10. ¿gemelos?

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- Hija ya llegaron la visita - me volteé despertando lentamente y asentí - te esperamos abajo - finalizó mamá -
- Ya bajo madre - dije con voz ronca -

Me levanté a duras pena y vi el reloj, no sé cómo tengo tanto sueño si apenas pasaron dos horas que me quedé dormida. Fui al baño y me eché una ducha modo flash, lo más rápido que pude, salí y opté por unos vaqueros negros altos, un top manga larga blanco con algún artista estampado, unas vans a juego con el vaquero y me solté el cabello, me maquille haciendo resaltar el verde de mis ojos y de labial carmín, estaba lista.

Bajé lentamente y escuchaba algunas risas desde el living, fui hasta la cocina y aparentemente todos estaban en el living, así que agarré un vaso de jugo y pausadamente me lo tomé, para luego ir hasta donde estaba esa gente y poner la sonrisa que se supone que debo usar, porque la verdad es que tengo tanto sueño que no, no quiero sonreírle a nadie.

- ¡Ala ven! - mi madre me alentó y me acerqué a ella -
- Hola Alanys - dijo un hombre alto con canas en el cabello - ¿no te acuerdas de mí? - fruncí el ceño y negué lentamente -
- Hija es Franco mi jefe - asentí y me acerqué a él para estrechar nuestras manos sonriendo -
- Y ella es su esposa Lucrecia - me acerqué a la señora cabello rojizo muy elegante -
- Un gusto, Alanys - dije educadamente y ella sonreía -
- Años queriendo conocerte Alanys, un placer, Lucrecia - me sorprendió aquello pero no podía evitar sentirme atraída por ese mar profundo que llevaba en su mirada -
- Entonces es un placer por fin conocerla señora Lucrecia - dije suavemente y esta última soltó una carcajada -
- Y ellos son Pablo y Gin los hijos de Franco y Lucrecia - giré hacia aquellos ¿gemelos? Supongo que mi cara de confusión fue la que los hizo reír -
- Pablo, un gusto - estrechamos las manos y él sonreía burlón - Sí, somos gemelos - lo miré sorprendida ¿cómo sabía que era mi pensar? -
- ¿Cómo lo sabéis? Lo que pienso digo - dije pausadamente -
- Porque todos ponen tu mismo gesto de confusión, mi nombre es Gin - me daba curiosidad su nombre he de admitir -
- ¿Sólo Gin? - su sonrisa se esfumó y fue a un gesto de asco -
- Déjalo en Gin - respondió unos segundos después y asentí -
- Alanys ¿por qué no llevas a Pablo y a Gin a pasear? - fruncí el ceño y Pablo se reía -
- Ya venimos tía Pau - miré a Pablo y esté sonreía sincero -

Salimos de casa y delante de mí había un Mercedes último modelo y babee, Pablo me comentó con orgullo que era el carro de su papá y asentí, sí, es lindo pero no me importaba, Gin y Pablo peleaban el próximo lugar para ir cuando de la casa de al frente salió mi pelirroja y no sé porque la llamo mía si no lo es. Su mirada conectó con la mía y al sonreír me idiotizo, me desequilibró, me desarmó, y me volvió a armar, suspiré suavemente y dejé de oír ruidos, aquello me saco del trance en donde siempre me lleva Isabelle Veitia.

-¿Te gusta? - giré a ver a Pablo y este sonreía pícaro -
- Es una vieja - susurró asqueada y de brazos cruzados Gin, la miré mal -
- No le prestes atención, ella está celosa - miré por última vez a Isabelle y Pablo entrelazo nuestras manos -
- Vamos a un bar, venga y me cuentas todo - Pablo me hablaba como si llevábamos toda la vida conociéndonos y yo me dejé guiar -

Efectivamente llegamos a un bar, después de rezarle a Dios y todos los astros porque Pablo no nos matase en camino a este bar, no lo conocía pero no se veía mal, así que me sentí a gusto. Pedimos un par de tragos y Pablo empezó a hablar de su vida y la de Gin, son gemelos, tienen 20 años y Gin es la rebelde sin causa, aunque Pablo siempre tapa sus rebeldías a excepciones cuando va presa y siempre la saca su papá, pero no la desheredan porque va a ser la sucesora de la empresa de sus padres.

-¿Entonces te gusta tu vecina? - negué y tomé del tequila -
- Menos mal, babeaste por ella - dijo de mala gana Gin y alcé los hombros -
- ¿Quién no? Es una mujer preciosa - dijo Pablo babeando y me reí - ¡Habla! - exclamó y lo volví a mirar -
- No sé, yo tengo novio, lo quiero mucho pero cuando la veo a ella todo mi mundo se paraliza y sólo quiero parecer una psicópata admirándola, es mi profesora así que prácticamente la veo en todos lados - dije suspirando suavemente y Pablo asentía lentamente mientras Gin tomaba un trago -
- ¿Te sientes igual con tú novio? - negué -
- No y eso me cabrea muchísimo - dije mirado a un punto fijo -
- La amas - dijo Pablo emocionado y me reí negando -
- Imposible, ella aparentemente me odia, aparte su marido es medio hermano de Fernando - terminé de decir -
- ¿El papito Fernando? - me reí con aquel apelativo y asentí -
- ¿Y es guapo? - preguntó Pablo y asentí con una sonrisa de lado -

Hablamos un rato más de nuestras vidas y cuando vimos la hora ya serían las 4 de la tarde me sorprendió, cuando salimos yo tenía un par de tragos encima así que estaba un poco ebria, mientras Gin me llevaba, Pablo y yo nos reíamos de todo y de todos, subimos al coche y Gin manejó ya que Pablo iba ebrio. Al llegar a casa, Pablo salió y camino hasta la casa lentamente mientras tanto Gin me ayudó a salir del coche pero cuando por fin salimos quedamos a pocos centímetros, yo sonreía pero sus ojos negros como los del señor Franco me tenían en un trance, hasta que oímos los neumáticos de un carro parquearse y me solté de ella para voltear a ver aquel deportivo rojo, oí un suspiro pero ni me inmute.

Se bajó del coche aquella mujer que me mataba a diario, sólo que no volteó a verme, fruncí el ceño y bufé por lo bajito, me giré y caminé hasta casa cabreada, al entrar Pablo reía con sus padres, mi madre y Fernando, detrás de mí llegó Gin quien agradecí no dijo ni una palabra y menos le interesó frenarse, sonreí al verlos a todos y me excuse para subir hasta mi habitación.

-¡No puedo seguir así! - susurré al viento -
- Sí, definitivamente no puedes seguir así si tienes novio - me sobresalte al oír la voz de Pablo y me senté en la cama asustada -
- Joder tío, ¿Qué no sabéis tocar una puerta? - Pablo alzó los hombros y cerró la puerta -
- Me mandaron a llamarte - Asentí y me levanté para pasar mis dedos por mi cabello y alisarlo - ¡Hey! - lo miré a lo que me llamó - ¿qué sucedió con Gin? Está muy seria - Fruncí el ceño -
- No sé, ella es rara, en un momento está bien y en otro enojada - dije despreocupada -
- No es rara, le gustáis, eso pasa - me quedé perpleja al oír aquellas palabras - Venga, vamos, tengo hambre - paso su brazo por mis hombros y salimos de mi habitación -
- Pareces buen chaval, espero seamos buenos colegas - le dije bajando las escaleras y Pablo sonreía -
- Claro que si tía - susurró y me dejó un beso en la mejilla para reírnos -

Cuando llegamos a la mesa todos se quedaron viéndonos, Franco sonreía junto a Lucrecia, mientras mamá me miraba confundida y Fernando sonreía de lado, sin embargo, quién me dejó preocupada fue Gin quien no nos miraba, simplemente estaba pérdida en sus pensamientos, suspire suavemente y me senté a su lado, mientras Pablo se sentó al lado de Fernando y de mi lado, giré a verlo y me hizo una mueca que me hizo reír por lo bajito y fue cuando Gin alzó la mirada y volteé a verla, nuestras miradas se conectaron y no pude evitar preguntarme ¿quién coño eres Gin?.

La comida estuvo agradable, nos reímos de los chistes de Fernando, las anécdotas de Franco y a veces me perdía en la mirada de Lucrecia, sin embargo, con Gin es distinto, ella ni me miraba, sólo miraba la comida como si ello fuera lo mejor que había. En cuanto a Pablo hacía un par de chistes que nos hacía reír a pesar de ser muy malos. A eso de las 8 de la noche la familia Blake decidieron que era hora de irse y los acompañamos hasta la entrada.

-¿Me llamareis? - preguntó Pablo y sonreí asintiendo -
- Venga, que sí tío - lo abracé y este me dejó un beso en la cabeza -
- ¿Y yo? - allí tuve de nuevo la voz de Gin quien me ignoró en el resto del día, sus manos fueron a esconderse en su abrigo y suspiré -
- También chavala - dije unos segundos después y me acerqué a ella para abrazarla -
- Discúlpame - susurró en mi oído y me separé de ella -

Sin embargo, no me dijo otra palabra, solamente me dejó un beso en la mejilla y se subió al coche. Me despedí de Lucrecia y Franco y cada uno entró a su puesto, para luego el señor Franco prender el coche y salir de nuestro campo de visión, mamá entró de la mano con Fernando y yo me quedé allí afuera pensando en las palabras de Gin, no entendí nada, pero cuando alcé la mirada todo se me olvidó.

Estaba Isabelle con un short blanco, una blusa que dejaba ver su definido abdomen y su cabello amarrado con algún bolígrafo que haya encontrado, admiraba la luna, empiezo a creer que es su lugar favorito en el mundo, ese balcón donde puede admirar la luna y esté es mi lugar favorito, donde me detengo a admirarla a ella. Su mirada bajó hacía la mía y chocaron como dos estrellas en el universo, sonreímos en simultáneo y me perdí en ella, maldito efecto que tenía en mí, nunca entenderé como le hace, sólo con una sonrisa causa mil revoluciones en mi vida, pero cuando salí de mi trance como siempre, sólo veía su silueta desaparecer detrás de las puertas corredizas de aquel balcón, sonreí y negué para entrar a casa e irme a mi habitación luego de despedirme de mamá y Fernando.

Mi vecina de al frente Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt