4. Fernando Goth, mi novio

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Creí que por ser Domingo lograría dormir hasta tarde, otra vez me he equivocado. La señora que me trajo al mundo Paulette Sánchez estaba pegándome gritos, miré el reloj y marcaban las 10 de la mañana, ¿Quién despierta a las 10 de la mañana a una pobre muchacha con resaca? Sí, Paulette Sánchez. Refunfuñe y me levanté.

-¡Voy! – respondí de vuelta en un grito –

Arrastre los pies hasta llegar al baño y me encerré, abrí la llave de la regadera para que se llenase la Tina y me acerqué al lavabo para mirarme al espejo. Decir que soy fea es insultar a mi familia, la verdad mi genética es muy buena, rubia como los Sánchez, ojos verdes como los Schuld, alta como los Schuld, delgada como los Sánchez, caderona y con un buen trasero como las Sánchez, con grandes senos como las Schuld, cabello lacio como ambas familias y con muchos lunares como mamá, en fin, fea no me declaro, pero tampoco soy la más hermosa de todas. Aunque ahorita no tengo rastro de nada bonito, a excepción de una buena resaca que me está matando.

Luego de ver la tina lista, me quité la ropa y me metí en ella, quería pensar en algo pero decidí en sumergirme y quitar todo rastro de ebriedad que existiese en mi cuerpo. Un rato después salí del baño con una toalla enredada en mi cuerpo y caminé hasta el armario, donde busqué mi ropa interior, elegí algo crema en conjunto y luego miré la ropa y por el clima, decidí un top blanco, unos vaqueros negros rasgados por las rodillas, una chamarra negra, unos tenis Adidas blanco con negros y estaba lista. Me solté el cabello, me maquille rápido, me eché perfume y bajé.

Mi madre estaba en la barra de la cocina tomando café mientras miraba el periódico, carraspee y volteó a verme, siempre le he dicho que cuando me mira así me pone nerviosa porque viene un regaño y efectivamente no me equivoqué, comenzó con un Marie ven acá y todo terminó en un sermón de media hora que no logré escaparme. Terminó su café y decidimos salir de casa, no sé a donde iríamos pero tampoco decidí preguntar.

Al salir de casa como siempre soy la última, cerré la puerta y al girar para ir al coche nuestras miradas chocaron, y de nuestras hablo de mi vecina y yo, ella sonrió de inmediato y yo estaba en shock hasta que saludó a mamá y salí de aquel trance, la detalle como siempre lo hacía y llevaba un conjunto Nike deportivo color negro, unos tenis del mismo color y misma marca, su cabello en una coleta, con su móvil y audífonos en mano, decir que no se veía hermosa es mentirles, estaba perfecta.

-¿Te apuras Alanys? – miré a mi madre –
- Sí, mamá – susurré y cuando volví a ver al frente sólo la vi partir trotando –

Caminé hasta el puesto del copiloto y me subí, mi madre me preguntó como estuvo todo anoche y le conté todo, o al menos lo que recuerdo desde la cena hasta el show de Paco con John y terminamos riéndonos, mis colegas estaban locos y los amaba por eso. Llegamos a un tipo de restaurante y nos bajamos, miré extrañada a mamá y cuando vi mi reloj de muñeca, eran las 12 del mediodía ¿En qué momento paso tan rápido la hora? Estoy impactada. Entramos al local y era bellísimo, tenía un estilo tipo vintage y el ambiente era como familiar, mi madre dio su nombre y apellido y el recepcionista nos llevó a una mesa donde había un señor mirando hacía el gran ventanal, miré a mi madre y esta se veía feliz.

-¡Fernando! – susurró mi madre –
- ¡Gracias! – le dije al recepcionista y me quedé parada hasta que mamá dejó de saludar aquel señor –

Era guapo, llevaba un traje azul marino, era alto, debe tener al menos unos 45 años de edad y debe medir al menos un metro noventa, tiene barba, sus cejas son perfectas, sus ojos marrones, su piel morena, su cabello corto lacio, su dentadura perfectamente blanca, sí, el tal Fernando es perfecto.

-¡Mi amor!, te presento a Fernando Goth, mi novio – dijo mi mamá con aquel brillo en los ojos que tenía años sin verle y sonriéndole a aquel señor –
- ¡Mucho gusto guapa! Fernando Goth – estrechamos nuestras manos –
- Alanys Schuld, un placer señor – dije sonriendo de lado y mi madre estaba preocupada por mi reacción – ¿nos sentamos? – señalé la mesa y nos sentamos a la vez –

Mi vecina de al frente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora