Capítulo 45.

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Ordeno mentalmente a mis piernas ser firmes y que no me hagan pasar vergüenza, Aaron camina hacia mí guardando su teléfono móvil en el bolsillo delantero de su pantalón. Al tenerlo al frente esboza una sonrisa antes de abrazarme por la cintura y alzarme un poco, dándome un cálido abrazo. Estoy sorprendida por la comodidad e intimidad del abrazo, pero no pierdo nada de tiempo en enredar mis brazos alrededor de sus amplios hombros, huele increíblemente bien.

Aaron me deja en el suelo y acerca su rostro, lleva sus labios sobre los míos, es solo una presión, se aleja y me observa, creo que espera una reacción por su saludo, pero como en mí son bienvenidos sus besos, está claro que no reaccionare de mala manera.

- ¿Listo para la cita? —digo finalmente en un murmuro.

No entiendo porque el nerviosismo, tengo la necesidad de hablar y hablar.

- Siempre, nací listo.

El comienza a reír y abre la puerta de mi auto, entro y el da la vuelta sentándose del lado del copiloto, se encarga de abrochar su cinturón de seguridad, se siente extraño tenerlo de ese lado del auto, termina,  me da una mirada y una sonrisa.

- ¿Qué tal tu día en el trabajo? — le digo cuando comienzo a darle la vuelta a su fuente, está en la entrada.

- Tuve que aguantarme todo el día a Jorsh burlándose por nuestro viaje.

- Un día pesado entonces. Quiero llevarte a un lugar, esta algo lejos de aquí, pero la comida vale la pena.

- ¿Me quieres llevar lejos para raptarme? Marta y London saben con quién iba a salir.

- Quisieras tu —sonrío, ya estamos en camino.

- ¿Me tengo que preocupar por cómo manejas?

- Conmigo no, hay que preocuparse es cuando Holly está al volante.

- En eso estoy de acuerdo.

El hace lo que siempre hago yo en su camioneta, conecta su teléfono a mi reproductor.

- ¿Así que una cita? —dice después de haber colocado una canción.

- Tú me invitaste primero.

- Por supuesto que iba a hacerlo. Me gustas, y si sucede eso no puedo quedarme sentado esperando que todo pase. Debo hacerlo pasar.

- Oh.

- ¿Sin palabras señorita Woods? —asiento con la cabeza — ¿Qué tal un "Tú también me gustas?

Aprieto mi mano en el volante y disimulo ver por el espejo retrovisor lateral. Aclaro mi garganta y le respondo.

- Tú también me gustas.

En respuesta el sonríe.

- Algo obvio para la vista, pero siempre es bueno saberlo.

- ¿Estás diciendo que me veo como una desesperada a tu lado?

- Yo no he dicho eso.

- Nunca dices nada según tu —reímos.

Coloca su mano en mi pierna y seguimos hablando de temas aleatorios mientras seguimos hacia mi destino, el ambiente en el auto es cálido gracias a la música que eligió.

*

- ¿Comida chatarra? —pregunta aun en el auto cuando ve el lugar a donde lo traje.

Es como un galpón con camiones en donde hacen la comida, hay unas mesitas para comer.

- Prefiero mil veces comer aquí y pasar la comida con un buen refresco frio, no lo veas como si fuese un restaurant chino —ruedo los ojos — ¿Te tengo que abrir la puerta para que bajes cariñito? —me burlo

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- Prefiero mil veces comer aquí y pasar la comida con un buen refresco frio, no lo veas como si fuese un restaurant chino —ruedo los ojos — ¿Te tengo que abrir la puerta para que bajes cariñito? —me burlo.

- ¿Nunca te callas?

- No sé. -reímos.

Bajamos y caminamos a la mesa sentándonos en las sillas altas, desde aquí se visualiza el menú. 

- ¿Quieres una hamburguesa que se desborde de tantas cosas que tiene?

- Tú cita, tus reglas.

- Me gusta cómo suena.

Un mesero se acerca para tomar nuestras órdenes.

- Buenas noches, ¿qué desean ordenar?

- Dos hamburguesas, con doble carne y doble queso, que tenga tocineta y... —me volteo hacia Aaron — ¿te gustan los pepinillos?

- Si.

- Y con pepinillos, la cebolla la quiero salteada, nada de cebolla cruda, estoy con mi súper cita y no queremos ese olor en mi aliento —los dos ríen — y por último, dos canastas de papitas fritas con queso fundido y tocineta.

- Mejor llévate el camión.

- Shh —agito una mano hacia el sin mirarlo— Para beber una Pepsi, la más fría. ¿Tú que quieres beber?

- Una cerveza por favor.

- Y una cerveza. Gracias.

- En un momento regreso con su orden.

Veo a Aaron y su cara es un poema.

- ¿Qué tal si no me gusta?

- Por eso pedí lo mismo que yo. Si no te gusta me lo puedo comer por ti.

- El que no te conozca pensara que vives solo de ensaladas —habla con una media sonrisa.

- La hamburguesa tiene lechuga, eso cuenta como ensalada —cierro los ojos y sonrío de manera angelical.

- Eres inteligente, pero tengo hambre, así que no te daré nada. Pase todo el día sin comer esperando que me alimentaras —bromea.

- Exagerado.

- ¿Tu día que tal fue?

- Pase toda la tarde con Holly y David.

- Una tarde movida entonces.

- Si, sabes cómo son los dos juntos.

- Y si te agregan a ti, peor.  ¿Sabes que Jorsh te trajo un regalo, y a mí no? -lo dice frunciendo el ceño.

- ¿Celoso? —le hago un puchero.

- En realidad sí —vocalizó.

- Tú fuiste de viaje conmigo, y no le trajiste nada.

- Los chocolates que compraste para regalarle, puedes decir que son de parte de los dos —me guiña un ojo.

- No hare eso —suelto una carcajada.

- Anda. ¿Dejaras morir a esta pobre alma? —apoya su codo de la mesa y su rostro en su puño.

Estoy tentada en pasar mi lengua por su barbilla por lo sexy que se ve.

- Está bien...

«¿Qué dije? Eso es culpa de él por lucir así»

» ¡No! ¿Qué dije? No, no le mentiré a Jorsh.

- Entonces le comprare algún dulce por ahí y se lo entrego junto al tuyo.

- Aaron, eres malo para los regalos —articule.

- Si, la verdad es que no se me da eso.

Dulce Infierno Where stories live. Discover now