8. Adiós Señora Isabelle

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-¡Buenas noches niñas! – exclamó Isabelle bajando las escaleras sonriendo –
- ¡Que hermosa se ve señora Veitia! – dijo mi mejor amiga –
- De Goth – recalcó aquel sonriente hombre orgulloso de lo que tenía y Andreina se reía –
- Señora Veitia De Goth – esas palabras fastidiaron por segundos a Isabelle, lo pude notar –

Más yo no dije nada, sólo podía estar en silencio admirando aquella obra de arte llamada Isabelle, aquella obra más hermosa que cualquier pintura de Picasso o cualquier escrito de Bécquer. Isabelle era más que todo lo visto en este mundo.

-¡Cualquier cosa nos llaman chicas! – repitió por octava vez Isabelle y sonreímos –
- Tranquila mi amor, las chicas sabrán cuidar de Alessa – dijo aquel hombre llevándose arrastra a su esposa –

Esposa que sonrió cuando nuestras miradas conectaron, a pesar de ser sólo segundos, suspiré pesadamente al oír la puerta principal ser cerrada, Andreina me miraba atentamente y yo sólo tenía algo en mente, seria una larga noche porque seguro se irían a hacerle un hermanito a Alessa y esa simple idea me hizo poner cara de asco.

-¿Estás bien? – preguntó Andreina y asentí –
- Voy por Alessa – susurré –

Fui hasta la pequeña que jugaba con las Barbie y sonreí, recordé cuando de pequeña jugaba con papá o con mamá, era feliz. Me presenté ante aquella pelirroja y pude notar que tenía pecas algo que sólo se podía ver si la sabían detallar, igual a su mami, el rojizo de su cabello, los ojos verdes como su papi y su piel era bronceada como la de su madre, era hermosa. Jugué con ella hasta que se hizo las 10 de la noche y la llevé a su cuarto a dormir.

-¿Listo? – susurró mi mejor amiga cuando bajé las escaleras y asentí –
- ¡Sí! Listo – dije sentándome en el sofá y Andreina volteó a verme –
- ¿Qué harás con Isabelle? – fruncí el ceño sin entender – esa mujer muere por ti – dijo y bufé –
- ¿En serio? Acaba de irse con su marido y me dices que muere por mí – la vi obvia de lo estúpido que sonaba todo –

Andreina negaba y decidí agarrar mi laptop saqué mis cuadernos y los lentes, me puse a estudiar y Andreina me miraba atentamente, sin embargo, yo la ignoraba olímpicamente.

-Luis me pidió salir – me paralice y lentamente volteé a verla –
- ¿Cuándo? – pregunté en un susurro –
- Ayer en el cole – asentí lentamente y fruncí el ceño –
- ¿Qué le dijiste? – pregunté ahora y ella giró a verme –
- ¡Que sí! – sonrió feliz y dejé la laptop a un lado para saltar a sus brazos –
- Enhorabuena tía – le felicitaba mientras la abrazaba y le daba besos por toda la cara o al menos así fue hasta que un carraspeo nos hizo separarnos y al menos a mí caer al suelo –
- ¿Estás bien? – preguntó Andre y asentí adolorida –

No quería levantarme, miré el reloj que estaba pegado en la pared del living y me sorprendió que fuesen las 3 de la madrugada, venga ¿Cuándo pasó tan rápido la hora? Es ilógico. Tomé toda la fuerza que no tenía y me levanté, mirando desde el sofá a una Isabelle con la nariz y mejillas rojas mientras estaba cruzada de brazos y Josué miraba la escena sin entender.

-¡Ya se pueden ir! – dijo con aquella voz firme que hacía temblar a quien sea, pero a mí me hacia mantenerle la mirada –
- Señora Isabelle no estábamos… - Isabelle interrumpió a Andreina –
- No me interesa, váyanse – dijo cabreada y yo me tensé, apreté la mandíbula, fue estúpido aceptar cuidar a su hija –
- Pero ¿qué te pasa Isabelle? – preguntó Josué sin entender y yo decidí que era hora de cortar aquella estúpida pregunta –

Agarré y cerré la laptop de un golpe que hizo sobre saltar a aquella mujer que estaba en cólera, metí la laptop en el bolso junto a mis cuadernos y los lentes, estaba furiosa como para medir con cuán fuerza metía todo, así que debía rezar que no se partan los lentes. Agarré a Andreina de la mano mientras que en la otra tenía mi bolso y caminé hasta la puerta, pasando por al lado de Isabelle y me detuve delante del señor Josué.

-¡Fue un honor cuidar a su hija! Es una preciosura – dije amablemente –
- Acéptame unos euros por el favor y el mal entendido – dijo preocupado y negué –
- No sé preocupe, el favor lo hice por mi madre – le dije para luego sonreír de lado y él sonrió con cara de disculpas – Hasta luego señor Josué

Dije para abrir la puerta de esa maldita casa y salir corriendo, en ningún momento giré la cara hacía aquella pelirroja que en estos precisos momentos la estoy odiando, ¿Qué se cree? ¿Quién es para hablarle así a mi mejor amiga? Nadie, no es nadie, por más que sea su casa, su hija en eso ojalá jamás se parezca a esa mujer, iba en mi mundo odiándola cuando una mano me agarró por la muñeca haciéndome girar y quería matar a quien haya sido, sólo que quién es, no quería verla y aún así, esos ojos color chocolates me hicieron quebrar las paredes que hace segundos se crearon entre ambas.

-¡Discúlpame! – susurró bajando la mirada y me di cuenta que mi respiración estaba agitada –
- ¿Qué precisamente? – pregunté deshaciéndome de su agarré, miré hacia mi casa y Andreina ya se había ido –
- Por mi insolencia, fue una estupidez tratarlas así – dijo con aquella mirada de arrepentimiento y me mordí el labio inferior –
- No sé preocupe Miss Veitia, al parecer lo que sucedió en el colegio la dejo marcada para siempre – Isabelle se cruzó de brazos para abrazarse a si misma y suspiré – ¿algo más? – me volvió a mirar y parecía batallar sus próximas palabras –
- ¿Me aceptas los euros por cuidar a Alessa? – negué – ¿un café? – la miré y aún sentía rabia –
- Cuando se me pase la rabia, lo hacemos – le dije y me miró sorprendida para luego bajar la mirada – por cierto, su hija Alessa es un amor, esta haciendo un buen trabajo con ella – susurré y sus ojos brillaron – Adiós Señora Isabelle – me volteé para irme a casa –
- Dime Isabelle – susurró y me quedé paralizada unos segundos –

Sin embargo, no dije nada, seguí hasta casa y entré para cerrar todo y apagar las luces que Andreina minutos antes había prendido, subí hasta mi habitación y allí estaba mi mejor amiga sentada en medio de la cama, esperando toda la información como buena chivata que es, rodé los ojos y dejé el bolso en la silla del escritorio, fui al baño y me lavé los dientes, para salir y arrimar a aquella castaña que me miraba intrigante. Me acosté y bufó para luego hablar por fin.

-¿Qué pasó? – preguntó y me volteé dándole la espalda –
- Me pidió disculpas – dije sin ánimos y sentí por fin a mi mejor amiga acostarse –
- ¿Y qué más? – preguntó de nuevo –
- Me quiso pagar y me negué – suspiró suavemente y como sabía que venía otra pregunta me adelante – y me invitó un café – susurré y sentí como aquel cuerpo que estaba a mis espaldas se levantó de golpe para darme la vuelta y montarse encima de mí –
- ¿Cómo? – preguntó con los ojos sorprendidos – Joder tía ¿en serio? – rodé los ojos –
- ¿Sois sorda o qué? – pregunté sin ánimos de seguir hablando –
- Qué ánimos traes – se cruzó de brazos pero, sin embargo, no se bajó de mí - ¿Qué dijiste?
- Que habláramos cuando se me baje el enojo, ahora – la quité de encima y me giré para volver a darle la espalda – déjame dormir a sido suficiente por hoy – dije casi dormida –
- Me abrazas – dijo mi mejor amiga con voz de niñata y respiré hondo –

Me di la vuelta y pasé mi brazo por sus hombros para atraerla a mi pecho, sus piernas se enredaron con las mías y su brazo fue hasta mis caderas, ella era feliz durmiendo así aunque al otro día me doliese la mitad del cuerpo por su peso. Amo a mi mejor amiga y simplemente no puedo aceptar que cualquier persona la trate mal, así sea ella, la diosa que se roba mis malditos sueños y mis jodidos pensamientos, no puedo solamente hacer como si nada, me siento cabreada y un café no lo cambiará. Me quedé dormida unos segundos después de sentir la respiración calmada de Andreina.

Mi vecina de al frente Where stories live. Discover now