Capítulo 27

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Alessandra

Admito que me quede impresionada cuando vi a Iván en la cocina, con esa camisa que se le marcaba todos los músculos de su cuerpo. Pero cuando se giro para cerrar la puerta de la casa, pensé que me corría ahí mismo. Menuda espalda, tiene este hombre, solo deseo marcarla con mis uñas.

Lo primero que hacemos antes de salir es ir a un sitio a cenar. Han elegido un lugar precioso, nos hemos pasado toda la cena hablando entre nosotros. Sorprendentemente, Iván y yo hemos hablado sin tener ningún tipo de problema.

Me alegra que hayamos dejado las cosas más o menos claras. Bueno solo hemos hablado sobre Azriel, pero poco a poco. Durante la cena, me he dado cuenta en que en numerosas ocasiones no he podido dejar de observarle.

Y es que joder se ve muy bien, y si la vida me pone la oportunidad de tirármelo otra vez, quien soy yo para cuestionar esa oportunidad.

—¿De que te ríes? — me dice Iván sentado a mi lado derecho.

Me giro y veo esos ojos que me hipnotizan.

—De nada.

—¿Seguro? — me dice con cara sonriente.

Paso de él e intento integrarme en la conversación del resto.

—Y que tal te lo estas manejando con el niño— me pregunta Matías.

—La verdad es que bastante— noto algo en mi pierna, pero trago saliva y continuo— bien.

Dirijo una de mis manos hacia la presión que siento en mi rodilla, pero una mano me aparta, y ya se quien es.

Matías sigue preguntándome y yo le respondo como puedo, teniendo en cuenta que la mano de Iván se encuentra subiendo poco a poco por mi pierna.

Cuando llega a mi vestido, me giro y le miro.

—Que coño haces.

—Tu que crees— pone cara de piedra al notar que no llevo ropa interior— Sofía Sofía— trago saliva al escuchar su voz.

—Para— le susurro.

Mete un dedo suyo dentro, mis manos se mueven automáticamente a su brazo.

—Vas a decirme que no te gusta. — empieza a moverlos más.

Puedo notar como empieza a hacer calor en el restaurante.

—¿Estás bien? — me pregunta Akila que se encuentra a mi izquierda. — Estas roja.

Iván empieza a aumentar el ritmo del movimiento de sus dedos.

—Yo también te veo roja— me dice el muy cabrón.

—Me han entrado unos calores, pero no os preocupéis.

Escucho como piden un vaso de agua fría para mí, pero lo único que puedo concentrarme es en esos dedos que van a hacer que me corra. Mi mirada se dirige a Iván quien sonríe y sin más aviso saca sus dedos. Le observo fijamente hasta que veo que se los lleva a la boca a chuparlos.

Trago saliva. Me ha dejado a punto de correrme, tengo un calentón que no puedo con él.

—Que rico— me dice en forma de susurro, para que no pueda escucharlo nadie más.

—Perdonarme, pero tengo que ir al baño.


Me dirijo al baño intentando controlar mi respiración. Una vez que llego al baño rocío agua a mis muñecas y un poco a la nuca para refrescarme.

InfiltradaWhere stories live. Discover now