hay en vuestros corazones. Nos embarramos y nos hacemos trizas. Y por más que lo intento, las manos me tiemblan y todo el cuerpo empieza a zaherirme. Es como si Wolfgang tuviera el control suficiente sobre mí. No le permito que siga burlándose, pero lo hace aun sabiendo que estoy a punto de pegarle un tiro en la cabeza.

Debería de hacerlo, pero como... si lo único que hago es echarme para atrás. Su horrible cara me desafía y casi puedo oírlo reír.

—Entonces, ¿no me dejarás morir?

—No como me gustaría que fuera.

—¿Y eso por qué?

Da pasos cortos y el cañón cae en su frente. Se apega y me mira con regocijo. Intenta perturbarme. A lo mejor, ya debería desvivirlo, le sentará bien el rojo carmín y, entonces, no se interpondrá más en mi camino. Aunque, eso traería más venganza y un acertijo que sacudiría a todos.

A pesar de la rabia algo grita en mi interior. Las manos me palpitan por debajo de mis guantes de cuero negro. Él puede sentirlo. La tensión acumulada, la respiración acelerada, la oscura amenaza puesta en mis ojos y el peso de sus palabras. Su inoportuna expresión, la imagen real de su rareza y su horrorosa máscara.

A los pocos minutos, no he dado ni dos pasos y quizás a eso se refería. Matarlo sería una pérdida de tiempo y yo no estaba para esas tonterías. Aprieto la mandíbula y dejo caer las manos. Por lo visto, ha estado probando mi fortaleza y mi debilidad.

—¡Lárgate!

—¡Volveré! —me apunta dejando en claro su exclusiva aparición—. Ah, y esta vez no vendré solo.

Se va y, mientras tanto, maldigo por lo bajo. Gruño y le pego a la corteza del árbol que está a mi derecha. Ya es demasiado tarde para retractarme. Para dejar que siga creyendo en algo que no es real. Debería cuidarme más del gran hijo de perra. Me da mucha rabia que haya podido venir hasta aquí. Sabía que Summer iría de chismosa.

¡Está acabada!

Regreso al cuarto de arriba en cuanto pueda. Debo cuidarla más de lo que ella me cuida a mí. Me apresuro dejando que el viento me vapulee. Me enseña a ser mucho más precavido de lo que suele ser mi mayor motivación. Dejo pequeñas huellas en todo el terruño cubierto de nieve. Entonces, entro a toda prisa y no sé qué explicación darle. No me considero tan bueno como antes. Al menos no con ella.

Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora