De Todo X Lectores.

Camilo Madrigal x F.reader: Esa extraña dama.

Lamento haberlos dejado tanto tiempo sin publicar nada. No se me ocurría sobre qué más poder escribir. Pero hoy estamos de vuelta, en lo que serán los últimos fanfics del libro. Fue lindo estar estos años con ustedes y quien sabe, tal vez surjan más ideas este año. Mientras tanto, los dejo con esta (larga) historia sobre Camilo junto un par de fics más que estaré publicando entre estos días y que tenía sin terminar hace algunos meses.
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Era otro bello día en Encanto, y cada Madrigal hacía de las suyas como siempre ayudando a los que necesitaran una mano extra o acompañando a quien se detenía a saludarlos en el camino.

Al joven Camilo le habían asignado la tarea de ir encargar la nueva vajilla para casita, teniendo que recorrer todo el pueblo hasta sus afueras para encontrar la pequeña tienda de objetos de cerámica artesanales que la abuela Alma le indicó.

¿En serio era necesario hacerme venir hasta aquí justo hoy?- se quejó, agobiado por el viaje que resultó más largo de lo que había pensado a causa de la ola de calor de ese día. Sin ganas de tener que pasar mucho allí y llegar tarde a comer, tomó la forma de Dolores, sabiendo que así lo atenderían rápido para evitar charlas.

Buenos días-saludó a los dueños y a un par de personas que se encontraban allí, deteniéndose a echar un vistazo por el lugar para ver lo que podía llegar a encontrar.

Sin darse cuenta, ya se encontraba admirando con detenimiento algunos platos de cerámica, cuando un ligero jalón de su manga lo quitó de su trance. Confundido, miró a su costado, viendo a una chica con una gran sonrisa. Era la hija de los dueños, quien rara vez salía del taller y conocía solo de vista.

Hola, Dolores...-dijo la muchacha en un tono tan bajo como un susurro, el cual apenas podía oírse entre las voces de los clientes. Esto llamó su atención, pero aún más lo hizo el hecho de que se le acercara con tanta normalidad para hablarle precisamente a Dolores. Pues, esta chica era bien conocida por no entablar conversación alguna con nadie en el pueblo, llegándose a considerarla muda.

Aun así, tratando de imitar a su hermana, devolvió el saludo con una tímida sonrisa- Buenos días, vine a ver algunas tazas para la casita. ¿Puedes ayudarme a elegir?- intentó interactuar con ella dada la oportunidad.

Mirándose bastante cómoda con quien creía que era Dolores, la joven lo ayudó sin pensarlo dos veces, tomando una carpeta de dibujos de uno de los estantes para mostrársela.

Te haré unas personalizadas como la última vez- dijo emocionada, sacando un lápiz de una cajita con los que comenzó a trazar algunos diseños que pensó que le gustarían a su amiga, mientras Camilo la miraba de reojo con curiosidad. Nunca había interactuado con ella de tal manera antes, como mucho un saludo desde lejos o un intercambio de miradas, siendo una nueva experiencia para él.

¿Qué opinas Dolores?- a pesar de su escaso volumen, pudo oírla sin problemas dada su cercanía, asomándose para ver el dibujo que había hecho.

Se ven muy bien, te las encargaré- respondió en un tono suave, imitando los gestos de su hermana-¿Cuánto tiempo crees que te tome hacerlas?

No mucho, a lo sumo tres días. Te las llevaré a tu casa en cuanto estén listas- le aseguró esbozando una gran sonrisa- volveré a trabajar, aún me quedan bastantes pedidos para esta semana pero me gustó verte- con eso, la chica se despidió de él con un abrazo, volviendo a su taller.

Por su lado, Camilo no podía evitar sonreír de lo tierna que le pareció la chica, llegando a sentirse culpable de haberla hecho creer que se trataba de su hermana todo ese tiempo. Por lo que, un tanto incómodo salió del lugar para recorrer el pueblo una última vez antes de volver a casita para comer, sin poder evitar el pensar en ella. ¿En verdad esta era la misma chica de la que todos hablaban como si fuera un ermitaño? Viéndola de esa manera tan cercana con Dolores, le pareció una chica gentil y amorosa.