63 - EL BRUJO DEL SUR

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El ruido de la puerta despertó a Yaga, los golpes del llamado fueron un sonido inusual que sacudieron el sueño cotidiano sobre el sofá

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El ruido de la puerta despertó a Yaga, los golpes del llamado fueron un sonido inusual que sacudieron el sueño cotidiano sobre el sofá. Al atender se encontró al cazador, algo había cambiado en el semblante del muchacho de pie en su entrada.

—¿Aún te queda un poco de esas verduras?

—Claro, dejame calentarlas un poco... —la nigromante se apartó a modo de invitación.

La cuchara de madera chasqueó impetuosamente al chocar contra el plato, Jol se llenó la boca en el sillón de invitados. Por momentos tenía que detenerse para tragar porque las verduras no encontraban lugar en tanta voracidad.

—Pareces mucho más animado —observó la bruja desde el otro lado de la habitación.

—Quiero más... —dijo él extendiendo el cuenco vacío—. Por favor...

Ella rellenó el recipiente en la cocina y al regresar se sentó muy cerca del muchacho que se tomó el segundo plato con más calma, aunque no dejaba de ser una cena apresurada.

Los ojos de la bruja no podían apartarse del cuerpo cubierto solo por los pantalones, su lengua humedeció los labios con deseo y sin ningún tipo de pudor recorrió con un dedo el firme bíceps de Jol y con el resto de la palma subió hasta el hombro, luego bajó, luego subió, disfrutando la forma de los músculos. Él lo interpretó como una caricia de consuelo, que en parte lo era.

—Nunca había visto un humano tan hermoso... —confesó Yaga. Y el bocado de verduras se quedó a medio camino, Jol giró un poco la cabeza para mostrar una mirada desinteresada. Ella aprovechó el contacto visual para tomarlo por el mentón, lo que permitió a su pulgar recorrer la boca con la excusa de limpiar algunos restos de alimento en las comisuras. Él se libró del agarre con un movimiento de cabeza.

—¿Y cuántos has visto? —preguntó regresando la atención a su cena.

—Algunos varios —detuvo el contacto para no incordiar más de lo debido—. ¿Vas a quedarte conmigo? —las caricias ahora cayeron sobre el cráneo en sus piernas—. Me siento muy sola en este lugar...

—Claro que no —respondió fríamente—. Voy a revivir a mi novia —concluyó antes de meterse un bocado humeante y Yaga fue sorprendida por la afirmación.

—No comprendo...

—He hablado con la Muerte —y el asombro de su anfitriona fue absoluto, abriendo los ojos como cuenco en las manos del cazador—. Le han robado su dedo y me dijo que si lo recupero ella traerá a Diadema de vuelta.

—¡No lo hagas! —gritó la nigromante con evidente temor.

—¿Puedes parar? Lo siento, pero no quiero quedarme contigo.

—No es eso... —se puso de pie y dió algunos pasos por la sala abrazando su calavera—. Tú no conoces a Morzzin... —esta vez fue Jol el desconcertado. Ella suspiró nostalgia por remover algunos recuerdos—. No tienes ninguna posibilidad contra él...

UN SECRETO EN EL BOSQUEWhere stories live. Discover now