81 - EL ÚLTIMO BASTIÓN HUMANO

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La fortaleza de Tuali se edificó en el menor tiempo posible frente al apresurado avance del ejército de Morzzin

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La fortaleza de Tuali se edificó en el menor tiempo posible frente al apresurado avance del ejército de Morzzin. Se le asignó ese nombre por el simple hecho de que el general encargado lleva el nombre de Lter Tuali. Para su construcción se utilizó el triple de esclavos necesarios con la intención de acelerar el proceso. Las gruesas paredes cuentan con algunas habitaciones, la mayoría se utiliza como depósitos, un par están destinadas al calabozo, sin ningún uso doméstico. Aunque otras, que conectan a las torres, sí que se usan como dormitorios. En concreto son dos cuartos situados en la pared este, estos cuentan con camas de plumas, con sábanas limpias, cobijas, servicio de tina si es necesario y prioridad de las frutas frescas. Estos lugares están reservados a los dos sacerdotes enviados por el templo de Atlas, la tarea de estos señores es quizás la más importante de todas. Pues ellos se turnan para proteger el terreno con un campo de fuerza que impide el paso a todo lo que no sea humano, una barrera mágica. Y este es el punto clave que explica el éxito defensivo de Tuali. Pues no solo repele a los espectros, sino que además permite a los soldados avanzar en el campo de batalla, limpiar el mayor número de enemigos y retroceder hasta el límite seguro para recuperar fuerzas.

—Usando esa estrategia ha sido posible aguantar dos embestidas del ejército completo de no-muertos —dijo orgulloso el soldado mientras caminaba en medio de los toldos de cuero, en estos había hombres armados disfrutando de comidas, charlas o cuidando sus herramientas—. Como puedes observar, aquí puedes relajarte, entrenar, pero siempre debes estar atento al cuerno de los vigilantes; aunque como he mencionado, este solo ha sido usado un par de veces, ese brujo no tiene ninguna solución contra nuestro impenetrable escudo —echó un vistazo al joven que estaba escoltando—. ¿De dónde dices que vienes?

—Soy de Orhin —contestó Jol, sin dejar de analizar con la mirada el terreno de la fortaleza. Era enorme, había un número incontable de soldados a simple vista que iban de un lado a otro haciendo sus cosas, y ocultos en las carpas seguro había muchos más. A lo largo de las murallas podían verse distintos portones de madera para ingresar al interior de las mismas.

—De Orhin, cierto, lo olvidé —el soldado se detuvo frente a una carpa un poco más grande que las demás, corrió la tela que actuaba como puerta e ingresó con el cazador detrás de él. Había algunas tablas sostenidas por unos soportes de metal, una suerte de pizarrones con distintos papeles clavados. En medio, una mesa con el mapa de Leda encima, este tenía algunas piezas parecidas a peones de ajedrez marcando algunas zonas—. General... —dijo el escolta, solo entonces el hombre detrás del mueble se volteó, vestía una armadura verde con pinchos en las hombreras y el metal del torso moldeado para aparentar músculos.

—¿Qué ocurre? —preguntó Tuali.

—Este cazador ha venido desde Orhin para brindar sus servicios al reino. Ya lo puse al tanto de lo básico.

—Me llamo Jol Monzon.

—Por supuesto. Nunca sobran valientes soldados —dijo el hombre acercándose hasta el recluta—. ¿Sabes usar armas?

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