Nos encontramos los dos debajo de la cabaña con mi maleta y sus bolsos. Nos despedimos de la pareja que cuida la casa y Aaron le dice que volverá pronto.
Va a encender la camioneta cuando me acuerdo de algo.
- Oh cierto. Te compre algo, pero tienes que cerrar los ojos —me muerdo el labio inferior, no sé qué me dirá cuando vea de que se trata.
- ¿Me compraste algo? ¿De verdad?
- Si tonto. ¿Porque la sorpresa?
- Por nada. ¿Me gustara?
- Ohh claro que te gustará, pero cierra los ojos te dije.
- Ok.
Cierra los ojos y se ve tan dulce así, que me aprieta el corazón, no dudo en inclinarme a él y darle un casto beso, como el que me dio él.
- Estamos empezando bien.
Ríe y me toma por la nuca, acercándome más a él y dándome ahora él un beso, este si es más que un simple beso, noto la diferencia, soy consciente de como mi labio inferior se pierde entre los suyos y cierro los ojos comenzando a participar.
Sus labios son suaves, siento como se mueven muy lentamente y de manera dulce sobre los míos, me estremezco cuando siento su lengua rozando la mía, haciendo que pueda escuchar mis latidos tan fuertes.
Abre sus ojos y me acaricia la mejilla una vez que dejamos de basarnos.
- Por favor, que nada de esto cambie cuando lleguemos a la ciudad.
Y ahí está de nuevo esa sensación en el estómago. ¿Qué me está haciendo?
- Te lo prometo —le sonrío de manera sincera.
- Ahora dame mi regalo, sin distraerme. —cierra sus ojos de nuevo.
Saco de mi cartera la bolsa en donde me dieron el regalo, la abro y deslizo mi sorpresa en su cabeza.
- Ya.
- Sin abrir los ojos sé que es.
- Adivina sin abrir los ojos.
- El jodido gorro de la tienda igual al tuyo —río sin pudor.
- Vaya señor Cromwell, tiene talento para las adivinanzas.
Abre los ojos y se mira en el espejo retrovisor.
- ¿Te gusta? —se arregla el gorro.
- ¿La verdad?
- Si.
- Tenía envidia de que coco tuviese un gorro igual al tuyo.
- Bueno, ya no lo podrás envidiar. Caminaremos por el aeropuerto con el mismo gorro, no te queda nada mal —no miento.
Hace que un simple gorro luzca sexy.
- Gracias, en serio.
- No hay de que —le lanzo un beso al aire y abrocho mi cinturón.
No nos hemos montado en el avión cuando ya me estoy quedando dormida. Cierro mis ojos y siento la mano de Aaron descansando en mi pierna mientras maneja, la entrelazo con la mía y comienza a hacerme cariños con el pulgar, así si me duermo.
Fuera del aeropuerto es un completo desastre, reporteros y fotógrafos que se movilizan apenas ven la camioneta.
- Se aprovecharán de que estamos solos sin ningún guardaespaldas —suspira.
- Sólo ignóralos.
- Te digo lo mismo, sólo ignóralos. No bajes hasta que haya sacado las maletas y abra tu puerta.
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Dulce Infierno
RomanceAda Woods esa mujer sin filtro que dice lo primero que le pase por la cabeza, es torpe como ella sola, habla hasta por los codos y está más dormida que despierta. Pero ante todo es fiel a su familia y a sus seres queridos. A sus 23 años se traslada...