14. Celos

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Alanys

14 de febrero 2014

-¡Marie! – me giré lentamente como siempre a mirar a la dueña de aquel grito –
- ¡Cecilia! – dije sarcástica y me saco el dedo del medio como insulto, me reí –
- ¡Feliz día del amor tonta! – rodé los ojos y la abracé – ¡Uy! Alguien no esta de humor – dijo entre risas y negué –
- No, no estoy de humor – dije de mala manera – feliz día de la amistad – le di un beso en la frente a pesar que ella es más alta que yo –
- ¿Qué sucede? – preguntó, volvimos a caminar hacía los casilleros –
- Esta mañana una imbécil muy bonita pelinegra, ojos azules estaba despidiendo con abrazos y besos a Alessa e Isabelle – me crucé de brazos y oí la risa de mi mejor amiga - ¿Qué da risa? – pregunté alzando una ceja –
- Que tú te mueres de celos por la vecina de al frente y allí viene tu novio con un arreglo de flores y peluche – volteé hacía donde miraba Andreina y suspiré suavemente –
- No puede ser – susurré y Andreina reía más –
- ¡Feliz día del amor chavala! – dijo Andreina para irse a su casillero y cerré los ojos fuertemente, grave error porque sólo veía a Isabelle –

Daniel llegó emocionado para felicitarme y yo a él, se me olvidó darle un detalle pero algo le regalaré mas tarde, ya que me invito a cenar y acepté. Mi gran problema es que podía estar físicamente al lado de Daniel, hablando con Paco que llegó, con Sara y John que llegaron también, incluso Andreina que me miraba fijamente pero mi mente y alma estaba en aquella escena de esta mañana donde Isabelle estaba feliz abrazando aquella pelinegra y sí, tengo celos porque no soy ella, porque quisiera esos abrazos, aunque no vi besos formales, pero venga igual, me da celos y más porque no se parecen así que familia no son, suspiré suavemente y cuando me di cuenta estábamos en el salón, esperando a la profesora, sí, a Isabelle.

Cuando llegó sentí caer los muros de toda esa rabia de hace minutos, esta hermosa, lleva un pantalón azul alto pegado al cuerpo que hacía ver cada curva perfecta que tiene, una camisa blanca manga larga con botones, su cabello suelto cayendo por los hombros como cascada, zapatos altos color negros, esta preciosa y todos babeábamos por ella, aunque me cabreaba que el resto la viese para ser sincera.

- ¡Bonjour! – saludó sonriente y tragué saliva –
- ¡Bonjour! – saludamos al unísono –

Empezó a pasar la lista y unos minutos después comenzó la clase, para ser realista yo no paraba de mirarla a ella y sé que esto puede afectar mis notas por el hecho de que si no presto atención, no sé que estamos haciendo, pero como es la materia que quiero impartir algún día, por ahora no tengo problema en verla sólo a ella, aunque sigo cabreada porque todavía no sé quién es esa pelinegra a la que tanto le sonreía. La clase pasó sumamente rápido o al menos para mí fue así, cuando sonó el timbre todos salieron súper rápido de clase, me levanté agarré mi bolso y fui detrás de Andreina pero le dije que se adelantará que ya iba para allá y me guiño un ojo pícara, sonreí y negué mientras cerraba la puerta con seguro y me cruzaba de brazos.

Cuando Isabelle alzó la mirada se sorprendió de verme allí, yo sólo esperaba a que ella hablase para poder por fin salir de mis jodidas dudas, no puede ser Alanys, pareces esposa celosa preguntándole a tu marido quien le sonríe, negué y sonreí por lo bajo, aunque Isabelle todavía no decía nada pero yo tenía miedo de ser la primera en decir algo y cagarla. Como ninguna decía nada, agarré todo el aire que pudiese y llene mis pulmones de ellos para hablar.

- ¿Quién es esa mujer? – pregunté directamente e Isabelle frunció el ceño –
- ¿Cuál mujer? – preguntó pérdida –
- Aquella que te despidió hoy temprano de tu casa – Isabelle sonreía descaradamente y eso me enojaba aún más –
- Señorita Schuld dudo que le deba respuestas de mi vida privada – agarró su maletín y caminó hasta la puerta, agarré su brazo y la miré a los ojos, algo iba diferente en su mirada pero estaba tan cabreada que no podía darme el lujo de perderme en esos ojos cafés –
- Por favor, dime – supliqué –
- Mi mejor amiga – susurró con voz ronca y sentí que si me hablaba así otra vez me corría sin algún roce –

Mi vecina de al frente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora