24. El sabor del recuerdo

Magsimula sa umpisa
                                    

—¡Rhys, ahh! —jadea agarrándose de donde pueda.

—Sí, eso es, dilo. Grita el nombre del hombre al que tanto amas.

Saldo cuenta, me refiero a todas las cosas que nos hemos dicho y hecho. Todavía tengo esas horribles imágenes en mi mente de esa mujer y ese maldito arrastrado. Lo que hace que enloquezca más con el corazón latente.

—¿Qu-ué te acaba de pasar?

—¿Qué no lo sabes? —le clavo las uñas en las piernas—. No me explico el porque te quiero, pero siento que contigo se me quitan mis penas y por eso no pienso dejarte ir. Te quiero y no puedo permitir verte en los brazos de otro que no sea yo.

—¿Crees que esto es... normal? —Suelta un quejido.

—Lo es.

—Sé lo que te pasó.

Se crea un trasfondo en su interior y lo confronta vagamente. Puedo notarlo en la tonalidad neblinosa de sus ojos. Desde donde me ven a mí. Sus más oscuros deseos y esa explosión que vulnera lo más puro. Lo más sensato.

—¿Ah, sí? ¿Entonces por qué lo preguntas?

—No pienso casarme con él —Veo lo tenaz que es al decírmelo. Eso hace que me detenga y la mire a los ojos desde la misma posición en la que estoy. No depende de lo que haga, depende de lo que siento.

—¿Por eso tuviste que venir hasta aquí?

—No imaginé que estuvieras aquí.

Se ve tan inocente pero al mismo tiempo trae la culpa en los ojos. Estamos iguales. Sin esperárselo, le doy un pequeño pellizco en su abertura y hago que pegue un brinco. Es justo lo que quiero. Lo mojada y dolorida que está. Maximizo la acumulación de placer.

—Tampoco yo —resoplo llegando mi dedo y mis labios a su zona prohibida—. Ahora déjame follarte.

—No tienes por qué —Corrientes eléctricas se centran en sus lechosas piernas.

—Tu pequeño agujero es mi perdición.

La devoro llegando su impregnado núcleo a mí. Lo hago una y otra vez. Sabe a frutilla, vainilla y algo más que me cuesta descifrarlo. Sus ojos se alumbran con solo instigarla. La hago volar y me dejo llevar. Acorto toda esa distancia que nos separa. Toda esa pasión hace que pierda la razón. Blake es la única que quepa en mi oscuro corazón.

Es mi crema de leche.

Mi mejor experimento.

Mi lado irracional.

—No sabes por cuánto tiempo esperaba esto.

Nos prendemos en llamas sin perder contacto visual. Ya no creo que lo nuestro sea un tremendo error. Lo veo más como una pócima o un embrujo total.

—No puedes obligarme.

—Claro que puedo. Solo con mirarte llenas mi vida —La hago estremecer con mis lamidas—. Solo con probarte haces que sienta estallidos en mi polla.

—Puedes hacerme lo que quieras pero no pienso perdonarte.

Recobra el aliento.

—Lo harás.

—Que no.

—¡Escúchame! ¡No seas necia! —Hago que en su forma placentera sienta el material en mis manos—. Te hago el mejor oral para que cuando no esté a tu lado puedas pensar en mí. Ningún hombre podrá desnudarte con los ojos como yo lo hago. Ni Markov te hará las mismas cosas que yo te hago.

Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon