53. Hugo Mates

2.7K 202 12
                                    

Isabelle

Para: Isabelle

“Desde aquella vez que te vi salir de esa habitación no he dejado de soñar cada noche con esa escena, me duele, me duele en el alma porque intento odiarte pero no puedo, ni tampoco quiero, cuando te conocí no sabía que tan importante ibas a ser para mí pero si sabía que algo cambió en mí, me había enamorado de mi nueva vecina sin saberlo, sin sospecharlo, hubiese dado todo porque las cosas fuesen diferente pero no podía luchar contra el destino, el mismo destino que nos unió fue quien nos separó, siempre te voy a amar Isabelle Elize y sólo deseo que seáis feliz, cuida a mi pequeña Lessa y dile que la quiero muchísimo, que siempre la querré y que nunca la voy a olvidar, te perdono Isabelle Veitia aunque no prometo poder olvidar todo, ni olvidarte a ti, me gustó ser parte de tu vida, ser parte de tus noches, amarte fue lo mejor que me pasó, me gustó cada detalle de ti, cada lunar, cada abrazo, cada te amo, cada sonrisa… Te amo Isabelle, nunca lo olvides, hasta siempre pelirroja y dile a Lessa que siempre será mi pelirroja favorita.

Con amor: Alanys Schuld.”

Releo la carta desde hace 6 años y hoy me duele más que antes, no entiendo como acabó todo ese maldito día que le seguí la corriente a Fiorella, ese maldito día en que la perdí, la hice sufrir y ahora ya no la tengo, ahora esta más madura y tiene a alguien más.

- ¿Bebiendo otra vez? – preguntó Karina entrando a la biblioteca y asentí –
- Sufriendo otra vez – dije por lo bajito para tomar de mi vaso de vodka –
- Lo peor que pudo pasar es que regresará – dijo mi mejor amiga cabreada y la ignoré –

Hace dos semanas que regresó y en resumen no me habla, si me ve en la calle me ignora, si visito a Paulette me ignora y si esta con aquella pelirroja me ignora… En cualquier ámbito me ignora y me duele, me duele mucho, aquella noche en el bar traté de no cruzármela y por tratar significa que de la barra sólo salí borracha y para ir al baño, de allí no me moví. Paola y yo bebimos tanto que terminamos llorando juntas y de allí es poco lo que recordamos, pero según Trini nos portamos bien y quiero creerle.

- Isabelle tú tienes una hija, piensa en ella – dijo Carla en un intentó de paz –
- Ya la vio y no para de nombrarla… Han pasado dos semanas así – susurré sirviéndose otro trago –
- No puedes seguir así – dijo Juan Pablo y alcé los hombros para tomar de un trago el vaso de vodka –
- Voy a dormir – me levanté tambaleando –
- ¿Te ayudo? – preguntó José Daniel y asentí –

Salimos de la biblioteca y todo estaba en silencio en mi casa, pregunté por Josué y me dijeron que no estaba, asentí sin importancia, subí lentamente con José las escaleras y caminamos el pasillo hasta llegar a mi habitación, me dejó sentada en la cama para alejarse un poco, estábamos a solas.

- Sabes que siempre serás el amor de mi vida y me duele verte así Is – dijo José y una lágrima rodó por mi mejilla –
- Sí me hubiese quedado contigo, no estuviera aquí llorando por otra – susurré con la voz entrecortada y nos reímos –
- Pero aquí estamos, ahora a enfrentarlo – asentí viendo hacía el balcón – Te vais a volver una alcohólica si sigues así
- Ya basta, no seré una alcohólica, ya no voy a beber más ¿vale? – dije cabreada y José Daniel se acercó para sentarse a mi lado –
- ¿Qué puedo hacer por ti? – preguntó mi mejor amigo –
- Abrazarme – susurré y así hizo –

Estaba tranquila en sus brazos, era el único que no me juzgaba, ni me reclamaba y poco a poco mis párpados pesaban, mi respiración era lenta y pesada, estaba cayendo en un sueño profundo, era la parte que odiaba porque desde que llegó no dejo de soñar en ella. No sentí más nada, caí rendida a los brazos de Morfeo.


Mi vecina de al frente Where stories live. Discover now