Capítulo 51

1.5K 118 2
                                    

Alessandra

La noche anterior la pase sola reflexionando, la verdad es que necesitaba tiempo para mi misma. No he podido procesar nada de lo que me ha pasado desde que desperté.

No puedo parar a llorar por lo que ha pasado, porque entraré en un agujero que no saldré nunca. Tengo miedo de quedarme sola, pero se que en el fondo eso no sucederá, pues tengo a Adrián e Isabella, además del pequeño.

Pero esta noche todos mis pensamientos se han centrado en Iván. Es verdad que se ha portado como un hijo de puta desde el primer momento en el que le conocí. Pero no me extraña porque si realmente conocía mi verdadera identidad, no le culpo por tratarme así.

Le he intentado engañar durante esas semanas, y el tenía que aguantar todo, sin poder rechistar.

Todavía no tengo bien claro mis sentimientos ante él, y no pienso decírselo. Pero si me gustaría como dice él, empezar de cero. Como dos desconocidos, porque realmente ninguno de los dos sabe nos conocemos.

Y es por eso por lo que me encuentro en la puerta de su casa, esperando a que me abra y reciba. Según los guardas me indican que ya puedo pasar más adentro, es ahí cuando le veo vestido.

Joder, nunca le había visto así y las vistas son muy buenas. Después de que terminase de comerle con la mirada, me centro en su cara y veo una sonrisa.

—Vamos a mi despacho — me dice señalándome las escaleras.

Él espera a que pase yo primero y me sigue hacia su despacho, pues se perfectamente donde esta. Abro la puerta cuando llegamos y me hecho a un lado para darle paso, según entra, cierra la puerta dejándonos a los dos solos.

Los dos nos sentamos en las sillas y nos quedamos mirándonos por un par de segundos, que parece una eternidad.

—Lo primero de todo estos días han sido un poco agotadores, por lo que te pido disculpas por huir como una cobarde sin avisar a mi casa. Lo segundo, he estado reflexionando y tienes razón. Los dos hemos mentido completamente, y pienso que tendríamos que empezar de cero, aunque nos cueste, pero no en temas de negocios sino en el trato de uno al otro.

—No te tienes porque disculparte, es normal que estos días hayan sido duros para ti, no se me da muy bien consolar a las personas, así que no sabía muy bien como interactuar. Tengo una manía de ponerme enseguida a la defensiva contigo. Lo siento por comportarme como un verdadero gilipollas contigo todo este tiempo.

—Eso lo entiendo— el me mira sorprendido— saber quien era y seguir la tontería sin poder decir nada, a mi también me hubiese vuelto loca.

—Antes de acabar con esta agradable charla— dice provocando una sonrisa de mi parte— Me gustaría que supieses algo. — se levanta y se acerca a mí ofreciendo mi mano. — Todavía tenemos mucho que hablar respecto a los dos, pero vayamos poco a poco.

Asiento con la cabeza y dejo que me guíe por su casa sin dejar de soltarme la mano, algo que no me molesta para nada.

Llegamos a un lateral de la casa que no había visto yo antes, él abre una puerta y hay un pasillo largo, lo cruzamos hasta llegar a otra puerta. Es ahí donde me suelta la mano.

—Puedes abrirla.

—¿Debo de preocuparme? — le pregunto con ironía.

—Anda, ábrela. — me responde con una sonrisa.

Respiro hondo y la abro, llevándome una enorme sorpresa. Todos se paran nada más verme sonriéndome, pero solo una sale disparada corriendo hacía mí.

InfiltradaWhere stories live. Discover now