Capítulo 6.

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Faltaban dos horas para que empezara la fiesta de los Cromwell.

Tenía pereza de cocinar así que llamé para pedir hamburguesa con papas fritas. Y fue lo peor que hice, nunca lean bien NUNCA coman comida chatarra antes de ponerse el vestido más ajustado de su vida, es más ni respiren.

Me bañe y salí a mi habitación con una bata para empezar a secarme el cabello. El vestido era negro, largo y manga larga también, pero con una gran abertura en la parte de atrás y a un lado de la pierna, con detalles dorados en las mangas y en el cuello. Me maquille de manera sencilla pero resaltando los toques dorados.

*
Al llegar a casa de los padres de Holly lo primero que note fue la hermosa decoración del jardín que está en la parte de atrás, había un camino alumbrado con faroles, al final del camino se encontraba una carpa inmensa donde sería la celebración con luces guindando desde el techo, todo era simplemente alucinante.

Localicé a los padres de Holly y me acerqué a felicitarlos.

- Hija pero que grande estas —me dijo Fred abrazándome.

- Y usted más guapo señor Cromwell —dije guiñándole un ojo.

- ¿Y para mí no hay halagos? —dijo Adela abriendo los brazos para abrazarla.

- Usted me debería dar el secreto de la juventud —la abrace y le di un beso en la mejilla.

- Ay mi niña el matrimonio no los es —me dijo con humor y los tres reímos— Se supone que Holly tiene que estar aquí con nosotros recibiendo a los familiares pero en vez de eso esta alistándose todavía, así que ve y siéntate, en la mesa está tu nombre.

- Gracias Adela, por cierto felicidades por sus 25 años de matrimonio.

- Y los que me quedan por soportarla —dijo Fred mirando al cielo y alzando las manos.

Camine hasta la mesa y me senté, había música en vivo y comida por todos lados, el paraíso.

Al lado tenía una silla vacía y en la siguiente había una mujer alta y delgada toda operada con una melena rubia, me miraba de pie a cabeza, cuando le iba a decir que si se le perdió una igual a mí se sentó Aaron en la silla que estaba desocupada ...

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Al lado tenía una silla vacía y en la siguiente había una mujer alta y delgada toda operada con una melena rubia, me miraba de pie a cabeza, cuando le iba a decir que si se le perdió una igual a mí se sentó Aaron en la silla que estaba desocupada noqueándome con su perfume tan varonil. No se había fijado que estaba a su lado porque apenas se sentó, el quirófano andante empezó a hablarle con la voz más chillona que nunca había escuchado quejándose de que no había nada que ella pudiera comer y contando las calorías de cada comida que veía blablabla, como es que hay hombres que se fijan en ese tipo de mujeres o peor como hay mujeres que no disfrutan de comer chatarra con los dedos y embarrarse.

Dulce Infierno Onde histórias criam vida. Descubra agora