- ¿Y como te sientes? – preguntó la psicóloga Amaia, creo que se llama –
- Horrorizada – susurré – me da miedo estar sola, estar fuera de casa y hasta dentro de casa… Estar en Barcelona – finalicé alzando la mirada y la castaña anotaba algo en una agenda –
- ¿Quieres irte de acá? – me quedé pensando, obvio me iría pero ¿quiero irme ahora? –
- Ahora no, quiero a alguien – susurré y la miré – pero sé que al finalizar las clases me iré – dije sonriendo de lado –
- ¿Por qué? – preguntó curiosa y suspiré suavemente –
- Porque quiero estudiar afuera, quizá en Estados Unidos – dije convencida y la castaña asentía –Sonó la alarma y finalizó la hora, llevaba ya dos sesiones, es decir, dos semanas en el psicólogo, es buena tía y muy guapa, aparte que no me mira con lástima, ni juzgándome por no decir la verdad y se lo agradezco, aunque sé que es su trabajo claro, me despedí y quedamos en que la secretaria me llamaría para concretar una próxima cita, afuera me esperaban los Blake quiénes se levantaron y me sonrieron.
- ¿Cómo te sientes? – preguntó Gin y asentí –
- Hablar con Amaia me ayuda mucho – susurré y oí un suspiro –
- ¿Y con nosotros no? – miré a Pablo quien llevaba una mirada triste y me detuve frente a él. Lo abracé –
- Sin ustedes mínimo ya me hubiese suicidado – Pablo se reía suavemente y me alejé para verlo, era tan guapo –
- Sin nosotros, tu vida fuera mejor – susurró Gin y volteamos a verla – ¿Qué? Por mi culpa tenéis un trauma de mierda – dijo furiosa y salió del consultorio primero –
- Déjala, lleva culpándose desde que pasó todo, no le prestéis atención – Pablo pasó su brazo por mis hombros y me guió hasta el coche – ¿Entonces mejor? – asentí y llegamos al coche –Fuimos hablando mientras me llevaban a la casa, hace dos días volví a clase y hoy ya había pedido permiso para ir al psicólogo, que bueno que siempre he sido la primera de la clase y los profesores entienden que mi situación ahorita no es fácil, así que el director me da flexibilidad hasta que vuelva a adaptarme, o mi psicóloga diga que estoy lista para estar entre la sociedad.
Hay momentos en que sólo quiero estar encerrada en mi cuarto y mi madre le pide a todos no molestarme, otras que la lluvia me calma los demonios, los miedos, las angustias, otros donde sólo quiero estar abrazada de mi madre y otros días donde estar sola es una maldita tortura así que agradezco que los chicos me rodeen, aunque mi mejor momento es cuando Alessa me acompaña en el día.
- ¡Hey! – entró como perro por su casa mi mejor amiga – ¿cómo te fue? – asentí sentándome en la cama –
- Mejor, la psicóloga me sienta bien – Andreina se acostó a mi lado y me veía atentamente –
- y... ¿el resto que tal? – la mire y fruncí el ceño – Vi que al volver a clase, hablabas más con Daniel, menos con Ana Sofía y estabas totalmente alejada de la Miss Veitia – miré al ventanal y me perdí en las gotas que empezaban a caer –
- Daniel es un buen colega, Ana Sofía me tiene harta con sus insistencia, no quiero nada con nadie
- Al menos con ella no – susurró Andreina y negué –
- Con nadie enana y en cuanto a Isabelle, nada, hace unas noches la escuché diciéndole a mi madre que Josué le pidió una oportunidad – me perdí en el balcón y mi mejor amiga suspiró –
- ¿Pero? – volteé a verla – ella te quiere – suspiró y sonreí –
- No lo es todo flaca, ella tiene una familia, una carrera, es mayor que yo y yo apenas tengo un trauma del cual debo salir y aparte esta bien, así debe ser, yo la conocí así y – me quedé pensando – no siempre estaré aquí – dije en un susurro y la mano de Andreina entrelazo la mía –
- No estaremos tía – susurró y sonreí con aquello –Pase la tarde con mi castaña favorita, hablamos de todo, me dijo que estaba tan feliz con Luis Told y sonreí feliz por ella, aunque pensaba en Paco y no la llevaba fácil, tampoco es que el muy tonto hace algo. Pasamos una bonita tarde, a eso de las 7 de la tarde escuchamos risas llegando y eran Fernando, mi madre e Isabelle, Alessa corrió hacía mí y agradecí que ya no tenía costillas partidas, ni moretones, ni nada que me doliese.
Me fui con Andreina y Alessa, pasamos el rato jugando hasta que los padres de la castaña llegaron por ella, al rato John me escribió, vendría a casa y acepté feliz, pasamos un rato con él hasta que Alessa se durmió en mis brazos y se la llevé a su mamá, creo que ese es el máximo contacto que hemos tenido ella y yo en días.
- ¿Todo bien con Isa? – definitivamente odiaba ese apelativo –
- Normal, es mi profesora, mi vecina, amiga de mi madre y madre de la pequeña Lessa – dije y alcé los hombros en señal de restarle importancia –
- Ella se ve que siente algo por ti – susurró John y suspiré suavemente –
- No lo es todo John, ella sigue siendo una mujer casada – dije mirando a la nada y la puerta de mi casa nos hizo callar –Fernando e Isabelle salieron de casa, ella cargaba a Lessa y él se subió a su coche, mi madre los despidió y yo me quedé en silencio, mientras John si se despedía cordialmente. Mi madre entró a casa y a ella la vi caminar hasta llegar a su casa y entrar, ¿qué la amo? Muchísimo y me duele tanto.
- Oí que estaban buscando a Irina – susurré luego de unos minutos en silencio y John agarró mi mano –
- Ojalá agarren a esa tía y le den por el culo – me reí y asentí –
- Es mejor eso, a que la encuentre Gin – susurré –
- O Isabelle – finalizó John y asentí –Días después…
- Lanys – dijo mi madre y volteé a verla – ¿vienes conmigo al mercado? – preguntó y asentí –
Me puse una chamarra con capucha y bajé, ya mi madre estaba en el coche, así que agarré una manzana y salí, cerré la puerta y caminé hasta el coche, cuando alcé la mirada estaba Josué abrazando a Isabelle y algo dentro de mí se rompió.
- ¡Vamos! – susurré al subirme al puesto de copiloto bajo la atenta mirada de Paulette y luego oí el motor del coche –
- Hija – susurró mi madre y la detuve –
- Creo que quiero buscar una beca en Estados Unidos – dije mirando por la ventana, el día soleado de Barcelona –
- Creo que me gusta la idea – dijo y entrelazo nuestras manos –
- Quiero olvidarme de lo que viví y estando aquí no lo haré – mi madre asintió cuando la miré y sonrió conforme –Llegamos al mercado y fui por un carrito, según mi madre haría una cena especial con sólo papá, ella y yo, me gustaba la idea pero no la entendía, hace años no hacíamos una cena así, no le pregunté y sólo me permití mirar mientras ella metía cosas al carrito. Sin darme cuenta tropecé con alguien y se le cayó lo que llevaba en mano, la ayudé y al levantarnos me quedé embobada, es preciosa, tiene unos ojos grises hermosos, cabello rojizo, un lunar bajo del labio inferior y una sonrisa perfectamente preciosa.
- ¡Disculpa! – susurré y ella negó –
- Discúlpame tú a mí, no te pillé – dijo con una tierna voz y luego una sonrisa tierna, sonreí –
- ¡Alanys! – estrechamos nuestras manos y sonreímos –
- Lindo nombre, yo me llamo Minerva – alejamos nuestras manos y nos quedamos mirándonos unos segundos –
- ¿Hija todo bien? – preguntó mi madre y asentí –
- Hasta luego Alanys, hasta luego señora – dijo Minerva y la vi partir –
- Hasta luego Minerva – susurré y mamá sólo me miraba –Seguimos comprando y luego pagamos para irnos a casa, efectivamente mi madre hizo una cena muy especial, mis padres hablaban de mi cumpleaños y yo sólo pensaba en aquellos ojos grises ¿Quién era esa mujer? Sólo ruego que no termine siendo mi maldita profesora, ya empieza a ser una maña, una mala maña seguramente.
A eso de las 10 de la noche papá se fue y yo subí para echarme un baño y ponerme la pijama, me acosté, por cosas de la vida o quizá mis medicamentos, me quedé profundamente dormida en seguida, lo agradecí y lo mejor es que llevaba una semana sin tener aquellas malditas pesadillas.
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Mi vecina de al frente
RomanceNunca me había gustado nadie del vecindario, incluso la mayoría no me cae bien, excepto un par de amigos, con los que me crié, todo era hermoso, hasta que una mañana la vi llegar, tan imponente, tan divina, tan increíble. ¿El problema? es mi vecina...