10 - PROTECCIÓN

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La puerta principal retumbó con violencia

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La puerta principal retumbó con violencia. Los habitantes se alteraron un poco ante semejante estruendo, pero luego volvió a sonar mucho más suave y se relajaron al saber de quién se trataba. Lo tenían claro, él siempre llamaba de esa manera por ser incapaz de medir su fuerza y luego, ya sintiéndose culpable, daba pequeños toquecitos.

—¡Buenos días, Lucrecia! —saludó Igor asomándose por el umbral.

—Bueno días —respondió la mujer.

—¿Se encuentra Jol?

—Sí, está aquí perdiendo el tiempo. Entra —el desagrado podía sentirse en el ambiente.

El hombre tuvo que doblarse para poder entrar al hogar, su gran tamaño se lo demandaba.

El padre de Jol, Herrozim Monzon, fue uno de los cazadores que trabajó en el grupo de Igor. De hecho, era el más destacado, tanto que el gigante quiso delegarle el liderazgo, pero siempre fue rechazado. El enorme respeto que cosechó en vida es la razón por la que Igor guarda una gran devoción a la familia del difunto y siempre ofrece su ayuda.

La visita hizo crujir el suelo de madera y sus pasos eran tan pesados que resonaban con notoriedad. Fue en la misma sala donde se encontró con los hermanos. El mayor recostado en el suelo y la menor usando el estómago de este como mesa para practicar sobre un cuaderno algunas letras que Jol le había enseñado.

—Hola, chicos.

—¡Buenos días! —saludaron ambos sin moverse de sus posiciones.

—Solo quería ver cómo te encontrabas, muchacho. Siendo sincero, pensé que ayer sería la última vez que te vería —intentó bromear.

—Pues, sigo vivo —contestó tratando de evitar el contacto visual, ya que allí era inocultable la vergüenza.

—Me alegro, me alegro —dijo el visitante mientras buscaba sentarse en el sillón, que para él era más bien un sillita infantil—. Debo admitir que valor no te falta, eso seguro lo sacaste de tu padre.

—Poco le sirve la valentía a un muerto —comentó con crueldad Lucrecia.

—¡Es un caído en cumplimiento del deber! —contestó con evidente furia el cazador— Y frente a mí nadie puede cuestionar su honor, ni siquiera su viuda.

La mujer guardó silencio luego de que la pusieran en su sitio, no sin mostrar un gesto de desprecio antes. Los hijos disfrutaron un poco al ver que la autoritaria madre era reprendida.

—¿Cómo era mi padre? —preguntó Azalea que había puesto el cuaderno a un lado, pero solo para poder usar la barriga de almohada.

—Oh, él era impresionante. Me ha enseñado mucho de lo que sé. En uno de nuestros viajes se enfrentó a un león completamente desnudo, solo porque le dijimos en broma que su armadura lo hacía ver gordo. El maldito se quitó hasta los calzones y se internó en la selva a golpear lo primero que se le cruzara. Cuando vimos que ese encuentro fue con el enorme felino nos preocupamos y fuimos en su ayuda, "¡no se atrevan a intervenir, enclenques!", gritó con el feroz animal a punto de saltarle encima. En menos de cinco minutos ya había noqueado a la bestia.

UN SECRETO EN EL BOSQUEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora