LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

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El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPITULO 80

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By EvaMuozBenitez

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Morgan vs James.

Rachel

La noticia me tiene en la lona, la mano de Christopher reposa en mi cintura y cientos de cámaras no dejan de apuntarme quitándome la opción de huir y negar esta locura.

«Televisión» «¿Como le voy a explicar esto a mis padres al público que me mira asombrado?»

Cierro los ojos con el azote en las costillas «Antoni» «Bratt» Alex se posa a mi izquierda posando también y no sé si estoy en pánico, morí o he entrado en estado catatónico.

—Morgan James —comenta uno de los periodistas— Sorprendente, pero maravilloso.

—¿Ministro su cercanía se debe a esto? — indagan los medios — ¿A la relación que tiene la teniente James con su hijo?

—Obviamente ¿Qué otro motivo habría?

—Es todo por hoy —avisa Cristal— gracias a todos por asistir.

La conmoción salta en mi pecho, es como un sueño mal cumplido, adoro a Christopher, pero no quiero forzar un matrimonio repitiendo la historia de casarse por un embarazo,

Marie y Sara se unen dejando que los escoltas nos rodeen, Christopher no me suelta la mano andando conmigo en medio de la revolución periodística.

—coronel concédanos unas cuantas preguntas, está dejando muchas dudas en el aire —nos cierran el paso— Se supone que la cercanía con Rachel James se debe a que es una de sus agentes y la hija del amigo de su padre.

Mi mano sigue enlazada con la suya, Alex me respalda y Sara es la que mejor sabe actuar sonriéndole a todos mientras Gema y Marie están a una pulgada de explotar.

—Lo nuestro es un secreto a voces, no se hagan los idiotas ahora—responde el coronel.

—Pero la teniente Lancaster...

—La teniente Lancaster es la hija de la mujer que me crio, eso la hace mi hermana no mi pareja, que ustedes mal entendieran las cosas no es mi problema —saca la prepotencia.

Bratt está entre la multitud mirándome con un rostro que no puedo descifrar.

«Prométeme que no será conmigo, pero tampoco será con él»

Era su novia y lo engañe con Christopher, ahora se supone que seré la esposa del que era mi amante.

—¿Cuándo empezó lo que tienen?

—Cuando nos presentaron y no estoy en el deber de responder preguntas sobre mi vida privada.

Muchos se ríen como si lo primero fuera un chiste, los escoltas abren paso, los micrófonos están aquí y allá y los guardias hacen lo que pueden por dispersar la multitud.

—¿Como se te ocurre humillarla de semejante manera después de todo lo que hizo por ti? —solloza Marie en voz baja— Todo por una adicta que no ha hecho más que traerte problemas.

Las lágrimas empiezan a llenarme los ojos.

—La servidumbre no opina en asuntos personales —murmura Alex.

—Respetémonos, por favor... —intenta decir Sara, pero el ministro le pide que guarde silencio.

El camino empieza a despejarse y trato de soltarme, pero Christopher no me lo permite.

—¡Rachel! —me llama Bratt— ¡¿Que acabas de hacer?!

Muevo la mano otra vez y lo único que consigo es que Christopher apriete más fuerte, ni voltear me deja.

—¡Basta!

—¡No!

Por protocolo de seguridad el estacionamiento está libre para la salida y Bratt sigue insistiendo.

—¿Prometida o prisionera? —se dirige a Christopher.

—¡Ambas! —le grita a modo de respuesta.

Los ojos verdes caen sobre mí llenos de decepción.

—¿Eres más que esto Rachel? —me dice— ¡Me has decepcionado, tanto juzgar mi control ¿Y cómo acabas?!

—Quiten a este frustrado de mi vista —se molesta Alex terminándolo de dañar.

El teléfono me vibra y Christopher me lo quita antes de meterme al vehículo, se desliza en el asiento conmigo e inmediatamente Make enciende el motor con Iván en el copiloto mientras Gema y Marie abordan las camionetas de atrás.

Se sabe que el asunto es grave cuando hasta Alex sucumbe a las demandas de su hijo sin protestar.

Silencio absoluto es lo que se hace en el trayecto, el coronel mantiene el brazo apoyado contra el cristal de la puerta, frialdad es lo único que denota.

Mi móvil sigue vibrando en su bolsillo, estoy en todo el derecho de reclamar, pero no lo haré aquí con Make e Iván presentes, el segundo no me deja de mirar por el espejo retrovisor, no lo culpo muchos creerán que mis intentos de escalar son gracias esto.

Dejo las manos en mi regazo, cada que uno de los dos abre la boca es para lastimar y aquí no quiero cortadas. El camino se hace corto, llegamos al edificio Y pierdo las ganas de bajar al ver como Gema baja con Marie adentrándose a la recepción.

—Llévame a High Garden —le ordeno a Make.

Christopher baja dando la vuelta mientras el escolta ignora mi petición.

—¡Te estoy dando una orden! —reclamo y Christopher me saca a las malas adentrándose conmigo a la recepción.

Las mujeres suben mientras él toma las escaleras desestabilizándome la respiración, el asma empeora cada vez más, tanto que bajo su agarre debo pegarme el aparato a la boca.

—No quiero subir, suéltame —reprocho sin lograr nada.

Llegamos, la puerta está abierta, él entra conmigo y Gema está tratando de calmar a su madre en pleno vestíbulo.

—Recoge tus cosas y lárgate —le ordena Christopher a Gema— Tu también Marie.

—¡Desfachatez es la única definición para esto! —despotrica ella mientras busco la manera de reponerme— ¡Te está manipulando, a ti que te crees invencible y no notas que esto pasa cada que una mujer quiere atrapar a un hombre!

—¡No, esto es lo que pasa cuando follas con alguien y no te pones un puto preservativo! —le grita él provocando que se lleve las manos a la boca — No fue una ni dos, fueron muchas veces y por ello asumo mi responsabilidad sin dramas ni papeles de víctima.

Marie esta desconsolada y el coronel toma aire por la boca buscando el autocontrol que nunca tendrá.

—Pero Chris ¿Qué culpa tengo yo como para terminar de una forma tan miserable? —musita — He dado hasta lo que no tengo.

—No es personal, Gema. Cumpliste tu papel hasta el último momento, sin embargo, hay cosas que para mí son irretractables —contesta—Convéncete de que esto es lo mejor.

—Pero yo te amo y nunca te he fallado —confiesa provocando que me clave las uñas en la palma de la mano— ¿Así tratas al que bien te sirve? Yo que no he estado con otro que no seas tú, mi cuerpo ha sido solo tuyo y ¿Que me he ganado?

El llanto se intensifica y doy la espalda cuando ella acorta el espacio envolviéndolo en sus brazos. Me adentro alejándome del sollozo de ambas.

—Una vez te dije que, aunque no acabara bien seguiría siendo tu amiga y camarada —continua ella— Fuimos hermanos antes que pareja, por ende, contaras conmigo siempre.

No recogen nada, solo toma a su madre de la mano abandonando la propiedad.

—Mi decisión se mantiene, secuestrarme, anúncialo, vociféralo, pero no me voy a casar por un embarazo —advierto volviéndome hacia él.

—¿En qué momento me arrodille a pedírtelo? —enfurece —¡¿En qué puta cabeza cabe que esto es una propuesta?!

Hijo de puta como siempre.

—Ve y corre detrás de Gema, convéncela otra vez que yo a una jaula de oro no me voy a condenar.

Busco el pasillo y...

—No eres mi foco ya y si quieres irte hazlo, pero mis hijos se quedan conmigo ¡Los pares, me los dejas y luego puedes irte a la puta mierda si te da la gana! —lanza la primera amenaza— El matrimonio es solo una opción de tenerlos, si no la quieres está bien, ándate lejos que ni ellos ni yo necesitamos de tu cobardía.

Se me contrae la garganta con la indiferencia que exuda.

—No los voy a dejar con una mentirosa que lo único que hace es ponerse en riesgo —pisa mis fragmentos— Puedes ser la madre o lo que quieras, pero se quedan conmigo y no se te ocurra medir mi fuerza porque te aplasto.

—Ese derecho es mío...

—Es de los dos y el que hayas querido ocultarlo ya te pone en desventaja. Pasas de hoguera en hoguera y no aprendes —sujeta mis brazos dejándome a centímetros de su rostro— Tildas a Gema de ingenua y tú eres la que más fantasea ¿En qué cabeza cabe el que no iba a enterarme? ¿Qué ibas a ganar negándome mi derecho?

Se me acaban las respuestas dejándome entre la espada y la pared.

— Sueñas con que ¿Ángeles? ¿Sumisos? ¡No seas tonta y date cuenta de las cosas!

Me suelta cuando las lágrimas se deslizan por mi rostro.

—¡Deja de mentirme, de tomarme como tonto que yo siempre te hablo de frente! —me reclama— Solo haces que te odie...

Siento que mi corazón se vuelve añicos en el piso con lo último que suelta.

—No vuelvas a decir eso —contesto débil.

Ya no es el embarazo es él y lo que siente por mí, si su indiferencia me duele, su odio me quema.

—Nos vamos a casar, vas a obedecer y no se te ocurra huir en tu estado Rachel, porque te juro que no tendré ningún tipo de compasión cuando te tenga frente a frente.

Se marcha dando un portazo dejándome tan abrumada y cansada que mi cerebro grita ¡Basta, deja de maltratarte el corazón!

Por muy desmedido y macabro que sea Christopher es el papá y no puedo hacer nada contra eso, reconocer los errores es de humanos y me equivoque callándome las cosas.

—Señorita James —me habla la empleada— Estoy a sus órdenes ¿Necesita algo?

¿Un corazón nuevo? ¿Una máquina del tiempo?

"Solo haces que te odie" Extraño lo que éramos en la isla.

—No me apetece nada por ahora, gracias —busco la alcoba.

Ya está, pelear, patalear me pone en riesgo. No temo a la mafia siempre he sentido que con Christopher soy intocable, temo más a que tantas disputas y emociones acaben con la vida de mis hijos y eso es algo que nunca me perdonaría.

"Paz" Aclama mi subconsciente. Me prometí disfrutar el embarazo y hasta ahora, no he sabido lo que es eso ¿Qué gano retractándome?

¿Qué reste puntos, pierda y Antoni salga de la cárcel?

Se me baja el pulso de solo sopesarlo, tomo aire en el balcón apretando la tela que se me pega el vientre. De seguro ya lo sabe y no me quiero imaginar su reacción.

Debo estar en todos los noticiarios, mi familia debe estar pegada al techo. Me siento en la tumbona dejando que pasen las horas.

—El señor Alex esta al teléfono —avisa Miranda.

—Dile que estoy bien —contesto — No me apetece hablar ahora, gracias.

—Como ordene.

Christopher no llega ¿Y si se fue con Gema? ¿Si me odia de verdad? Tanto como para repetir la historia de Sabrina.

Llega la tarde y sigue sin aparecer, la ropa formal me fastidia no tengo nada aquí, así que rebusco en el closet una sudadera y pantalones cortos.

Iván está hablando bajito con Tyler en la sala y ambos se callan cuando me ven en el vestíbulo.

—Señora —me dice Iván.

—No soy señora todavía —replico sentándome en el comedor—¿Qué hay de cenar?

—El ministro envió un menú para todos los días —avisa—Y el de hoy es estofado.

El día empeora cada minuto.

—No quiero estofado.

—Lo siento, pero dio la orden de no negociar el menú. Necesita una alimentación sana.

Pone el plato que no me provoca para nada, Dalton entra a supervisar mientras como, todos los guardias están serios, hasta Tyler que es él más sonriente.

—Déjalas seguir —habla Dalton en el auricular y me levanto a la defensiva.

Si es Marie o esa perra asquerosa le voy arrojar el plato a la cara, se abren los paneles de acero y Luisa aparece con Laila, ambas con las manos llenas de bolsas.

—¿Y el trago mortal? —le pregunto a Laila.

—Luisa me conto todo, no te hagas —dice— Soy la ridícula del año.

Me apresuro a abrazarla, la cercanía me reitera lo mucho que las necesitaba.

—Lo siento no quise que te sintieras mal —me disculpo.

—Déjalo estar, hay cosas más importantes ahora —paso a los brazos de Luisa— Tengo ideas buenísimas para la boda...

—Te traje todos los apuntes que tomé en mi matrimonio —Luisa deja las bolsas en el suelo— Diseños de vestidos, temáticas para la fiesta.

—Es muy poco tiempo —dice Laila sacando todo— Ya Brenda fue a ver iglesias hoy ¿O donde te quieres casar? Ella jura que tu sueño es una iglesia.

—Alexa y Angela están moviendo contactos, necesitamos un vestido de ensueño —secunda Luisa— ¿Podemos escoger los vestidos de las damas? Vi un Valentino, que me grito ¡Cómprame!

—Esos son sexis —agrega Tyler en la cocina.

Estampan un signo de interrogación en mi frente, mis amigas nunca le dan elocuencia a las cosas.

—Tan poco tiempo, ¡Jesús!

—Me voy a casar con Christopher porque estoy embarazada ¿Alguna lo está considerando?

Se miran entre ellas y me quedo a la espera de que digan algo razonable.

—¿Le decimos a los invitados que no exageren a la hora de felicitarlos? —pregunta Laila— ¿O no le ponemos mucho brillo a la decoración?

Dios dame paciencia, me dejo caer en el sofá.

—Chicas él no se quiere casar, lo hace por la candidatura es algo discreto, con que me ayuden a conseguir un traje decente es suficiente —confieso— Me dijo en mi cara que me odiaba.

—Tiene rabia, los seres humanos tendemos a dañar en ese estado —contesta Luisa— Espera que se le pase la ira y ya está.

—¿A Christopher? No se le quita en ningún momento.

—¡Raichil no pensemos en eso, no has disfrutado el embarazo no arruines los planes de boda también! —buscan la manera de animarme—Deja de mirar las cosas a través del vidrio empañado.

—Yo quiero lucir fabulosa ese día —se queja Laila.

—¡Dame el gusto de planear la boda de mi mejor amiga! —parece una ardilla cuando toma mucho café— ¡Solo mira esto!

Busca en la bolsa mostrándome una foto.

—Harry de pajecito —se maravilla— ¿Ah? mi príncipe azul de chocolate como todo un galán ¿Dime si no es para morirse?

—Lou, dudo que sea algo formal si al caso un juez nos casara en su oficina del comando.

—Si, sí, pero mira esto —agrega Laila— ¡Estos tacones de novia!

Bajo la revista, hacerme ilusiones es una pérdida de tiempo, ni anillo me han dado.

—Si me ayudaran debe ser algo sobrio y discreto ¿Vale? Supongo que solo estarán los testigos, si quieren compartir conmigo organizamos una cena en algún restaurante.

— ¿Es que tus padres no van a venir?

—No pienso hablarles a mis padres por ahora, estoy embarazada del hombre que les prohibió la entrada al reino unido como si fueran criminales, hasta me quito el móvil.

—Oye Christopher se pasa —comenta Laila— Yo pensé que solo era autoritario en el papel de coronel, si yo fuera Rick le pellizcaría las bolas con un cortaúñas.

—Por suerte papá es pacífico, volviendo al tema, prométanme que no perderán tiempo en lo que no pasara —advierto—Es antes de las elecciones, o sea en pocos días es imposible que logremos algo decente en tan poco tiempo.

—Si, si lo que digas —contesta Laila— Tu relájate, nosotras nos encargamos de todo.

—No tengo mucho dinero...

—Hagamos test —me corta Luisa.

Empieza a llenarme de artículos con vestidos esplendorosos y pensar que siempre soñé con la mega boda. 

—Llena esto.

Luisa es adicta a esto.

—¿Qué canción es la mejor para tu boda según tu relación? —leo— Ummm, creo que ya la sé.

Tomo el bolígrafo.

—¿Cómo se llama la canción que suena mientras se hunde el titanic?

—No seas pesimista.

Soltamos a reír, Miranda les sirve vino y a mí una taza de té. Volvemos a los viejos tiempos donde nos sentábamos en la alfombra de mi apartamento planeando cosas que nunca pasaran.

—¿Quiero verte en modo vaca? —Laila me graba cuando vuelvo del baño— Captare el antes y el después.

—Con la dieta de Alex dudo que engorde mucho.

No puedo tragar como se me antoja.

—¿Bromeas? Son dos, vas a querer estar en la cama todo el tiempo cuando la barriga te crezca.

¿La barriga tiene que ver? Yo hace mucho quiero estar en la cama con el coronel todo el tiempo.

Laila se arrodilla metiendo la cabeza bajo mi sudadera.

—¿Ves esto? Tu embarazo serán dos cabezas mías.

—Yo diría que tres —se ríe Luisa.

Se abren las puertas del ascensor y retrocedo de inmediato con la llegada del coronel, dejo la chaqueta de lado quedándose con el chaleco de vestir y la camisa blanca.

Laila queda en el piso y los ojos de él viajan a todo lo que hay en el suelo, revistas abiertas llenas de vestido, iglesias y decoraciones (Ahora si quede como una completa ridícula)

Recojo todo rápido agradeciendo que mis amigas comprendan la mala cara que trae.

—Descansen —les entrego todo dándoles un beso en la mejilla.

Christopher se queda en el centro del vestíbulo mientras las acompaño al ascensor, por suerte llega rápido.

—¿Ni unas buenas noches? —susurra Laila ofendida.

—Da gracias que no nos echó —Luisa la empuja al ascensor.

Me siento sola cuando se cierran las puertas.

—¿Comerá señor Morgan? —pregunta Miranda y él sacude la cabeza.

Me marcho a la alcoba y no tarda en entrar, hay una cama diferente la cual no desentona con el decorado negro y plata. Repara mi atuendo deshaciéndose del chaleco y la camisa.

—No me han traído el equipaje...

—Quítatelo —demanda con sequedad.

—¿Con que voy a dormir?

—Que te lo quites...

Deslizo las prendas fuera quedándome en bragas, como ya dije estoy harta de contiendas y no voy a pelear por una puta sudadera.

—Déjalo donde estaba.

Paciencia, respiro hondo doblando las prendas y guardándolas en el armario, se larga a fumar al balcón en bóxer y levanto las sabanas metiéndome en la cama.

Es él quien apaga la luz al volver, yo solo observo como se acuesta sobre su espalda acomodando el brazo bajo la nuca.

Siento que no somos nosotros. No somos los que se comen a besos cada que se cierran las puertas de cualquier habitación, el deseo esta, la rigidez de su miembro, me lo dice, pero él denota toda lo contrario comportándose como si estuviéramos a kilómetros de distancia.

Muevo la mano dispuesta a tocarlo, pero detiene el impulso negándome cercanía.

—No.

Devuelve mi mano a su sitio sentándose en la orilla de la cama.

—¿En verdad me odias? —la pregunta duele— Contéstame tu silencio me lo grita.

—¿Mi silencio? —se pone en pie — Juzga la que dice amar con acciones que demuestran todo lo contrario.

Se va llevándose mis ganas de dormir, perpetuando un hoyo negro en el centro de mi pecho.

La luz matutina me golpea el rostro a la mañana siguiente, una noche en vela odiando en lo que se ha convertido esto.

—¡Buen día! —Cristal irrumpe en mi alcoba— ¡Hay una entrevista en vivo para el noticiario y una conferencia súper importante ya que asistirán varios miembros ilustres de las ramas judiciales!

Mis pies tocan el piso envuelta en la sabana

— Piensa en un relato estilo telenovela, todos quieren saber cómo te enamoraste de tu héroe —la rubia se pasea con los tacones altos— Que todos crean el cuento de estar "enamorada", no hables del embarazo eso sería bochornoso y escandaloso.

—¿Qué crean que estoy enamorada? —lo que dijo raya a lo ofensivo.

—Cariño conmigo no tienes que fingir, vale no eres el primer escándalo al que me enfrento — su asistente entra con una funda de la marca Prada

—Vístete, te espero en el comedor.

Para cuando salgo de la ducha Miranda está arreglando mis pertenencias en el closet.

—Su neceser de maquillaje lo guarde en el segundo cajón —me dice— En el de la izquierda tiene la secadora y productos para el cabello.

—Gracias.

Me esmero por lucir bien, mostrarme mal empeorara la situación no solo para los medios.

—¿Guardo esto en el estudio? —pregunta Miranda mostrándome la carpeta que resguarda mi información sobre el embarazo.

Lo recibo, debo mostrárselo ¿No? Como papá debe estar al tanto de los detalles, a lo mejor si lee lo que paso se dará cuenta que no es culpa de nadie.

—¿Cómo se llama el perro? —pregunta la chica.

—¿El cachorro llegó con el equipaje?

—Por supuesto, Zeus era del señor Christopher no del ministro —arregla la cama— Él señor se enojó y Tyler lo saco a pasear.

—No le he buscado nombre todavía, lo anotare como tarea.

Salgo Christopher esta de civil en el comedor, Cristal esta al teléfono y mi lugar se encuentra listo con las vitaminas y el desayuno. No tengo móvil, pero doy por hecho que la guardia debe tener a Alex al tanto de todo.

Los ojos del coronel se encuentran con los míos asegurándose de que traiga el collar.

—¿Tiene a la mano el inhalador? —me pregunta Dalton.

—Lo eche en la cartera, gracias —dejo la carpeta a un costado de la mesa.

—Por suerte Gema dejó todo listo —Cristal suelta el teléfono— Solo mandé a cambiar las enmarcaciones.

El desayuno se convierta en una montaña de mierda.

—No voy a casarme con lo que dejó Gema —aclaro— Por muy discreto que quieran que sea el asunto, no voy a usar lo de otra.

—Linda era discreto, pero costoso...

—Yo me hago cargo de mis preparativos, gracias.

La rubia enarca una ceja buscando apoyo en el coronel y este solo se inclina su café.

—Mis amigas me ayudaran —declaro.

—Si así lo deseas —se termina el café—Te esperare en el auto.

La falta de presupuesto es lo primero que me preocupa, solo cargo un par de billetes ya que lo de Phillippe acabo con lo poco que tenía y faltan días para el pago de la FEMF.

Quedamos solos, él con su indiferencia y yo incomoda, no toca el desayuno mientras que yo con esfuerzo acabo con uno de los tantos "menús" del ministro.

Me pregunto si algún día mis ojos se cansaran de detallarlo, es tan físicamente perfecto que a cada nada te andas preguntando si es real. Sus ojos se encuentran con los míos ganándome la mal mirada.

Tomo la carpeta pasándole los documentos para disimular.

—Según las fechas los concebimos en la isla —me aclaro la garganta— Creí que el anticonceptivo seguía funcionando, pero la última fase del tratamiento acabo con todo lo que tenía en el sistema entorpeciendo el efecto de lo que ya me habían suministrado.

Miro el plato.

—El uso del preservativo era obvio para todos menos para nosotros —concluyo.

Daria todo por una expresión, un gesto o atisbo humano.

Alex y Reece contaban con la capacidad de mostrar emociones, pero Christopher lo único que demuestra es ira y soberbia.

Revisa los documentos por encima pasando hoja por hoja llegando a la del ultimo procedimiento.

Primer gesto y no positivo, aprieta la mandíbula mirándome en busca de una mejor explicación.

—No podre amamantar, el HACOC deformo...

Desisto de seguir hablando cuando va arrugando el papel deformándolo en su mano, mi mirada baja a la mesa y quisiera que las estúpidas hormonas no me sacaran lagrimas cada que suceden estupideces como estas.

—Levanta la cara y deja de llorar que solo lo arruinas más —me dice.

—¿Arruinarlo? —sopeso— Yo no...

—¡Tu si! —asevera— Llevas y llevas la contraria cada que te da la gana. Me opuse y te ordené no ir a la misión de la recaída, pero para ti era más importante que Parker se sintiera orgulloso de ti y mira lo que paso. Piensas como una niña siempre, te quitaste el collar cuando te pedí que no lo hicieras ¿Y en que acabo?

Escondo los labios para que no me tiemblen.

—Puedo ser el cruel el sádico o lo que me quieras decir, pero por mí no pasan cosas como estas —estrella el papel en la mesa— ¡Ahora como siempre tengo que arreglar lo que arruinaste, pese a que tuviste el descaro de callártelo como la cobarde mentirosa que eres! —me grita— ¡Haces cosas a mis espaldas y tienes la maldita osadía de ir a ver Antoni embarazada de mis hijos!

—Me estaba amenazando...

—¡¿Y porque mierda no me lo dices?! —inquiere.

Si hablo rompo en llanto.

—No quiero enterarme de una sola cosa más ¡Ya estoy hastiado de tanta inmadurez de tu parte! —exige poniéndose de pie— Solo ten los putos cojones de parirlos llegando viva al final ¿O eso también te queda grande?

Recojo los documentos contrayendo la garganta para no sollozar en lo que se marcha.

—¿Nos vamos ya? —Dalton entra al comedor.

—Déjame sola.

—Lo siento, pero la orden es no perderla de vista ni un solo segundo.

Guardo todo y espero un par de segundos a que se pase la conmoción.

Cristal me está esperando en la camioneta y juntas nos dirigimos a la entrevista que se llevará a cabo en la torre del canal privado que les trasmite a todos los comandos.

En tiempo de elecciones informa la vida de los candidatos 24/7.

La FEMF es el sistema judicial más grande del planeta y por ello la etapa electoral se toma como si se eligiera el jerarca de un país pudiente, de hecho, Alex tiene más dominio que cualquier presidente. Un presidente tiene poder en su país, Alex Morgan lo tiene en todo el mundo siendo la máxima cabeza de la ley.

Me dan la bienvenida, la esposa de Kazuki es la única que me saluda con un leve gesto, el ambiente es incómodo ya que mi llegada desencadena comentarios y murmullos.

Gema también está presente interactuando con todos, pero las miradas señalatorias no son para ella, son para mí.

—Es confuso ¿Qué no estuvo comprometida con Bratt Lewis? —empiezan— Se quería a Gema Lancaster como primera dama y a ella como una posible formula.

«Paciencia» Instalan los micrófonos mientras Cristal me da las instrucciones, seguimos al estudio junto con los viceministros de cada candidato y la esposa de Kazuki.

Hacen preguntas generales a las fórmulas, Gema habla y habla de política, yo no tengo mucho que agregar ya que solo estoy empezando aprender mientras que ella conoce todo con detalles.

—Pensábamos que serias la primera dama —le preguntan a Gema— Siempre se te vio con el coronel, contigo se ha mostrado públicamente en todos los eventos.

—Somos muy íntimos, seres que se aman desde la niñez... —contesta Gema con una indirecta muy directa— Y hay cosas que no se superan ¿Sabes? Como el tiempo la confianza y la cercanía, Christopher nunca ha dudado de mí, se siente seguro a mi lado y eso se refleja cuando estamos juntos.

«Zorra estúpida»

—Admirable su relación —comenta la presentadora— ¿Y tú Rachel? ¿Qué piensas de eso? Del lazo estrecho que hay entre Gema y el coronel.

La miro poniendo creando un kilo de odio más.

—Yo también tengo un lazo estrecho con mis hermanas. Lo de la confianza, seguridad y cercanía es normal en dos personas que compartieron niñez —me encojo de hombros.

—Entre Gema y usted hay un abismo bastante grande, a ella la adora la comunidad y por ello la queríamos como primera dama ya que a lo largo de estos meses ha ganado créditos y usted...

Cristal se golpea la frente detrás de cámaras.

—Disculpen, pero ¿La primera dama seria la esposa de ustedes o la del coronel? —el tema cansa— Mientras Gema sumaba puntos en la campaña yo me estaba ganando los méritos que les hicieron preguntarse ¿Por qué no ser viceministra? Ella estaba trabajando con la comunidad, yo estaba salvando a su madre, a la madre del coronel, estaba haciendo mi trabajo porque por muy primera dama que quiera ser no puedo olvidar que soy un soldado.

— Haznos creer que es real lo que pasa entre los dos. Es confuso a estas alturas —empiezan — ¿puedes mencionar un momento el cual nos haga entender su "Enamoramiento repentino"?

Por mi parte sé que es real, pero por parte de él... Respiro hondo con las expectativas de todos sobre mí.

—Inventa —insinúa Cristal detrás de las cámaras.

—Cuando recaí, perdí las ganas de continuar —nunca es fácil devolverse al pasado— En ese entonces mi miedo no era morir, era recaer. Verme hundida de nuevo fue una de las peores experiencias, pero él estaba ahí conmigo mientras deseaba morir.

Las hormonas me vuelven débil.

—Tuve una sobredosis de camino al CCT y él no se alejó, pese a que me le robé la camioneta abandonandolo en la nada.

—¿Te le robaste el vehículo? —les causa gracia, a mí no tanto.

—También lo agredí en repetidas ocasiones, sin embargo, siguió y en lo más recóndito de mi cerebro tengo un recuerdo de él conmigo en la ducha pidiéndome que despertara —continuo con los ojos empañados— Esa misma noche me dijo que siendo o no una drogadicta me aceptaba y que haría cualquier cosa por mí.

Las mujeres se abanican la cara cuando el sentimentalismo las atropella también.

—Quédate con quien acepte todas tus facetas —termino— Buena, mala, loca, toxica, arrebatada, terca, insegura, defectuosa.

—Ya queremos ver ese matrimonio, aunque nos dejara con la mandíbula descolgada no quita que serán una bonita pareja —concluyen.

Pasan con la esposa de Kazuki, realizan más preguntas antes de terminar. Acaban y con Cristal me trasladan al próximo evento.

—Evita hacer eso —advierte la rubia en la camioneta.

—¿Qué?

Me quita las manos del vientre, es una reacción inconsciente.

—Serás la esposa de un Morgan debes comportarte como tal, ya estar preñada te daña la imagen.

Señalamientos hirientes, que no dejan de tildarme como si hubiese sido planeado. Llegamos al emporio exclusivo el cual alberga un auditorio en la última planta.

Hay embajadores, presidentes, altos mandatarios de todas las ramas, duques miembros de la realeza y mujeres con poderío en la FEMF. Cristal me señala el asiento subiéndome el dolor de cabeza cuando noto que dura tres horas y me está empezando a dar hambre.

Gema se ubica a la derecha de la rubia y no puede haber cosa más aburrida, el sueño me toma la primera hora y media, siento las mejillas rojas por él calor, mi hambre va despertando cada vez más y a las dos horas siento que ya no aguanto más.

Empiezo a fantasear con comida, la saliva se me va tornando liviana y me cuesta mantenerme quieta, Cristal carraspea a modo de regaño, pero me vale una mierda su puta etiqueta.

Miro la puerta y Dalton está rondando con los escoltas, no me creo capaz de bancarme 50 minutos sin comer. Me froto la sien, de seguir voy a terminar desmayada.

Dalton se acerca con disimulo.

—¿Se siente bien? —pregunta.

—Quiero salir tengo hambre —murmuro solo para los dos.

—No lo tiene permitido, cuando acabe la llevare a unos de los restaurantes seleccionados por el ministro.

«¿Seleccionado por el ministro?» Se va y a los diez minutos ya estoy al punto de quererme colgar en la lampara.

—Voy al baño —le susurro a Cristal y esta asiente.

Dalton se me pega a la espalda, el estómago me ruge inquietándome más. Entro al sitio para disimular, bajo la cisterna y para mi suerte encuentro a la aseadora limpiando la baldosa.

Me vuelvo asomar, Dalton no se da señas de querer moverse o distraerse.

—¿Le molestaría sacarme en el carrito? —es grande— Solo voy a comer algo y ya sabe cómo restringen a las señoras que entran a este tipo de lugares.

Me mira como si estuviera loca.

—Señora muero de hambre y mi suegro se empeña hacerme comer cosas saludables que no me apetecen —el hambre me hace delirar— Le pagare.

No la dejo pensar, levanto la cortina del carro, en cuatro quepo perfectamente, acomodo la cortina dejando que me saque del baño. Reviso lo que tengo en la billetera y... Mierda, si le no tendré para pagar la comida.

Bajo cuando me deja en las escaleras de emergencia.

—Oiga no tengo efectivo aquí.

—¿No me diga? —pregunta aburrida — ¿No le apena? Me pueden echar por ayudarla.

—Soy una mujer de palabra, señora —contesto ofendida— En media ahora búsqueme en el auditorio, le diré a mis escoltas que me presten dinero.

No pierdo tiempo, me apresuro escalera abajo. Este sitio es exclusivo y los pocos restaurantes con los que cuentan son de estrellas Michelin.

Cruzo el vestíbulo evadiendo a las camionetas que están en la acera, camino rápido sintiendo que toco el cielo al entrar al establecimiento de comida.

—Un cubo de pollo con mucho pop corne y todas las papas que me pueda poner —pido en el KFC— Crocante por fuera y jugoso por dentro con bebida grande.

Me siento como niña necesitada, por suerte no tardan, recibo la bandeja y me coloco los guantes y empiezo atiborrarme de comida.

—¡teniente no sea irresponsable! —Dalton llega molesto con los escoltas— No puede exponerse y tampoco pueda estar comiendo algo tan poco saludable, el ministro dijo...

—Siéntate y no empieces —me es inevitable hablar con la boca abierta— ¿Quieres una papa?

Se queda serio.

—¿Alguno quiere? —ninguno me contesta haciéndome quedar como la mala— chicos, el que ande con el coronel no cambia nada, dejen de actuar como si les estuvieran estrangulando las pelotas.

Sigo comiendo e Iván se acerca a tomar un pop corne.

—Con que el sin drogadicto sin futuro ¿No? —reclama.

—Era mi oscuro secreto —le doy un sorbo a mi bebida guiñándole un ojo.

—¿Cómo fue? —pregunta.

—Averígualo —juego con el pitillo logrando que se ponga rojo.

Como rodeada de los hombres trajeados, algo incómodo para los asistentes, no es común este tipo de escenas en estos sitios. Dalton se da una vuelta y vuelve corriendo.

—El coronel está entrando al centro.

—Oh mierda —dejo los guantes tomando el bolso.

—¡Apúrese! —salgo de la silla rápido apresurándome a la puerta, pero debo devolverme.

—¿Qué hace? —me regaña Dalton.

—Se me olvido la pierna que quedo.

Voy tragando mientras me apresuro, en la escalera eléctrica le entrego el hueso a Iván, saco las toallitas para limpiarme las manos y voy echándome loción en el camino. La gente ya está saliendo de la conferencia e Iván me esconde cuando reconoce la figura de Make saliendo del ascensor.

—Dese la vuelta.

Tomamos otra dirección la cual nos lleva a la segunda entrada «¡Jesús!» Doy la vuelta rápido entrando por el otro lado con el pecho agitado, Cristal y Gema están hablando no sé con quién y lo único que se me ocurre es abordar a una anciana fingiendo que no entre hace cinco segundos.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Christopher.

La veo acercarse pasándose las manos por la tela del blazer mientras nos volvemos los protagonistas del lugar, la gente sin vida propia no disimula las miradas y murmullos.

Va acortando el espacio desencadenando una capa de electricidad a lo largo de mi piel, es una maldición demasiado potente, el labial rojo hace que me humecte los labios y el no tenerla sobre mi causa estragos en mi compostura.

Nunca había experimentado algo así, llevo conteniéndome desde ayer, miro arriba cuando el acercamiento es inminente, el descontrol un hecho, su aroma es como un estimulante que me obliga a bajar la vista a sus ojos.

—Coronel...

¡Joder! Coacciono posando la mano en su cintura pegándola a mi ingle, la reacciono desata miradas y ella pasa la mano por mi brazo respirando como si hubiese corrido una maratón.

Acomodo el diamante azul apoyando mi frente contra la suya, maldita adicción, maldita ella que me tiene así.

La odio con todas mis fuerzas y debo salir de este estado de hipnosis que me está carcomiendo todo, su boca va buscando la mía dándome a probar la droga, alzando las llamas que corto cuando mi cabeza trae todo lo que hizo.

Antoni me taladra el cerebro, el que ella siga sucumbiendo a sus demandas es un motivo más para arrancarla de mi pecho. Exhala molesta cuando la tomo de la mano sacándola del sitio.

Tengo un almuerzo aquí con dos embajadores y tres miembros de la alta rama judicial, nos toman varias fotos mientras andamos. Make asegura la zona entrando primero al restaurante y Rachel sigue respirando mal abanicándose la cara.

Make indica que todo está en orden, el mesero nos guía y los cinco hombres se levantan a recibirnos.

—Christopher que gusto —saludan con un apretón de manos, a todos los conozco.

—Mi novia, Rachel James —presento a la mujer que tengo al lado.

Todos se presentan dándole la mano y ella sigue respirando mal.

—Quién iba a creer que sentarías cabeza —comenta Clements comandante de la fuerza naval de Rusia — Con el debido respeto es muy hermosa tu prometida.

Capta que me molesta el comentario, yo lo sé no tienen que recordármelo.

—¿Cómo se conocieron? —pregunta.

—Se la quite a Bratt — me siento tomando la carta provocando que el comentario suelte una sonora carcajada.

—Amo el humor negro de este hombre —comenta Clements.

Como si la situación estuviera para chistes, el mesero se acerca por la orden y yo ni hambre tengo con el montón de amargura que me cargo.

—Solo tomare sopa, gracias —pide ella entre jadeos.

—¿Te encuentras bien? —le pregunta uno de los embajadores.

—El clima afecta mi asma —respira hondo buscando el inhalador en la cartera— Perdonen.

Sacude el aparato llevándoselo a la boca, no sale nada y vuelve a sacudir obteniendo el mismo resultado.

—Eh...

Sacude de nuevo y nada, busca no sé a quién y me desespera tanto que no pueda ni cuidarse a sí misma que saco el inhalador que tengo en el bolsillo colocándoselo en la boca.

Tres pufs le van calmando el ataque poco a poco.

—Gracias —me dice ella.

Vuelvo a guardar el aparato como si no hubiese pasado nada.

—¿Por qué era el almuerzo? —persuado la atención mientras ella no deja de mirarme.

—Queríamos manifestar nuestro apoyo a tu campaña y hablarte de un par de pilares que también quieren unirse.

El almuerzo transcurre entre asuntos laborales, mi concentración solo capta lo importante ya que no dejo de pensar en lo mismo una y otra vez. Ella se acopla bien hablando con todos y yo tengo un montón de veneno en las arterias.

Alex me envía un mensaje advirtiendo que, si o si debo ir a High Garden, se la pasa recordando lo que tengo claro desde que me levante.

El almuerzo termina y la mayoría empieza a irse acompañado de sus escoltas.

—Rachel eres un encanto —nos despedimos de Clements en la entrada del restaurante— No olvides mi invitación de boda, todos queremos asistir al evento del año.

Ella esboza una sonrisa que se desfigura de un momento a otro.

—Cuenta con ello— Asegura nerviosa mientras corresponde el apretón de manos—. Un placer conocerte.

—¿Dónde será aquí o en Arizona? —pregunta Clements.

Iván empieza a pelear con una aseadora y...

—¿Qué pasa? —me acerco.

—Mi coronel, esta señora enloqueció, pero nos haremos cargo.

—No enloquecí, la señorita me ofreció dinero si la sacaba del baño en el carrito ya que estaba muerta de hambre—se defiende la mujer— Mi turno acaba en media hora y ella dijo que era una mujer de palabra.

—Creo que se confundió —Clements arruga las cejas.

—Venga conmigo —tomo la mano de Rachel cuando intenta llevarse a la mujer.

—¿Me va a pagar sí o no?

Busco la billetera pagando con el efectivo que cargo.

—Gracias —se va la mujer.

Clements me extiende la mano despidiéndose sonriente mientras que a mí no me causa ni pizca de gracia.

—Tu relación no debe ser para nada aburrida —dice— Espero la invitación.

Se marcha y me adelanto yo dejando que me siga cabizbaja, cuando creo que ya llego al borde vacía el vaso y empieza de nuevo, bajo al estacionamiento y...

—Tenía hambre y la conferencia estaba tardando —se atreve hablar— Te devolveré el dinero si es lo que te preocupa.

—¡No necesito que me devuelvas nada, necesito que dejes de darme dolores de cabeza!

El tono le saca las lágrimas, no puedo forzar la piedad que no tengo. Me tiene con demasiada rabia estancada, lo del embarazo, Antoni, lo de casos internos y ahora esto también.

—No es necesario que me trates como tratas a todas las mujeres que te hartan —musita— No soy de piedra como tú y ya deja de actuar como si hubiese forzado todo, te recuerdo que eres tú el que insiste en mantener esto.

No sé si me orgullo resista esto, no sé si lo dejare pasar algún día.

—No me embarace para manipularte, pero a mi si me alegra saber que son del hombre que amo, aunque tú me odies, me veas como tu prisionera, aunque los bebés te molesten son un lazo que nos tendrá unidos para siempre —solloza—De haber tenido mil opciones para escoger, te hubiese elegido a ti porque por ti siento lo que no he sentido por nadie más.

Se queda a la espera de una respuesta, pero yo ni sé cómo definir esto ya.

—Solo sube al auto —es lo único que digo.

No abordo el mismo vehículo, debo empezar a lidiar con esto antes de que me aniquile.

Nos abren las puertas de la mansión y ella cambia cuando ve a Alex, él le abre los brazos sonriente.

—¿Cómo están los radiadores? —pregunta el ministro— ¿Si los está tratando bien este cavernícola?

—¿Por qué te metes?

—Porque se me da la puta gana —contesta tajante.

Me voy a la licorera.

—¡Deja eso! —me regaña— Tu suegro aterrizara en unos... cinco minutos.

Se me resbala el cristal logrando que me ardan las venas, Rachel palidece e inmediatamente la tomo devolviéndome a la puerta.

—¡Christopher! —me detiene Alex— Son sus padres, no puedes hacer nada contra eso...

—Vienen a meterse en lo que no les incumben y estas quedando como un payaso contradiciendo mis órdenes.

—¡Quieren ver a su hija ¿Quién somos nosotros para prohibir eso?!

Rachel sujeta mi muñeca con suavidad.

—Solo quieren verme, si lo tomamos con calma no pasara nada —me dice—Se irán cuando vean que estoy bien.

—Rick es pacífico, solo compórtate —pide Alex— Anda a afuera.

—Una hora y nos vamos —advierto queriendo salir del mal trago.

Lo de hoy quedará para otro día, porque no voy a tolerar opiniones que no me importan.

Sara sale de la cocina saludando a Rachel y de mala gana me enrumbo a la pista privada de la mansión, las luces de la avioneta empiezan a verse a lo lejos impacientándome más.

Los James son de lujos pequeños, la aeronave está bien, pero no se compara con Jet que tenemos Alex y yo.

Aterriza y me mantengo al lado de Rachel, ya estoy imaginando a Luciana con su odio de mierda con el cual no he dejado de limpiarme el culo.

—Son una familia de bien, no lo arruines —advierte a Alex.

La puerta empieza a abrirse y de la nada me rebota un tiro en los pies, retrocedo y otro me zumba en los oídos, Rick James no ha bajado y ya me esta con rifle en mano disparándome desde la escalera consiguiendo que la guardia se ponga alerta.

—¡Papá te volviste loco! —le grita Rachel— ¡Baja eso!

Se atraviesa cuando vuelve apuntar y los hombres llevan los dedos al gatillo.

—¡Bajen las armas! —ordena ella— No es peligroso.

Sara se asusta y yo no me muevo.

—¡Te advertí que te mantuvieras alejado de mi hija! —se acerca sin dejar de apuntar—¡Quítate Rachel!

Suelta un tiro al aire.

—¡Voy acabar con este circo!

—Recojo lo dicho —dice Alex y no hace nada cuando Rick aparta a Rachel viniéndoseme encima con un puñetazo que me tira al suelo.

Arremete con tres más tomándome de la camisa inundándome la boca de sangre.

—¡¿Que te dije antes de irme imbécil?! —reclama mientras Make me lo quita de encima.

—¡No más contienda!

Pide Rachel mientras me levanto, vino solo Luciana, otras dos mujeres lo acompañan.

—¡Quieren calmarse! —pide una de ellas— Se supone que los militares son inteligentes.

—¡Súbete a la avioneta que nos vamos! —le exige Rick a su hija y no dudo en sujetarla con fuerza.

—¡Las órdenes las das en tu casa no en la mía! —impongo.

—Rick cálmate —pide Alex— Hablemos como las personas decentes que somos. No es necesario tanto alboroto.

—¡Si fuera tu hija no estuvieras actuando de la misma manera! —se suelta y escondo a Rachel tras mi espalda cuando se me viene encima otra vez.

Alex se interpone devolviéndolo al puesto.

—Vamos adentro, Rachel está bien —insiste el ministro— Deje que vinieras porque queremos hacer las cosas bien.

Aprieto la mano de ella devolviéndome a la mansión, para su desgracia no la voy a soltar, me siguen a pocos pasos y lo primero que hago es buscar la salida para largarme.

—¡Suéltala que no es un puto perro! —advierte Rick en la mitad del vestíbulo— ¡Tampoco es una prisionera!

Su esposa e hija lo respaldan, llevo la mano a mi espalda sujetando el arma con la que apartare los escoltas que puso Alex en la puerta.

—Calma —suplica ella en medio de mi desespero.

Es imposible salir sin armar una revuelta.

—Deja que salude a su familia, Christopher —pide Alex.

Por esto no quería a nadie aquí, no somos niñatos para andar con estas pendejadas.

—¡Que la sueltes ¿Es que no entiendes?! —me grita Luciana— ¡Tenemos muchos más derechos que tú!

Se empeñan en hacerme perder el control, su mano acaricia la mía con suavidad y siento que me trituran los huesos mientras aflojo el agarre que termina soltándola.

Va con ellos fundiéndose en un abrazo familiar que termina en besos y lágrimas. Rick revisa que este bien y es quien más la abraza mirándome con odio.

—Vámonos a Phoenix —le pide— Busca tus cosas...

—¡Ella no se va a ir con ustedes! —aclaro.

—¡No es de tu propiedad! —truena Luciana— ¡La estas presionando y eso es algo que no vamos a permitir!

Rachel sabe que yo con calma no me ando, me suplica con los ojos que no haga nada, pero ellos insisten y...

—Hablemos calmadamente, por favor —pide ella.

—Nos vamos a Phoenix —insiste Rick.

Alex intenta tomarme del hombro y no se lo permito.

—Papá solo te estoy pidiendo que hablemos —insiste ella.

—Si, hablemos de los mellizos que vienen en camino —confieso sin tanta arandela.

Da un paso atrás sin creerlo.

—Puedo explicarlo —intenta decir ella con lágrimas en los ojos.

—Yo lo resumo —vuelvo a sujetarla— Esto no es de ahora, es de siempre y su hija ya no es de ustedes es mía y por ello se queda conmigo.

Rick no disimula la decepción, Luciana solo se niega a ver su hija mientras que sus hermanas se quedan mudas.

—Pero Rachel como se te ocurre... —llora Luciana.

—Hace tres años te dije que lo amaba y sigue siendo así—confiesa ella— Lo siento mamá, lo siento papá, pero estoy embarazada de él y no fue planeado, pero estoy feliz porque es mi sueño y no voy a renunciar a él.

—Oh my good —su hermana menor se abanica la cara acercándose con los ojos llorosos, la abraza y su otra hermana la sigue haciendo lo mismo también.

—¡¿Que hacen?! —ambas regañan a los padres— ¡No se queden ahí como si no la fuéramos apoyar!

La llevan con ellos volviendo al abrazo familiar de hace un momento.

—Que tenga una familia es un hecho que no podemos cambiar —me dice Alex— Por más que te odien, no la van hacer a un lado.

—Acondicione la azotea para la cena —dice Sara— Sigan con confianza.

Los hacen subir dejándome solo a la mitad del vestíbulo. Yo vine a otra cosa no a esto. Me lavo la cara antes de subir, va corriendo la hora y cuando se cumpla nos largamos.

La familia esta reunida con Alex, Sara se las apaño para colocar una fogata a modo de calefactor.

—No conoces a mis hermanas —dice Rachel poniéndose de pie cuando me ve— Ella es mi hermana Sam y Emma.

Qué ambiente más incómodo, tomo asiento al lado de Emma ya que ella está al lado de sus padres.

—Sam estudia medicina y Emma está en la FEMF, pero también practica patinaje artístico.

—Como si eso le importara —murmura su madre— Solo estamos perdiendo tiempo aquí.

Me ponen un brazo encima antes de disparar el flash de un móvil en mi cara.

—¡Emma! —la regaña Rick.

—Se lo estoy mostrando a mis amigas —contesta— Maryori se va a morir de la envidia —toma mi mano mirando el móvil— Oh ya me respondieron ¿Quieren saber cuánto mides?

—¡Emma ya basta! —insiste Luciana

Las hermanas de Rachel ceden conversando e interactuando, pero Luciana y Rick no, por más que Rachel trata de hacerlos hablar se mantiene en silencio sin probar bocado, yo tampoco pruebo el plato.

—Entiendo que les enoje la idea —habla Alex— Pero llega un punto donde ya no tenemos derecho en la decisión de nuestros hijos.

—Eres mi amigo y tienes mi total respeto  Alex, pero tu hijo nos ha atropellado una y otra vez —contesta Rick— Agradezco la ayuda brindada, pero el que nos quitara el derecho de verla es algo que no voy a perdonar.

—¿Quién está pidiendo perdón? —pregunto tensando el ambiente— Supérelo...

Se dirige a Alex ignorando lo que acabo de decir.

—Se va a venir conmigo a Phoenix, necesito a mi hija de vuelta, aunque sea por unos días —exige— Estoy harto de que la traten como si estuviera secuestrada.

Abro la boca para hablar, pero Alex no me deja.

—Está bien.

—No —replico.

—Si —impone Alex— Son sus padres.

—¡Me importa una mierda!

Esta vez no soy yo el que acaba con la mesa, es Rick el que barre con todo poniendo a todo el mundo de pie.

—¡Es mi hija maldito cabron! —increpa— El que te vaya a dar dos hijos no cambia que lo siga siendo ¡Mira como esta! —la señala— Me la estas rompiendo, pero no lo notas porque eso solo lo sabe un padre, no un egoísta que solo quiere demostrar dominio.

—Estoy bien, estoy feliz de que estemos todos y eso es lo que importa.

—No te creo nada, Rachel...

Me quedo quieto empuñando las manos bajo la mesa, si reacciono habrá sangre.

—El que tu relación con Alex sea una mierda no quiere decir que Rachel deba vivir lo mismo con nosotros.

—Papá ya —pide Sam— Con violencia no solucionamos nada.

—Va a ir, pero deja de tentarlo —se mete Alex— Si los sigues provocando lamentaras el resultado.

Deja el rifle en la mesa.

—Solo acepto el compromiso si viaja conmigo a Phoenix, de lo contrario no y me tendrán aquí en Londres todos los días.

Las circunstancias me obligan a levantarme evitando cometer una locura, mis pulmones trabajan demasiado rápido. Detesto que me acorralen, apoyo las manos en la baranda de la azotea.

—Solo son días Christopher, estará contigo el resto de tu vida —se me acerca Alex— No le demos vueltas al tema.

—Siempre tienes que salirte con la tuya ¿Cierto? Ella quería irse a América desde hace semana y por eso te la ibas a llevar a Washington —le reclamo— Como no pudo entonces haces esto.

—Piensa lo que quieras contigo nunca se logra nada.

Me vuelve a dejar solo, Sara trata de relajar la tensión con música mientras me fumo dos cigarrillos seguidos, me mantengo mirando a la nada mientras interactúan.

—Christopher —me llama Alex ambas familias están de pie cerca de la fogata— Rachel debe ir a empacar las cosas que necesita.

Sara me frota el brazo cuando me ubico entre Alex y ella.

—Es oficial entonces —se resigna Rick sujetando la mano de Luciana— Para eso era la cena así que adelante, este tipo de momentos siempre es especial para ellas y para mi hija no será la excepción.

Acabo con la barrera trayéndola conmigo, la sombra de ambos es lo único que proyecta el fuego mientras saco el cofre y tomo su mano deslizando el anillo en su dedo, sonríe con lágrimas en los ojos reparando la piedra mientras poso la mano en su cuello anclando mi mirada a la suya.

—Si huyes...

—Me buscas, si me escondo me encuentras —termina la frase— Ni voy a huir, ni a esconder.

Se aleja dejándose abrazar de sus hermanas

—Iré con ustedes —pide Rick— Supongo que eres un hombre de palabra, pero no correré el riesgo de que te la robes en el camino.

Se interpone entre los dos al momento de abordar la camioneta.

—Yo supervisare que papá no cometa una locura —Emma aborda el asiento del copiloto y Tyler se pone al volante.

—Hola —saluda el escolta.

—Hola, mucho gusto soy Emma—sonríe ella.

—Y yo soy Rick—se inclina metiéndose entre los dos— ¿Podrías conducir e ignorar a mi hija?

—Si señor —responde Tyler.

—Buen chico —le palmea el hombro volviendo al puesto.

Nadie habla en el trayecto, la camioneta se estaciona frente al edificio y Make empieza a dar las órdenes.

—Tyler, Dalton e Iván viajan América —demanda.

—¡Que guay! —se asombra Emma cuando entramos— ¿Puedo vivir con Rachel cuando venga a Londres?

Se emociona.

—¿Qué dices Christopher? No ocupo mucho espacio.

Se lanza al sofá.

—¡No molestes! —la regaña el papá.

Rachel se va a empacar a la alcoba mientras la observo desde la puerta, solo me muevo a sacar un fajo de billetes de la caja fuerte, se lo arrojo en la maleta antes de que la cierre.

—Ándate rápido —le pido — Tienes experiencia yéndote, no debería tomarte tiempo.

Busca el abrigo en silencio, todo me arde y siento mil nudos a lo largo del pecho cuando baja el equipaje, me adelanto al vestíbulo y ella saca el aza mientras su padre espera la puerta, pasa por mi lado e inconscientemente mis dedos se aferran a su brazo como si se fuera una parte de mí.

Rick repara el gesto posesivo, pero no me importa estoy haciendo un gran esfuerzo por no ahogarme. Aprieto los dientes haciendo mi mayor esfuerzo por soltarla.

Bajo la mano dejando que continúe, la puerta se cierra e inmediatamente el vacío se perpetua demostrando que ya definitivamente nunca nada volverá hacer como antes. 

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