Capítulo 3.

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Me desperté con ganas de recorrer la ciudad, el único detalle es que ya era medio día y me rugía el estómago del hambre. Esa es la historia de mi vida no sé qué es el desayuno siempre despierto tarde y voy directo al almuerzo.

Mientras espero que se cocine el espagueti, aprovecho y llamo a Holly.

- ¿Qué quiere la nueva reina de la ciudad? —pregunta mi amiga.

- Tener un poquito de ti esta semana, ¿O tengo que tener un miembro guindando entre mis piernas para eso? —La diferencia entre Holly y yo es que ella no tiene pudor en cuanto a hombre se trata. Pero no la culpaba es una mujer alta, esbelta, de curvas como Dios manda.

- Muy chistosa aunque de hombre no te verías nada mal. —escucho que ríe al otro lado de la línea.

- Esta vez no te daré el gusto de eso, me encantan mis buenas bubis. —respondí tocándome los senos.

- Te extraño quiero verte ya, mañana te quiero aquí en casa para que me cocines y tomar unas 9, 10 copas para empezar con las anécdotas. —juro que la imagino haciendo esos ojitos cuando le pide algo a los hombres.

Rodé los ojos, Holly era una completa inútil en la cocina. Eso es culpa de todas esas personas que tenía en su casa haciéndole todo. Una vez intentó hacerme una pasta y tuvimos que botarla con olla incluida, se puede decir que era más pasta quemada que olla.

- Ni siquiera debes saber que tienes en tu refrigerador. Pero me convenciste con las 11 copas. —dije riendo, sabíamos muy bien que una vez que empezábamos con una copa no había quien nos detuviera.

- Otra cosa, el sábado te quieren en casa de papá, celebraremos su boda de plata y me dijeron que no faltaras. —sus padres desde pequeña me trataron como a una hija más con un cariño inmenso, me soportaban varios días a la semana en esas grandes pijamadas que hacíamos juntas y de adolescentes todas esas noches en las que nos despertábamos a comernos todo lo que veíamos en la cocina.

- Claro que iré, nos vemos mañana y por nada del mundo me despiertes temprano con tus gritos en esas llamadas de las tuyas. — Holly es una vieja prematura siempre despierta temprano así no sea día de trabajar.

- No te prometo nada. — y colgó, sé que lo hará, me llamará temprano.

*

Terminé de comer y alistarme. Ya eran las 2 de la tarde cuando decidí salir, me coloqué un gorro a causa del frío que estaba haciendo afuera.

Camine sin ningún rumbo en específico, viendo cada tienda, a la gente ajetreada caminando sin cuidado metidas en su burbuja. Después de un tiempo caminando me detuve al frente de una tienda de mascotas viendo a todos esos cachorritos pidiendo a gritos que los lleve a casa. Siempre había querido un perro como mascota pero mi mamá me frustraba la existencia diciéndome que no, que era muy descuidada para obtener esa obligación, por un lado tenía razón, si a veces hasta se me olvidaba ducharme.

Pero estaba en una ciudad nueva, con un nuevo apartamento propio, creo que ya era hora de tener un perro.

Entré y automáticamente me enamore de cada perrito que veía, menos de un chihuahua que estaba brincando, no me gustan para nada, son muy hiperactivos y para hiperactiva yo, pero el que más llamó mi atención fue un Bulldog francés que se chocaba con todo lo que tenía al frente de lo más torpe, me sentí identificada con él al instante era hermoso, pequeño y blanco con una mancha negra en la parte de su ojo derecho. Lo cargue y decidí que ese iba a ser mi compañía de ahora en adelante.

Le compre de todo, su envase para comer y para el agua de color azul bebé, una corbatín, su correa para pasear, pelotas para jugar y una camisa que decía "Soy el consentido de mami"

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Le compre de todo, su envase para comer y para el agua de color azul bebé, una corbatín, su correa para pasear, pelotas para jugar y una camisa que decía "Soy el consentido de mami".

No quise llevármelo en un kennel, en todo momento lo lleve en mis brazos. Camine de regreso a casa y apenas llegué hice una vídeo llamada para que mamá conociera a su nieto.

Mamá atendió, y apenas lo hizo vi su hermosa cara porque a pesar de tener 41 años era una mujer conservada con más curvas que yo, teníamos el mismo cabello marrón pero ella lo tiene con flequillo, lo único es que sus ojos eran de un color miel, brillantes y chispeantes como de un dibujo animado, su mirada te llena de amor y tranquilidad automáticamente. Y sus rasgos de latina que la hacen tan curiosa de observar.

- Hola mami. ¿Cómo has estado? —dije con una sonrisa de oreja a oreja.

- Pero si es mi hija, cuéntame ¿ya te casaste? ¿Tienes hijos? Digo, como no me llamas desde que llegaste quién sabe. —dijo de lo más dramática como siempre.

- Mamá sabes que siempre se me olvida avisar cuando llego a un sitio y apenas ha pasado un día. —dije rodando los ojos— pero sí, estoy bien gracias por ocuparte de llenar el apartamento con todo lo que necesitaba.

- Para ti lo mejor hija. Pero sabes que te conozco muy bien ahora cuéntame qué hiciste porque la cara te delata — ¡Maldición! Las madres y su don de saberlo todo.

- Puuuuues —en eso el traidor de Coco a quien decidí llamarlo así porque amo el olor a coco y el parece uno así blanco, ladró, después que le dije que se quedara bien calladito mientras daba la noticia.

Mi madre bajó la cabeza colocándose dos dedos en la frente.

Ada por favor dime que no es lo que pienso —dijo frotándose la sien.

- No es lo que piensas —dije, total es lo que quería que dijera.

- Ada Isabell —dijo fulminándome con la mirada—cuantas veces te he dicho que no estás capacitada para cuidar de un animal.

Cargue a Coco hacia la cámara ocupando toda la pantalla y dije —mamááá pero mira qué bonito es tu nieto — abanique las pestañas de modo angelical.

Mi mama lo observó por un momento inclinando la cabeza buscándole algún defecto pero no lo tenía era precioso —admito que la criatura es agradable de mirar, pero de igual manera te llamaré en unos días para confirmar que sigue vivo —no pude evitar carcajearme con su comentario. Tardamos un rato charlando cuando tuvo que despedirse con todo el amor que solo ella sabe darme.

*
Coco podrá ser del tamaño de mi palma pero me dejó exhausta después de jugar con él el resto de la tarde.

Casi a media noche después de comer ambos, decidí dormirme dejando a Coco abajo en su cama después de decirle que ese sería su lugar para dormir. En la madrugada lo escuche llorar y no pude con tanto, lo cargue y lo acosté a mi lado —pero solo será por hoy que dormirás aquí— le dije dejándolo encima de una manta.

Dulce Infierno Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora