Capítulo 71.

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En toda la mañana del martes la pase sola en la oficina, Aaron tuvo reuniones en otras sedes. A la hora del almuerzo me llama.

- Hola. - le contesto.

- Te extraño. - una sonrisa se dibuja en mi rostro.

- Y yo a ti. ¿Comiste?

- No amor, no he salido de la reunión.

- ¿Estás en reunión ahora?

- Si pero no.

- ¿Si pero no?

- Si, pero me salí para llamarte.

- ¿Solo por qué eres el maldito jefe?

- Solo porque soy el maldito jefe.

- Y el más ardiente, que no se te olvide.

- Gracias, escribiré eso en mi hoja de vida. ¿Qué haces?

- Estaba terminando los planos que me dejaste. - parecemos dos adolescentes.

- Le dije a Bob que te llevara a comer.

- ¿No hay vuelta atrás con lo de no salir sola verdad?

- No. - suspiro y lo entiendo.

- Está bien, ahorita lo llamo. Ahora sigue trabajando.

- Te aviso cuando este en camino, te quiero. - mi mundo da 264186 vueltas.

- Y yo a ti precioso. - escucho que ríe.

- Me puedo acostumbrar a que me digas así. - terminamos de hablar y colgamos.

*

- Entonces, ¿vamos a una cita? - hablo cuando me subo a la camioneta.

- Buenas tardes señorita Ada. Yo más bien diría que ando de niñero.

- ¡Oye! No seas malo. - golpeo su brazo - no seas malo.

Tarde más de 10 minutos convenciendo a Bob para que comiera conmigo, pretendía esperarme en la camioneta, lo tuve que amenazar con llamar a Aaron.

Estamos terminando de comer cuando la mesera se acerca con una copa.

- Disculpa, un hombre te envía esto - la coloca en la mesa - y esto también. -me entrega una tarjeta.

Bob y yo nos miramos y le doy las gracias a la mesera. Leo la nota en voz alta.

"Igual de hermosa como siempre Ada"

- ¿Quién lo envió? - pregunta Bob con un ceño notablemente fruncido.

- Un hombre rubio, pero ya se fue.

Bob se levanta y me entrega las llaves.

- Entra a la camioneta y colócale el seguro, no le abras a nadie.

- No exageres.

- Haz lo que digo.

No se cuánto es la cuenta, igual dejo un billete fuerte en la mesa y me voy. Desactivo la alarma y subo, bajo los seguros y espero. La vibración de mi teléfono en las manos hace que de un brinco, el dichoso número desconocido.

Descuelgo la llamada pero no hablo.

- ¿Hoy estas muda? - no reconozco su voz.

- ¿Quién eres?

- Un admirador que solo esta cautivado por tu belleza.

- ¿Quién demonios eres?

- No me temas. - habla en tono suave.

Dulce Infierno Where stories live. Discover now