Capítulo 101.

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- No tengo que entrar para saber que mi prometida jodidamente sexy es la que me espera. —dice desde afuera, ya con la voz ronca y llena de lujuria.

- Entonces adelante.

Aaron entra, tengo la bata abierta por lo que me escanea de arriba abajo y se detiene justo en mis pezones erguidos que se pueden ver a través del encaje.

Lleva desabotonado los de arriba, igual que los de la muñeca, camisa blanca ajustada, pantalón negro sin zapatos. Saca su celular del bolsillo, marca algún número, cuando contestan el habla.

- Amanda, cancela el viaje de Ada.

Sonrío mientras tengo mi cabeza baja tocando el agua tibia que cae en la bañera, no sería Aaron si no hubiese hecho lo imposible para traerme, pero me adelante.

- Entonces... ¿Todo esto es para tu prometido?

- Lo mejor para mi futuro esposo.

- ¿Y que hay para el afortunado?

Se acerca lentamente, como un cazador acechando su presa.

- Pues primero —ya lo tengo al frente de mí, por lo que me levanto —hay que despojarse de la ropa de oficina, para un baño caliente después de tantas reuniones.

Introduzco mis manos por su camisa, tocando su piel ya caliente, el solo me observa desde su altura, con sus manos en los bolsillos de adelante.

- Ilumíname más.

Veo en su mirada como desea quitarme la ropa. Termino de retirarle la camisa que cae al suelo, paso mi índice por su pecho, clavícula, cuello y rozo sus labios.

- Sin ropa. —desabrocho su pantalón y lo bajo junto con el bóxer, el se quita las medias quedando completamente desnudo, mientras yo me babeo.

- Feliz aniversario. —Sin previo aviso me toma del trasero y me enrosca en su cintura. —mucho protocolo pero estaba desesperado por verte.

No le interesa que aun esté vestida, nos mete en la bañera.

- ¡Amor! Todavía tengo la bata.

- Ese no es ningún problema. —me sienta encima de él, quita la bata tirándola al suelo.

- No es justo. —le hago un puchero —quería que disfrutaras de la lencería.

- Cariño, yo sé que hasta con una bolsa de papel lucirías sexy.

- Pero todo lo que me prepare para lucir así.

- Gracias, en serio, pero te prefiero desnuda.

Sus manos comienzan las caricias en mis muslos, con mis manos apoyadas en los hombros de él, sus ojos gritan "quiero follarte".

- ¿Me extrañaste? —pregunto.

- Me he masturbado más de 5 veces pensando en ti, en todas esas posiciones en las que te pongo. —sigue subiendo por mi cuerpo. —pensando en estos senos —los estruja —en tus gemidos.

Descubre uno de mis pezones y lo pellizca, gimo y con solo eso me retuerzo en su ya GRAN erección.

... pero sobre todo extrañe esto. —con la rapidez que lo caracteriza rompe la parte de abajo, me alza y me penetra, todo eso en un pestañeo. Al principio me duele por la rudeza, pero cuando me acostumbro solo puedo sentir el placer que me ocasiona el que este dentro de mí.

Dulce Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora