-¡Buenas noches niñas! – exclamó Isabelle bajando las escaleras sonriendo –
- ¡Que hermosa se ve señora Veitia! – dijo mi mejor amiga –
- De Goth – recalcó aquel sonriente hombre orgulloso de lo que tenía y Andreina se reía –
- Señora Veitia De Goth – esas palabras fastidiaron por segundos a Isabelle, lo pude notar –Más yo no dije nada, sólo podía estar en silencio admirando aquella obra de arte llamada Isabelle, aquella obra más hermosa que cualquier pintura de Picasso o cualquier escrito de Bécquer. Isabelle era más que todo lo visto en este mundo.
-¡Cualquier cosa nos llaman chicas! – repitió por octava vez Isabelle y sonreímos –
- Tranquila mi amor, las chicas sabrán cuidar de Alessa – dijo aquel hombre llevándose arrastra a su esposa –Esposa que sonrió cuando nuestras miradas conectaron, a pesar de ser sólo segundos, suspiré pesadamente al oír la puerta principal ser cerrada, Andreina me miraba atentamente y yo sólo tenía algo en mente, seria una larga noche porque seguro se irían a hacerle un hermanito a Alessa y esa simple idea me hizo poner cara de asco.
-¿Estás bien? – preguntó Andreina y asentí –
- Voy por Alessa – susurré –Fui hasta la pequeña que jugaba con las Barbie y sonreí, recordé cuando de pequeña jugaba con papá o con mamá, era feliz. Me presenté ante aquella pelirroja y pude notar que tenía pecas algo que sólo se podía ver si la sabían detallar, igual a su mami, el rojizo de su cabello, los ojos verdes como su papi y su piel era bronceada como la de su madre, era hermosa. Jugué con ella hasta que se hizo las 10 de la noche y la llevé a su cuarto a dormir.
-¿Listo? – susurró mi mejor amiga cuando bajé las escaleras y asentí –
- ¡Sí! Listo – dije sentándome en el sofá y Andreina volteó a verme –
- ¿Qué harás con Isabelle? – fruncí el ceño sin entender – esa mujer muere por ti – dijo y bufé –
- ¿En serio? Acaba de irse con su marido y me dices que muere por mí – la vi obvia de lo estúpido que sonaba todo –Andreina negaba y decidí agarrar mi laptop saqué mis cuadernos y los lentes, me puse a estudiar y Andreina me miraba atentamente, sin embargo, yo la ignoraba olímpicamente.
-Luis me pidió salir – me paralice y lentamente volteé a verla –
- ¿Cuándo? – pregunté en un susurro –
- Ayer en el cole – asentí lentamente y fruncí el ceño –
- ¿Qué le dijiste? – pregunté ahora y ella giró a verme –
- ¡Que sí! – sonrió feliz y dejé la laptop a un lado para saltar a sus brazos –
- Enhorabuena tía – le felicitaba mientras la abrazaba y le daba besos por toda la cara o al menos así fue hasta que un carraspeo nos hizo separarnos y al menos a mí caer al suelo –
- ¿Estás bien? – preguntó Andre y asentí adolorida –No quería levantarme, miré el reloj que estaba pegado en la pared del living y me sorprendió que fuesen las 3 de la madrugada, venga ¿Cuándo pasó tan rápido la hora? Es ilógico. Tomé toda la fuerza que no tenía y me levanté, mirando desde el sofá a una Isabelle con la nariz y mejillas rojas mientras estaba cruzada de brazos y Josué miraba la escena sin entender.
-¡Ya se pueden ir! – dijo con aquella voz firme que hacía temblar a quien sea, pero a mí me hacia mantenerle la mirada –
- Señora Isabelle no estábamos… - Isabelle interrumpió a Andreina –
- No me interesa, váyanse – dijo cabreada y yo me tensé, apreté la mandíbula, fue estúpido aceptar cuidar a su hija –
- Pero ¿qué te pasa Isabelle? – preguntó Josué sin entender y yo decidí que era hora de cortar aquella estúpida pregunta –Agarré y cerré la laptop de un golpe que hizo sobre saltar a aquella mujer que estaba en cólera, metí la laptop en el bolso junto a mis cuadernos y los lentes, estaba furiosa como para medir con cuán fuerza metía todo, así que debía rezar que no se partan los lentes. Agarré a Andreina de la mano mientras que en la otra tenía mi bolso y caminé hasta la puerta, pasando por al lado de Isabelle y me detuve delante del señor Josué.
-¡Fue un honor cuidar a su hija! Es una preciosura – dije amablemente –
- Acéptame unos euros por el favor y el mal entendido – dijo preocupado y negué –
- No sé preocupe, el favor lo hice por mi madre – le dije para luego sonreír de lado y él sonrió con cara de disculpas – Hasta luego señor JosuéDije para abrir la puerta de esa maldita casa y salir corriendo, en ningún momento giré la cara hacía aquella pelirroja que en estos precisos momentos la estoy odiando, ¿Qué se cree? ¿Quién es para hablarle así a mi mejor amiga? Nadie, no es nadie, por más que sea su casa, su hija en eso ojalá jamás se parezca a esa mujer, iba en mi mundo odiándola cuando una mano me agarró por la muñeca haciéndome girar y quería matar a quien haya sido, sólo que quién es, no quería verla y aún así, esos ojos color chocolates me hicieron quebrar las paredes que hace segundos se crearon entre ambas.
-¡Discúlpame! – susurró bajando la mirada y me di cuenta que mi respiración estaba agitada –
- ¿Qué precisamente? – pregunté deshaciéndome de su agarré, miré hacia mi casa y Andreina ya se había ido –
- Por mi insolencia, fue una estupidez tratarlas así – dijo con aquella mirada de arrepentimiento y me mordí el labio inferior –
- No sé preocupe Miss Veitia, al parecer lo que sucedió en el colegio la dejo marcada para siempre – Isabelle se cruzó de brazos para abrazarse a si misma y suspiré – ¿algo más? – me volvió a mirar y parecía batallar sus próximas palabras –
- ¿Me aceptas los euros por cuidar a Alessa? – negué – ¿un café? – la miré y aún sentía rabia –
- Cuando se me pase la rabia, lo hacemos – le dije y me miró sorprendida para luego bajar la mirada – por cierto, su hija Alessa es un amor, esta haciendo un buen trabajo con ella – susurré y sus ojos brillaron – Adiós Señora Isabelle – me volteé para irme a casa –
- Dime Isabelle – susurró y me quedé paralizada unos segundos –Sin embargo, no dije nada, seguí hasta casa y entré para cerrar todo y apagar las luces que Andreina minutos antes había prendido, subí hasta mi habitación y allí estaba mi mejor amiga sentada en medio de la cama, esperando toda la información como buena chivata que es, rodé los ojos y dejé el bolso en la silla del escritorio, fui al baño y me lavé los dientes, para salir y arrimar a aquella castaña que me miraba intrigante. Me acosté y bufó para luego hablar por fin.
-¿Qué pasó? – preguntó y me volteé dándole la espalda –
- Me pidió disculpas – dije sin ánimos y sentí por fin a mi mejor amiga acostarse –
- ¿Y qué más? – preguntó de nuevo –
- Me quiso pagar y me negué – suspiró suavemente y como sabía que venía otra pregunta me adelante – y me invitó un café – susurré y sentí como aquel cuerpo que estaba a mis espaldas se levantó de golpe para darme la vuelta y montarse encima de mí –
- ¿Cómo? – preguntó con los ojos sorprendidos – Joder tía ¿en serio? – rodé los ojos –
- ¿Sois sorda o qué? – pregunté sin ánimos de seguir hablando –
- Qué ánimos traes – se cruzó de brazos pero, sin embargo, no se bajó de mí - ¿Qué dijiste?
- Que habláramos cuando se me baje el enojo, ahora – la quité de encima y me giré para volver a darle la espalda – déjame dormir a sido suficiente por hoy – dije casi dormida –
- Me abrazas – dijo mi mejor amiga con voz de niñata y respiré hondo –Me di la vuelta y pasé mi brazo por sus hombros para atraerla a mi pecho, sus piernas se enredaron con las mías y su brazo fue hasta mis caderas, ella era feliz durmiendo así aunque al otro día me doliese la mitad del cuerpo por su peso. Amo a mi mejor amiga y simplemente no puedo aceptar que cualquier persona la trate mal, así sea ella, la diosa que se roba mis malditos sueños y mis jodidos pensamientos, no puedo solamente hacer como si nada, me siento cabreada y un café no lo cambiará. Me quedé dormida unos segundos después de sentir la respiración calmada de Andreina.
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Mi vecina de al frente
RomanceNunca me había gustado nadie del vecindario, incluso la mayoría no me cae bien, excepto un par de amigos, con los que me crié, todo era hermoso, hasta que una mañana la vi llegar, tan imponente, tan divina, tan increíble. ¿El problema? es mi vecina...