76 - SILBIDOS EN LA NIEBLA

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Ni siquiera con ayuda de la oscuridad podía burlar el cansancio

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Ni siquiera con ayuda de la oscuridad podía burlar el cansancio. Cargar a la bruja se volvía más difícil, y eso sin tener en cuenta la afición de Jol por los descansos. Aunque la naturaleza de la misión era suficiente para mantenerlo andando.

Mientras más se adentraba, más espesa la niebla, más árboles cubrían su camino y ver el cielo era más difícil, pero incluso este, en pleno día, combinaba con el ambiente desahuciado. Debía avanzar con mucha atención, cuidándose dónde poner las botas, era imposible ver el suelo con tanta neblina.

En su andar era posible escuchar cómo se partían algunas ramas; otros sonidos salvajes también llegaban hasta ellos, la mayoría de aves revoloteando o alimañas arrastrándose por ahí. Curiosas criaturas las que elegían habitar un lugar tan desolado. Aunque no podía verlas, igual su oído de cazador sabía reconocer a los cuadrúpedos y alados.

Trisha, dentro de todo, no se podía quejar. Pues no era la manera más cómoda de viajar, pero había peores. Además, tampoco es que la pasara tan mal, si hasta se daba el gusto por momentos de quedarse dormida, obligando al cazador a aguantar los ronquidos junto a su oreja o la camisa babeada.

Fue en medio de esos ronquidos que la chica murmuró algo ininteligible. Él no le dio importancia, afirmó que se trataba de un poco de sueño que se escapó a la realidad. Pero luego de unos pesados pasos volvió a escucharlo. "Mírame".

—¿Qué pasa? —preguntó el cazador, pero descubrió que ella seguía durmiendo. Entonces movió suavemente el hombro para despertarla.

—¿Eh? ¿Ya llegamos?

—No. Creí que necesitabas algo. Dijiste que te mire...

—Yo no dije nada.

—Debió ser solo un sueño entonces.

—Estaba soñando con las tartas de uva —dijo Trisha con una sonrisa golosa.

—¿Te gustan mucho? —el sonido volvió a aparecer, "Mírame", pero está vez vino acompañado de un silbido distante—. ¡Ahí está! ¿Lo oíste? —la bruja se puso pálida.

—Sí... —dijo claramente asustada—. No te detengas. Y ni se te ocurra voltear...

—¿Qué pasa?

—¿Oíste el silbido? Es un espectro. Por lo general habitan los cementerios, aunque supongo que toda esta tierra es uno enorme...

—Si es un espectro lo derrotaremos y ya... —afirmó Jol mermando un poco el avance.

—¡No te detengas!

Mírame... —silbó una voz a lo lejos. Y casi de inmediato se oyeron algunas más con la misma consigna.

—Hay muchos... —dijo la bruja y se movió bruscamente para que el cazador siguiera avanzando—. Esos no-muertos que derrotamos más atrás son el rango más bajo de espectro. A duras penas alcanzan esa clasificación. Los verdaderos espectros son mucho más peligrosos, no puedes matarlos con una espada; fantasmas, almas en pena, resquicios de recuerdos, son solo algunos ejemplos.

UN SECRETO EN EL BOSQUEWhere stories live. Discover now