Capítulo 46

1.3K 121 3
                                    

Alessandra

Una presión en mi cabeza provoca un malestar en mí. Intento abrir los ojos, pero me cuesta mucho, noto mis parpados muy pesados, soy incapaz de mover ninguna fibra de mi cuerpo.

Intento despertar de esta horrible pesadilla en la que estoy metida, pero no consigo despertar.

Tras varios intentos, lo consigo. Me levanto a pesar de tener ese dolor en mi cabeza y en el pecho, observo a mi alrededor, todo esta oscuro. No hay nada, ni nadie, estoy completamente sola en la oscuridad.

¿Ya esta? Esto es lo que se siente tras morir.

Mis piernas comienzan a moverse, pero cada paso que doy es inútil estoy atrapada aquí.

No puede ser que después de todo, no haya una mierda. ¿Esto es lo que sintió Lidia? Es imposible, esto no es real.

De la nada, una luz aparece al fondo, por lo que opto acercarme, cuando estoy lo suficientemente cerca veo a una persona en el suelo y otra presionando sobre ella.

Es como si la estuviese intentando mantener viva. Cada vez, mis pasos me acercan más y más cerca a mi objetivo, hasta que me encuentro en una distancia suficiente como para reconocer lo que esta pasando.

—Esto no es el fin. — dice una voz detrás de mi.

Según escucho esas palabras me giro corriendo y me pongo en sus brazos. Reconocería esa voz por toda la eternidad. Lágrimas comienzan a salir de mis ojos, lo que provoca que nuestro agarre sea más fuerte.

Cuantas noches, cuantos días, horas, segundos he pensado en este momento. Alzo mi vista.

—Te he echado de menos hermanita— me dice sonriendo.

—No dudes por un segundo que yo no te he echado de menos.

Vuelvo a esconderme en sus brazos, podría estar así todo el tiempo del mundo.

Pierdo la noción del tiempo, de cuanto llevamos así, lo único que se es que mis piernas se sienten débiles, por lo que me suelto un poco y me caigo al suelo, pero ella esta sujetándome para que no me haga daño. Como siempre hizo.

—Lidia yo...

—Shhh— dice negando con la cabeza— no quiero ningún comentario al respecto. Tenemos poco tiempo.

—Ya estoy en casa— digo llorando.

—En eso estas equivocada— dice limpiándome la lágrima con sus delicadas manos— Todavía tienes trabajo por hacer.

Niego con mi cabeza.

—No. Mi vida no tiene sentido sin ti.

—En eso estas equivocada. Lo has hecho genial— dice acunando mi rostro con sus manos— Estoy muy orgullosa de ti.

—No me dejes por favor— digo con la voz temblorosa— te quiero muchísimo, por favor, por favor, te lo suplico te necesito. No me abandones.

—En ningún momento te he dejado sola. Siempre he estado ahí, encima de ti y de papa y mama. Date la vuelta Ale.

La hago caso y me fijo en que la misma situación que he visto hace bastante tiempo sigue estando igual. Y que las personas siguen siendo las mismas.

Yo en el suelo envuelta de sangre e Iván intentando parar la hemorragia.

—Escucha— me dice.

Centro toda mi atención a la escena, como las manos de Iván se mueven temblorosas sobre mi cuerpo.

InfiltradaWhere stories live. Discover now