77 - LA TRÍADA

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El cansancio le estaba pasando factura a Jol

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El cansancio le estaba pasando factura a Jol. No solo era el peso de la bruja, el encuentro anterior con los silbadores había dejado todos sus nervios tensados. Los susurros habían desaparecido varias horas atrás, pero aún así no se animaba a girarse. Caminar se había vuelto una cuerda floja sobre un ataque de ansiedad.

La torre de Morzzin, aún en la distancia, parecía alejarse con cada paso. Había imaginado miles de motivos que le impidieran llegar hasta ella, pero nunca imaginó que fueran sus propias piernas. No tenía ningún sentido sobre esforzarse. El destino ya había sido divisado y luchar contra un brujo estando cansado ciertamente no era una idea muy sensata.

Utilizó un árbol para respaldar a Trisha. Algo que inevitablemente la trajo de vuelta desde los sueños. Antes de poder abrir los ojos del todo Jol ya se había arrojado contra el suelo, de cara a las grises nubes. Una de sus piernas había caído sobre la abertura del morral y desde el interior se quejó el canario, tuvo que levantar la extremidad para que Bennu pudiera salir. De inmediato aleteó hasta su bruja y se posó con cuidado sobre el hombro para comprobar su estado. No tenía buena pinta. Con tantas fracturas era imposible que alguna no se infecte. Estaba cubierta de sudor y ardiendo. Dio un pequeño salto para adquirir su forma infernal y poder comunicarse con el humano.

Tiene mucha fiebre —Jol solo movió los ojos con el pecho agitado—. Ha recibido mucho daño.

—Estoy... bien... —se quejó la rubia, pero ni siquiera podía abrir los ojos por completo.

Deberíamos haber regresado —dijo Bennu, con molestía—. Continuar el viaje ha sido muy imprudente.

El cazador no pudo contradecir una verdad tan obvia. Se acercó hasta la chica para comparar la temperatura de las frentes. No había dudas de que ella ardía. Sin embargo, no supo con claridad la manera de ayudar. No era sensato el regreso y avanzar sería una sentencia de muerte para la bruja. Lo único que los rodeaba era vegetación marchita, ausencia total de medicina. Trisha lo tenía más claro que nadie, era demasiado inteligente como para no reconocerlo. Supo que no podría seguir desde ese punto. La brisa agitó algunos mechones amarillos encima de la muribunda mirada.

—Tienes... que irte...

—Debe haber alguna forma —reflexionó el muchacho. Luego mostró su palma—. ¿Si te doy mi sangre podrías curarte? —la bruja enseñó una sonrisa.

—Eso no va a funcionar conmigo. Además, no creo que a Diadema le guste esa idea.

—Tienes que saber algún hechizo curativo...

No es tan fácil...

—Estaré bien —concluyó ella—. Sé que regresarás con el dedo.

Jol odiaba admitirlo, pero había razón en esa conclusión. Continuar por su cuenta le otorgaría una mayor libertad. Que es solo una manera sutil de admitir que se deshacía de una carga. Aunque el cazador no estaba dispuesto a obrar bajo la lógica. Le pidió al demonio que hiciera un reconocimiento del camino por delante.

UN SECRETO EN EL BOSQUEHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin