LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

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El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 75

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By EvaMuozBenitez

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¿Morgan o Mascherano?

Rachel.

Muevo los dedos en mi interior apoyando los pies en la cama, subo la pelvis y alcanzo uno de mis pechos dándome placer, la humedad empapa las sabanas y voy apaciguando los quejidos mordiéndome los labios. La lujuria me tiene, la dependencia me deteriora y siento que mi cuerpo es un volcán en erupción.

Me masajeo con tres dedos, con destreza y rapidez imaginando como quiero que me follen.

—Duro —musito — Duro y violento.

Su imagen aparece y aprieto los ojos concentrándome en el clímax, no es un orgasmo, pero algo es algo y yo debo aferrarme a lo que sea que calme este arrebato hormonal.

Saco los pies de la cama yéndome a la ducha, el agua fría me acaricia la piel y poco a poco voy recomponiendo la respiración. Christopher me convirtió en un animal en celo, la falta de sexo me da dolor de cabeza y el desespero es tanto que de la nada me pongo a fantasear. La cosa no fuera tan mala si pensara en otros hombres, pero mi mente solo se limita a él. Al imbécil que me engaño como si fuera una niñata.

—Ángel buenos días —Stefan toca la puerta — Tienes una llamada de Irons Walls, quieren confirmar la cita de hoy.

Me coloco la ropa interior pasando el sin sabor de esto, bestia o demonio, voy por la vida de engendro en engendro.

—Confirma que ahí estaré —contesto.

Me arreglo frente al tocador y es inevitable no repararme el abdomen sopesando como me veré cuando crezca, hasta el momento no tengo rastro de nada ... Bueno, si soy sincera conmigo misma siento que me veo más bonita. Como si mis ojos tuvieran un brillo diferente.

—Aumentan la autoestima de mamá —le sonrio al vacío que causa Christopher— Algo me dice que seremos un trío de auténticas bellezas.

Es tonto que con un día este tan ilusionada, pero cuando te la pasas de tormenta en tormenta cualquier rayo de luz te llena de vida, acostumbras aferrarte a cualquier atisbo de felicidad y eso son las dos criaturas que tengo en el vientre, una promesa y una ilusión la cual me asegura alegría infinita.

Busco un abrigo antes de salir, a Londres está llegando el invierno, al igual que las luces y el hueco emocional que causa tener a la familia lejos. Guardo las armas, mi estado no me hace menos valiente, ni menos guerrera, por el contrario, me da más fuerzas de luchar, si quiero que mis hijos ganen esta batalla conmigo.

Naomi está en el comedor y Stefan está en la cocina cuando salgo.

—Un batido cargado de mucha proteína para que esos ángeles tomen carnita rápido —me entrega el vaso— ¿Cómo dormiste? ¿Soñaste bonito?

Si soñar bonito es fantasear con la verga de Christopher, soñé muy bonito.

—Tu silencio me lo dice todo —se preocupa — Rachel tienes que decírselo.

—Ya terminé mi desayuno ¿Puedo retirarme? —habla Naomi.

—Adelante —contesto y se atreve a levantar la mirada. Un avance ya que en lo que llevo de conocerla no la he visto mirar a nadie a los ojos.

—Me preguntaba si podía hablar con Lucían —se araña las manos — Y si la señorita Luisa puede traer a la bebé cuando venga a verme.

—Buscaré la manera.

—Gracias signorina.

Se va y me quedo masajeándome la sien, en verdad me duele mucho la cabeza.

—Rachel tienes que decirle —insiste Stefan— Ellos te pueden dar...

—Desprecio, culpas y malos tratos, Stefan, dirán que soy una segunda Sabrina. Rompí lazos definitivos con el coronel y justo cuando dejamos las cosas claras ¡Oh sorpresa estoy embarazada! —alego— ¿Deja vu? ¿Casualidad?

—Eso es común cuando se tiene sexo... Sexo sin protección...

— Primero que todo tenemos que buscar la manera de desenmascarar a casos internos antes de que el ejército élite nos tache de traidores — replico— Alex nos va acribillar si sabe que ensuciamos la campaña y el nombre de su familia. Aparte de que corremos el riesgo de que encarcelen a alguien.

—Nada de lo que acabas de decir quita el hecho de que Christopher sea el papá y Alex el abuelo —espeta — Ellos los van a proteger.

—Les vas a dar igual, solo se preocupan por ellos. Lo único bueno de esa familia se murió y los que quedan son una manada de egoístas —increpo— Yo no necesito de nadie y no quiero que Christopher me diga en la cara que tengo que abortar para no dañar su perfecta "Campaña" O relación con Gema...

—Lo que estás es celosa y dolida por lo que pasó...

—¡No digas tonterías! —lo regaño — Date cuenta que mi único deseo es salir de este puto lio, te he explicado miles de veces él porque y deja la paranoia que a Christopher le da igual.

—¿Como se supone que vas a ocultar el embarazo? Una gestación doble no se puede esconder, necesitas dinero para el tratamiento...

—Luisa ya me transfirió el dinero que se necesita para empezar. En el exilio estuve sola y puedo valerme de mi misma —contesto— Cuando cada quien se posicione pedimos un par de meses en el comando de la alta guardia en Manchester, ya luego decimos que somos pareja y listo.

Termino con el batido.

—Por ahora mantén las puertas cerradas. Logre desbloquear la computadora de Elliot, pero no puedo entrar a los archivos ya que están codificado con un sistema alemán —tengo todo en la punta de los dedos.

—Hay que hablar con Alex —sugiere — El silencio de casos internos juega en nuestra contra. Si saben que tenemos la manera de contradecirlos nos van atacar.

—Por el momento no dejes a nadie, iré a ver a Antoni y vendré a sacar la información para llevársela al ministro.

—Como órdenes. Trabajaré un rato desde el estudio.

—Ve tranquilo, pondré seguro antes de salir.

Falta una hora para mi cita con Antoni. Busco las llaves del McLaren y el timbre suena cuando estoy a pocos pasos de la puerta. No espero visitas, así que me asomo en el ojillo dejando caer los talones cuando veo a Derek con Laurens.

—¿teniente? —golpea la puerta con los nudillos— ¿Está ahí?

Tiene a Laurens sujeta de la mano, ninguno de los dos trae buena cara y no deseo lidiar con la charla de "Déjeme volver"

—teniente, sé que no quiere verme, pero es importante lo que le diremos —habla la pelirroja.
—¿Que necesitan? —contesto— Estoy un poco ocupada.

— Disculpe, no es mi intención incomodarla —responde Derek — Pero debo comentarle algo delicado, es de asuntos internos.

Se acomoda los lentes y no me queda más alternativa que abrir no sin antes cerciorarme de que Naomi no esté por ahí.

—¿Que paso? —no abro la puerta de un todo.

La alegría de Laurens es inmediata y lo demuestra con una resplandeciente sonrisa.

—¿Cómo esta? —me pregunta.

—No tengo mucho tiempo así, que les ruego que sean breves.

—Cuéntale, Derek —le pide Laurens — Sugerí que le informara lo que vio ya que es muy delicado.

— Primero debo saber si está o no con ellos —duda el chico— Con casos internos no quiero problemas como tampoco deseo que me señalen de traidor.

—Ve al grano, no sé de qué me hablas.

— Anoche me intercepto Paul exigiendo el HTC que le di para espiar las conversaciones... —se pasa las manos por el cabello— Dije que no lo tenía e insistió en que buscará la manera de descargar la información contenida en el aparato.

Tengo el teléfono guardado, lo use cierto tiempo, pero la confianza puesta en mis compañeros me hizo desistir. Me pareció ruin y bajo andar leyendo lo que escriben los demás. Aunque no lo esté usando sigue recopilando información. Tiene datos que pueden ser un arma en contra si se usan de la forma correcta.

— Yo le dije en un principio que no quería meterme en este asunto y usted me insistió...

—¿Te pidió algo más?

Duda por un momento.

—No, pero anoche mientras vigilaba vi algo bastante comprometedor.

Saca una USB del bolsillo, trato de tomarla, pero no me lo permite.

—La teniente James es la persona más honesta que conozco —lo regaña Laurens— Nada de lo que se dice ahí es verdad.

—Perdoné, pero con lo que vi, ya no sé quién es quién —se defiende el chico.

—Veámoslo juntos.

Lo dejo pasar tomando el IPad que está en la mesa del comedor. Toman asiento y se me hace raro que Stefan no haya salido. Derek recibe el aparato conectando la USB, mueve los controles y me la pasa para que vea el video contenido.

Es una conversación de Carter y Wolfgang en el estacionamiento.

—A Rachel James sácala de esto —habla Carter— Por mucho rencor que le cargues está con nosotros y aunque quiera parecer terca nuestro equipo es él que más le conviene, de no ser así no nos hubiese ayudado.

Se me baja la tensión.

—¿Estás seguro? —pregunta Wolfgang — Tiene un as bajo la manga que de querer lo usara en contra de nosotros cuando vea a sus amigos en peligro.

—No amigo mío —contesta Carter — Eso ya está previsto y dentro de poco te darás cuenta de ello, por ahora solo siéntate a ver la caída de los Morgan, es poco el tiempo que les queda en el trono de la ley. A ellos y al ejercito elite.

La pantalla se apaga cuando acaba el video que me deja helada, Derek me quita el aparato desconectando la USB.

—Estoy en el deber de mostrarle esto al ministro. Si sabe que encubrí a la persona que los traicionó...

—Yo no traicione a nadie...

Si se lo muestra me va a echar.

—Tienes que creerle — me defiende Laurens — Entiendo que seas un soldado, pero ella está diciendo la verdad.

—Signorina... —la voz de Naomi llama la atención de los tres.

Laurens y Derek voltean a verla y la pequeña italiana no habla, se mantiene en el inicio del pasillo con la mirada en el piso. Stefan aparece atrás con unos audífonos alrededor del cuello.

—Ella es mi prima —digo tranquila— Está de paso, Naomi él es Derek y ella es Laurens.

Busco un atisbo de algo. Una señal que me dé pistas.

—Hola —le sonríe Derek— Gusto en conocerte, Naomi.

La chica asiente arañándose las manos.

—Pensé que había llegado la signorina Luisa —susurra la niña.

—Ve a bañarte —le pido dejando que Stefan se la lleve.

Derek se mantiene tranquilo descartando los indicios que me lo ponían en la lista de sospechosos.

—Oye —Laurens toma la mano de su novio— Dale tiempo, ella no es mala ni juega en contra de nadie.

El chico respira hondo.

—Hazlo por Maggie —insiste Laurens— La teniente nos recogió cuando estaba en la calle, mi hermano me cerró la puerta en la cara y ella no dudó en abrírmela.

Derek la abraza dándole un beso en la boca.

—Por favor — le pide ella.

—Se la doy, pero con la condición de que recomponga lo que hizo, el capitán Patrick no merece estar en boca de todo el mundo.

Asiento recibiendo el aparato.

—Si necesita algo, avíseme.

Me devuelvo a la alcoba buscando el HTC, lo halló en el fondo de mi mesita de noche. Se llevan el sobre, pero no el teléfono ¡Claro! El móvil me incrimina, es una prueba clara de que si estuve espiando lo que hacían...

—Lo siento —se disculpa Stefan — Tenía los audífonos y en todo momento pensé que te habías ido.

—Déjalo estar.

Bajo rápido y abordo al McLaren, la guardia se reporta informando que todo está en orden.

—Mantén la misión con todas las medidas que dispuse —le ordeno a Dalton— Cuando llegues quiero un informe con detalles precisos.

—La salud del coronel es delicada —me dice— Se la pasa vomitando, no lo he visto dormir y rechazó el médico que solicite...

Me cruzo con el auto de Paul cuando me encarrillo a la autopista.

—¿Se lo paso? —pregunta Dalton.

—No, comunícalo con la novia ese trabajo es de ella no mío.

Cuelgo y marco el número de Stefan, Paul no me da confianza, anda metido en todo analizando lo que hago-

—Paul va para allá —le advierto — no se te ocurra dejarlo entrar.

Procuro llegar rápido a la prisión, no puedo tener demoras ahora. Tengo que descifrar el sistema de la computadora para irle con pruebas a Alex.

La valentía merma cuando la prisión me da la bienvenida, muestro la placa para que me dejen pasar tomándome un tiempo conmigo misma antes de bajar.

Paso por el debido protocolo dejando que me revisen quitándome las armas. Confirman la cita programada y me guían a la torre que alberga los encuentros en recinto privado.

—Tome asiento —pide el guardia.

Por más que quiera me es inevitable no entrar en pánico. El italiano es uno de mis principales verdugos y cada que lo veo es como si me enfrentara al monstruo que aparece en mis pesadillas.

Mantengo las manos sobre la mesa reparando el entorno, una sala gris, una mesa y dos sillas.

Escucho las voces en el pasillo, los radios reportando cada avance y el chirrido de la puerta dándole paso a la pesadilla que más detesto.

Las cadenas tintinean con cada paso y mentalmente voy contando los candados que sueltan, su sombra me toma y su aroma masculino impacta en mi olfato aumentando el desprecio que le tengo.

Mi mirada choca con la suya y va curvando los labios al notar mi sorpresa; Este no es el Antoni que esperaba y estoy acostumbrado a ver.

La rosa roja que sostiene reluce en el ambiente inhóspito y apagado, los trajes a la medida han sido remplazados con un overol naranja. Overol salpicado de sangre seca, el rostro que es una imitación perfecta del príncipe del inframundo esta magullado y con hematomas dándome la clara señal de que lo golpearon y la paliza fue fuerte.

Le sueltan las cadenas de las manos y bajo la vista a la mesa cuando se sienta frente a mí.

—La hermosura de tus ojos no merece ver mi lamentable estado, amore mio —inhala el olor de la rosa soltando las palabras como si le doliera hablar— Sin embargo, me complace verte aquí siendo mi Perséfone y yo tu Hades, tu mi Fénix y yo tu cuervo.

Siento que el negro de sus ojos absorbe el azul celeste de los míos, ladea la cabeza detallando mi rostro y pese a estar golpeado mentiría al decir que no es oscuramente bello, perversamente atractivo.

—En la oscuridad también se florece —me ofrece la rosa— Creaciones perfectas del universo las cuales se han vuelto hermosas en la oscuridad.

Extiende la mano invitándome a que la tome, el trastorno que tiene conmigo le da para venerarme o matarme, desestabilizarlo es girar el tambor de un arma y llevármela a la cabeza jugando a la ruleta rusa. Alcanza mi mano acariciándome con la punta de los dedos.

—¿Como estas?

—¿Qué quieres? —susurro.

—Amarte con locura —alza mi mano poniéndome a tocar los golpes y moretones que tiene — Me estas torturando principessa; Por eso necesito que escuches muy bien lo que te voy a decir.

Guardo silencio.

—Esto que ves aquí, lo que sienten tus dedos es el fruto y las consecuencias de un hombre que le gusta divertirse y el cual espera que su reina haga lo mismo uniéndose al festín —empieza — Pero tú no estás dejando que jueguen, estás entorpeciendo la partida y las cosas no son así, amore.

Aprieto los dientes conteniendo las ganas de apartar la mano.

—Estos golpes no me los hicieron ellos, me los hiciste tú...Ya que la capitana de la guardia mató a la hermana menor de Ilenko Romanov —confiesa— Eso no puede volver a pasar.

Me mira a los ojos.

—Es mi trabajo...

—Tu trabajo es serme fiel —me interrumpe — Por el momento solo estamos siendo espectadores para luego ser protagonistas. Ellos son los peones, nosotros los reyes, así que compórtate como tal —cierra los ojos pasando los labios por mi piel — Si yo no te lo ordeno tienes prohibido matar a los nuestros.

Niego.

—Vas a entregar la información que tienes. En este barco no cabemos todo y mi sentido pésame, pero tus amigos tienen que hundirse —musita— A menos que quieras hundirte tú dejando que ellos te maten.

Sigue paseando los labios por mi piel.

—¿El líder de la mafia tiene miedo? —lo desafío — ¿Un par de golpes te tiraron la valentía al piso Antoni Mascherano? ¿Ahora lames el piso por dónde camina tu hermano?

Curva los labios mostrándome una dentadura perfecta.

—Phillippe esta donde tiene que estar. Donde yo quiero que este.

—Para la mafia no trabajo, pensé que ya lo tenías claro...

Se pone de pie metiéndose la mano en el bolsillo sacando una baraja de naipes.

—El asunto es fácil, principessa. Hay que dejar que otros trabajen para nosotros —me asombra la agilidad y la precisión con la que pone cada carta armando un castillo de naipes — Así como yo estoy armando este castillo, ellos están armando el de ellos con bases sólidas creyendo que van a gobernar desde el trono, pero no.

En un abrir y cerrar de ojos tengo la estructura armada —La punta no es de ellos, la punta es mía —me mira— como tú; Phillippe tiene que abrirse paso, tiene que triunfar; No estoy sacrificando mi bienestar y el de mis hijos por nada.

Cedió el trono de manera fácil para que su hermano consiguiera el poder y luego arrebatárselo. Reparo la estructura, paseando los dedos por el borde de las cartas y he aquí el detalle, si su hermano no triunfa el tampoco.

—Hoy y vas a elegir un bando y será el mío.

Quito la carta de la mitad dejando que todo se venga abajo.

—Me hiciste una promesa...

—¡Porque me obligaste...!

El impacto del golpe me toma desprevenida tirándome al suelo, la piel se me enciende y medio logro girarme cuando ya lo tengo encima apretándome la garganta.

— Eres la viva imagen de que vivir en una mentira conlleva grandes consecuencias, amare —nuestros alientos se funden— El que estés viva no es casualidad; Respiras porque eres la mujer del diablo, estas marcada fichada y escrita en el testamento.

Pasa la lengua por la sangre que emana de mi labio deleitándose con mi sabor.

—En la mafia las promesas no se incumplen, se respetan...

—Te voy a matar y lo voy a gozar, Antoni Mascherano —espeto con rabia— Esa es mi nueva promesa ahora.

Las lágrimas se desbordan empapándome la cara, quiero ser fuerte por mis hijos, pero estoy tan harta de que la vida me patee. Tan harta de esta puta maldición que no sé cómo romper.

—Shhh —posa el índice en mis labios— Oh Dios eres tan hermosa ¿Qué haces en el piso?

Me besa antes de levantarme. 

—Las reinas se mantienen de pie y tú eres una reina —inquiere — Apenas salgas de aquí llevarás la información a las ruinas del Óculos ¿Cierto?

Callo y ejerce presión sobre mi garganta.

—¿Él o yo? —inquiere— ¿En qué infierno quieres vivir?

El miedo me paraliza poniéndome a temblar cuando ejerce demasiada fuerza.

— Te voy a dedicar una canción —me suelta recostando mi cabeza sobre su pecho moviéndose como si estuviéramos en un salón empezando a cantar:

"Cuando vivo solo sueño un horizonte falto de palabras en la sombra y entre luces todo es negro para mi mirada si tú no estás junto a mí aquí"

Me lleva de aquí para allá, me siento como en una película de terror ante tal escenario. Él puede matarme, añora mi sangre y mi muerte tanto como mi amor.

— Miedo, música y sangre, que buena combinación.

Me da la vuelta antes de besarme apoyando las manos en mis omoplatos, un beso lleno de pánico que no lo conforma, me chupa el labio succionando la sangre que emana de la piel abierta.

"Por ti volaré. Espera que llegaré mi fin de trayecto eres tú —sigue cantando con una afinación perfecta — contigo yo viviré, por ti volaré por cielos y mares hasta tu amor abriendo los ojos por fin contigo yo viviré"

Las mujeres hermosas conquistaban dioses y ángeles, pero las bestias y demonios también caían en las redes y créeme cuando te digo que no hay cosa peor que una bestia enamorada, ellos eran capaces de quemar el mundo.

—Tu muerte en mis manos es inevitable, lo único que está en tus manos es postergar el momento ¿Capisci?

El guardia abre la puerta obligándolo a que me suelte con una sonrisa en el rostro.

—El tiempo se acabó —avisa el soldado y Antoni me hace una casta reverencia.

—Piénsame —se despide— Y obedéceme.

Echo andar con un nudo en la garganta.

"Por ti volaré espera que llegaré, mi fin de trayecto eres tú —sigue cantando aferrándose a los barrotes de la ventana que hay en la puerta— Para vivirlo los dos, por ti volaré por cielos y mares, hasta tu amor, abriendo los ojos por fin contigo viviré..."

El olor a encierro me cala los sentidos y lo único que quiero es encerrarme en el auto. Estrello la puerta cuando entro buscando un pañuelo en la guantera, el pánico me tiene todavía y tal cosa me está acorralando.

Reparo el golpe, no me gusta tenerme pesar, pero los labios me tiemblan al sentirme tan vulnerable y estúpida anhelando la protección de la persona equivocada, el escudo de quien está a miles de kilómetros.

—¡No seas imbécil, estúpida ni cobarde! —estrello los puños en el volante.

Yo no puedo permitir que él sea el único aislante mis miedos, tengo que olvidarme de que si alguien me toca él lo hará pagar, porque él es una bestia igual que ellos.

Dejo que las lágrimas corran mientras conduzco de vuelta a casa, odio Londres y odiaría esta vida de porquería también si no tuviera dos seres en mi vientre. El italiano fue claro y es obvio que si no entrego la información van a venir por ella.

Dejo el auto frente a la acera de mi edificio y me apresuro arriba, abro yéndome a mi alcoba

—¿Qué quería? —pregunta Stefan—¿Te golpeo?

—Empaca todo que nos vamos —le ordeno sacando mi mochila— Saben que puedo demostrar la información del ejercito elite y quieren que me ponga de su lado.

—¿Y si no?

—Van a venir por ella, me pusieron a elegir un bando.

Se queda quieto reparando lo que hago.

—¡Anda a empacar, este sitio no es seguro y es el primer lugar donde vendrán a buscarnos!

No puedo quedarme aquí, debo descifrar la computadora y llevarle pruebas contundentes a Alex o no me creerá si el video sale a la luz, busco a Naomi y esta se niega mirarme.

— ¡Oye! —la sacudo — Ya te he demostrado que soy de fiar y lo único que te estoy pidiendo es que confíes un poco en mí.

Se tapa los oídos llorando y no pierdo tiempo, sigo empacando dejando todo a medias cuando suena el timbre. Stefan sale y cargo mi arma.

Se pegan al botón y...

—¡Rachel abre la maldita puerta! —es Parker — ¡Te vi llegar!

Guardo el arma antes de abrir y no entra, me atropella con la puerta abriéndose paso.

—Un brazo fracturado, dos costillas rotas y no sé cuántas lesiones en la cabeza —me regaña— ¿Eso era lo que querías? ¿Qué Christopher atacara a Nate para vanagloriarte?

—¡Yo no sé cuál es tu maldito problema! —me defiendo— ¡Pero ya eso de teniente capitán no es tan literal, porque falta poco para que estemos al mismo nivel así que deja de reprenderme!

—Lo haré hasta que asimiles las cosas y dejes de actuar como una mula —contraataca— No me importa la vida de ese pobre infeliz, pero no es justo que pasen este tipo de cosas solo porque no te sabes comportar... Por Dios Rachel, le reventaste la cara a Gema y no me digas que no porque ella me lo dijo y me has decepcionado tanto.

—¡Vete! —le exijo. No tengo tiempo para esto— No vengas a defender si no sabes cómo son las cosas...

Le abro la puerta.

—Yo no estoy defendiendo a nadie, estoy aquí porque en el fondo te aprecio ¿Sabes? — espeta — Estas tirando todo por la borda, sacrificando tu carrera y lastimándote con cuchillos que tu misma afilas —toma aire— Tu golpeaste a Gema, Christopher atropello a Nate y no te basta con eso... Tienes la osadía y el descaro de ir a ver a Antoni ¿Con que fin? ¿Para darle más celos a Christopher? ¿Más ganas de matar?

—Vete —reitero desesperada. Es fácil juzgar cuando no se están viviendo las cosas.

—Te ibas a costar con un baboso el cual le exhibe al club lo que hace —continua— Gema estuvo en boca de todos en el bar cuando se acostó con él pensando que era el coronel y tu querías lo mismo...

—No me interesa lo que haga ninguno de ellos, así que lárgate.

Niega metiéndose las manos en el abrigo.

— Que pena me das queriendo ser como las otras sabiendo que para los hombres no eres una más, y si no me crees pregúntale a Bratt —me suelta — pregúntale a Stefan o pregúntame a mí que pese a no llegar a tener nada contigo te veo como una de las mujeres más valientes que conozco.

Bajo la cara conteniendo la punzada en el pecho.

—Christopher no se acostó con Gema, de haberlo hecho yo te lo hubiese dicho —sigue— Te lo digo no porque sea mi asunto, simplemente porque pese a ser una hija de puta lo amas y no mereces que te rompan el corazón de semejante manera.

Se va dejándome a la mitad de la sala, la cabeza me palpita y no dejo que Stefan me toque cuando intenta acercarse.

—¡Empaca y vámonos! —exijo.

Abro la computadora de Elliot, conectándola a mi móvil, copiando un modelo espejo que me enseñó Bratt hace muchos años, a él se lo enseñó un especialista en informática que trabajaba en la bolsa de valores. Coloco un sistema expiatorio el cual absorba y robe todo lo que se abra en el ordenador.

En pocas palabras succiona todos los archivos que se toquen obviamente para hacerlo tengo que derrumbar la pared sistemática que tiene a modo de protección.

—¿Qué estás haciendo? —me pregunta Stefan.

No le contesto, empaco el ordenador sacando a Naomi.

—¿Me va a llevar con ellos? —tiembla de miedo cuando la tomo del brazo— ¿Me va a entregar?

Stefan mete el equipaje atrás antes de abordar el auto y me enrumbo a la circunvalar buscando el aeropuerto, aquí me van a matar si no les doy lo que buscan y no puedo darme esa opción con dos niños en mi vientre. Cuando tenga todo organizado vuelvo a dar la cara.

Me coloco los lentes de sol y alisto la placa, no tengo los papeles de Naomi, sin embargo, puedo hacerlo pasar como un caso judicial. Hago la fila impaciente hasta que llega mi turno.

No estoy nadando en dinero, pero la FEMF me pago mientras estaba en rehabilitación.

—Tres pasajes en el próximo avión que esté por salir.

Entrego los debidos documentos, la chica verifica y por el espejo panorámico vigilo a Stefan con Naomi.

—Disculpe, su tarjeta fue rechazada —me indica la mujer — ¿Tiene efectivo?

Reviso que haya entregado la tarjeta correcta.

—Debe ser un error.

—Me indica que la cuenta no tiene fondos.

El panorama empieza aturdirme, sé muy bien cual son los estados de mis cuentas. Rebusco la tarjeta donde Luisa me hizo la transferencia para el tratamiento.

—Intentemos con esta —la entrego, la pasa y sacude la cabeza.

—Lo siento me arroja la misma respuesta. Le agradecería que deje pasar a la siguiente persona.

Me aparto mareada y lo único que logro captar es la llamada que me entra al móvil.

—Tantos cara a cara y ninguna conversación directa —hablan cuando contesto — Que honrado me siento de hablar con usted teniente James, permítame presentarme está usted hablando con Phillippe Mascherano.

El distorsionador de voz no me deja reconocerlo.

—Pensé que estábamos jugando para el mismo bando, pero el dejarme plantado partió mi corazón en miles de pedazos — me dice— Al igual soy un hombre noble y la voy a dejar volver a casa, tome una ducha, relájase y prepárese para entregarme lo que necesito.

Cuelga, la gente me tropieza abriéndose paso y lo único que hago es pensar en que estoy rodeada de hienas.

—Naomi no quiere salir del baño — avisa Stefan asustado — Se puso nerviosa y de un momento a otro se orinó...

Lo dejo con la palabra apresurándome al sitio, el aeropuerto esta atestado y atropello un montón de gente mientras corro.

—Rachel James, agente del FBI —le muestro la placa a las mujeres que esperan — Abandonen el área.

Salen rápido y empiezo abrir las gavetas sujetando el mango del arma que cargo en la parte baja de la espalda.

—¡Naomi! —son más de cuarenta gavetas voy pateando topándome con una que otra mujer en paños menores — ¡Naomi...!

La hallo en una de las últimas, orinada y en posición fetal junto al retrete, la sangre le emana de la cara y me llevo la mano a la boca al ver el corte desde la sien hasta la mandíbula.

—Cariño —tiembla despavorida y me quito la chaqueta levantándola del piso —Tranquila, ya paso...

Se deja poner de pie y la situación no está para hablar. El panorama me pide y exige a gritos que me devuelva a casa. Le envuelvo la cara con la bufanda y con Stefan me apresura a sacarla.

Le envió un mensaje a mi papá y conduzco de vuelta a casa con los gritos de Naomi atrás.

—Rachel...

—Cállate —corto a Stefan.

Me llevo el teléfono a la oreja aferrándome a la última carta, a la última ficha que es obediente y me espera en la recepción cuando vuelvo a mi edificio. Tiene a Laurens pegada en el brazo y ambos se aterran cuando bajo a Naomi.

—¿Qué le pasó? —pregunta Derek alarmado — ¿Llamo a la ambulancia?

Stefan carga a la niña, hago seguir a la pareja a mi apartamento y cierro la puerta.

—Necesito que tumbes el sistema de este ordenador —le entrego el dispositivo junto con una USB— Necesito que los archivos queden consignados aquí.

Mueve los dedos en el aparato dándole vida.

—Es un sistema alemán que toma tiempo.

—¿Cuánto?

—Una o dos horas...

—Tienes cuarenta minutos.

Lo dejo en la sala yéndome donde Naomi, Stefan la metió en la bañera y el corte no deja de soltar sangre. Busco el botiquín y con lágrimas en los ojos me veo obligada a tomarla por la fuerza para desinfectarla. Los gritos me disparan los nervios y con dedos temblorosos coso sintiendo que cada puntada es como si me la hicieran a mí.

—¿Quién te lo hizo? —le pregunto envolviéndola en el albornoz — Si quieres que te proteja tienes que decirme quienes son.

Sacude la cabeza con ojos llorosos.

—Ellos ya me encontraron y me van a matar...

La saco del baño sentándola en la cama. Busco mi mochila y acomodo las imágenes a lo largo de la sabana.

—Naomi estoy en peligro mis hijos y yo —el pánico me llena las venas— Entiende que lo único que quiero es conocer a mis bebés...

Stefan trata de apartarme.

—¡No!

Lo empujo buscando las imágenes de los sospechosos.

—Dime quién de ellos es.

—Me van azotar —entra en crisis — Apagaran los cigarros en mi piel, clavaran cuchillos en mi carne.

La centro. 

—Escúchame, sé que tienes miedo y que Dalila merece que la quemen viva por lo que te hizo, pero necesito que me ayudes. Pueda que no confíes en mí, que temas a que te falle, pero te juro Naomi que si me dices quien es aprenderás a defenderte tu sola —me aferro a sus brazos— No confías en nadie entonces confía en ti, en que tú puedes defenderte de Dalila y del que intente lastimarte de nuevo.

Acuno su rostro en mis manos.

—Tu madre nunca perdió la esperanza de encontrarte, batalla por eso hasta el último momento y no es justo que honres su memoria siendo una prisionera, porque eres libre ¿Me oyes? —se araña las manos — Tienes mi palabra, te juro que pase lo que pase te pondré a salvo, pero debo saber quién es.

Repara las fotos.

—¿Quién es, Naomi?

Repara las imágenes. 

—Por favor, dime quien es...

Señala la imagen y me pongo de pie con la foto en mano, Stefan no sabe que decir, le pregunta si está segura y la niña asiente con ojos llorosos...Es... Es Paul.

—El dolor provoca que diga disparates — me dice Stefan tomando a Naomi de los hombros— Pequeña espéranos en el comedor.

La italiana me mira con miedo y le hago un gesto indicándole que haga caso. 

—Lo dejaste entrar cuando vino esta mañana —musito y asiente— Sabías que iba a terminar aquí ¿Cierto?

Trago con fuerza.

—Ellos te van a matar —mira al cielo— Wolfgang dio la orden y Paul vino a decirme que la única opción de vivir es abandonándote.

El corazón me pesa en el pecho.

—Pero los niños... —se me salen las lágrimas....

—Me llamo en el aeropuerto, elegiste un bando y ahora lo único que importa es destruir la información que salva al ejercito elite.

Me mete las manos en el bolsillo quitándome las llaves del auto y el llanto me toma con tanto sentimiento que hasta sollozar me duele.

El timbre retumba y me toma de los hombros besándome los labios.

—Lo siento, lo siento mucho de verdad —me dice— Me voy a llevar a Naomi...

Asiento aceptando mi destino, me vuelvo hacia la ventana buscando a los centinelas que no están, mi móvil se ilumina mostrándome el avance de la computadora de Eliot.

Abren la puerta del vestíbulo, me voy a la cajonera guardando lo que necesito y rebusco la foto de la ecografía que me dieron en el hospital, todo lo guardo en los bolsillos de la chaqueta.

Mi cerebro ata cosa por cosa; Tenerlo cerca, trabajar juntos, el trato, las sorpresas y la suspicacia. Lleno el arma de balas; Todo digno de un Mascherano, jugábamos ajedrez y ni siquiera me había dado cuenta.

—Teniente James —me llaman en el vestíbulo.

Salgo deleitándome con el dulce olor de la traición, Stefan arrastra a Naomi con él, Laurens esta de pie al lado de Derek sin saber lo que pasa y Paul está en la mitad del vestíbulo con las manos en la espalda acompañado de dos agentes de asuntos internos.

Stefan palmea el hombro de su amigo antes de irse mientras yo reparo a Paul; Frances, alto, cabello negro, pestañas largas. Stefan cierra la puerta...

—¿Qué está pasando? —pregunta Laurens.

—Nada, Derek sigue con lo tuyo, por favor —pido.

—Lamento incomodarla en sus aposentos, teniente —me habla Paul— Pero tengo una orden la cual exige que entregue la información que consiguió de manera ilegal ya que entorpece el proceso de investigación que tenemos en curso.

Guardo silencio yéndome al ventanal. No hay centinelas por ningún lado, las calles están vacías y el clima avisa que pronto veremos a Londres repleto de nieve.

—Teniente...

Paul se posa a pocos metros y observo el reflejo de su figura en el ventanal. Sé que pueden oler mi miedo y ver mi caída, así como yo siento la muerte respirándome en la nuca. Un grupo de camionetas se toma la calle desencadenando el escalofrío que me cala los huesos.

El móvil me vibra y Derek deja la computadora en la mesita de centro cuando los agentes empiezan acercarse.

—teniente entrégueme su arma, por favor —me pide Paul.

—¿Qué pasa? —pregunta Laurens.

—Me hizo falta conocer a un Mascherano ¿Saben? —hablo — A todos les puedo resaltar algo, pero tengo el sinsabor de no conocer sobre la gran mente maestra... Suelo recordar a los que conocí.

Me vuelvo hacia ellos.

—Brandon Mascherano; un ambicioso sediento de poder el cual no pudo con el talento de su hermano... Antoni tan calculador y psicótico —respiro hondo— Emily tan inocente y desgraciada, Alejandro un inútil que pensaba con el pito. Dalila una mala copia de su padre y más loca también.

Me voy acercando despacio.

—Supe un poco de todos, pero nunca me enfoque en el eje de la ruleta —espeto— De Braulio no puedo decir una cualidad porque nunca lo conocí, nunca lo investigue a fondo y hoy tengo la gran duda...

Tomo el arma que cargo en la espalda.

—Mantenga las manos donde las puedas ver —Paul saco su pistola— No se ande con jugarretas.

—Oh cariño, no tengas miedo que será rápido.

—¡Manos arriba! —exige. 

—¿Como era tu papa, Derek? —le apunto a mi objetivo.

Activan los seguros y le echo mano a la pelirroja trayéndola contra mí.

—teniente cálmese...

—Perdóname no hice bien la pregunta bien —no dejo de apuntarle— ¿Como era tu papá, Philippe?

No se mueve de la silla.

—El amo no maltrata, el amo pregunta si comió, el amo deja que juegue con los niños —le suelto— El amo se las apaña para intimidar a la niña con el fin de que inculpe a Paul quien es el títere de casos internos y mi sospechoso número uno.

Clavo el arma en la cabeza de Laurens.

—Los sabotajes tecnológicos, el que me robaran en mi propia casa, conquistar a Laurens quien tiene información de Christopher en todo momento —sigo — A Paul no le iba a dar la información, pero a ti sí y has tejido una red delincuencial la cual ha ido pasando gente de tu lado.

El cañón de la pistola de Paul me toca el cráneo, tres armas apuntan contra  mí y Derek se pone de pie quitándose los lentes.

—Teniente, por favor —me suplica Laurens...

—Baje eso—me exige Paul — De igual forma va a morir, no sea egoísta y hágalo con dignidad.

—Mátame —inquiero con rabia — Antes de que la bala me vuele los sesos yo le exploto la cabeza a Laurens y te va a doler hijo de perra —le digo al hombre frente a mí— Cuidar de Maggie y enamorarse de la secretaria de seguro no era parte de tu plan, pero mírate ahí parado, tenso e incapaz de dar la orden.

Llevo el dedo al gatillo.

—¡Mátame! —le grito— ¡Soy hija de un general no de un delincuente y por ello a la mafia no me vendo como tampoco traiciono a los míos!

Las lágrimas de Laurens.

—¿Qué esperas? Demuéstrame que no estas enamorado.

Va curvando los labios en una sonrisa que lo convierte en el vivo retrato de su hermano ¿Cómo no me di cuenta?

—Es imposible salir vivo de aquí, teniente y ambos sabemos que no la va a matar —me dice sacando el arma— Suéltala y te prometo que no dolerá.

—¡Bajen las armas! —exijo— Sobreviví una vez a tu hermano y tú no eres nada contra él.

Entierro el arma en la sien de la chica mirándolo a los ojos.

—Solo pido piedad por mi hija —llora Laurens — Piedad a los dos porque ella no tiene la culpa y soy lo único que tiene, señor Phillippe, os ruego piedad...

—¡Les voy a dar cinco segundos o la mato!

—Señor Phillippe, por favor...

—Baja el arma Paul —ordena y me voy moviendo a la puerta.

Los dos agentes me siguen apuntando mientras Paul me mira con rabia. Tengo todas las de perder, pero no voy a morir. Le ordeno a Laurens que abra la puerta y esta lo hace sin dejar de llorar.

—Teniente le juro que no sabía —me susurra y le creo.

—Armas al suelo ¡Patéenlas en el piso! —exijo— Algo me dice que eres el menos peor, lástima que yo odie a todo tu apellido por igual.

Desvio el cañón al proveedor eléctrico que estalla dejando el edificio en tinieblas, los agentes caen y no pierdo tiempo a la hora de sacar el explosivo que tengo en la chaqueta, Paul falla en su tiro con el arma que saca de la nada, Phillippe va por su arma y arrojo el dispositivo que se activa explotando en el aire.

Tomo a Laurens como escudo cuando salgo y no miro a nadie, solo le disparo a los dos hombres que me esperan en el pasillo. El panorama no está para pensar, suelto a la pelirroja corriendo escalera abajo, los pisotones retumban arriba y me salto los escalones corriendo por mi vida mientras los tiros centellan en la baranda de metal.

Mi instinto de supervivencia se aferra a todo, no sé lo que hago, ni como evado el arma que trata de volarme los sesos tomándome por detrás, me golpea, lo desarmo y me obliga a soltar la pistola enterrándome un cabezazo que me manda al suelo, busco mi navaja, Patea la glock, me entierra la bota en el brazo y detengo la patada que apunta a mi vientre enterrándole la navaja en la pantorrilla.

La oscuridad no me deja ver el arma y vuelvo a levantarme corriendo al último tramo de escalera encontrándome con otro en el descansillo, hago el amago de devolverme, pero me trae de vuelta rodeándome el cuello con el brazo, me da la vuelta poniéndome contra la pared clavándome el arma en la frente y le lanzo un rodillazo en la verga, que lo dobla soltando el arma que trato de tomar, pero no me deja ya que me toma del cuello enterrándome dos puñetazos que me aturden.

Dejo de tocar el suelo cuando me alza apretándome la garganta mientras pataleo en vano, las fuerzas me fallan, no respiro y...

La sangre me salpica cuando una bala le atraviesa el cráneo, toco el suelo de golpe y reconozco la figura de Brenda recargando un rifle.

—¡Arriba soldado! —baja rápido poniéndome de pie — ¿Dónde están los centinelas?

No hay luz, la recepción está llena de vidrio y logra esconderme en el muro de la recepción.

—Harry —susurro.

—Esta en el cine con Parker — me deja en el piso — ¡¿En qué arroz con culo te metiste?! Hay un helicóptero arriba y gente pateando puertas...

—Derek es Phillippe —la sangre me inunda la boca— Me van a matar...

Nos quedamos en silencio cuando hablan en la escalera, las lágrimas vuelven a surgir cuando siento que no hay escapatoria.

— Los voy a distraer mientras corres, no hay luz y van a seguir lo primero que vean, pero necesito que corras o nos van a matar a las dos.

Sacudo la cabeza...

—Harry te necesita...

Sale a correr sin darme tiempo de pensar, en menos de nada desencadena los disparos y me pongo de pie corriendo a la puerta. Es un todo por el todo, una carrera contra la muerte dando un salto al vacío.

El McLaren aparece en mi campo de visión cuando cruzo el umbral, los tiros derriban el vidrio y el vehículo abre la puerta mientras frena, siento el impacto de un proyectil quemándome el muslo y me trago el dolor haciendo uso de mi último impulso, un arranque acelerado que me arroja al interior del automóvil.

Mando la mano a la puerta y las balas centellan en la coraza.

Stefan acelera y la paz no llega, empieza la persecución con dos camionetas atrás el que sepa quién es Philippe es una soga en el cuello.

— La hirieron —Naomi me pasa el abrigo para que tape la herida y el panel del vehículo me muestra el panorama que tenemos atrás — ¿Va a morir?

—Solo fue un roce...

—Necesitamos un hospital.

La avenida se extiende frente a nosotros, no tenemos lugar seguro, desviación o escondite. Quito a Stefan cuando veo que las camionetas no se nos despegan se va al asiento trasero abrazando a Naomi y...

—¡Peligro! ¡Explosivo de alto impacto detectado! —el panel me enfoca las cámaras traseras — ¡Peligro! ¡Explosivo de alto impacto detectado!

—Ángel —me dice Stefan.

No hay coraza que resista semejante proyectil, me destruye en miles de pedazos o me levanta, pero ilesa no salgo.

Acelero y por más que busco una salida no la encuentro, van preparando el arma, clavo el pie apretando el volante y el desespero me hace serpentear en la carrera vacía tratando de que pierdan el objetivo, pero no. Lo tengo pegado atrás y donde me muevo se mueve.

—¡Alerta explosivo de alto impacto! —vuelve avisar el sistema — ¡9K34 Strela-3!

La luz roja queda en el corazón del vidrio que tengo enfrente.

—Rachel...—musita Stefan. 

Las lágrimas me nublan la vista, «Dios, por favor...» Me aferro al volante, Naomi solloza en el pecho de Stefan aprieto los ojos esperando el...

—Maniobra de defensa, activada.

El corazón me deja de latir cuando el McLaren enciende el panel soltando el que proyectil que arrasa con el vehículo que tengo atrás volviéndolo una nube de humo y llamas.

—Amenaza eliminada, coronel.

La otra camioneta se devuelve y pese al aturdimiento no dejo de conducir, de oprimir el acelerador mareada y con un pitido en los oídos. Estoy temblando, sudando y con náuseas.

Llego a mi destino y freno saliendo rápido, no me importa Stefan, no me importa Naomi. La mansión Morgan me abre la puerta y cojeo escalera arriba dejando un hilo de sangre en el mármol, me hablan, pero mis oídos no asimilo captan nada.

—Rachel ¿Qué pasa? —se me atraviesa Cho.

La aparto y me aferro al manubrio doble abriéndome paso a las malas.

—Soy yo —confieso cuando entro envuelta en un mar de llanto— Fui yo la que le dio información de mis compañeros a casos internos.

Alex no se mueve de la silla y dejo el móvil en la mesa de su despacho dando un paso atrás.

—Lamento traicionar tu confianza, pero ellos me buscaron cuando volví de París con un truco que vilmente me creí y por tratar de ayudar lo empeore, pero ahí está la muestra de que me encargue de contradecir todas las pruebas que me mostraron —me limpio las lágrimas— En ningún momento estuve de su lado, en ningún momento quise dañar el nombre de tu hijo ni de tu familia...Me acabo de enterar que Derek es Phillippe y eso casi me cuesta la vida y no quiero morir... Yo...

Sigue en silencio y yo sigo temblando.

—Pueda que no me creas, que tu orgullo y mi falta dé para que me eches a patadas de tu casa, pero te voy a pedir que por primera vez en tu vida te tragues todo tu orgullo, todo tu odio y me des la mano porque te necesito...

Me miro las manos llenas de sangre, el líquido rojo corre por mi muslo empapando el piso a causa de la herida.

— Estoy embarazada, no puedo sola y tengo miedo —admito— Esta mal, no debió pasar. Pueda que me estés viendo como la mala y la arribista, pero son dos hijos de Christopher y yo y no los quiero perder... No quiero que la vida me arrebate la mejor cosa que me ha dado tu apellido...

El llanto no me deja continuar, siento que voy a colapsar, me limpio los ojos tratando de recuperar el control, pero no lo hay. No hay nada que apague este momento de shock, de crisis que me tiene con el corazón en la boca.

Alex se pone de pie y tomo el móvil buscando las pruebas, se me cae y no deja que me agache.

—Yo lo voy a recomponer, te lo juro —le digo — Te voy a demostrar que no quería dañar a nadie, porque confió en mis compañeros he peleado con ellos y sería incapaz de.... venderme y lo sabes... —titubeo de lo nerviosa que estoy— Una hija de Rick James nunca haría eso, señor ministro.

Posa las manos en mi cuello mirándome a los ojos.

—Silencio —me pide.

—Derek es Phillippe y Paul...

—Cállate —insiste...

—Tengo las pruebas de...

—No me importa, si los vendiste, si Philippe estuvo en las narices de todos, no importa —asevera— El que seas la madre de mis nietos da para que te construya un altar y te venere el resto de mis días, Rachel James...

Se le empañan los ojos y toma mi rostro besándome la frente.

—Todo va a estar bien —me susurra— Pero necesito que te calmes...

Siento que soy una gelatina.

—Abrázame, por favor —es lo único que digo y no duda en envolverme en sus brazos abrazándome con fuerza, rompo a llorar aferrándome a la camisa blanca que trae y no me suelta deja que saque todo contra su pecho.

—¿Que pasó? —llega Sara— Hay sangre en el pasillo...

—Rachel está embarazada —espeta Alex.

—¿Que? ¿Como? —se apresura a socorrerme — ¡Esta herida!

—Creo que solo fue un roce...

—Llama al médico —el ministro me levanta poniéndome el sofá.

Sara se apresura a tomar el teléfono y Alex me ayuda a quitar los zapatos para que pueda deshacerme del vaquero.

—Phillippe todo este tiempo estuvo trabajando... —trato de decir.

—¿Cuánto tienes? —me pregunta...

—No sé, supongo que llevaba meses en la central...

—Estoy hablando del embarazo —me corta— ¿Cuántas semanas tienes?

—Casi cuatro...

Me revisa el muslo, Stefan llega con Cho y en menos de nada estoy rodeada de gente la cual trata de darme primeros auxilios. Sara me pone hielo en los golpes de la cara y el ministro se asegura de que la herida no sea de gravedad.

—Brenda —le pregunto a Stefan— ¿Se puso en contacto? ¿Está bien?

—Ya la llame y está en el comando con Laurens, Parker y el niño —me da un vaso de agua para que lo tome— Tienes que calmarte, todos estamos bien.

—¿Como te sientes? ¿Tienes hambre? ¿Algún antojo? —pregunta Sara.

—Tiene que alimentarse, no ha probado bocado en todo el día —dice Stefan.

—Ordenare que le preparen algo, ven conmigo creo que la niña de abajo está en shock.

Sinceramente no me esperaba esto, Alex me traslada a una habitación y Cho me ayuda asearme mientras el ministro se pega al teléfono exigiéndole al médico que se apresure.

—Mujer, como se te ocurre embarazarte después de semejante recaída —musita la coreana — Tienes un montón de contras encima...

—Mi decisión no es negociable.

—Rachel...

—No es negociable.

Stefan se reúne a solas con Alex mientras llega el médico, ya confesé y no me apetece tocar el tema por ahora. El medico llega con una enfermera revisando mi estado en general y el ministro se hace presente preguntando cada dos por tres.

¿Están bien? ¿Corren algún riesgo? ¿Qué hacemos? ¿Qué medidas tomamos?

—No hay ningún signo de alarma hasta ahora —indica el doctor— El trauma fue grave, las emociones fuertes y el miedo son factores de peligro en tu estado. Por suerte los golpes fueron en la cara y no en ninguna zona de riesgo.

Evoco la patada que detuve. No me hubiese perdonado perderlos.

— Por ahora solo te voy a pedir que te relajes ya que te siento demasiado nerviosa, mañana vayan a la clínica para que así podamos hacer un estudio que nos permita saber cómo están los bebés —sugiere— No es recomendable moverte con lo que acaba de pasar.

La enfermera me trata la herida vendándome el muslo y Sara se va acompañar al médico a la puerta dejándome con Alex y Stefan.

—Doy por entendido que Christopher no lo sabe todavía —comenta el ministro.

—Y no quiero que lo sepa —miro a Stefan— El haberte contado ya es un riesgo, sin embargo, confió en que respete mi decisión

—Ángel son sus hijos...

—¿Y qué pasa? No le va a importar, va a tener una familia ahora y yo no quiero meterme ahí. No me apetece alterarme ni entrar en contienda cuando lo rechace y me diga que no los tenga —replico— No quiero ser la intrusa en su relación, ni la ridícula que llegó con hijos en el momento menos adecuado.

—Lo va a saber Rachel porque idiota no es. Esos niños cargan sus genes y aunque te vayas a la Patagonia tarde o temprano los va a ver y se dará cuenta que son sus hijos ya que nuestro ADN no se puede tapar con una cortina —espeta el ministro— Eres un miembro más de esta familia, no te va hacer falta nada y yo me ocupare de todo, pero él debe saberlo y tú se lo vas a decir.

Sacudo la cabeza.

—Somos demasiado dañinos uno para el otro.

—Dañinos o no compartirán un lazo que es para toda la vida —me regaña — Elimina la idea de la "Otra" "Intrusa" O como lo quieras llamar, las cosas no son así y lo sabes, por muy toxica o traumática que sea tu relación con el debes entender que esos niños no son hijos de cualquiera... Estas enamorada de él y él de ti...

—¡Eso no importa ahora ¿Ok?! —lo corto— Ya dije que quiero estar tranquila y ya tuve muchas emociones por hoy, así que le ruego que me de mi espacio y deje hacer las cosas a mi manera...

Respira hondo.

—Voy a emitir una orden de investigación contra Wolfgang y Carter, Phillippe ya tiene orden de captura a nivel mundial, obviamente huyó, pero la pirámide sigue — aclara Alex— Aunque se haya desequilibrado la cosa la mafia continúa teniendo las manos metidas en la FEMF, así como Paúl está involucrado de seguro hay más gente.

—Van a creer que los traicionamos si saben que los investigamos en secreto —habla Stefan.

—Eso no es así y eso da iguala hora, Rachel no está para que la estén señalando ni alterando —contradice Alex— La gente es bruta y lo primero que hará es andar buscando contienda a donde no la hay además sería un escándalo para la prensa que la capitana de la guardia sea señalada por tener nexos con casos internos, es perjudicial para su ascenso.

—Pero...

—Es mentira y ya está, el que diga lo contrario tendrá que encararme a mí.

Aclara.

—La niña italiana necesita ayuda psicológica y por ello se llevará al comando siguiendo el debido protocolo.

—Le prometí a su madre que...

—Tu no estas para promesas ahora, solo descansa y mañana aclaramos los puntos que falten.

—¿Stefan puede quedarse? —le digo antes de que se vaya— Siéndole sincera no quiero perder su apoyo ahora.

—Si te hace bien, adelante.

Se marcha dejándome con Step. La empleada me sube una bandeja con comida.

—¿Todo está bien? —Sara se asoma en la puerta— Sé que debes descansar, pero no quiero irme sin que sepas lo feliz que me hace la noticia.

Se acerca a darme un beso en la frente y se abanica la cara cuando le surgen las lágrimas.

—Perdonen, pero es que un hijo de Christopher —se emociona— Bueno dos... Antojos dobles, doble nivel de locura, doble nivel de sensibilidad y ansiedad —sonríe— Ten presente que si quieres algo solo debes pedirlo...

—Gracias —le aprieto la mano.

—Gracias a ti por esto —se despide—Descansa.

Stefan me acomoda la bandeja en las piernas para que coma, Julio el portero resultó herido, mi apartamento está destrozado, pero por suerte los caídos fueron por parte de la mafia. Aparto la bandeja cuando termino, la inquietud no se va de un todo.

—Lamento no hacerte caso con Paul insistió tanto que lo deje subir. Si le decía que no iban atentar contra los tres —explica—Con el corazón en la mano te juro, que en ningún momento consideré la idea de abandonarte.

—Lo sé.

—Mañana serás noticia en la prensa —me acaricia la cabeza mientras trato de quedarme dormida— "La teniente Rachel se enfrenta a un violento cara a cara con Phillippe Mascherano" Ya me imagino el titular.

—Llama a mis padres para que no se alteren, yo les envié un mensaje pidiéndoles que por esta noche se refugiaran en la habitación del pánico.

—Como ordenes —me da un beso en la mejilla antes de levantarse.

—¿Me abrazas un rato, por favor?

Vuelve a sentarse y medio se acuesta pasándome los nudillos por la cara, me acomodo para que me abrace, pero en vez de mejorar me siento más vacía.

—Mi abrazo no hará que lo extrañes menos porque no soy él...

—No eres él, tú no me ves como un pedazo de carne, tú eres humano y él es de acero —contesto.

—El apaga tus miedos, yo no.

Aprieto las sabanas contra mi pecho, mi cuerpo tiene una necesidad, un peso y un agujero, ganas de que me abracen y digan que todo estará bien, que nadie va a tocarme porque si lo hacen lo pagaran. Quiero un respaldo una coraza, porque por muy fuerte que sea, por mucho que sepa defenderme las balas a veces logran impactarme.

—Trata de descansar —me susurra Stefan — Velaré tu sueño hasta que te duermas.

Cierro los ojos, pero el sueño no llega, el corazón me sigue latiendo rápido, así como el desespero sigue en mis venas. Ganas ansias de tenerlo cerca, la certeza de que, aunque haya un tiroteo si está a mi lado seré la mujer más protegida del mundo y eso es lo que debo apagar para siempre.

Me quedo quieta dejando que Stefan se levante. No lo detengo también tiene derecho a descansar, cierra y me muevo en la cama recordando lo que no debo recordar; La entrega del collar, la confesión en medio de mi peor crisis, el CCT...

—Dejemos algo claro pequeños radiadores —me digo a mí misma en voz alta— Ninguno de los tres tiene derecho de extrañar a su papá toxico.

Solo me bastó escuchar el latido para crear una conexión que por muy triste y preocupada me sigue dando aliento.

Miro el reloj contando los segundos queriendo que el agotamiento me venza.


◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Me humecta los labios con el cuerpo atlético y marcado que esta frente a mí, estoy sentada en la cama con las piernas abiertas y él esta desnudo, me relamo los labios ansiosa por saborear lo que tiene entre las manos y la saliva se me va volviendo agua cuando se acerca levantándome la barbilla.

—¿Quiere teniente? —pregunta.

—Si.

Voy paseando las manos por los músculos duros que le decoran las piernas. La recibo con ansias y las ganas son tantas que la siento como el mejor de los afrodisíacos «Deliciosa» Deja que mi lengua haga lo que quiera...

—¿Más teniente?

Me toca la cara.

—Si mi coronel...

—Ministro —dicen y abro los ojos— Perdona no pensé que el tocarte la cara interrumpiera los sueños eróticos que tienes con mi hijo.

«Bendito padre de la santa vergüenza» Busco la manera de taparme al notar que estoy en tanga, camisilla y con una mera almohada entre las piernas. La cara me arde y no sé si es de pena o porque no hay nada más sexy que un Morgan recién, bañado, afeitado y oliendo a colonia.

Alzo las sabanas disimulando la protuberancia de mis pezones.

—¿Pensabas que era Christopher? —se mete las manos en los bolsillos— Contesta tranquila, entiendo que el parecido se preste para muchas cosas.

Miro el reloj, no dormí más de tres horas.

—¿Que necesita?

—Que bajes a desayunar, llámame Alex, entre familia nos tuteamos —abre las cortinas— Stefan ya subió tu equipaje e iremos a la clínica.

—Tomaré una ducha primero.

—Bien. Si quieres puede quedarte en esta habitación o eres libre de elegir la que más te guste, la empleada tendrá al día todas tus cosas y serás una señora más en esta casa, puedes disponer de lo que te apetezca en todo momento —avisa— Los empleados obedecerán tus órdenes, los vehículos y propiedades están a tu disposición al igual que todo el dinero que requieras.

—Gracias y mi única petición es continuar con mi carrera. Soy una mujer independiente.

—Eso lo dictamina el médico.

Se ubica en los pieceros.

—El pendiente que tienes en el ombligo ¿Es perjudicial? ¿Sabes si afecta en algo la comodidad de los bebés?

«Señor por favor no me haga pasar más vergüenza»

—Eh, no, pero cuando me crezca la panza me lo quitare. 

—Bien.

Salgo de la cama cuando se va, los Morgan no conocen el significado del término "Privacidad" Con Reece tenía que estar atenta todo el tiempo, porque a cada nada entraba a mi alcoba sin tocar y parece que Alex tiene el mismo defecto.

Cojeo al baño, me doy una ducha rápida y procuro ponerme presentable con un vestido acampanado. Tengo el labio partido y un morado en el pómulo izquierdo consecuencias de los golpes de ayer.

Mis amigas se reportan dándome las últimas noticias, soy el titular en todos los periódicos de la FEMF al igual que en el noticiero a Laurens la están interrogando, Phillippe huyó con Paul y casos internos no se manifiesta.

Me cuesta un montón tranquilizar a mis papás y recibo llamadas de todos incluyendo a Angela, Parker, Bratt, Patrick y Simón. Me encamino al pasillo con el teléfono en la oreja. La herida de la pierna se torna tortuosa con cada paso y cuando menos lo creo me alzan en brazos ayudándome a bajar.

—¿Rachel? —pregunta Laila al otro lado de la línea.

—Luego te llamo —cuelgo.

Los brazos de Alex me sostienen bajando la escalera conmigo como si fuera su hija, novia en noche de bodas o no sé qué carajos, pero me alza con firmeza e inconscientemente mi cerebro no deja de detallar lo atractivo que este señor, parece el hermano del coronel, con la misma estatura de su hijo, el abdomen duro y el rostro cincelado.

Me pregunto si mis hijos heredaran los mismos rasgos o si mis genes serán más fuertes.

—¿Cuándo se lo vas a decir a tus papás? —me pregunta.

—No me presione.

—No lo hago —me deja en el piso cuando llegamos a la última planta— Solo dejo claro que por hijos de Stefan no los vas hacer pasar.

Desayunamos en el jardín, Step me confirma que Naomi está en el comando recibiendo atención médica. Alex no deja que la guardia se reporte ya que según él mi trabajo depende de lo que diga la clínica y hasta que no hablemos con ellos no tomará decisiones. Sara esta en una reunión de la cadena de restaurantes y Cho se encarga de hablar con los médicos que me atendieron en la isla en busca de respuestas.

Stefan y Cho abordan la camioneta con nosotros rumbo al hospital militar junto con una guardia de quince vehículos. La radio anuncia los hechos de ayer y mi nombre se repite a cada nada.

—Ministro lo estábamos esperando —el director del hospital saluda a Alex— Conseguimos todos los especialistas que pidió.

Me someten a un gran número de pruebas, revisan el estado de todos mis órganos, el impacto que está teniendo el embarazo en mi cuerpo y el estado de los bebés

—¿Usted es el papá? —pregunta el toxicolo.

—No —contesta Alex— Soy lo más parecido, así que hable.

—Necesito revisar los antecedentes clínicos del progenitor para saber si su estilo de vida puede ser perjudicial para los fetos.

—Si se va a basar en el historial médico de mi hijo, me dirá que en vez de nietos voy a tener dos mini cavernícolas —se molesta Alex—Si quiere saber algo revise su carpeta clínica.

—Eso es privado...

—No para el máximo jerarca —le dicta el número de identificación.

Esperamos en una sala privada mientras salen los análisis, lo que a mí me iba a tomar casi dos semanas a Alex le tomo un par de minutos. Stefan se mantiene a mi lado y Cho llega a la sala.

—¿Todos estamos de acuerdo con que si esto llega a funcionar es mejor que el primitivo del papá se mantenga a metros? —comenta Cho— No me lo están preguntando, pero analizando a Christopher me he dado cuenta que tiene tendencias asesinas ¿Que tal que mate a los bebés en un acto de rabia? O te los masacre a golpes en el vientre.

El comentario me amarga la mañana.

—Oye a mí no me cae bien —se mete Stefan— Pero me quedo claro que es incapaz de ponerle un dedo a Rachel encima.

—Él es impulsivo y con los impulsivos nunca se sabe.

—Aquí todos somos asesinos —contesta Alex— Independientemente de que trabajemos o no para ley hemos matado a sangre fría y ese "Primitivo" Es mi único hijo, por ello no acepto que hables mal de él en mi presencia.

—Alex hay que aprender afrontar las cosas, Christopher tiene una satiriasis con Rachel que a mi sinceramente me da miedo, yo nunca había visto un caso así —sigue la coreana— Rachel cayó en sus redes y la transformo por completo, porque esa misma dependencia que tiene él también la tiene ella.

—No estamos aquí para hablar de eso —la interrumpo.

—Estamos aquí para sopesar todo —insiste Cho— Tu dependencia puede empeorar con las hormonas del embarazo y ¿Que vas hacer? ¿Tú con hambre y él con ganas?

—Cállate —le ordena Alex— Me das jaqueca.

Nos llaman nuevamente al consultorio, la obstetra me hace un par de preguntas en la camilla y el grupo de especialista rinde informe sobre mi caso.

—Debemos resaltar que Reece Morgan hizo un excelente trabajo limpiando el organismo de la teniente James —avisa el médico— Obviamente los riesgos no han desaparecido, pero hasta el momento los análisis dan una respuesta positiva. No tenemos signos de alarma, los fetos se están formando bien.

Explican mostrando todo en pantalla.

—Sin embargo, sigo pensando que un aborto es lo mejor. El HACOC es impredecible y puede dar sorpresas —aclaran— El cuerpo de la teniente no tiene las mismas defensas que una persona normal y ese es el mayor temor. Podemos tener un aborto en cualquier momento...

—Ella no va a abortar—contradice Alex.

—¿Y si muere uno de los tres? —inquiere Cho—¿Si muere ella dando a Luz o durante el embarazo? ¿Si los fetos mueren por mal desarrollo?

—Que no va abortar —la corta el ministro— Pagaremos lo que se tenga que pagar, pero no va abortar. Ya es un milagro que lo haya concebido, es un avance que este bien con todos los contras y si mi hermano abrió la brecha de un 10% a un 30% es por algo.

—Alex, Reece no sabía que eso pasaría él estaba de acuerdo en que ella se operará —aclara Cho— Y esta decisión no es tuya, es de ella porque ella es la que puede morir.

El ministro se pone de pie viniéndose a la camilla.

—Sobreviviste dos veces a una droga que pudo matarte a la primera, te has enfrentando un sin fin de veces a la mafia más peligrosa del mundo y te sigo viendo aquí —me dice— Te fuiste a los golpes con un hombre que te duplica en peso, estuviste en dos atentados y sigues de pie. ¿Crees que un embarazo va a matarte? ¿O crees que después de todo lo que han pasado esos niños en tu vientre se van a dar por vencidos de una manera tan fácil?

Sacudo la cabeza.

—No tienes que tener miedo, ni inseguridades porque yo te voy a dar todo lo que necesitas con tal de que esos niños nazcan —espeta— Si tengo que ser un padre para ti y para ellos lo seré.

—Rachel entre más tiempo pase más difícil será tomar la decisión —me dice Cho— ¿Dónde vas a dejar tu carrera y el crecimiento que querías tener? Dos hijos te van a limitar de distintas maneras.

—Ella tiene todo mi respaldo y si tengo que ser el niñero no me importa —me apoya Stefan — Me quedo con los bebés mientras ella cumple sus sueños.

Se me ponen los ojos llorosos.

—Con eso no estaría pagando ni la mitad de las cosas que has hecho por mí, ángel.

Alex posa la mano en mi mejilla.

—Cuando te digan que fallaras aférrate a la idea de que no eres cualquiera, ni tú ni ellos porque tú eres una guerrera y ellos son el legado de una familia que tiene temple de acero y un Morgan no cae ni desfallece con facilidad.

Asiento.

—Lo sé señor.

—Lo vamos hacer juntos ¿Vale?

—Si.

Me abraza y estoy tan sensible que se me salen las lágrimas, soy como un osito cariñoso el cual quiere que lo abracen y mimen todo el tiempo.

—Si es su decisión se respeta —nos dice el médico— Daremos inicio al control prenatal y empezamos el tratamiento especial para ir atacando amenazas.

—Bien —se rinde Cho— Los médicos de la isla contribuirán en todo lo que puedan
—Como no hay riesgos por ahora, puedes seguir laborando. Sin mucho estrés y nada de enfrentamientos cuerpo a cuerpo que pongan en riesgo tu vida y la de los bebés —aclara el médico.

—¿Quiere decir que puedo seguir adelante con mi ascenso? —miro a Alex— Con Rob y Dalton apoyándome solo tengo que dar órdenes, mi embarazo no es sinónimo de enfermedad.

—Siempre y cuando puedas mantener el control y ellos deben saberlo para que no te pongas en riesgo.

En la mansión Sara me recibe con un batido preguntándome como me fue volviéndose loca con las imágenes de los bebés y Alex se la lleva al estudio hablándole de mi decisión. Me acuesto un rato, la herida de la pierna me sigue molestando y siento que no he descansado nada.

Un intento fallido ya que la inquietud no me deja pegar el ojo. No tengo un peso en la cuenta y por más que Alex me esté apoyando me va a tomar tiempo remodelar mi piso y pagarle a Luisa.

Stefan se va al comando, procuro mantenerme en la cama y termino poniéndome de pie con el montón de voces que se cuelan por la ventana.

—Señorita ¿Necesita algo? —pregunta la empleada en la puerta— ¿Le gustó como acomode sus cosas?

—Si gracias —me coloco las bailarinas— ¿Sabes quién llegó?

—La guardia del señor Christopher, se quedará en la mansión esta noche.

—Puedes retirarte, gracias.

Me voy a la ventana observando las camionetas que se estacionan afuera. Nueve vehículos y uno de ellos baja un cuadro cubierto con una sábana blanca.

Saco el teléfono llamando a Dalton.

— Reunámonos en el jardín —le ordeno cuando me contesta— Avísale a Rob y a los soldados de alto rango.

— Como ordene mi teniente.

La pierna me duele todavía, pero procuro bajar rápido tratando de evitar sorpresas, Tyler se apresura ayudarme cuando me ve cojeando y el resto de la guardia me espera alrededor de la mesa con las manos en la espalda.

— Mi teniente — me dedican un saludo militar — Nos alegra que se encuentre bien.

— ¿Ustedes cómo están?

— Bien mi teniente, no tuvimos alertas en el operativo, el coronel está a salvo y en su alcoba.

Dejo que me resuman todo con detalle, Dalton como segundo al mando es quien toma la vocería, Gema no viajó y esta con su madre en el pent-house.

— Buen trabajo — recalco— Las elecciones se acercan estamos en una etapa crucial y para nadie es un secreto que los Morgan son la mira de los mafiosos, por ellos debemos estar alerta en todo momento.

—Si mi teniente —contestan.

Estoy con los más capacitados y con los que más responsabilidad tienen.

— Ya que estamos reunidos aquí, quiero ponerlos al tanto de una situación inesperada que cambiará un poco el método de trabajo —aviso— Antes de decirlo les voy a pedir total discreción con el tema y es una orden.

Se mantienen en silencio.

— Las peleas cuerpo a cuerpo quedan prohibidas para mí, al igual que los combates de fuego cruzado —anuncio— seguiré estando a la cabeza de la guardia en el área de inteligencia, supervisando y velando que todo salga bien...

—¿Está enferma? —pregunta Tyler.

Se ponen alerta a la espera de una respuesta.

—Estoy embarazada...

—¿De quién? — pregunta Iván.

Lo miro y se hace el idiota como si no acabara de cruzar la barrera.

— Tranquilo, que tuyo no es — contesto — No quiero que vean esto como una enfermedad daré lo mejor de mí porque ustedes no se merecen menos y un soldado cuando asciende debe hacerlo con honores ¿Estamos?

—Sí mi teniente —contestan unisono. 

—¿Cuento con el mejor equipo? ¿Con su compromiso y ganas de poner el pecho?

—Sí mi teniente.

—¡Venga! Vamos hacerlos porque somos el mejor escuadrón de la alta guardia.

— Felicitaciones por su estado mi teniente —añade Dalton — Lo que necesite no dude en pedirlo.

— Gracias soldado, ¿alguno tiene dudas o preguntas?

— Mi teniente como su segundo al mando hago acopio de mi papel y promesa en este escuadrón — indica Dalton— Nos exigen informar todo a detalle y estoy en la obligación de avisarle que a mi parecer el coronel no se encuentra bien.

— ¿A qué te refieres?

— No come, varias veces nos tocó sacarlo de la habitación preocupados de que no diera ninguna respuesta. Físicamente no se le ve bien y bebe muy seguido. No tragos, botellas.

—Eso es algo común en él así que acostúmbrate. Al igual se lo haré saber al ministro —espeto— Mañana empezamos jornada común y corriente, pueden retirarse.

— Como ordene mi teniente y si me permite otra sugerencia, diría que no está de más vigilarlo, tomo durante todo el vuelo.

Se van, lo que ven es Christopher siendo Christopher. No encuentro a Alex para ponerlo al tanto y subo la escalera desacelerando el paso mientras me acerco a la puerta de la habitación del coronel.

Alzo la mano para golpear, pero desisto. Es mi trabajo, pero no quiero enfrentarlo ahora.

Pego la oreja a la lámina de madera captando las notas musicales que surgen dentro. La perilla no tiene seguro y me atrevo abrirla con cuidado dejando una mínima línea que me deje ver lo que hay adentro.

Se me comprime el pecho cuando lo veo empinándose la botella que deja en la mesita, colgaron el cuadro de la sábana blanca en la pared y empieza a desencajarse la camisa negra que trae, no mira a ningún lado mantiene la cabeza gacha soltando los botones despacio.

Suelta la correa, vuelve a empinarse la botella y da un paso adelante arrancando la sabana del cuadro dejando que la tela caiga mostrando la obra de Parker.

Poso la cabeza en la pared, él tiene un problema y no sé cómo tomar algo tan perversamente obsesivo. Trago grueso con lo que hace, quiero moverme, pero no puedo, el morbo me planta los pies en el mármol mientras él pasa los dedos por los labios que yacen en la pintura.

Retrocede dos pasos sacando el encaje rojo que carga en el bolsillo y reconozco la prenda (Las bragas que me quito el día que me beso frente a mi edificio) Las empuña sacándose la polla y debo tensar los muslos con la escena que me brinda.

La verga erecta reposa en su mano luciendo dura como el hierro y aprieto el pomo viendo como mueve la mano masturbándose con destreza sin apartar la vista del cuadro, las venas se le remarcan alrededor del brazo, mi garganta lo aclama y sus jadeos me obligan a entreabrir la boca presa de las sensaciones que atropellan, todo me hormiguea, la tela me estorba y mi cabeza es un infierno de perversión el cual exige prenderse del miembro que sostiene.

Aprieto la tela del vestido cuando se pasa el encaje por los labios respirando mal, no sé si es el morbo de que se masturbe con mi imagen como si fuera una jodida diosa o el hecho de verlo a él haciendo tal cosa.

Space Bound disfraza los jadeos que suelta echando la cabeza atrás y muevo la mano por la cara interna de mis muslos colando los dedos en mi zona prohibida. Estoy empapada y empiezo a sentirme como el dependiente en abstinencia.

Quedo untada con el mero toque. Él se masturba viéndome a mí y yo me toco viéndolo a él. Endereza la espalda apretando la mandíbula y acto seguido suelta el derrame largo que absorben mis bragas.

Saco los dedos cuando el móvil me timbra en la chaqueta, los ojos de Christopher viajan a mi punto y cierro la puerta rápido apresurándome a mi alcoba, la herida me resta velocidad y en cuestión de segundos estoy aprisionada contra la pared del pasillo.

Preparo los oídos para los gritos, regaños y reclamos, pero no pasa. Esta más que ebrio y lo único que hace es buscar mi mano, me opongo y ejerce fuerza llevándose mis dedos a la boca saboreando la humedad que toque hace poco, nuestros ojos se encuentran y mi corazón abre el vació que conlleva echarlo de menos.

— Apártate — trato de escabullirme y clava la mano en la pared — No empieces, Christopher...

Alza la mano dispuesto a tocarme la cara, pero deja el intento a medias cuando me niego a mirarlo.

— Mírame y escúchame o me ahogare ... — se tambalea — Detesto vivir así... Yo...

— Que te apartes —lo empujo y me toma la muñeca llevándome contra su pecho.

Sus brazos me envuelven mientras su aliento me toca la nariz.

— Duerme conmigo...

—Suéltame...

Tengo que romper lazos de una vez por todas o seguiré tropezando con la misma piedra, piedra que es perjudicial para mí porque entre más paso tiempo con él más lo extraño.

Me estrecha contra él poniéndome a inhalar el olor a loción.

—¡No me gusta que me tomes así! —miento volviéndolo a empujar — Compórtate como un ser humano y no como un puto animal...

— ¿Y qué es lo que te asusta? — toma mi mentón con fiereza— ¿Que la furia que me cargo arrase con los dos? Si es eso estate tranquila que está acabando solo conmigo y ya estoy anhelando que me mate porque no quiero seguir viviendo el calvario al que me condenaste.

Se aferra a mi brazo.

— ¡Sabia que me ibas a disparar y sin embargo cerré los ojos recibiendo el impacto de la bala!

— Christopher — Alex aparece en el pasillo y su hijo no me suelta— Vete a tu alcoba y déjala en paz.

—Vamos —intenta llevarme— Llevo noches sin dormir, así que vamos a dormir juntos...

—No...

— Quítalo antes de que la lastime — dice Cho en el inicio de la escalera y Christopher aprieta los puños.

— ¿En verdad crees que soy capaz de ponerte un dedo encima? — busca mis ojos y aparto la cara— Sabia que me ibas a joder...

Alex me lo quita de encima.

—¡Como te voy a lastimar si no puedo vivir sin ti! —me suelta apartando a Alex — ¡Y esto era lo que querías, verme sangrar para hacer lo que se te diera la gana!

El peso recae con más fuerza cuando se aleja, puedo adorarlo con el alma y con el corazón, pero somos demasiado dañinos uno para el otro y es algo que se debe asimilar.

— Quiero un trago con Reece — le dice al papá.

— Vamos a tomarlo al despacho —el ministro trata de llevárselo.

—¿Para qué? Tú no eres Reece solo eres el padre que detesto.

Cho me lleva a la alcoba, no comento nada, solo me acuesto y arropo.

— ¿Que tanto miedo le tienes? —pregunta la coreana — Lo que sientes se puede demandar.

— No puedo denunciar una mentira, los únicos brazos que me hacen sentir en una fortaleza son los de Christopher Morgan.

— ¿Entonces que haces tratándolo así?

— Lo alejo y busco la forma romper este amor toxico y dañino.


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