Capítulo 39

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Alessandra

Me duele la cabeza muchísimo, este día solo puede ir de mal a peor.

Primero con la mierda de reunión que hemos tenido, segundo con el plástico, luego Azriel llorando, tercero la discusión con Iván, cuarto el plástico otra vez y por último pues lo que paso.

Esto no es nada comparado, con la mierda que voy a tener cuando llegue a casa. Definitivamente hoy no se duerme, y ojalá fuese porque me iba a emborrachar.

Que va, me toca descubrir quien mierda mando esa nota. Eso es el sexto problema.

Y séptimo, y el peor de todos hablar con mi padre. Joder, ya habíamos solucionado todo y ahora viene esta mierda. Yo no quiero estar presente cuando estalle.

Cojo mi móvil y escribo a mi madre para que sepa que estos dos días vamos a ir a dormir a casa. Por lo menos uno de los dos conseguirá pasárselo bien.

Miro mi ordenador y cuando estoy apunto de entrar en el correo para ver que coño me he perdido, abren la puerta sin previo aviso.

—Empieza a hablar ¡ya! — dice sentándose enfrente mía rápidamente.

—Que quieres que te cuente. No he hecho una mierda en todo el puto día, Akila.

—Ja, eso se lo dices a otro. Pero venga, te lo perdono porque no has empezado a hacer nada.

—¿Habéis avanzado algo? — niega la cabeza— Iré revisando a todos mis soldados.

—A las dos estoy aquí para recogerte e irnos a comer— dice guiñándome el ojo antes de salir de mi despacho.

Resoplo para mí, y abro la carpeta de registros.

Yo no entiendo nada, como se ha podido llegar ante esta situación. Tiene que haber una rata, si o si. Por lo menos este trabajo me ayuda en algo, hay que pensar siempre en positivo.

Al rondar una idea, descuelgo el teléfono.

—General Castello.

—Teniente García al habla. Se me ha ocurrido darle una sugerencia, porque no distribuimos el trabajo. Para que nos podamos centrar todos en lo mismo.

—No, sospecharan.

—No tiene porque, a quien investigue quin es la rata entre nosotros, se le pasa un informe con toda la mierda que tiene que hacer y ya.

Se hace un silencio en la línea.

—Búscalo tu. Avisaré al resto para que te manden todas las indicaciones a seguir por corre. García, ni un solo error me has entendido.

—Sí General.

—Confío en usted, no me falle. — me responde antes de colgar.

¡Qué narices acaba de pasar! ¿Acaba de decir que confía en mi? Buah, creo que me estoy volviendo loca. Pero no me voy a liar la cabeza con eso. Suficiente tengo encima, como para añadir a este hombre a mi lista de preocupaciones.

Por lo menos he conseguido ejecutar parte de mi plan. Me puedo quitar horas de trabajo de buscar quien es la rata, además de que toda aquella información que no pueda obtener por estos medios tan legales que utilizan, lo puedo hacer en casa.

Así que revisaré toda la lista, tengo la sensación que no son unos pocos. Anotaré todos los que me den mala sensación o lo que mi instinto me diga de que algo no anda bien, y lo miraré en casa.

Así que nada, vamos a empezar. Veo la lista de personas que me manda Matías. ¡500 personas! Pero este se ha vuelto loco. Miro de nuevo el correo observando el comentario.

InfiltradaWhere stories live. Discover now