—¡Rhys! Ya sabes que hacer —Me mira como si aún no lo tuviera claro.

—A eso vine.

—Ya están tras ellos y, cuando lo encuentren, lo aniquilaré el que se haya atrevido a lastimar a mi hija.

—¡Déjamelo a mí!

—Lo haremos esto juntos.

No confío en él, pero, por lo pronto lo haré y si sigo aquí buscaré la manera. No se lo iba a dejar tan fácil. Él sabe en lo que está metido y por lo visto yo también. Tengo un buen sentido de la intuición y es evidente que esto es culpa suya. Padre hace unas jugadas terribles que termina lastimando al resto. No me siento orgulloso de lo que hice o de lo que diré, pero lo cierto es que, creo que lo saqué de él. Soy tan cruel que ni yo mismo sé quién soy. Es por eso que pienso redimirme, al menos con ella. Después de todo, mi viaje a la gran Australia tiene mucho sentido, porque a pesar del odio que tengo hacia él, hallé una luz en la temible oscuridad de mi corazón y eso definitivamente me hace pensar que estoy siendo sincero.

Todavía respiro teniendo en cuenta que la tengo al frente justo después de hablar con el Magnate Ernest Campbell, hágase saber mi padre. Con el que rendiré mis cuentas al final del juego. A Blake se le deforma el rostro de solo verme, después de lo que presenció en mi apartamento. Aun siento la herida. No me gusta verla llorar, mucho menos si el motivo soy yo. Poco después de conocerla en persona la regué, todo porque hice que creyera eso de mí. Me conoce pero no lo suficiente.

—¿Qué hace él aquí?

Sé por lo que está pasando.

—Vino a quedarse —No le queda de otra que decirle la verdad. Ojalá le dijera lo otro. Cabe destacar que, eso no lo digiere muy bien por la forma en cómo me mira, ya imagino como le irá después—. Seremos la familia de antes, Blake.

—¡¡Nunca hemos sido una familia!!

—Blake...

Intento acercármela pero duele tanto la forma en la que me mira cuando siente el prime roce de mi mano sobre la suya.

—¡No me toques! —Se aparta con una mirada rápida que de sus ojos salen dagas.

—No te pongas así.

Dije que lo intentaría, pero a mí ya no me quedan fuerzas, así que Ernest lo hace por mí. Aunque la mayoría de las veces influye una gran presión y el resto de sus planes macabros apestan.

Y esta es la situación en la que estamos.

Me follo a mi amiga.

Y todo se pone peor.

Aparece en mi puerta.

Y prefiere no contarme.

¿Miedo o amnesia?

No lo sé.

—Si él se queda, yo me voy —Dramatiza.

—No irás a ninguna parte —Ernest se las da de bueno, aunque no lo es en absoluto.

—Papá ya estoy bastante grande para cuidarme yo sola.

—Ya hablamos de esto.

—Y mi respuesta es NO.

—¿Qué no te das cuenta? —Su tono es frío y controlador—. ¡Allá fuera corres peligro!

—Pero yo no quiero verlo.

—De acuerdo, no te obligaré a que lo hagas.

—Además, quiero que se mantenga lejos de mí.

Retrocede unos pasos y se convierte en la princesa del hielo. Se vuelve más distante, ya no siente más el amor que me tenía. Baja la mirada al suelo y sus pequeñas manos toman un ligero puñado contra el dobladillo del suéter que lleva puesto.

Rhys Mitchell: El sabor del recuerdo [II] +21 ✅حيث تعيش القصص. اكتشف الآن