5 - UN REFUGIO SECRETO

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La aldea de Orhin es famosa por albergar poderosos cazadores y por su amplio y variado mercado. Ubicada en una de las cinco principales rutas del reino. Por ella pasan incontable cantidad de viajantes todos los días, haciendo uso de los servicios que ofrece el lugar. Posadas con camas de algodón y bebidas preparadas con los lejanos conocimientos del continente del norte. También, gracias al excelente trabajo del grupo de Igor, cuenta con las carnes más frescas y exquisitas. Una atención médica prolija y eficiente para los aventureros que han sufrido algún accidente, entre incontables cosas más.

Pero Orhin también es reconocida en todo el reino por estar ubicada al lado del bosque más grande y denso de toda la tierra explorada. El bosque Refuggi, un extenso territorio repleto de misterios y peligros.

Lleva ese nombre porque en algún sitio en medio del mismo, las brujas tienen su refugio secreto. Muchos han intentado encontrarlo, la cabeza de una bruja es bien pagada, pero casi nadie lo ha logrado y los que lo han hecho no han vuelto para contarlo. En la zona más recóndita de la espesura se alza un antiguo y gigantesco árbol negro, en sus raices esconde la entrada, un pasadizo que desciende varios minutos, detras hay un abismal agujero en la tierra donde las paganas han montado su pueblo, que lleva el mismo nombre, Refuggi. Si no se usa la entrada de las raíces se cae a una muerte segura, el lugar es una enorme trampa para los curiosos. Además está camuflado con un hechizo de ilusión que muestra suelo donde no lo hay.

—¿La has visto?

—Esa chica es un caso perdido. Deberías dejar de perder el tiempo con ella.

—No te he preguntado eso.

—Está dentro, en su habitación.

Al abrir la puerta de la cabaña un ligero humo aprovechaba para huir al exterior. Había algunos sahumerios de lavanda encendidos que mitigaban el olor a otras hierbas que estaban desparramadas por el lugar, sobre la mesa, en frascos, cerca de la caldera. Así mismo sobre la repisa de la pared se acomodaban varios artículos extraños, como pieles o colmillos.

La mujer atravesó la puerta y el tufo del ambiente se la tragó. Estaba cubierta con un largo vestido oscuro hasta por encima de los tobillos, los pies descalzos con las uñas pintadas de negro al igual que en sus manos. Desde el cuello al ombligo vestía una pelerina de cuero con el mismo color, debajo de ella se notaba un pequeño morral y sobre sus hombros se paseaba una mamba con suma tranquilidad.

La puerta de la habitación estaba entreabierta. Podía espiar a través de la abertura. Sentada frente a una mesita que era una suerte de escritorio, una joven de cabello negro ondulado hasta poco más abajo de la nuca y con vestido rojo como única prenda. Se veía trabajando con largas tijeras, le daba forma a una hoja de filodendra. Los recortes parecían personitas.

El semblante inerte mientras avanzaba en su tarea cambió un poco con una sutil sonrisa al tener cinco personitas de hojas sobre la mesa. Tomó un poco de distancia sobre la silla para observarlas mejor, luego elevó un poco su vestido para descubrir sus piernas. Algo llamó su atención, una de las personitas no tenía la cabeza tan redonda como ella quería, así que la arregló tranquilamente con un par de cortes. Listo. Volvió a sus piernas. El vestido apenas llegaba a cubrir sus rodillas así que no tuvo que levantarlo mucho para encontrarse con estas.

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