LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

183M 8.7M 57.5M

El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPITULO 77

2.3M 85.2K 1M
By EvaMuozBenitez

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Animal fase 2.

Christopher. 

Absorbo la escena sintiendo que me explota una granada en el pecho volviéndome pedazos, no soy más que humo y fragmentos, una bala veloz que corre a tomar el hombre que cae al piso, Rachel llega primero que yo y saco el arma cuando mis reflejos captan las que intentan desfundar contra mí, intentan acercarse y...

—¡Es tu culpa! —me grita Rachel llorando en el piso— ¡Maldito animal, has matado a tu propio padre!

—¡Que nadie se acerque! —demando con arma en mano— ¡Atrás todos!

Tiemblo lleno de pánico y la gente retrocede con los tiros que suelto en la baldosa.

—¡Tú también, quítate! —le exijo a Rachel — ¡No lo toques!

—¡Esto era lo que querías, es lo que siempre quisiste!

No me hace caso y Patrick es el único que se atreve a arrastrarla lejos mientras patalea llorando.

—¡Eres tú el que tiene que morir!

Caigo el ministro se está desangrando en el piso y meto el brazo bajo su cuello empapándome las rodillas de sangre.

—¡Oye, oye! —le digo— ¡Pon atención a lo que te voy a decir, maldita sea!

—Rachel no puede quedarse sola —me dice botando sangre por la boca. 

El miedo me toma apagándome los sentidos, quieren acorralarme y... Algo me quema por dentro como si se desencadenara un infierno bajo mi piel.

—¡Que nadie se acerque! —alzo el arma otra vez— ¡Partida de hipócritas! ¡Se acercan y me los cargo a todos!

Tiemblo en medio de gritos con Alex agonizando en mis brazos, no tengo salida, todos vociferan al tiempo, se aferra a mi brazo y yo a la tela del traje.

—Chris... —le limpio las lágrimas— Te amo hijo...

Uno mi frente con la suya. respirando por la  herida que le da salida a todos mis monstruos.

—No son fuertes, no son nada.

Susurro.

—¡No van a matar al padre de Christopher Morgan!

Me quito la chaqueta haciendo presión en la herida, miro a todos lados sin saber que más hacer, los escoltas le están apuntando a todos, Simón tiene a Wolfgang, Patrick a Rachel.

—Coronel...

Alzo el arma siento que la vida de Alex se me está yendo de las manos y no sabía que eso era algo que no me podía permitir.

—¡Todo el mundo atrás! —Dominic llega a darme respaldo— ¡Le vuelo la cabeza al primero que se mueva!

La fuerza de Alex me indica que todavía está vivo, Joset alza una mano y con otra sostiene una camilla de emergencia.

—Hay que llevarlo al hospital —dice despacio— No vas a desconfiar de este viejo que te vio crecer ¿O sí?

Miro a Alex dejando que Joset se acerque, tengo que darme un puñetazo mental y reaccionar.

—Maniobra de emergencia —ordenan y en segundos tengo un escudo de hombres mientras con Joset subo al ministro a la camilla y en los minutos siguientes no tengo idea de lo que pasa.

—¡Aseguren puertas! —ordena Patrick— Nadie entra, nadie sale.

Solo me veo corriendo escoltado atravesando las puertas del hospital con Patrick, Joset y Dominic.

Cambian a Alex de camilla rompiéndole la ropa y no me le despego.

—coronel prepárese para lo peor —capto un eco a lo lejos.

Reparo el pecho grabándome los dos tiros que no dejan de soltar sangre, su agarre se vuelve débil y me veo como una botella, un envase agujereado el cual derrama la pizca de humanidad que le quedaba.

—¡Maniobra de reanimación ya!

A mi alrededor no hay más que zumbidos recuerdos lejanos de un niño esperando a su padre en la orilla de la cama, ese mismo niño de siete años frente al radio militar que le dio su padre para mantenerse en contacto.

—Soldado Morgan ¿sigue despierto?

—Aquí soldado Morgan, deme su posición coronel.

—Abriéndome paso en el cielo de Bangkok.

Palabras suficientes para que ese niño de siete años se durmiera. Patrick me saca colocándome contra la pared del pasillo mientras la enfermera corre con el reanimador.

—Hermano, yo estoy aquí para ti, mírame —me habla Patrick y yo solo observo la camilla— Pase lo que pase tiene mi apoyo coronel. 

Un intento... Miro el monitor a través del vidrio.

"Mis triunfos son para compartirlos contigo — 10 años"

Dos intentos.

"Se llama Zeus — 14 años"

Tres intentos.

"Eres mi pilar más importante — 25 años"

Aferro la mano al arma lidiando con las cortadas que me matan de adentro hacia afuera. 

Cuatro intentos.

—¡Hay pulso! —capto.

—Lo estabilizamos, pero hay que trasladarlo al hospital militar —indica uno de los médicos— Necesita atención médica de primera.

Patrick me suelta.

—Alistaremos el helicóptero médico para el traslado.

Me quito el exceso de sudor con el dorso de la mano, los médicos son rápidos, buscan bolsas de sangre y los acompaño a la azotea con los guardias que alcanzaron a entrar.

Tres expertos abordan la aeronave con el ministro. 

—Suban —le ordeno a Dominic y a Patrick — Que se evacue el piso donde esta y que se cierren las entradas.

—¿A dónde vas? —me pregunta Patrick y no le contesto simplemente me devuelvo.

Dalton me espera abajo con Tyler y ambos me siguen cuando me aventuro al lugar de los hechos, los soldados tienen el área rodeada, las puertas dobles se abren y todos los rostros se vuelven hacia mí.

—¡Christopher! —Kazuki toma a Gema cuando intenta acercarse y Dalton se va a donde Rachel que no deja de llorar. 

El concejo está junto, los periodistas arrinconados y Wolfgang sonriente esposado en la tarima.

—Estas son las consecuencias de una tiranía.

Murmura Carter mientras avanzo y es el único que se atreve porque el resto guarda silencio.

—Coronel suelte el arma antes de acercarse al señalado —pide Gauna y Wolfgang se ríe cuando la suelto subiendo los escalones.

Tienes las manos esposadas y no borra la sonrisa cuando lo encaro.

—¿Se murió tu papi? —pregunta despacio— ¿Tu abuela y tú tío lo están recibiendo en el infierno?

Me guardo lo que iba a decir.

—Muerte a los Morgan...

Calla con la hoja que le entierro en el centro de la garganta.

—Muerte a los Mascherano, a sus hijos y a los hijos de sus hijos —le digo.

Los soldados retroceden sorprendidos cuando la hoja baja abriendo la piel hasta que toco el hueso de la clavícula.

Éxtasis puro el que me recorre las venas con su caída.

—¡Arréstenlo! —grita Leonel— Ha matado en el comando.

Casos internos alza armas al igual que los de la élite de Leonel, pero no me preocupan, ni ellos, ni la prensa, ni nadie.

—¡Mi sangre no se derrama en vano y no me voy a dejar coger los cojones! —espeto— Atentan contra la vida de mi padre y deducen que me voy a quedar quieto. 

Llego al último escalón mirando al consejo.

—Grábenlo, tómenle fotos y publiquen que Christopher Morgan hace lo que pocos se atreven y es atacar de frente —anuncio — Ustedes temen yo no y si quieren sangre ¡Pues sangre les doy!

Leonel sale de la fila con el arma en la mano apuntándome al pecho y mis soldados se manifiestan apuntando contra él.

—¡Arma al piso! —le exige Simon.

El candidato palidece y hasta al concejo se le descuelga la mandíbula al ver la reacción de los hombres que me respaldan en la puerta, en la segunda planta y en la entrada.

—¿Olimpia, Gauna? ¿Bratt? —pregunta el abuelo de Meredith anonadado— ¿Qué hacen?

—Londres es mi territorio y atacar a Alex era una declaración de guerra que con mucho gusto acepto —aseguro. 

—¡Baja el arma, Leonel! —pide Olimpia— Lo está demandando la viceministra.

El candidato baja el arma y los demás lo siguen uno por uno mientras recojo el arma que solté dejando a mis hombres apuntando mientras me acerco a Carter.

—Dile a Philippe que para atacar se debe conocer al contrincante y él ni me distingue.

Me encamino a la salida y no me voy solo me llevo a Rachel conmigo seguido de los escoltas.

Tomo el pasillo con Dalton y Tyler adelante corriendo al estacionamiento.

—¡Sabías que no podía salir y lo provocaste!

No la suelto, por el contrario, la tomo con más fuerza.

—¡No voy a ningún lado contigo! —esta fuera de control. 

—¡Coronel déjela! —nos grita Stefan cuando entramos al estacionamiento.

El imbécil que no se acojona cuando se debe, Rachel busca la manera de irse con él y ya mi mano está deslizando la corredera del arma con la que me lo voy a cargar.

Alguien sin estribos, sin frenos, sin control es alguien como yo ahora.

—¡Teniente aborde el vehículo, por favor! —habla Dalton cuando pongo el dedo en el gatillo. 

Lava caliente es lo que me recorre el cuerpo, Stefan retrocede y ella sube en silencio, la ira no es amiga de nadie, pero mía si, porque yo le doy rienda suelta cada que me toma.

El sudor me recorre la frente, el mareo y el dolor de cabeza me vuelve a oscurecer la vista con tantas cosas al tiempo, el móvil se ve borroso cuando lo tomo y Rachel se queda contra la puerta mientras me lo llevo a la oreja.

—Acabamos de aterrizar y lo van a entrar al quirófano —me contesta Patrick—  Pedí los mejores especialistas.

—Evacua el piso, no quiero personal extraño rondando en mí misma área —ordeno — Arma un perímetro que cubra 20 manzanas a la redonda, que ningún vehículo se acerque al edificio.

—Como ordenes —contesta — ¿Vienes en camino?

—Si.

Guardo el aparato tengo todo en potencia; La ira, el veneno mezclado con la dependencia. 

—Sube el vidrio —le ordeno a Dalton.

El cristal insonoro asciende despacio hasta que toca el techo, dejo el arma de lado desabrochando la pretina que me aprieta abriéndole paso a la verga erecta que no deja de palpitarme destilando los jugos previos a la eyaculación.

—Joder —me relamo los labios secos moviendo la mano sobre ella, pero obviamente no es suficiente.

Alcanzo la muñeca de Rachel arrastrándola en el asiento, pone resistencia, pero mi fuerza la trae contra mí sujetando su mandíbula con fuerza. 

—¿Tienes miedo? —rozo sus labios— ¿Esta temblando teniente?

Respiramos el mismo aire fundiéndonos en un solo aliento.

—¿Para qué quieres que caigamos otra vez? —musita— Resignate a soltarme. 

¿Soltar? Atrapo su boca rodeándole el cuello con el brazo mientras mi otra mano le sujeta la garganta, trata de morderme, de defenderse, pero el agarre firme le limita los movimientos cuando la sumerjo en un beso violento que le deja los labios rojos.

—Estas... 

Planto sus manos sobre mi erección forzándola a que se aferre a ella mientras la sigo besando sin permitir que me suelte el miembro, a duras penas tomo aire ya que no puedo con todo lo que de desata dentro de mí, tengo una sed innata la cual no merma con el sabor de sus labios.

—No la sueltes —le gruño en la mejilla arrastrando la mano por su pecho sacando el seno que estrujo arrebatándole un jadeo.

Mi corazón es un motor, mi cabeza el segundo circulo del infierno, me abro paso entre sus piernas metiendo los dedos en el encaje de las bragas que tiene untándolos antes de llevármelos a la boca.

Error, gran error, su sabor acaba con lo poco que queda, tanto que termino empujándola contra la silla arremangándole la falda, quiero y no me cohíbo no ahora que he perdido el razonamiento.

Rompo las bragas abriéndole los pliegues. 

He fantaseado tanto con esto, con la piel rojiza que esconden los labios de su sexo, paso la lengua antes de cubrirlo con la boca, son demasiadas sensaciones incluso para mí que debo sacudir la mano sobre mi polla mientras me le como el coño lamiendo con devoción.

Todo, cubro todo, sus labios, arriba, abajo, completa. Tengo tanta hambre, tanta sed y lo demuestro con cada lengüetazo probando lo que suelta, gime abriéndose más y paso el pulgar por su clítoris queriendo que alimente esta dependencia enfermiza la cual es adicta a su cuerpo.

—No más... —gimotea ondeando la cintura. 

Lamo los labios de su sexo manteniendo los muslos separados prendiéndome otra vez, chupando como si mi vida dependiera de ello, meto dos dedos y vuelvo a sacudirme la polla dejando que el derrame en el borde, mi cerebro no diferencia que es más placentero y por ello no deja de lado ninguna de las dos cosas.

Es tan exquisita que en ultimas me olvido de mi miembro dedicándome solo a ella, al sexo caliente que complace mi lengua desenfrenada, con ella no tengo restricciones, no tengo prejuicios la siento mía de tantas formas que su cuerpo es como el templo que resguarda todos mis deseos carnales.

Meto los dedos y alzo la cara observando cómo se pasa la lengua por labios en tanto me muevo en su canal, chupo el órgano protagonista de su placer. Órgano que desencadena el orgasmo que la obliga a tensar las piernas. 

Me acomodo en la silla y vuelvo a dejarla a la altura de mis ojos besándola de nuevo, algo me incita a querer hacerlo todo el tiempo, follarla, besarla, prenderme de sus pechos, lamer su excitación viviendo a lo primitivo, a lo antiguo.

Poso su mano en mi verga controlando los movimientos sobre ella masturbándome con su mano mientras la beso.

—Si, así —digo contra su boca, el derrame se extiende en la mano de ambos y ella observa lo que acaba de pasar dejando que caiga sobre mi abdomen.

Paso las bragas recogiendo todo y no me es suficiente, no me basta la dureza que no baja me lo demuestra. Subo el elástico del bóxer y abro el panel de arriba tratando de que el aire fresco me aclare la cabeza, pero no...

Todo esta tan latente como antes de empezar. 

—Dilo —le pido en un susurro buscando su boca otra vez.

—Lo de Alex fue tu culpa, que lo nuestro se acabara también y cuando ves que las cosas se te salen de control buscas la manera de forzarlas...

La ira late en mi pecho.

—¿En que mundo vives? —la obligo a encararme— ¿Crees que el Christopher que viste atrás iba a borrar este? ¿Qué una simple palabra va a borrar lo que soy?

Busco el arma que tiene atrás.

— Lo que dije y expuse no va apaciguar mi naturaleza ... Por muy grande que creas tener la corona conmigo se te cae porque ante ti no me arrodillo — quito el seguro del arma antes de entregársela— Torturare tú, amárgate, vive a medias, pero conmigo no cuentes. Por mi parte no esperes sacrificios.

Le tiembla la barbilla cuando pongo el cañón en mi pecho ubicándolo en un punto mortal.

—Quiero tres tiros contundentes los cuales me envíen directo al infierno —la miro a los ojos— Es la única forma de detenerme, la única manera de acabar con las cosas. Antoni no es el único villano y lo sabes, por ello procede a matar a la bestia que tanto odias.

Intenta bajar el arma y la sujeto con fuerza.

—Dispara —exijo— No me pidas que me aleje, mátame y sácame de tu vida. 

Le pongo el dedo en el gatillo.

—¿Me amas? —pregunto— ¿Por eso no lo haces? 

Necesito que las palabras salgan de su boca.

—Señor estamos a dos minutos —avisa Dalton en los altavoces.

Rachel baja el arma buscando la puerta, pero la sujeto volviéndola a encarar, no para hablar, para besarla saciando mi necesidad de ella.

La suelto cuando abren la puerta dejando que salga primero, toma su arma y yo preparo la mía.

Ivan nos espera al pie del ascensor.

—Encierra a Sara, Gema y a Marie en el Pent-house —ordeno— No pueden salir de allí hasta que yo lo disponga.

—Como ordene, señor.

Patrick y Dominick se levantan cuando entro a la última planta.

—Necesito un resumen del estado de Alex —alzo la voz para que todos me escuchen— ¡Ya!

Un médico corre a buscar la historia clínica.

—Está en cirugía mi coronel —informan— El estado es delicado, perdió mucha sangre.

— Necesito una habitación especial la cual tenga vidrio blindado, como máximo dos médicos a su cargo, así que escoja a los mejores —ordeno— Por seguridad no quiero pacientes aquí ni en el piso de abajo.

Obedecen y no le doy tregua a Rachel la mantengo conmigo pidiendo que me guíen a la sala donde se lleva a cabo el procedimiento, obviamente no puedo entrar, pero si observar desde el vidrio.

Estoy siendo un blanco fácil, Phillippe es nuevo, pero Ilenko no, el Boss de la mafia rusa tiene la misma astucia que Antoni. 

Los médicos se miran preocupados, Alex entra en paro y volvemos al jodido desfibrilador.

—coronel por favor —una enfermera me señala el pasillo.

Sacudo la cabeza y Rachel se limpia las lágrimas.

—Será más fácil para usted.

Niego, el desequilibrio regresa con el agudo dolor que provoca mi tórax...

Nunca sopese esto, no creí que... La sala se revoluciona y vuelvo a quedarme sordo.

—¡Tu culpa! —Rachel me empuja estrellando los puños contra mi pecho— ¡Si se muere gran hijo de puta, cargaras con el peso para siempre!

—¡Cállate! —busco la forma de aquietarla, pero su mano impacta contra mi rostro.

—¿Cuántas veces lo hiciste sentir como una mierda? —me reclama— A él y a Sara ¿Para qué? ¡Para inflar tu puto ego!

Tiembla presa del llanto.

—¡Solo! ¡así es que tienes que terminar porque no te costaba nada comportarte como lo que eras! —vuelve a empujarme— ¡No te costaba nada ser lo que él necesitaba y era a su hijo!

El monitor sube y baja la línea cuando lo estabilizan, los cirujanos continúan mientras los minutos siguientes vuelven más grande el vacío.

—El estado de su padre es delicado, coronel —informan—Para mi concepto Hong Kong es el sitio perfecto ahora.

Mueve la hoja que tengo atascada en las costillas y asiento.

—Me lo voy a llevar en la mañana.

—Los especialistas...

—Sin especialistas.

Me llevo a Rachel cuando me indican el número de la habitación, Patrick y Parker siguen en la sala de espera.

—¿Cómo esta? —preguntan cuándo nos ven.

—¿Cómo va estar? Es obvio que mal —contesta Rachel— No cuide a Reece y ahora fallo otra vez con Alex.

—Iba a pasar de todas formas —se mete Parker— Antes contó con suerte porque su decisión era una muerte anunciada.

—Váyanse —les pido arrastrando a Rachel conmigo.

—Hermano —Patrick deja caer la mano en mi hombro— Estoy para lo que necesites, recuérdalo.

Sigo caminando sentando a Rachel en la antesala que se le asigna al acompañante, un pequeño espacio el cual cuenta con un sofá, una mesa, agua y una máquina de café.

Vuelve a limpiarse las lágrimas mientras hago una revisión rápida, no nos podemos acercar todavía y estoy tan abrumado que lo único que hago es pegarme al teléfono haciendo las llamadas que necesito.

«No puedo quedarme aquí» Las horas pasan y mis planes van tomando rumbo.

—Pueden acercarse y hablarle un par de minutos —informa el cirujano— Saber que alguien los quiere y espera contribuye a que despierten.

Se hace a un lado para que pasemos, no estoy acostumbrado a ver a Alex así.

Pese a llevar años de servicio lo único medio grave que presencie fue un brazo fracturado, un milagro teniendo en cuenta que su profesión es ser piloto y en cualquier momento lo hubiesen podido derribar.

Rachel toma su mano besándole el dorso.

—Estamos aquí para ti —le tiembla la voz— Ahora y hasta que despiertes, porque vas a despertar.

Respira hondo.

—Te seguimos necesitando igual o más que hace unos días —llora. 

Le doy la espalda cuando recuerdo lo que no debo recordar.

«14 años, un cachorro ladrando en el radio» «—Soldado ¿Esta ahí?»

Rachel sigue hablando y no me permito más malas sensaciones, vuelvo a mi sitio junto a la ventana mientras Sara me llena el móvil de llamadas, pero no le contesto y termina llamando a Rachel que habla con ella por horas cuando la enfermera la saca.

—Mi coronel ¿Necesita algo? —me pregunta Tyler.

Niego enfocándome en la mujer que habla por teléfono.

—Tráele algo de comer, nos vamos en pocas horas.

—¿Qué le apetece a usted?

—Nada —le entrego el dinero.

Se va y vuelve a los pocos minutos con varios paquetes, hamburguesa, jugo, papas y fruta.

—Gracias Ty —le dice ella.

—Ya no llore más —le entrega una servilleta— Coma tranquila y tenga fe que todo va a salir bien. 

El escolta se va dejando que coma despacio mientras la observo siendo víctima del maldito imán que siempre me lleva a ella cada que me surgen las ganas de besarla, la camisa se me pega en la piel. 

—¿Qué pasa? —me pregunta dejando el jugo de lado.

Me arde la piel de la cara el dolor de cabeza no se va como tampoco se van las inquietudes «Tengo que moverme» Repite mi cerebro «Tengo que prepararme»  Miro el reloj siendo consciente de que cada minuto juega en mi contra. 

Una bolsa fría me toca la cara justo en la parte donde me abofeteo, la sujeto haciendo presión. 

—¿Necesitan algo más? —pregunta la enfermera dejando dos analgésicos en la mesita y Rachel niega dejando que se vaya. 

—No debí golpearte, lo siento —dice mirando el piso— Pero tengo mucha rabia contigo, nunca asumes el daño colateral de tus palabras y las sueltas como balas hiriendo todo el tiempo.

Mi espalda toca el sofá, no tengo cabeza para pensar en lo que dije y en lo que no. Saca la píldora del estuche metiéndomela en la boca, la dejo y me pone el jugo en el borde de los labios para que la pase. 

Baja el envase y acortar el espacio acercándome a su boca, apoyo los labios contra los suyos sumergiéndome en el éxtasis que dura segundos ya que me corta. 

—Respeta mi decisión —posa los dedos en mis labios— Se acabo. 

Me levanto dándole la espalda el tatuaje me arde por momentos y termino en el baño refrescándome la cara. 

Le pido a Dalton que recoja lo que se necesita para partir. 

—¿Me trajiste ropa de cambio? —le pregunta Rachel cuando vuelve.

—Si mi teniente, Stefan le empaco lo que pidió. 

—¿Todos estan bien? 

—Si mi teniente. 

Abraza el equipaje metiéndose en el baño, no me determina y aunque me cargue de furia ocupo el tiempo firmando los documentos que me exigen. 

Acondicionan todo en la avioneta, equipos, medicamento, sangre en caso de emergencia...

—¿Por qué no despierta todavía? —pregunto.

—Fue un procedimiento agresivo, perdió mucha sangre y esta débil...

Alzo la mano para que se calle, más carga no quiero. 

—La avioneta esta lista.

—Insisto en que debe viajar con un experto.

Lo dejo hablando solo, no voy a viajar con nadie Hong Kong es demasiado predecible, todos los sitios lo son ahora porque Phillippe puede ser de los que se sienta a planear, pero Ilenko no y es un riesgo que no voy asumir.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆  

Rachel.

El frio incómoda pese a estar bajo calefacción, las copas de los árboles están cubiertas de nieve y debo ponerle una frazada extra a Alex cuando la avioneta empieza a planear.

Miro la ventanilla confundida.

¿Planear? No estamos en Hong Kong, el tiempo y el panorama no me da, solo llevamos 8 horas de vuelo. 

Camino a la cabina y el coronel esta moviendo los controles.

—¿Por qué vas aterrizar?

Calla obligándome a sentarme cuando inicia al descenso. 

—¿Dónde estamos?

Sigue en silencio es un capullo, la brisa fría me quema los labios cuando abre y efectivamente esto no es Hong Kong.

«¡Como si a la situación estuviera para improvisar!»

Tomo el equipaje mientras Rob, Ivan, Dalton y Tyler se preparan para bajar, son los únicos soldados que vinieron. 

Acomodo la máscara del ministro, cada que sopeso su muerte me recorre un escalofrió a lo largo del cuerpo.

—Christopher, Alex necesita atención medica de primera —vuelve a ignorarme.

Cuatro hombres esperan abajo, nada que ver con la FEMF ni con Hong Kong.

Juraría que son leñadores de la zona, ayudan con el equipo, el ministro se mantiene estable, pero no despierta todavía.

Miro a todos lados en busca de una orientación, la pista está rodeada de árboles y lo único que medio se distingue es una casa a pocos metros.

Nos vamos acercando, no hay vecinos cerca solo roble macizo, Christopher sube dejando que una anciana abra la puerta dándole paso a los escoltas.

¿Una casa corriente? ¿Con Alex en este estado?

Me mantengo al lado de la camilla que suben a la segunda planta, se conectan todos los equipos mientras el coronel se mantiene en la puerta.

Alex no presenta signos de infección sin embargo me da miedo que surjan imprevistos de la nada.

¿Qué haría si se muere? 

Christopher no sé qué es ahora y el otro bando se empeña en librar una batalla de sangre, batalla de sangre que el obviamente va a corresponder.

Cierra las cortinas, me aseguro de que el ministro este bien antes de dejarlo con su hijo, los leñadores se fueron y lo único que me encuentro es una mujer de edad.

—¿Dónde me puedo cambiar?

Señala una puerta, empezó a nevar en cantidades. La alcoba es amplia predominada por una  alfombra que se extiende a lo largo del espacio. 

Dejaron mi equipaje en el sofá y tomo una ducha caliente queriendo alivianar el estrés, emoción tras emoción puede terminar en un colapso.

Estoy tan cansada que la cama me llama, pero es demasiado temprano para eso. Stefan me empaco las vitaminas y me tomo el tiempo de quedarme un par de minutos con las manos en el vientre ya que con Christopher cerca no puedo permitirme este tipo de momentos.

La herida de la pierna duele de vez en cuando, pero no cojeo tanto ya.

—Si nosotros sobrevivimos, el abuelo también —susurro como si me entendieran— Somos una familia la cual enfrenta pruebas a menudo.

Vuelvo al pasillo, la puerta de Alex está cerrada, podría tocar, pero si su hijo la cerro es por algo. 

Bajo a tomar asiento frente a la chimenea, los acontecimientos me rectifican que por mi bien un Morgan debe gobernar, los enfrentamientos me estan cansando. 

¿Qué hará Phillippe si gana?

Vengarse.

¿Qué hará Antoni si sale?

Llevarme.

Meto las manos bajo la playera, lo único que me importa ahora es la vida de Alex y mis bebes ...

Dalton entra cubierto de nieve.

—Disculpe usted mi teniente, pero nos tomamos el atrevimiento de estudiar el perímetro.

—¿Y?

—No hay mucho que ver —me informa— La nieve nubla el panorama y no vi ninguna casa cercana.

Me quedo absorta en las llamas mientras el escolta tose aclarándose la garganta.

—Teniente...

—¿Sí?

—Estamos en Red Hills.

Dejo de respirar con el bofetón que me da la noticia.

—Tómelo con calma mi teniente —dice— Sabe que por parte de nosotros nadie dirá nada. 

¿Porque un coronel tiene propiedades en una de las zonas criminales más peligrosas de Europa? o peor ¿Que carajos hace aquí en un momento como este?

Hago de cuenta que no oí nada cuando capto sus pasos en la escalera.

—Retírate —le ordeno a Dalton.

El coronel baja despacio con las manos metidas en el bolsillo, sin una pizca de tristeza, frustración o miedo, no es más que una máscara fría la cual se mantiene en silencio.

¿Que se supone que diga o alegue?

Sacudo la cabeza huyéndole a su presencia, se está tornando sádico y siniestro. Me siento al lado de Alex acariciándole la mano mientras duerme.

—Teniente James con el reporte diario —digo despacio— Los tres estamos bien, pero estaríamos mejor si te despiertas.

Mi índice repasa las facciones de su rostro.

—Comí bien ayer y hoy...—las lágrimas me llenan los ojos.

Estoy tan sensible con las hormonas y últimamente me siento tan sola. He empezado a extrañar a mis papás y me da cierta tristeza que en vez de estar disfrutando mi embarazo tenga un cumulo de miedos los cuales no me dejan dormir.

Cualquier ruido me altera, temo que si cierro los ojos encontrare un arma en mi frente o un cuchillo en mi cuello y por eso no descanso, me mantengo a la defensiva cuidándome a mí misma.

— Los radiadores no dejan que las circunstancias les quite el hambre —sigo— Mi apetito es como un hoyo negro que no he podido saciar porque sigues dormido...

Apoyo los labios en su mejilla, la sangre Morgan tiene un magnetismo el cual hace que te apegues a ellos en poco tiempo, por muy altivos y testarudos que sean. 

Me paso con Reece y ahora con Alex, el primero se ganó mi corazón con los actos y Alex...

Alex lo hizo con el mero hecho aferrarse a mi embarazo tanto como yo demostrándome que la vida es justa a la hora de recompensarte.

Suministro el medicamento que indicaron los especialistas para el trayecto. Iván sube a preguntarme si necesito algo y aprovecho para pedirle que me ayude a asear a Alex. 

—¿Es el papá? —pregunta de un momento a otro— ¿Usted y él...?

Paso la toalla por el abdomen esculpido del ministro.

—¿Temes a que sea tuyo? —devuelvo la pregunta — ¿O tener el pito chico te hace preguntar incoherencias?

—Mera curiosidad. Las empoderadas feministas son las que más se equivocan —se encoge de hombros— ¿Es el castaño que hace pasar como su amigo?

—No hagas que me equivoque con el bisturí —vuelvo a mi tarea— Le gusta cortar cosas pequeñas. 

Arropo a Alex recogiendo lo que utilice. La tormenta de nieve empeoro, parece que el calefactor no sirve y el que Christopher este fumando con la puerta de la cocina abierta no es que ayude mucho. 

—Prepare comida —avisa Tyler— ¿Les apetece?

—Yo sí, gracias Ty.

El coronel no se inmuta en abrir la boca, parece un espectro con la misma camisa ensangrentada de ayer, el cabello sin fijador, frió y perdido quien sabe en dónde.

Como despacio con la duda de que hacemos aquí, detengo el tenedor cuando ladran de la nada. 

—Ha estado rondando la casa —dice Tyler—  El pobre tiene las orejas mordidas.

Es un perro callejero color chocolate, se acerca a la puerta con el lomo lleno de nieve soltándole ladridos al coronel que se saca el cigarro de la boca.

—Largo.

Medio lo mira y el animal le vuelve a ladrar siguiéndolo cuando se aparta de la puerta. 

—Daremos una vuelta —me avisa Rob— Dalton e Iván se vienen conmigo.

Asiento, el pobre Tyler esta que se queda dormido mientras come.

—Ve a dormir —le ordeno lleva más de 48 horas en guardia.

—Gracias mi teniente —recoge los platos— Acomodaremos la habitación con baño que está en el patio.

Me quedo sola. Justificaría esto en Antoni es normal que un mafioso tenga una casa en las colinas protagonistas de varios casos criminales, pero ¿Christopher? Tiene un pasado, pero...

Hago un recorrido, tiene dos alcobas adentro y un refugio en el patio, no hay cámaras ni cobertura los radios es lo único que funciona.

La señal de televisión viene de una antena que a duras penas capta 20  o 30 canales.

Bajo al sótano moviendo cajas, si es una casa prestada a lo mejor hallo pistas del propietario.

Basura es lo que encuentro, sillas cubiertas de polvo, muebles viejos... Me voy a la caja del rincón removiendo los libros, periódicos y revistas encontrándome con una foto.

Una chica tomándose una selfie logrando una imagen de mala calidad, volteo leyendo la marca que tiene atrás.

"Extráñame"

La idea de que sea alguien especial me pone arder la boca del estómago, no la guardo, la vuelvo pedazos, que "extráñame" ni que mierdas.

Me pongo de pie cuando oigo pisotones arriba,

«Alex» Corro tomando la escalera mientras quito el seguro de la glock, abro la puerta apuntando y...

Es una mujer, está a dos pasos de Alex con una bolsa de suero en la mano y mis ojos se concentran en el arma que le sobresale del pantalón.

—Identifícate —exijo con el dedo en el gatillo. 

Se voltea haciendo caso omiso, no le importa que pueda volarle los sesos, quita las sábanas tomándole los signo mientras rodeo la cama. 

«¿Es la misma mujer de la foto?» «¿Esta casa es sede para encontrarse con putas?»

—Pregunte tu nombre —insisto y no responde— ¿No te sirve la lengua?

—El coronel la dejo entrar —me avisa Rob en el umbral. 

Bajo el arma ¿Es una de sus tantas amantes? Los celos emergen, reparándola bien si es la misma de la foto.

—Yo puedo supervisar si le apetece —se ofrece el escolta.

Los celos se disparan a tal grado que prefiero largarme abajo, Christopher no está en la casa y tampoco aparece en lo que queda de la tarde.

No me sirve el teléfono, no hay explicaciones que sirvan y mi genio va empeorando a medida que pasan las horas.

Ceno y el coronel sigue sin aparecer.

—Eres un escolta y lo dejas ir como si nada —le reclamo a Dalton— ¿Se te olvido cual es el objetivo de tu trabajo?

Camino de aquí para allá frente a la chimenea.

—No se altere —sugiere— Es dañino en su estado y no lo seguí, porque no me lo permitió.

—¿Y lo dejas? Tenías que seguirlo, aunque no quisiera.

Esto me gana, intento tener todo bajo control, sin embargo, estando o no él sigue dañándome. 

Las inseguridades el que Gema no sea la única protagonista de mis celos.

No he descansado lo suficiente, no estoy emocionalmente estable y ya ni sé que es peor; Si la cura o el veneno. Espero media hora más y nada, intentar dormir es absurdo si no despejo la cabeza.

La tormenta de nieve cesó, así que subo a ponerme una chaqueta.

—Estudiaré el perímetro —le aviso a Rob que sigue cuidando a Alex junto con la extraña. 

—La tormenta recién acabo mi teniente, puede ser peligroso. 

Dejo la sugerencia en el aire y me cubro la cabeza con la capota aventurándome en la nieve, como bien me lo dijeron no hay casas vecinas, pero si un espeso bosque frente a nosotros.

Territorio enemigo, es lo que es este sitio, no el lugar para quien se supone que trabaja para la rama de la "Ley"

Los árboles de Samán están llenos de nieve dando un aspecto terrorífico con las lechuzas que cuelgan en las ramas.

Sigo caminando preguntándome si en verdad estoy estudiando el perímetro o si estoy buscando al coronel.

Miro a todos lados cuando la penumbra me resta visibilidad, estoy tan monomaniaca que cualquier susurro o crujido me pone paranoica.

«Dios, Rachel parala ya» « ¿Qué me está pasando»

Tengo que respirar por la boca cuando mi propia ira juega contra mí, no hay casas, refugios ni cabañas... Troto entre árboles encontrándome con un puente de madera y lo cruzo casi corriendo metiéndome en otro tramo de bosque, una zona no tan densa y menos oscura.

Avanzo despacio con el arma en la mano, ya no estoy en la nada, permanezco en la cima de una pequeña colina la cual alberga abajo una imitación de coliseo con hojas de metal.

El perro que vi en la casa aguarda afuera ladrándole a los que entran y guardo el arma bajando a ver de qué se trata.

Las luces son precarias y cuelgan de los árboles. El bullicio se intensifica a medida que me acerco.

¿Qué es esto?

Las personas salen de distintas direcciones encaminándose a la entrada y no hago contacto visual con nadie es obvio que, si están aquí, es porque son joyitas del bajo mundo. 

Cruzo el arco e inmediatamente el estómago me queda en los pies al percatarme del error garrafal que acabo de cometer.

La puerta de acero trona a mi espalda cuando la cierran.

«Mortal Cage» Peleas a muerte en una jaula de metal donde solo sale un sobreviviente.

Las luces se apagan dejando el reflector en la jaula.

—¡Sangre, sangre! —exclama la multitud con billetes arriba tropezándome en busca de un lugar en primera fila.

Abren la reja dándole paso al primer peleador, un hombre lleno de testosterona la cual le hace lucir las venas como un circuito de cables.

—¡Sangre, sangre! —siguen gritando.

Entra el segundo y mi alma abandona mi cuerpo «Christopher» En vaqueros y con el torso descubierto como contrincante.

—¡Sangre, sangre! —la ovación toma fuerza y volteo la cara cuando se le van encima iniciando la tanda de golpes, su contrincante tiene una cadena llena de espinas de acero y a él le brilla la hoja de un cuchillo en la mano.

El panel de la pared está en conteo regresivo, hay golpes patadas y yo siento que el asma me va a jugar una mala pasada cuando el miedo me atropella. Aprieto el cuello de la chaqueta nerviosa...

Christopher esquiva la cadena atacando y desencadenando una ola de sangre al tajar el estómago de su contrincante con una herida que lo abre de lado a lado.

—¡Sangre, sangre!

Se vanagloria con la ovación como si acabara de matar un cerdo y no a una persona.

Ahora entiendo a mi madre a Bratt, a Stefan y a todos los que ruegan y suplican que me libere de sus cadenas, para pelear aquí hay que tener experiencia y él la está demostrando.

La jaula le da la bienvenida a otro que entra con lanza en mano la cual arroja y Christopher evade, no titubea, no piensa simplemente ataca llevándolo contra el piso sepultando la hoja en el pecho.

—¡Legión! —exclama la gente— ¡Legión!

Se pone en pie mostrándome la espalda ancha y tenso las piernas mareándome con los latidos sonoros que me retumban en los oídos.

Todo me tiembla ... Tiene... Espabilo varias veces asegurándome de que no esté viendo mal... 

Es imposible... No puede tener tal cosa tatuada en la espalda.

Dos cabezas de serpiente mostrándose los colmillos y en la mitad las dos letras... Las dos letras de mi sueño, las dos letras de la predicción en París...

MM.

Se cierran los paneles de la jaula dejándome en estado catatónico mientras busco la salida con las rodillas temblando sin detenerme a mirar a quien tropiezo, mis pulmones exigen aire fresco...

—Abre —le ordeno al hombre de la entrada.

—Pago —responde— 10 mil dólares en efectivo.

Entre tan rápido que no vi el letrero que anuncia la tarifa.

—10 mil dólares en efectivo —repite el hombre.

Si no cargo una libra mucho menos 10 mil dólares.

—No tengo dinero —soy sincera.

—¿Donde dice que el espectáculo es gratis?

Me empuja, su altura es dos veces la mía, vuelve a empujar devolviéndome tres pasos.

—¡Responde ramera!

—¡No me vuelvas a tocar! —amenazo furiosa.

Embarazada detesto que me busquen contienda, hace caso omiso lanzando otro empujón que me deja contra el pecho de dos hombres.

—¡Ábreme la puerta! —vuelvo a exigir.

—Mátenla atras. 

Sacar el arma no tiene sentido, hay más de cien como ellos, decir que soy una teniente es peor.

—Sabes qué déjalo así, salgo con... —no quiero decir el nombre— Con el que gano la pelea.

Su aliento me asquea cuando me habla directamente en la nariz.

—Vas a salir con uno de los asesinos, tú que no tienes ni para pagar la salida... —me dice— ¿Eres prostituta?

—A lo mejor —respondo— ¿Donde esta?

—Quiero ver eso, porque si el no responde yo cobrare.

Tira de la capota de la chaqueta llevándome con él a otra división con una jaula más pequeña y con menos público. 

«Pelea» Se alzan los billetes y agacho la cara cuando escucho su nombre o como sea que se llame aquí.

—¡Esta ramera no tiene con que pagar y dice que va a salir con Legión! —avisa el que me trajo dejándome frente a otro grupo de sujetos.

Una gota de sangre me alcanza a salpicar la mejilla con el fin de la contienda, meto las manos en la chaqueta mirándome los zapatos cuando abren las rejas. 

Ya no lo reconozco, se supone que es un coronel, que es el hijo del máximo jerarca de la FEMF, un candidato a ministro, pero helo aquí matando por diversión.

Los pies descalzos quedan frente a los míos al igual que el torso sudoroso.

—¿Tu puta? — le pregunta uno de los sujetos.

Me alza la barbilla.

—Mi mujer —contesta tajante.

Los ojos son más negros que grises, nunca ha tenido una belleza inocente o empática como Bratt o Stefan, él denota arrogancia, soberbia y seguridad, pero ahora... Ahora no demuestra más que sadismo.

Apoya los labios contra los míos besándome con delirio posesivo dejando las manos en mi cadera, está enojado, puedo sentirlo en la vehemencia de la lengua que choca con la mía, en el poder que exuda acojonandome en acto, enviando una advertencia a mi cerebro la cual grita:

"Es peligroso"

Me rodea los hombros con el brazo guiándome no sé a dónde y no pregunto, es como si mi inteligencia o sentido común supiera que este Christopher es malo incluso para mí.

Empuja una puerta, sigo con las manos dentro de la chaqueta y el vuelve a besarme bajando el cierre deslizándola por mis hombros, su mano derecha se envuelve en la parte superior de mi cuello antes de llevarme contra la mesa llena de cuchillos.

Está agresivo oigo como el corazón le retumba volviéndome pedazos la playera

—Tranquilo —me abro el pantalón en este estado la ventaja es suya.

Saco los zapatos rápido deslizando el vaquero quedándome en bragas y sostén, tiene que ser suave o... Toma las tiras acabando con la tela antes de sacar el miembro que emerge con una erección de campeonato.

—Nena... Estoy tan duro...

Acomoda el brazo bajo mi rodilla alzándome la pierna, esta tan hinchado que me arrebato un gruñido cuando entra sin condescendencia, el sexo agresivo con Christopher es como si me sometiera a una pelea cuerpo a cuerpo, por lo brutal, por lo bárbaro.

El falo tibio se desliza chocando una y otra vez en tanto mis manos se apoyan en su pecho queriendo controlar las arremetidas salvajes que mueven la mesa.

—Por favor despacio...

Mi cuerpo le corresponde, independientemente de lo que desee tengo sentimientos hacia él, sentimientos que no se disimulan en momentos como este, los dedos se me clavan en la piel con la fuerza que ejerce. 

Los cuchillos quedan en el suelo cuando barre con ellos apoyándome en la madera, mis piernas abierta le dan vía libre en mi canal con estocadas que demuestran la misma violencia que presencie afuera.

Crudo, tan crudo que se derrama en mi entrada a propósito con el único fin de esparcir la humedad a mi otro canal y esta vez sí procuro alejarlo, pero me tiene bajo su yugo con la posición, con el agarre firme que maltrata la piel de mis muslos.

—No me gusta así...

Ladea los labios en una sonrisa, sabe que sí, que en un momento fue un NO, pero después obtuvo dos si y él no se mide por ninguno de los dos lados. 

Baja la corona del miembro y  mi carne se abre dándole paso a la virilidad dura y palpitante.

—Joder, que culo tienes, nena...

Es demasiado grande y emana demasiada potencia, demostrar que lo disfruto es un mal para mi así que solo dejo que me lleve contra él tornándome seria tratando de fingir que él placer es solo suyo, aunque no sea así.

Aunque su miembro se conecte con todas mis neuronas poniéndome los senos pesados, pese a que la piel me cosquillee volviéndome esclava del sexo salvaje que me vuelve una tonta sumisa. No quiero correrme, no quiero soltar el orgasmo.

Mi mano envuelve su brazo cuando clava los dedos en mis caderas dándome más fuerte, no hay dolor, hay placer como cuando me folla el coño y es inaudito que su tamaño logre eso sabiendo que está más que diseñado a lastimar.

—Córrete —me pide — Mójame.

Órdenes y ordenes que le inflan la virilidad volviéndolo más dominante, más posesivo, lucho conmigo misma «NO PUEDO AMARLO» Tengo que dejar de quererlo, romper este pacto y este vínculo.

Su mano viaja a mi mandíbula apretándola con fuerza mientras las venas se le dibujan en los brazos.

—Mírame y córrete —ordena desatando el squirt que sale a en cantidad humillándome de la peor manera al rectificar que, aunque mis intenciones sean otras mi cuerpo sigue muriendo por él.

Sale y tira de mis brazos dejándome a su altura apoyando mis labios contra los suyos besándome solo como él sabe. Lo bueno puede ser bueno al punto de rayar a lo maravilloso, pero a veces no es suficiente.

En ciertas ocasiones el diablo con sus trucos ofrece más gloria que Dios.

Me visto rápido cuando se aparta. Temo tanto a mi futuro a que en verdad la única solución a esto sea la muerte.

—¿Qué significa lo que tienes en la espalda? —pregunto.

Calla abotonando la pretina del pantalón.

—¿Qué es MM?

Abren la puerta y cierro la chaqueta cuando entra el sujeto que preguntó si era su puta.

—Todo tuyo —extiende una bolsa de lona y Christopher me mira indicándome que reciba.

La bolsa se siente pesada y al tacto se sabe que son fajos de billetes. Dinero sucio de sangre.

—Esta es tu casa, vuelve cuando quieras.

Abrazo la bolsa con el brazo de Christopher alrededor de mi cintura sacándome del sitio, por obligación se debe pasar por una pequeña multitud y no se aparta, mantiene el brazo en el mismo punto mientras lo ovacionan como si fuera algún boxeador y como quisiera que lo fuera, pero no, el padre de mis hijos es algo muy diferente a eso.

Ninguno de los dos abre la boca durante el camino, lo único que distrae son los jadeos que suelta el perro que nos persigue. Se me enciende el cólera con la mujer que lo espera en la entrada de la casa.

La misma de la foto y la misma que estaba cuidando a Alex.

—Entra —demanda el coronel.

Se queda con ella y dejo el dinero de lado cuando subo.

Me aseguro de que Alex esté bien antes de ducharme en mi habitación, dejo que el agua me empape la cabeza y me seco el cabello envuelta en un albornoz,

Christopher sigue hablando con la mujer que "Oh sorpresa" Si tiene lengua, le habla cerca y de un momento a otro se deja abrazar.

No lo tolero y prefiero quitarme, tengo el tatuaje estampado en las pupilas ¿Por qué lo tiene?

¿Y si es una advertencia?

Si de algo estoy segura es que no está dispuesto a alejarse, siempre me subestima, siempre cree que no soy lo suficiente fuerte y con lo que vi hoy, con lo que me demostró ayer...

Llevo las manos a mi vientre, Christopher ya no tiene ni una pizca de humanidad, se case o no va a preferir mi cuerpo por encima de todo.

Meto los pies en una tanga de hilo, echándole un último vistazo a la ventana antes de acostarme.

Siguen hablando y en vez de enojarme más prefiero meterme a la cama por el bien de mis hijos. 

Sin pijama, en pantis, solo me arropo con el cobertor. 

Cierro los ojos al poco tiempo vuelven las fantasías, los sueños que no se van pese a saber que son mi propio cuchillo.

«¿Quién en su sano juicio seguiría teniendo fantasías con Christopher como si no pasara nada?» Por eso quiero alejarme, porque es enfermizo. 

La boca tibia apoya los labios en mi frente perpetuando las manos en mis senos, la lengua persuasiva entra en duelo con la mía antes de bajar por mi barbilla y lo incito ondeando la pelvis excitada por su agarre, por su hombría.

Manda la mano a mi sexo corriendo la tanga y...

Vuelven a besarme, abro los ojos y literalmente tengo una boca sobre la mía y una mano en mi canal.

—Nena... —su jadeo calienta mi mejilla— Hasta en tus sueños me deseas.

Se cierne sobre mí oliendo a loción de baño, desnudo y sujetándome las manos.

No hay sabanas, telas ni barreras, estoy abierta con su erección contra mi tanga contemplando el físico del hombre más ardiente del planeta.

La cara le basta para verse como un ser de otro mundo. El gris caótico de los ojos, el rostro que alberga facciones únicas.

Paseo los ojos por el pecho desnudo y los brazos que denotan hombría por donde se le mire.

—Bájate —digo con un hilo de voz y me calla con un beso húmedo y feroz en tanto mantiene mis muñecas contra la almohada saliendo de la cama.

—Nena —vuelve a susurrar— Ven y préndete.

Me sienta recogiéndome el cabello con una sola mano.

—¿Quieres nena? —pregunta suave— Dime ¿Te gusta? 

Eriza mi piel con el tono sensual que se le escapa, si su voz es sexy en medio del éxtasis es un estimulante capaz de matar a cualquiera, se apodera de mi cabeza poniéndome al limite. 

Se endereza pasando la punta húmeda por mis labios

—A mi si me gusta —confiesa con firmeza— Me gusta que me la chupe mi nena, mi mujer.

Busco paz en el infierno, él no está pidiendo está demandando y ya hay que reconocerlo. Su voluntad me tiene secuestrada al no respetar mi decisión de alejarme.

Christopher fuerza las cosas así la contraparte este agonizando, sabe que quiero recuperarme, salir invicta pero me ata con grilletes pasionales que no me dejan huir. 

Arrastro las manos por las piernas desnudas pasando la lengua por la V que se le marca en la cintura, dejo que meta la polla en mi boca controlando los gemidos que emite mi garganta. 

Lo amo, pero soy su esclava, una prisionera embarazada de uno de los peores villanos que se me pudo atravesar. Contengo la arcada que desencadena el tamaño al llegar a mi limite, va entrando y saliendo mientras mis manos ahuecan sus testículos acariciándolos con suavidad.

No se corre, me devuelve al colchón, arrastro los codos ubicándome en la almohada y me pone de espaldas corriéndome la tanga follándome en dicha posición, los testículos me rozan con cada estocada, la gruesa cabeza toca mi punto G y su aliento se perpetua en mi espalda mientras jadea.

Gruñidos varoniles de un hombre que es insaciable.

—Nena, dilo...

Hundo los dedos en la almohada, lo quiero con mi vida, pero no se lo voy a decir, tiene que olvidarlo y yo tengo que dejar de amarlo.

Las palabras tienen poder y por ello estamos aquí, porque mi te amo lo tiene en un estado de hipnosis y él no sabe que es esa palabra.

Follamos tan bien, somos tan únicos, tan ardientes que confunde eso con amor y no es así. Amor es lo que yo siento por él no lo que el siente por mí.

Sus dedos entran en mi cabello despejándome los hombros y la cara.

—Dilo —reitera suave— ¿Me amas?

Palabras que buscan dominio y sumisión, mi mente se las grita, pero mis labios lo callan, cambia la posición quedando sobre mí, cada que lo hacemos así lo siento más cerca sentimentalmente, ahueca la mano en mi mejilla y mete la otra bajo mi espalda uniéndome a él como si fuéramos uno.

—Lamento no estar ahí cuando te golpearon —besa el rastro de los golpes — No fui una armadura esta vez...

La punta de sus dedos recorre mi piel intensificando el efecto de sus palabras.

—Si por eso no quieres decirlo lo entiendo, pero mi promesa se mantiene, nena —ondea la pelvis— Conmigo estás a salvo, sin embargo, necesito que lo digas.

Las lágrimas se apoderan de mis ojos y a diferencia de Antoni no las lame, las limpia frotando su mejilla contra la mía, reiterando que el cielo se ve pequeño si lo comparo con lo que siento por él.

—¿Qué soy? —insiste.

—Nada. 

—Rachel...

Las estocadas se tornan violentas, fuertes y bruscas mostrándose como es.Lo suyo es egoísmo, se niega a que me aleje porque me quiere solo para él, quiere que respire y viva por él para así tener mi cuerpo cuando quiera.  

Querer cambiarlo es como rogarle al Dios que vuelva a convertir al diablo en un ser celestial. 

Los seres que tengo en el vientre si merecen ser llamado ángeles, aunque su padre sea todo lo contrario. La mano que estaba en mi espalda sube a mi cabello tensándolo con fuerza, su polla empuja, mi coño lo aprieta despertando la agonizante llegada del éxtasis, el orgasmo que me fuerza arañarle la espalda.

Deja mi cuerpo libre cayendo a mi lado y soy la que le da la espalda, pero su egoísmo no me suelta, sube la pierna sobre mis muslos deslizando la mano desde mis senos hasta mi abdomen y en vez de bajar más la deja quitándome la movilidad.

—Mis tatuajes son una representación de mis pesadillas.

Habla y hubiese preferido que mantuviera la boca cerrada.

—Me las tatuó para que queden como medallas en mi piel después de destruirlas.

Cierro los parpados sin contestar, hago caso omiso a lo que dijo, no puede dañar lo que desconoce, sin embargo, queda el sinsabor de que lo que es un sueño para mi sea una pesadilla para él.

Duermo después de muchas noches, Morfeo toca a mí puerta dándome el descanso que necesitaba, siento sus brazos sobre mí, el sube y baja de su pecho cerca de mi espalda.

Tengo presente a Alex en mi subconsciente, pero estoy tan cómoda que no quiero moverme. El calor que sentía en la espalda ahora lo siento en la mejilla y la palma de mi mano palpa el torso musculado que tengo abajo cada que la muevo.

—Mi teniente —tocan la puerta «Dalton»— ¿Se encuentra bien?

—Si —contesto somnolienta.

«¡Estoy embarazada doblemente, entiendan que puedo retrasarme unos minutos en la mañana!» 

Mentira, en la milicia puedes acabar de perder el puto pie y nunca será excusa para llegar tarde a la labor.

Miro el reloj de la mesita entendiendo porque vino a preguntar, no son las siete de la mañana, es medio día. Dormí más de 9 horas seguidas, me levanto y Christopher no se despierta ni con el sonido de la ducha.

Tengo un cargo el cual debe dar el ejemplo, paso por la habitación de Alex, pero ya se me adelantaron, la misma mujer de ayer está suministrando medicamento.

—Perdone la imprudencia —Dalton me entrega fruta picada hablando despacio— El ministro nos ordenó que comiera antes de las 8 y falta poco para la una.

—Gracias. Detesto cocinar por eso papá siempre me pagaba una empleada.

Extraño la comida de Stefan, la cocina y yo no somos amigas y de los escoltas tampoco.

—Estudiaremos el perímetro —los escoltas se preparan e Iván me deja un vaso de jugo de naranja.

—¿Es Dalton? —pregunta antes de irse.

Meto una fresa en mi boca moviendo el índice para que se acerque.

—Que quede entre nos, pero tienes razón —hablo bajito— Lo oculto porque me avergüenza, pero es del drogadicto sin empleo de Belgravia.

Se aparta arrugando las cejas.

—No le creo.

—Para que veas que las mujeres hacemos pendejadas —me como otra fresa— Sobre todo yo.

A diferencia de Tyler, Rob y Dalton este casi siempre está ausente cuando Christopher se pone intenso.

 Se marcha dudoso y sigo comiendo, dormir bien me tiene despejada, aunque la paz dure poco ya que el coronel baja pasándose las manos por el cabello acompañado de la "Curandera" O lo que sea que está tratando a Alex"

Dejo el cuenco de lado acercándome a la nevera, están a pocos metros hablando frente a la chimenea.

—Si lo matamos ahora serias el principal sospechoso —dice ella— Con su líder de campaña fue fácil, pero hay una rivalidad entre ustedes la cual juega en tu contra.

¿Mató al líder de campaña de Leonel?

—En Hong Kong desplomaron cuatro edificios —sigue— Te estaban esperando esta más que confirmado, fue un ataque masivo con proyectiles de alto impacto.

—¿Quien estuvo a cargo? —pregunta Christopher. 

—Asparuj Bakalov —responde ella— Es el antonegra favorito de Ilenko ¿Procedemos?

—Con él no, con la familia —contesta el coronel— Uno por día aumentando el nivel de crueldad, ya sabes como es no tengo que explicarlo.

—¿La mamá es de edad? ¿También?

—Todos dije, y largo —demanda.

 ¿Qué hay del coronel de hace tres años? ¿Ya era así? Salgo cuando la chica se va y mi presencia es tan notoria que él se da la vuelta con los brazos cruzados.

—¿Que medidas se estan tomando cuando la familia no esta liada con el negocio? —indago— Investigar no hace parte de tus ordenes o ¿Si?

Avanza un paso quedando frente a mí.

—Las consecuencias son granadas que al provocarlas estallan arrasando con lo que se atraviese —contesta— Mal por él si su hijo, madre o abuelo no sabia que era mafioso y por ello tienen que morir...

—Atacas y te juntas con ellos, tienes propiedades en su terreno...

—Llevas tres años pensando que Antoni e Ilenko me ven como su igual ¿Solo porque soy un coronel? ¿Por qué soy el hijo del ministro? —indaga— ¿Cuántos coroneles tiene la FEMF? ¿Esos han surgido como yo? 

No tengo respuesta.

—La astucia, el procedimiento militar, las mafias que he tumbado es porque pienso como ellos y ellos lo saben —da otro paso adelante— Son conscientes que a la hora de elegir yo soy tan cruel como los líderes de los clanes, por ende, año tras año me voy volviendo más fuerte.

—¿Matando gente en una jaula por diversión? —espeto— Entiendo tu ley de ojo por ojo, pero lo otro... 

—Esto no es de ahora es desde que tengo 17 —aclara— Entrenamiento y terapia en un mismo nombre. Recuerdas la vez que te deje plantada, fue por esto.  

Callo. 

—Si, en la milicia el respeto se gana con medallas acá es con miedo —me suelta— Yo demuestro mis capacidades en ambos lados, no me importa porque no me escondo detrás de un escritorio yo les muestro en vivo que con o sin uniforme puedo atacar, a puños, a cuchillo, fusil lo que me pongan da igual.

Se pellizca el puente de la nariz.

—Soy el único miembro de la milicia que ha acabado con un sin fin de criminales de aquí y aun así no se atreven atacarme, pese a que estoy en su propio terreno —continua— Y esto lo logro siguiendo mis reglas. 

—Gema es un payaso en tu campaña —reconozco— ¿Rostro humano que amortigüe tu crueldad? Jamás. 

Me dedica una sonrisa de medio lado. 

—Nadie va a contener lo que se avecina y eso puedo jurártelo —asegura. 

—El ministro despertó —grita Rob en la alcoba— Quiere levantarse.

Corro arriba hallando al ministro sentado en la cama aferrado al brazo de Rob buscando la manera de levantarse.

—¿Cada cuánto estás comiendo? —indaga sacándome una sonrisa cargada de lágrimas.

—Acuéstate, no puedes levantarte —me apresuro a su sitio.

Logra ponerse de pie apoyado en el hombro de su escolta.

—Alex, no seas terco...

Me ignora cuando Christopher entra y le ordeno al escolta que se retire, Alex se apoye en mí. 

«Hay gente terca y esta familia»

—¿Sorprendido, coronel? —jadea el ministro.

Se nota que está haciendo un gran esfuerzo.

—Da igual —se acerca detallando su estado— Ya estoy acostumbrado a que trunques mis deseos.  

Se da la vuelta para irse y Alex se queja extendiendo la mano sujetándolo del brazo.

—No se lo voy a decir a nadie —le dice.

El coronel repara el agarre de su padre moviendo la manzana de adán pasando saliva y Alex lo trae contra él con la poca fuerza que tiene abrazando a su hijo que tarda en corresponder, pero en ultimas cede olvidándose de la herida.

Un abrazo en silencio entre dos hombres que día a día libran una batalla de ego y orgullo.

La advertencia de "Cuidado" se me queda atascada en la garganta con la fuerza del coronel. Alex se suelta y Christopher da un paso atrás reparando la venda manchada.

—Estaba así —dice Alex — Ahora lárgate que sigo cabreado por lo de la mansión.

Lo siento en la cama, le lastimó la herida, él nunca se mide nunca piensa,  es como un ser primitivo.

—¿Cómo están mis nietos? —pregunta Alex cuando se cierra la puerta.

—Bien, pero se invirtieron los papeles —acomodo las almohadas— Ahora me toca cuidarte a ti.

Le subo las piernas antes de soltar las vendas.

—¿Juego de roles como bienvenida? —inquiere— ¿Padre e hija? ¿Enfermera paciente?

—¿Curandera e indio herido? —bromeo— ¿Motivadora de aquellos que la vida les da una nueva luz?

Mete un mechón de cabello tras mi oreja.

—¿Cualquier prefieres?

—Mamá de mis nietos —dice haciéndome feliz— Es el único que me apetece.

Posa la mano en el centro de mi vientre.

—¿Segura que están bien? ¿Te estas tomando las vitaminas? 

—Si —lo tranquilizo posando mis manos sobre las suyas— Sin embargo, agradecería señor que nos evite este tipo de sustos.

—¿Me está regañando, teniente? —dice en medio de jadeos. 

—Regañando, no exigiendo.

Trata de reírse, pero no puede.

—El espíritu de tus nietos se está apoderando de mí.

Busco vendas limpias, quito las manchadas y efectivamente, dos puntos sueltos.

—Cuando estire el brazo.

—O cuando él no midió la fuerza bruta que se carga, veré que puedo...

Detiene mi mano.

—No hagas eso.

—¿Qué?

—Recalcar lo inhumano que es, sacar cosas en cara es una mala cualidad, pero por ser así sobreviviste dos veces —se le corta la voz— Te apoyo a ti, pero también tengo que apoyarlo a él.

Callo antes sus palabras cuidando de la herida.

Paso la tarde con él contándole detalles, Sara es la protagonista de sus preguntas. Lo aseo y lo ayudo a comer el menú balanceado que prepara Iván.

Insiste en que busque la manera de contactarlo con Sara, pero por más que lo intento no logro encontrar cobertura. Christopher no vuelve a la alcoba y tampoco se mantiene en la casa. 

—Comete todo —advierte Alex— No veo que esté muy equilibrado ese plato.

—No puede estar hablando tanto.

Terminamos y enciendo la tele dejando que vea las noticias que toma la antena, no es mucho lo que ve ya que el medicamento para el dolor lo pone a dormir.

Me quedo viendo las ultimas noticias, el atentado en el hospital de Hong Kong, lo cambio para no estresarme,  termino dormida y para cuando despierto es la una de la mañana.

Salgo de la cama yéndome a mi alcoba, me coloco la pijama, pero el hambre impide que me acueste.

Quiero... Me saboreo los labios, algo grasoso y crujiente... Pollo frito.

El estómago me ruge de solo saborearlo. Bajo a la cocina, la chimenea sigue encendida calentando la casa y abro la nevera moviendo los paquetes.

Por suerte hay una pierna de pollo y un paquete de patatas listas para freír. Preparo todo dejando que el aceite alcance la temperatura adecuada mientras condimento el pollo, en un lado frió las papas y en otro la pierna.

No dejo de salivar, me sirvo jugo mientras va tomando el dorado perfecto, frió más papas y saco la pierna colocándola en una toalla absorbente.

Volteo a dejarlas y termino dando un salto con Christopher apoyado en la madera con una cerveza en la mano.

Lo ignoro volviendo a lo mío, pese a estar de espalda sé que me está mirando. Saco las papas ni la comida de Stefan la había deseado tanto como esto, vuelvo a la barra y...

No hay más que servilletas empapadas de aceite.

Sin exagerar me dan ganas de llorar con las expectativas que se rompen como un viejo jarrón de cerámica.

—Ahí había una pierna de pollo —reclamo con el plato en la mano— ¿Dónde esta?

Se inclina la cerveza.

—¿Dónde está el pollo?

—¿Por qué me preguntas a mí? —responde serio— El perro acabo de salir ve y pregúntale a él.

Las papas recaen en la madera cuando la ira me pone a burbujear la sangre.

—¿Me estás viendo la cara?

Se aleja de la barra dejando la cerveza a la mitad.

—Medícate.  

Se larga y siento que me sale humo de las orejas, humo que se convierte en una hoguera cuando lo veo alzar mi PRESA DE POLLO tragándosela como un muerto de hambre.

No camino, corro alcanzando la mano que se lleva a la boca arrebatándole la presa.

—¡No te comas mis cosas maldito hambriento! —lo llevo contra la pared inmovilizándolo con el brazo— ¡En tu vida vuelvas a meterte con mi comida!

Siento que por poco pierdo la vida.

—Oye es un trozo de pollo...

—¡Es el único que hay!

Respiro hondo volviendo a la cocina, por suerte solo fue un mordisco y la pierna esta grande.

La muerdo saboreando cada milímetro dejando que una horda de paz me recorra el cuerpo...

«Solo los bebés el pollo y yo, el equipo perfecto»

—¿Dices que tienes dos amigas psicólogas? —comentan en la entrada.

—¿Sigues aquí?

Se posa a mi lado y me vale un pepino que sea el amor de mi vida, que venga de matar gente. El pollo lo es todo ahora.

—¿Es normal que comas con lágrimas en los ojos?

—Estoy sensible —me atiborro de papas— Si no vas a ser de utilidad ten la amabilidad de devolverte que quiero comer mi comida sin que un psicópata me merodee.

Toma mi muñeca mordiendo la presa.

—Tengo hambre —dice— Dame la mitad.

Le meto una papa en la boca y tuerce la cabeza mordiendo el pollo conmigo, le doy otra papa antes de tragarme cinco.

—Tu parte es la de allá —le digo

—Pero le estás dando la vuelta, no seas glotona.

Chupo el hueso que queda mientras el acaba con las papas, me limpio los dedos con una servilleta bajando todo con zumo de naranja y el con cerveza.

Nos quedamos mirando el plato, pasada la euforia vuelven a surgir las necesidades, preguntas y perjuicios. Si se aparece hasta ahora es fácil de deducir de dónde viene, tiene el cabello húmedo ¿Dónde se bañó? ¿En un motel?

—Tengo frió —frota la barba en mi mejilla.

Busco la manera de bajarme del banquillo, pero el agarre fuerte de sus brazos me lo impiden.

—Mi casa, mis reglas, Rachel —la erección me maltrata la espalda.

Inclina mi cuello buscando mi boca dándome vuelta hasta que me bajo y termino avanzando con sus labios contra los míos, se impacienta y de un momento a otro me toma de la cintura alzándome y dejando que mis piernas lo rodeen.

Cae sentado conmigo en el sofá sin dejar de besarme, a duras penas me da espacio para quitarme la pijama.

El Christopher que conocí no me miraba como este, si habían miradas lascivas, pero ahora combino eso con lujuria excesiva.

Si me veo en el iris de Antoni puedo sentirme en parte poderosa porque me idolatra, pero Christopher exuda poder, control, dominio.

Baja la mano por mi garganta deslizándola por el canal de mis pechos, toca el piercing y las deja a ambos lados de mi cintura.

—Mía —dictamina detallando cada milímetro de mi cuerpo. 

Recorre mi espalda y la noche se resume en eso, sexo, sexo y sexo en el sofá, en la cama y en la ducha a la mañana siguiente duerme conmigo hasta tarde y mi me hace ruido el tatuaje, no me imagino nada bueno cuando lo veo porque él se esta desatando como le place.

La FEMF esta marchando a mil bajo sus órdenes desmantelando todo lo que que le quite ventaja al enemigo. Puede imponer orden, miedo, respeto, pero todo en exceso es perjudicial y si toma el control en esto modo habrán consecuencias. 

Me mantengo en mi decisión, no es lo que me conviene, lo adoro, sí, pero no puedo seguir actuando como lo que no somos, no puedo seguir alimentando mi idolatría  primeramente porque me daña y cuando volvamos va a volver con Gema y eso es algo que me amarga la existencia.

Alex va mejorando, ya camina por la alcoba, no le duele tanto la herida y se la pasa haciendo preguntas.

¿Comiste? ¿Hace cuánto? ¿Descansaste? Ve y duerme. Me manda a dormir sin saber que mi sueño solo llega cuando su hijo está a mi lado.

Cada candidato está en su central natal esperando la respuesta de Alex y Olimpia ya que se están tomando decisiones otra vez.

—¿Vas a arriesgarte a seguir? —le pregunto.

—No es peligroso, lo más probable es que los candidatos se revelen y todo termine en tragedia —se bebe el té que le preparó Tyler— Por otro lado Christopher impuso una dictadura recalcando que su gobierno no tendrá compasión con nadie.

—Eso es lo de menos —contesto— No has visto nada.

—Lo he visto todo ¿Crees que un ministro no sabe los pasos de su hijo?

Guardo las palabras.

—Mi padre era igual junto con Thomas, Christopher solo los está superando —continua— Hay veces que ser noble no es suficiente, teniente la nobleza también es sinónimo de debilidad.

—Pero tu hijo es como la profecía que promete acabar con el mundo.

—Probablemente, pero como ya lo dijo son ellos o somos nosotros y no me queda más alternativa que seguirlo.

Me quedo pensativa si se retoman las elecciones hay ciertos puntos que han empezado a interesarme.

—Olimpia siempre te ha dado apoyo desde Washington ¿No? —pregunto.

—Si, viaja a Londres cuando se requiere ¿Por qué? 

—Curiosidad.

—¿Quieres vivir en Washington?

—Pueda que si y darle realmente un aire humano a todo esto  —contesto— Pueda que Gema tenga buenas intenciones, pero eso de las fundaciones y ayudas no sirve de nada en la guerra que se va armar con el montón de clanes.

Dejo las sábanas en el closet. 

—Voy hacerlo, no pierdo nada y gano mucho —digo— Entre ser capitana y tener que cuidarle el culo hay una gran diferencia siendo viceministra con derecho a opinar, aportar y definir. Si se siente con poder siendo coronel no me quiero imaginar cómo se va a comportar siendo ministro.

—El viceministro es un apoyo aunque este lejos y para que el candidato lo escoja se debe tener la certeza de que le sumará votos —explica— Oí que a Thompsom le gustaría postularse. 

—A mi la prensa me lo ha preguntado ¿Tu que piensas? —le pregunto.

—El mundo es de los que se e imponen en la mesa —me dice— A mi ya no me importa que cuides a Christopher, me interesan mis nietos y pueda que se oiga feo, pero los Morgan son grandes Rachel, nos llevamos el orgullo de decir que venimos de los mejores.

—¿Y yo no lo soy?

—Se más, no dejes que mis nietos sean la excepción.  

Lo dejo con un libro y bajo encontrándome con Christopher abajo.

—Abrígate que vamos a salir.

Voy por la chaqueta sin preguntar, se pone una gorra y deja que lo siga a la carretera, tiene una camioneta de llantas grandes estacionada. 

Se pone al volante conduciendo cincuenta minutos en carretera congelada, entramos al pueblo y se estaciona en el supermercado entrelazando mis dedos con los suyos cuando bajo.

—¿Tienes frió? —se detiene a besarme la boca — Este pueblo es un puto congelador.

«Dios, ayúdame por favor»

Entramos al establecimiento y tomo un carrito siguiéndolo por los pasillos.

—¿Qué vas a llevar?

—Comida —alza los hombros — Escoge yo no hago compras de este tipo de cosas.

Escojo enlatados, pollo, quesos, pan, carne más pollo. Echo lo que se requiere mientras avanzamos, meto jabón para la ropa reparando con disimulo a las amas de casa que detallan al coronel, creo que ni en los supermercados de Londres se ven hombres así.

—Oh perdone —una chica choca el carrito con un coche de bebé.

—Descuida.

Le sonrió a la bebé.

—Los pasillos son estrechos —un hombre gordito abraza a la chica, tiene a otro niño sobre los hombros y este le está jalando el cabello.

La típica familia que sale hacer compras juntos, aparto el carro para que puedan pasar y no sé porque me quedo mirando como escogen cosas juntos.

Creo que con Bratt o Stefan hubiese sido así, una rutina de todos los meses siendo padres amorosos los cuales no les importaría dejarse tironear el cabello, soportar los berrinches perdiendo el estilo en el proceso.

Vuelvo a la realidad cuando el coronel se acerca con espuma y cuchillas de afeitar.

—¿Es todo? —me pregunta.

—Si.

Hacemos la fila y la familia espera detrás de nosotros, me es inevitable no hacer comparaciones. El sujeto de la chica le habla pequeño a la niña del coche, miro a Christopher que parece un modelo de Armani, alto con la espalda recta y los brazos marcados.

El hombre tiene una manilla tejida como las que usa Stefan, Christopher tiene una esclava de oro blanco.

—Francis —el niño se pega a la pierna del coronel y este no gasta tiempo mirándolo.

Es el tipo de ser que vez y por más que quieras no te lo imaginas hablándole lindo a un bebé. Sacudo la cabeza, hasta el líder de la mafia es más empático ya que según Luisa idolatra a sus hijos.

Me toco el abdomen con disimulo mientras pone las cosas en la caja «Con Alex y mi papá estarán más que consentidos»

Con una mano sujeta las bolsas y con la libre vuelve a entrelazar mis dedos con los suyos llevándome a la camioneta, acomoda todo atrás, recorre la plaza del pueblo dando la vuelta y vuelve a estacionarse a los pocos minutos.

Bajo junto a él frunciendo las cejas confundida al ver el letrero.

—¿No te gusta el cine? —me pregunta.

— A todo el mundo ¿No?

Aguardo mientras compra las entradas. No es que sea la gran cosa ya que esto es como un pueblo de paso tampoco es que haya mucha gente, de hecho, solo está la de la taquilla y la de la confitería.

Estoy un poco confundida ¿A que va esto?

—Nena —chasquea los dedos frente a mis ojos— Te están preguntando qué quieres comer.

—Nada.

Me lleva a un lado buscando privacidad.

—¿Te gusta más en modo patán? —empieza— Pelear y pelear para luego terminar en la cama porque siempre terminamos uno encima del otro y bastante que has gemido sobre mi pese a estar molesta, toxica o como lo quieras definir.

—Soy un ser humano.

—Dormir sobre mi pecho, tocarme, besarme en medio de sueños, soñar conmigo ¿Qué es? —me encara— Sentir celos, estar a la defensiva cuando otras se me acercan ¿También es de seres humanos?

Evito mirarlo.

—Ya madura y trátame como lo que soy —posa la mano en mi cintura hablándome al oído— Si fuéramos amo y esclava alquilaría una cabaña y te encadenaría para follarte día y noche con un grillete en cada pie para que estés lista cada que me apetezca.

Respiro hondo.

—Hay una cabaña a pocos kilómetros, así que anda —sigue— Es blanco o negro, pero gris no.

Es estúpido decir que no lo he disfrutado y tampoco es que sea un hombre de bromas como para tomar lo anterior como chiste.

Toco su pecho subiendo hasta su nuca, baja la mano a mi cintura y ladea la cabeza dejando que lo bese.

¡Tonta! Lo he besado miles de veces y no dejo de sentir la misma opresión en el pecho cada que lo hago, pasea la mano por mi espalda dejándola en mi trasero.

—Palomitas acarameladas estaría bien y soda —le digo.

—¿Qué más?

—Chocolates —toco las placas que le cuelgan en el pecho— Que las palomitas sean grandes.

—Vale.

Me suelta perpetuando la conmoción, que mis hijos me perdonen por amar a su padre como lo amo, pese a que es un peligro para ellos.

Entramos a la función, solo hay una pareja, nos acomodamos en las sillas de arriba y dejo que acomode el brazo alrededor de mis hombros

Se concentra mientras comemos ya que dejando de lado la bandeja empiezan los besos húmedos los toques indecorosos.

—Mira —susurra en mi oído deslizando mi mano por su abdomen hasta que queda en su miembro.

—La película...—digo despacio.

—Me tienes duro, nena —me seca la boca— ¿No es lo que importa?

Suelta el botón de mi playera bajándome el sostén, últimamente surge un poco de dolor, pero es compensado con lo que desencadena tenerlo prendido.

La lengua caliente lame mi pezón acelerándome el pulso con el toque mientras mete la mano libre bajo mi blusa.

Me va derritiendo cuando succiona de una forma deliciosa, es como una necesidad para él como si le diera el mismo placer que follarme, muerde suave llevándome a la gloria mientras aprieto las piernas, su lengua hace magia en todo lado.

—Despacio —pido.

Sube a mi cuello dejando besos calientes en mi piel, no siento solamente sus manos, la necesidad se percibe, el calor la urgencia su dependencia es tres veces más grande que la mía.

Mi mera presencia desata su hambre, sus ganas y por ello quiere tocarme todo el tiempo y su instinto es tan agresivamente pasional que me toma como si no me hubiese visto en años.

La película acaba y lo observo conducir de vuelta a la casa, desde que volví a Londres he estado en un sube y baja, un lleva y trae que no da ningún tipo de estabilidad y esto último me ha puesto a pensar que lo que se aproxima pinta como la peor de las profecías y los que tienen garantías son los que se sientan en la mesa grande.

Puedo decir que mi carrera y reputación está en su mejor momento.

Rachel James vuelve después de un exilio y gracias a ella el líder de la mafia cae en Londres, una entrada triunfal y un conmovedor testimonio superando el HACOC sin ayuda de nadie, buenos comentarios en la misión de las nórdicas y el convento.

Noticia internacional salvando a Sara y Marie demostrando que la mafia me respeta, un nuevo renacer superando el HACOC otra vez y una clara muestra de empoderamiento ganándome el respeto de la guardia.

Pienso con la cabeza recostada en el asiento.

Es un buen argumento una buena forma de participar, tener más autoridad. Hago un repaso de los requisitos. 

«¿Como no se me ocurrió antes?» Era lo que necesitaba-

Llegamos a casa, ayudo a sacar las bolsas y preparo algo rápido pidiéndole a Tyler que me ayude a organizar la mesa frente a la chimenea.

—¿Crees que soy una buena líder? —le pregunto— ¿Cómo te has sentido conmigo?

—Bien mi teniente —contesta— ¿Por qué me lo pregunta?

La inquietud queda en el aire cuando Alex baja apoyado en el hombro de Rob, Tyler corre la silla para que se siente y termino de organizar la mesa mientras Christopher baja, es una mesa para tres.

Acostumbro a cenar con los escoltas, pero estando con los Morgan no se pueden ambas cosas.

Tomamos asiento, la nieve empezó a caer otra vez, como siempre Alex encabeza la mesa y el coronel se ubica frente a mí.

—¿Te gusta el azul? —le pregunto a Christopher— ¿O prefieres el rojo o el verde?

—Depende —responde en doble sentido y Alex frunce el cejo molesto.

—Quiero estar conectada contigo en mi campaña para viceministra —respondo— Tengo entendido que algunos se postulan y la idea es agradarle al público para que el candidato lo escoja como formula en las elecciones.

Sonríe acariciándose el mentón. 

—La cara "Humana" De las fundaciones no va a servirte para nada en la guerra.

—Tu tampoco.

—Eso lo veremos. 

   ════ ⋆★⋆ ════



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Saludes a  Paulina e Isabela por su cumpleaños, que cumplan mil más-

Con mucho amor.

Besitos.

Eva.


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