Capítulo 9

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Le abrazo por la espalda, dándole pequeños besos en el cuello y comienzo a desabrocharle los botones de su camisa poco a poco.

—Que tal si nos tomamos un trago antes de follar— asiente con la cabeza.

Mis piernas se mueven a la mesita de la esquina, con distintas botellas de alcohol, escojo una cualquiera para él, en cambio, yo opto por darme un capricho. Me merezco un sorbo de whiskey, preparando los vasos saco de mi sujetador una pequeña cápsula que la abro y se la vierto en su copa. Rápidamente me giro y le sonrío. 

Le doy su vaso y me voy al escritorio.

—Salud! —le digo contenta.

—Salud— se lo bebe de un trago como suponía, ahora solo tengo que esperar un minuto pues la droga que le he puesto es bastante fuerte.

Se acerca a mí tirando el vaso al suelo, este se rompe. Señal de que va mal, cada vez se encuentra más cerca de mi hasta que suena un ruido. 

Plof

Se acaba de desplomar en el suelo.

Me bebo medio vaso y voy a sentarme en el escritorio. A estas alturas Matías tiene que estar a punto de mandar al primer escuadrón a bajo.

Enciendo el ordenador, y saco de mi bota un USB, lo introduzco y el programa que instale me da paso al ordenador. Sin perder tiempo, me meto en la carpeta de documentos  y otros archivos que sus nombres me llaman la atención y los copio. Una vez que creo tener lo suficiente me muevo hasta donde Francesco esta.

Tras 10 minutos le cojo de los brazos y le arrastro a la otra punta de la habitación de forma de que cuando salga no le vean tirado en el suelo. Meto el USB en mi bota y salgo hacia donde esta Iván.

Al salir del despacho me encuentro a sus vigilantes.

—Me voy que tengo que atender a más hombres. Me ha dicho que se quedaba dentro— me miran raro, no sé fían— entre vosotros y yo, creo que no sale porque le escuece la polla. Pero yo no os he dicho nada— me miran raro y me dejan salir.


Una vez que estoy en la planta principal mis ojos van en busca de Iván. Tras dar un par de vueltas le encuentro en una esquina, sentado en uno de los sillones rojos, mientras una chica baila en la barra en frente suyo y otra esta sentado en tu regazo.

Me dirijo a su posición, no se ha percatado de mi presencia por lo que me aprovecho de su ignorancia y sin previo aviso me siento en su pierna libre. Me agarra la cadera con fuerza, haciendo que pegue mi cuerpo al suyo, por la inercia pongo una mano en su pecho. Joder solo he tocado un palmo y puedo sentir lo tonificado que esta, se me hace la boca agua.

—Fuera—le dice a las otras chicas— Has tardado lo tuyo, que pasa cualquier persona con un rabo entre las piernas te pone cachonda.

Yo flipo con este hombre, pero ya se sus intenciones, yo también se jugar mis cartas.

—Y ¿tu? Te deje con la polla tan dura que necesitas a dos putas para que te sacien lo que yo sola puedo hacer. ¿No crees que es un poco patético?

Según digo eso me agarra del cuello, empujando mi cuerpo al sofá y quedando él encima mío. La verdad esta posición me pone demasiado, pero tengo que centrarme.

—No eres el centro del mundo Sofía, tu sigue hablando así con esa boquita que no sabes lo que te espera— me suelta del cuello y se pone de pie— Andando tenemos cosas que hacer y quiero perderte de vista lo antes posible.

Pongo mis ojos en blanco y le sigo. Nadie sabe las ganas que tengo de matar a este cabrón. Nos dirigimos a la zona de empleados, y entramos en el vestuario de los seguratas.

InfiltradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora