LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

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El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 51

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By EvaMuozBenitez

Cartas en la mesa.

RACHEL.

Mi rostro no borra la estúpida sonrisa que cargo desde que me levanté, parezco tarada desde que llegué, pero no puedo desprenderme de la alegría que me invade hasta la última neurona.

Es raro sentirse pleno con alguien como Christopher Morgan, empezando que nos hemos revolcado en el barro miles de veces y han sido más las disputas que los momentos felices, pero ahora. Ahora me siento la puta ama del universo en un yate de miles de euros observando al adonis que lo maneja mientras yo tomo el sol en toples.

Los escoltas se quedaron y lo tengo para mí sola.

—¡Oye guapetón! —alzo el recipiente del bronceador— Necesito ayuda con esto.

Sale de la cabina poniéndome a babear, este hombre nunca deja de impresionar y ahora más con el torso descubierto mostrando abdominales, los lentes ray ban wayfarer y el cabello sin una gota de fijador.

Se sienta a mi lado esparciéndose el bronceador en las manos y acto seguido lo siento a lo largo de mi espalda, disfruto de la sensación de su tacto sobre mi piel y doy un pequeño salto cuando siento sus dientes mordiéndome el trasero.

—Esto está sobrando —juega con las tiritas de mi bikini.

—Para nada, las marcas harán que el bronceado se me vea más sexy.

Me esparce el líquido a la largo de las piernas y me nalguea pidiéndome que me voltee.

—Este lado me gusta más —sonríe con malicia mientras me coloco los lentes.

—Me perturba tu obsesión con mis tetas —es lo que primero coge cada que tiene oportunidad.

—Es tu culpa el que me provoquen tanto —se mete una a la boca mientras magrea la otra.

—Se me van a caer.

—Las tetas no, el bikini si —desliza la mano por mi abdomen rozando los pliegues de mi sexo.

No tiene las manos quietas y mi yo ninfomaníaco no hace más que seguirle la corriente hundiendo las manos en su cabello e incitándolo a que me bese la boca.

Lo hace y la humedad no tarda cuando profundizamos el momento y voy cambiando los papeles hasta quedar a horcajadas sobre su cintura.

—Mi turno —tomo el bronceador y empiezo a esparcirlo por su torso.

—Me gustas más así que con ropa.

—Lo sé —reparto besos por su piel— Si viviéramos juntos seríamos como Adán y Eva.

—High Garden es el escenario perfecto para sucumbir a la idea.

El mero hecho de imaginarlo creo que convierte mis pupilas en corazones enamorados.

Mis planes saltaron por la borda y ahora estoy triplemente enamorada. No sé qué voy hacer, pero quiero estar día y noche así, es que sencillamente si lo quise sin este tipo de momentos que tanto le puedo exigir a mi fuerza de voluntad ahora.

Suelta las tiras del bikini y se va bajando la bermuda mostrándome lo que desencadene abajo.

—¿Al aire libre?

—Si —me acomoda en su regazo.

—¿Y si pasa algún pescador?

—Que sienta envidia de todo lo que me estoy cogiendo.

La verga erecta salta ante mis ojos y automáticamente mis manos viajan al nacimiento acercándola a mí entrada mientras me subo sobre él.

Rápido y sin vacilaciones me la deslizo adentro mientras le entierro las uñas en los hombros.

—Qué coño, joder...—ataca el lóbulo de mi oreja— Reitérame de quien es.

Mis caderas se balancean mientras mi sexo chorrea sobre su miembro expandiéndose con cada salto.

—No me gustan las respuestas tardías —insiste— Así que responde y dime de quien es este coño, Rachel James.

—Tuyo —susurro en medio de jadeos.

Desplaza las manos a mi culo estrujándolo como un poseso.

—¿Y esto?

—Todo suyo, coronel —lo empujo atrás recayendo sobre el en tanto mi pelvis se balancea de arriba abajo mientras tomo mis pechos dejándome llevar del exquisito éxtasis carnal que me ofrece.

Y pensar que nunca creí darme este tipo de libertad follando a la intemperie con el sol en su máximo esplendor.

La relación con Bratt era tan diferente, nunca nos embriagamos juntos, ni hubo orales desmedidos en tiendas públicas y mucho menos pude lucirle ropa atrevida.

Christopher es lo opuesto a lo que me persigue, de él no recibo beso de buenos días si no polvo mañanero sin ni siquiera abrir los ojos, porque cuando me desperté esta mañana ya lo tenía encima jadeándome en el oído.

No me lleva al desayuno a la cama, a él se lo llevan estando conmigo, tiene un apetito sexual insaciable y no me quita las manos de encima cada que estamos cerca y pensar que con Bratt tardábamos días sin hacer nada y este parece que no puede acostarse en una cama sin quitarse la ropa.

No es de palabras dulces, pero sí de comentarios calientes que te ponen a volar la imaginación humedeciéndote el coño en un dos por tres.

Lo de sexo desenfrenado en el yate era literalmente cierto, es como si fuéramos dos ninfomaníacos que nada los sacia y cuando no está dentro de mí está tocándome por todo lado, el problema es que yo soy feliz con que lo haga y sigo sintiéndome en las nubes. Ya ni sé que enfermedad mental tengo.

Almorzamos, reposamos un rato bajo y entramos al agua con un equipo de buceo.

No le conozco los gustos, pero ya hoy sé que le gusta tanto el buceo como el surfear y compartimos el gusto por el sol y el mar.

Me ayuda con el equipo de buceo y revisa que todo esté bien antes de bajar. Hay cavernas abajo y según él partes de un barco que se hundió hace décadas.

Descendemos y su mano no abandona la mía mientras exploramos las cavernas, saca la cámara submarina para tomarle fotos al barco.

Entre señas me pide que me ubique para una foto, lo hago dispara el flash tres veces y me alza el pulgar avisando que quedo, deja que le tome una y le devuelvo la camara indicándole que nos tome una ambos, dudo a que acceda sin y insistir, pero para mi sorpresa lo hace rodeándome los hombros y alzando la cámara para la selfie.

Dispara el flash y seguimos explorando.

Hora y media después salimos a la superficie soltamos el equipo y no sentamos en la tumbona a revisar las fotos.

—El barco estaba lleno de esclavos cuando se hundió —explica— Dicen que si te quedas en el área cuando anochece escuchas los gritos de auxilio.

—Faltan dos horas para eso —le seco la espalda— Así que mueve el trasero y sácame de aquí.

—Cobarde —dejo que me rodee el cuello con el brazo.

—Esta foto si merece estar en mi mesita de noche —le quito la cámara detallando la selfie bajo del agua.

—Opino que la de mi polla se ve mejor.

Respiro hondo. 

—La quiero.

—No sé...

—Ya te vas hacer el rogado.

—Te la daré, siempre y cuando jures no hacer ningún tipo de amarre.

—La advertencia llega tarde, ya lo hice y mírate —le beso los labios— Aquí conmigo siendo menos patán de lo acostumbrado.

Le mordisqueo el lóbulo de la oreja y tira de mí dejándome en su regazo, me besa y apoyo su frente contra la mía mientras el atardecer se toma el yate y la brisa marina nos recorre a los dos «Momento que guardare en mi mente para siempre»

Ahueca la mano en mi rostro y nuestros ojos se encuentran por un par de segundos.

—¿Qué? —pregunto cuando se queda pensativo.

Respira hondo entrelazando nuestros dedos y por un segundo siento que dirá lo que tanto anhelo, ese te amo que en el fondo sé que existe, pero al igual que él tengo la necesidad de escuchar.

—Recogeré el ancla.

Me trago la punzada de decepción.

—¿Y cuáles son los planes nocturnos? —indago como si no pasara nada.

Se pone de pie. 

—Tendremos una cena de negocios.

—¿De negocios?

—Si.

—¿Con contratos de confidencialidad y cosas así?

—Puede ser, voy a estipular que tienes prohibido divulgar el tamaño de mi miembro.

«Si supiera que todas mis amigas lo saben y conociendo a Luisa creo que hasta narro un informe sobre ello»

—Ok, reluciré uno de los tantos vestidos que me regaló tu billetera ¿Dónde y a qué horas es la cita de negocios?

—Yo partiré antes, tengo temas que tratar.

—Umm, me estoy tomando enserio lo de "Negocios"

—Deberías, sabes que no me ando con jueguitos.

Me está carcomiendo la curiosidad, no me gusta que me dejen en ascuas y ya me estoy preguntando con que cosita me saldrá.

«Falta que me diga que se casara con Gema cuando llegue y quiere que siga siendo su amante»

«Dios, no» Recojo lo que trajimos mientras él nos devuelve al pueblo pesquero. Tiene una cabaña a la orilla de la playa y para cuando llegamos ya anocheció.

Tyler, Make y los otros escoltas nos esperan en la orilla. No hablamos mucho cuando estamos adentro, yo me voy a la cocina a probar una de las bebidas típicas del pueblo mientras Christopher se sube a bañar, no era broma lo de partir solo y primero.

Los Morgan no viven mal y tampoco son de gustos baratos, la cabaña cuenta con dos plantas, chimenea para el invierno, un jacuzzi en la azotea y un comedor al aire libre.

Impresionan, hasta ahora no he podido dejar de contemplar los lujos de los que gozan, empezando por el Pent- House en Londres, la mansión del ministro y el McLaren del coronel, y es que Alex Morgan tampoco se queda atrás, despilfarra dinero como su hijo andando en camionetas último modelo y vistiendo trajes exclusivos que valen un dineral.

Reitero que no soy una mujer interesada, pero vamos, no puedo negar que la vida de lujo es emocionante.

Mi familia no viene de abajo ya que mi madre a su corta edad logro riqueza y reconocimiento con su inteligencia, ser física en la NASA le daba buenos ingresos y papá heredó y multiplicó ganancias con los logros obtenidos en la FEMF, vivimos bien, pero no con tanta opulencia como los Morgan y es que ni los Lewis se dan tanto lujo como esta gente.

Charlo con Tyler en el porche que da al patio, se está tomando una cerveza y me cuenta un poco de él.

Apenas tiene 21 años, solo tiene un hermano mayor (Quien es sargento en la central de Michigan) es soltero, no me cabe duda de que le gusta Laurens, es buenísimo contando chistes y pese a la arrogancia de Christopher no escupe veneno contra él.

Lo tilda de soberbio, pero en el buen sentido y en el fondo le agradece a Make y al ministro que lo dejara pertenecer a su guardia con tan corta edad.

—El coronel la necesita —avisa Make.

Me levanto y está en la sala en modo adonis como siempre con un pantalón oscuro que le marca el culo y la camisa oliva que se le pega al torso. En traje, uniforme, bermuda, desnudo o casual siempre esta como para romperle todo y cabalgarlo por horas.

Se pasa las manos por el cabello y me atraganto el suspiro de enamorada.

—Tyler te llevará conmigo más tarde—dice dejando que lo abrace.

—Cuanto misterio.

—Si... Que se pierda todo menos la adrenalina de lo interesante —me da un beso en la boca— Te veo luego.

—Como mandes.

—Ya sabes —pasa la nariz por mi cuello—Solo ropa que me permita fácil acceso.

—Vale.

Se marcha e inmediatamente me subo a la alcoba, entro a la ducha y busco en las bolsas de las compras lo que me pondré, elijo un conjunto de dos piezas de falda larga, top de mangas caídas y sandalias.

Me maquillo, me dejo el cabello suelto y preparo mi cartera.

Tocan a la puerta y le pido paciencia Tyler mientras termino con los retoques.

—No quiero incomodarla —insiste— Pero la necesitan con carácter urgente en el teléfono.

¿Carácter urgente?

—Sigue —dejo la postura de los pendientes a medias.

Entra extendiéndome el móvil y dudo en tomarlo, se supone que tengo pautas establecidas con Christopher y dije que no iba atender llamadas estando aquí.

—Es Laurens y se oye bastante preocupada.

Respiro hondo tomando el aparato.

—¿Sí?

—Señorita Rachel —hablan al otro lado de la línea— Gracias a Dios me contesta.

—¿Qué pasa? —se oye agitada— ¿Hizo algo Scott? ¿Le paso algo a Maggie?

—No, la niña está bien, pero Stefan no tanto.

Me muevo por la alcoba con las manos sudorosas.

—Su cuñado entró en crisis y tienen que operarlo lo antes posible... Estamos buscando la forma de reunir para la cirugía, pero aun así no nos alcanza...

«Mierda» Los precios de Hong Kong son exorbitantes y se necesita más que una recolecta.

—Pásamelo.

—Está en el comando hablando con Gauna tratando de que la FEMF le haga un préstamo.

—Teniente —reconozco la voz de Paul en el teléfono— Lamentamos llegar a esto, pero no tenemos más alternativa. El orfanato de París está en riesgo, con lo que Stefan había recolectado apenas se pudieron pagar las cuentas atrasadas, los niños solo están con una tía y si Ernesto muere dudo que Miriam pueda reponerse de algo tan fuerte.

Se me encoge el corazón, ninguno de ellos merece este tipo de acontecimientos.

—¿Puede venir? Es la única persona que puede socorrernos en estos momentos.

Me congelo con el teléfono en la oreja.

—Lo siento, no puedo, pero tratare de transferir el dinero que tengo en mi cuenta lo antes posible, dile a Stefan que me llame apenas llegue.

—Ok, le diré, creo que ya está llegando —cuelga.

Busco mi teléfono en las pertenencias del coronel, me lo quito, pero solo lo apago y no lo escondió, Me da cierta desazón encontrarlo en la maleta junto al suyo. El sí está cumpliendo la pauta de cero móviles.

Desde el móvil transfiero lo máximo que puedo mientras Tyler me guía a la salida para que abordemos la camioneta.

El móvil me vibra apenas estoy adentro, es Stefan.

—Hola —contesto y lo que escucho me desgarra el pecho.

La voz rota explicándome que Ernesto está a punto de morir, su hermana está destrozada y la cirugía es un juego de suerte porque tampoco garantiza nada.

—Ángel... Yo —el llanto no lo deja hablar— Te necesito... Se oye tonto, pero...

Le tiembla la voz al otro lado y tal cosa me pone entre la espada y la pared, yo también he perdido personas y sé que Ernesto, la hermana y los niños es lo único que tiene.

—¡Por favor! —ruega— Juro que nunca más te volveré a pedir nada.

—Detén el auto —le pido a Tyler.

—No tengo con que ir a Hong Kong, ni siquiera sé si alcance a llegar y si lo hago no tendré fuerzas para darle ánimos a mi hermana.

Se oye tan destrozado y joder... El me recompuso a mi cuando más lo necesite.

—Voy para allá.

Simplemente no puedo darle la espalda.

—Solo mantén la calma y nos vemos en un par de horas —cuelgo.

—Comunícame con Make —le pido a Tyker.

—El coronel me va a despedir si sabe que lo desobedecí pasándole recados de Laurens.

Ok, me centro en que no tengo que meter a nadie en problemas y hablar con Christopher es una pérdida de tiempo porque me dirá que no, por el mero hecho de detestar a Stefan.

—Lo siento Ty, pero tengo que partir —miro mi reloj, si tengo suerte puedo conseguir un vuelo a Londres— Llévame a la estación del tren, si Christopher pregunta dile que me fui sola.

Duda quedándose congelado frente al volante.

—Es un favor de amigos ¿Sí?

No dice nada.

—Por favor.

Ni siquiera me da tiempo de empacar lo que compre. Simplemente me devuelvo por mi mochila, tarjeta y papeles. Tyler me lleva a la estación del tren, lo abordo. La ciudad me recibe e inmediatamente tomo un taxi al aeropuerto.

Tengo suerte y consigo un vuelo casi de inmediato pagando libras extras.

Faltando diez minutos para abordar el avión doy el duro paso de marcarle a Make, el teléfono suena y cada pitido es un mini paro cardíaco. Miro el reloj y haciendo cálculos superficiales se supone que ya tenía que haber llegado.

El escolta contesta y con voz temblorosa le pido que me pase a su jefe. Lo oigo respirar hondo al otro lado de la línea al tiempo que percibo el choque y el rugido del viento marítimo.

—¿Dónde estás? —el tono me encoge y por un momento considero colgar.

Tyler no se lo ha dicho, el pobre debe estar peor de aterrado que yo.

—Lo siento, Chris, pero estoy en Plymouth.

La línea se queda en silencio comprimiendome todos los huesos del tórax.

—El cuñado de Stefan está mal y no puedo darle la espalda ahora que más me necesita.

Sigue sin hablar y lo único que puede percibir son las sonoras exhalaciones de su respiración enfurecida.

—No lo vas entender, así te lo explique...

Sigue en silencio.

—Sabes que solo cuenta conmigo y...

Me cuelga, vuelvo a llamarlo y va directo al buzon.

—Pasajero del vuelo 1489, por favor abordar —anuncia en los altavoces.

¿Qué puedo decir? Ya me lo veía venir. El vuelo se me hace eterno y por suerte tengo a Paul esperándome en el aeropuerto, me cuenta los detalles de todo. Stefan esta con el ánimo por el suelo, la FEMF negó el préstamo por la deuda millonaria que tiene con ellos.

Esta en mi casa al igual que Tatiana, Lucas, Laurens y Derek, me apresuro a la alcoba y tiene todo revuelto buscando no sé qué.

Se da la vuelta cuando se percata de mi presencia.

—No encuentro mi pasaporte —está a nada de explotar y me acerco abrazarlo.

Corresponde dejándose ir entre mis brazos, me apena tanto que su suerte sea igual que la mía.

—Hay que irnos ¿Vale? Sacaré el dinero de la caja fuerte para completar lo de la cirugía.

—No me va a alcanzar la vida para pagarte.

—Déjalo estar.

Me voy a empacar mi maleta mientras ideó como carajos lidiare con Parker que no es nada comparado con Gauna, no puedo saltarme el conducto regular acudiendo directamente a Alex.

Pongo a Elliot a conseguirme una avioneta mientras lidio con Gauna en el teléfono y la discusión con él me cuesta un montón de gritos, un sinfin de compromisos y una semana de vacaciones.

Parker se lavó las manos diciendo que no intervendrá en mis actos suicidas y me dejo a uno de los generales más duros de la FEMF como única opción. Si él dice si, adelante y si no me llevo el que me trajo.

Después de una hora en la que creo que pierdo la capacidad auditiva en mi oído izquierdo puedo darle buenas noticias a Stefan y me embarco con un maletín lleno de billetes rumbo a Hong Kong.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆  

Christopher

Tres horas antes.

Salgo de la cabaña directo a la camioneta.

—¡Sorpresa! —grita Patrick en el interior cuando mi escolta abre la puerta.

Ya tengo sospechas de que está enamorado de mí.

—Bájate y devuélvete por donde viniste.

—Ya te vas a poner pesado, aun sabiendo que vine con la voluntad de ayudar.

Abordo el auto. Este hombre no conoce el significado de la palabra vida propia. Empieza hablarme y alzo la mano para que se calle.

Marco el número de Alex desde el teléfono de mi escolta y soy breve simplemente digo "Le voy a dar el anillo a Rachel" Y cuelgo cumpliendo con la pactado.

—Make cuidado con las flores —advierte Patrick y me percato del enorme ramo que hay en el asiento delantero—Me merezco la medalla al mejor amigo del año.

—Si sigues así, el premio será un ataúd último modelo.

—No seas mal agradecido, reconoce que soy un amor adelantándome a los actos —me palmea la espalda— Mi instinto me decía que se lo ibas a pedir hoy.

—Porque no te devuelves a Londres y me dejas en paz, esto es una cena para dos.

—Y lo será, solo vengo ayudarte con los detalles —dice emocionado— Bratt le propuso matrimonio en un crucero, trajo a su familia desde Phoenix y entonó el cover de forever young ¿Que tienes tú? Un anillo seguramente sin cofre, sin discurso o palabras bonitas.

—Como si eso importara.

—Es un momento memorable para toda pareja.

Respiro hondo para no ahorcarlo, yo solo espero que se largue como está diciendo porque no soltare propuestas en su presencia.

Llegamos al sitio, la isla Rough Sea esta a veinte minutos de Cadgwith, es pequeña se puede recorrer en dos horas y solo cuenta con un hotel y un exclusivo restaurante donde yacía un muelle seis años atrás.

—No sabíamos que la mesa era para tres señor Morgan —dice la encargada revisando la lista.

—Sigue siendo para dos —habla Patrick— Solo vengo a supervisar un par de detalles.

Anda con el ridículo ramo atrayendo la atención de varios.

—La mesa esta perfecta —sigo opinando como si la propuesta la fuera hacer él— Pero ¿Puede ubicarnos en la del borde? El mar se ve mejor desde allí.

—Claro —el camarero nos lleva a la mesa que pide.

—Bota la cursilería que cargas o terminare rompiéndotela en la cabeza.

—No seas mamon —las deja sobre la mesa— Le dará un toque especial a la noche.

—Patrick lárgate ¿Sí?

—Te estoy ayudando maldito mal agradecido —se molesta.

Me enerva que no me dejen respirar, si salí solo y antes es porque quería tomarme tiempo a solas, hablar con Alex (Por un momento pensé que me tomaría más tiempo) Y avisarle a Gema desde ya para que lo vaya asimilando y este en sus cabales cuando la encare en Londres.

— ¿Qué te parece si cuando saques el anillo el camarero se acerca con las flores al tiempo que haces la propuesta?

—¿El sol me aclaro el cabello y estas confundiéndome con Bratt? ¿O huelo a perfume barato como el pordiosero de Gelcem?

—No te cuesta nada ser el hombre soñado por una vez en la vida, no todos son vergazos y sexo descontrolado en tu oficina...

—¡¿Estás recopilando las cintas que borre?! —me saca de casillas.

—Claro que no —alza las manos a la defensiva y no le creo una puta mierda— En vez de discutir imagina que soy Rachel y me darás el anillo, estamos perdiendo el tiempo discutiendo.

Se endereza en la silla acomodándose en una pose muy poco masculina.

—La velada fue exquisita —pestañea— Ahora tengo la duda de que nos depara la noche —finge coquetearme soltando una estúpida sonrisa— ¿Hacer el amor en la playa o pensar en esos momentos únicos que no tienen aquí?

—Te voy a llenar el culo de balas...

Desbarata el papel poniéndose serio.

—Uno quiere ayudarte y no hayas la forma de como arruinarlo —se levanta molesto— Voy a entregarle las flores al mesero —retrocede—Le ordenare que las traiga cuando se llegue el momento, y también pediré que bajen las luces.

La gente lo mira mientras sigue andando.

—¡Y también pediré una canción! —lo voy a fusilar— De Elton John y te aguantas porque te guste o no ¡El momento tiene que ser especial!

Trato de recomponerme y pido una copa de vino mientras espero, le dije a Tyler que se tardará un poco y aprovecho el tiempo a solas para llamar a Gema.

No contesta insisto cuatro veces más y no hay respuesta. Sigo insistiendo y en ultimas lo dejo, al igual yo ya di todo por terminado.

Las horas pasan y voy sintiendo la demora cuando Rachel no llega y Make no me da reporte de Tyler.

Me lleno de paciencia, Rachel no tiene el don de la puntualidad y dudo que se hayan presentado inconvenientes en el camino. Sigo esperando ideando como planteare todo, a mí no se me da andar con cursilerías y mucho menos irme por los lados, así que quiero ser directo con lo que diré.

Planteare las cosas como son, que tal vez sea repentino, pero no hay más opciones con la candidatura de por medio,

La demora me desespera, voy al baño, tardo vuelvo y nada.

Patrick esta de incógnito con el personal de la barra y dos horas y media después le pido a Make que se ponga en contacto con Tyler, este tampoco contesta y termina enfureciéndome más.

—¿Cuál es la ubicación de Tyler? —le pregunto a uno de mis escoltas.

—Esta en el pueblo todavía.

—¿Alguna alerta?

—No señor.

Espero media hora más y nada, ya no es molesto, es preocupante y mi cerebro empieza a imaginarse lo que no es.

—La señorita Rachel está en la línea —Make me ofrece su teléfono.

Me lo pego en la oreja y los altavoces de fondo disparan una oleada de ira que se me queda atascada en el pecho, es tonto indagar sobre lo obvio, lo que escuche de fondo lo dice todo y el que este marcando de su móvil... Sin embargo, tengo la absurda necesidad de preguntar.

—¿Dónde estás?

Suspira al otro lado de la línea.

—Lo siento, Chris, pero estoy en Plymouth.

Todo se nubla mientras mi ira se dispara por los cielos.

—El cuñado de Stefan está mal y no puedo darle la espalda ahora que más me necesita.

Trata de explicarme mientras siento que la rabia me carcome, por dentro «Stefan, Stefan, Stefan» Mi cerebro solo repite eso. Los oídos me zumban y la dejo hablando sola cuando cuelgo.

El teléfono muere en mis manos, no sé si lo dañe o no solo miro a mi alrededor y no sé porque me siento la burla de todos.

¿Que estoy haciendo? ¿O que estaba por hacer? Reservando en restaurantes caros e ideando tonterías haciéndola sentir especial, si para mí nadie lo es.

Reparo la mesa, el entorno y sigo sintiéndome ridículo, el impulso de levantarme llega barriendo con todo lo que tengo enfrente. La gente se asusta y yo solo pienso que me dejo plantado haciendo el papel de idiota.

Soy uno de los que tanto me burlo. Bratt, Stefan, Antoni.

¡Menuda estúpida!

—¡¿Que paso?! —Patrick llega asustado con las flores en el brazo.

—¡Señor! —Make intenta interferir.

—¡No me toques! —avanzo a la salida bajo la mirada de todos.

—Christopher —me alcanza Patrick.

—¡Ella no va a venir así que puedes largarte!

—¿Como que no si...?

—¡Ese maldito engendro lastimero tiene problemas y como ella es una maldita auxiliadora tiene que irse con él!

Me siento estúpido, ridículo, patético. Apagando móvil, adelantando obligaciones e ignorando a medio mundo por ¿Ella? Por quien no puede vivir sin tener el mundo equilibrado.

¿Qué le voy a decir Alex? ¿Qué se me burló en la cara? Me estoy ahogando con mi propio veneno y la estoy odiando como a nadie.

Llego a la cabaña, Tyler no me da la cara y ni me desgasto, solo abro las puertas de par en par echándole la mano a la primera botella que encuentro.

—¿No que te ibas? —le pregunto a Patrick que se queda parado en el umbral— Voy hacer una fiesta celebrando el hecho de que casi me cogen los cojones. ¿Te unes?

Se acerca tomando la botella que queda en el mini bar.

—Adelante —se empina el envase igual que yo.

Enciendo el estéreo y no sé de adonde salen los cuatro individuos que llegan a la piscina, solo sé que traen más licor y algo alcanzo a entender cuando aludan el yate y proponen recorrido con conocidas que según ellos están de infarto, en medio de la borrachera digo que si a todo y en las horas siguientes no tengo mucha percepción de la realidad.

Amanece y de un momento a otro estoy en el yate con Patrick, en bermuda, con la música taladrándome los oídos y ahogándome en alcohol.

Hay mujeres por todos lados, ofrecidas que se prenden de mi boca en busca de algo más, pero yo estoy más concentrado en la botella y en lanzarme el agua cada que me siento demasiado ebrio.

Recupero el teléfono cuando llego a casa y en medio de mareos de besos y toqueteos de la mujer que tengo a mi espalda sopeso marcar su número para decirle todo lo que se merece.

Reparo la maldita foto de su contacto y el orgullo no me da. Yo no tengo porque rogarle a nadie demostrando mis debilidades a una ingrata que ni se inmuto en llevarse lo que me hizo comprarle.

Tengo rabia conmigo mismo al caer tan bajo ¿En qué diablos estaba pensando?

—¿Es tu novia? —pregunta la mujer que tengo atrás.

—Que te importa —le aparto las manos.

—No seas grosero, al igual no me importa —insiste tratando de toquetearme la polla— No soy celosa.

Veo todo borroso y el alcohol quiere tumbarme.

—Señorita sus amigos la están preguntando afuera —Make la toma del brazo— Y el señor tiene que dormir, debemos partir en un par de horas.

—Solo le robare un par de minutos.

—Mejor váyase.

La saca del sofá y ni importancia le pongo, solo me echo en el sofá imaginando a Rachel con ese pedazo de mierda, los celos arden como flamas de fuego y las ganas de cargármelo me corroen, pero ¿Qué? Si mato a ese se conseguirá otro y luego porque siempre hay prioridades para ella.

Sigo sin tener línea de tiempo, el momento lúcido es cuando me baño, me cambio y como mientras Make y Tyler lidian con la borrachera de Patrick.

El almuerzo solo me da fuerzas para empinarme otra botella y dos más durante el vuelo. Reparo el anillo una y otra vez imaginando la cara de Alex cuando me lo vea.

O sea al menos él tuvo a Sara sin tanta mierda en el camino ¿Y qué tengo yo? Absolutamente nada, ni esperanza de algo porque primero muerto antes de dejar que se me vuelva a burlar.

Tyler se va a dejar a Patrick y Make me lleva a casa. Me coloca los lentes para que ningún reportero capte del todo mi pésimo aspecto y se asegura de bajar al estacionamiento antes de sacarme de la camioneta.

Me suben al ascensor y Miranda es lo primero que veo cuando se abren las puertas del Pent- House.

—Necesitamos algo que lo haga vomitar —ordena Make— También un baño de agua fría, el ministro lo matara si lo ve en semejante estado a tan pocas horas de su lanzamiento.

Marie se apresura a la sala seguida de la enfermera.

—Christopher —me regaña...

—Shhh —la mando a callar— Los regaños me dan jaqueca.

Poso los ojos en la persona que está detrás, Gema de brazos cruzados, el cabello regado por los hombros y sin una gota de maquillaje.

—Los reclamos también —aclaro.

Abre la boca para hablar y alzo la mano.

—Si la puta de tu amiga está aquí, sácala antes de que la eche a patadas.

—Mamá vete a tu alcoba —le pide Marie.

—No vayan a pelear, por favor —deja que la enfermera se la lleve.

Le pide a Miranda y a los escoltas que nos dejen solos y me levanto como puedo cuando le veo las intenciones.

—Me suspendiste —empieza y trato de apresurarme a mi alcoba— Y a ella te la llevaste de paseo, que justo es coronel.

Me empuja y encara cuando paso por su lado.

—No te quejes —le tomo la barbilla— La suspensión es la opción que te libra de un guantazo por el mero hecho de ser una mujer.

Me manotea para que la suelte.

—Se supone que en el comando no atacamos a traición.

—Patán.

—Agradece y antes de volver a ponerle una mano encima pregúntale a Bratt lo que le paso cuando se atrevió a tocarla —digo— Siéntete orgullosa de tener un coño porque si no fuera por eso hubieses pasado por lo mismo.

Sacude la cabeza volviéndome a empujar.

—Todo por una zorra que no es más que la "otra"

—Técnicamente hablando la otra eras tú —aclaro—Porque me la cogí antes que a ti y ahora he cogido más con ella que contigo.

Se le llenan los ojos de lágrimas.

—No desperdicies lágrimas en quien no vale la pena —advierto— Mírame, tal cual me ves ahora, tal cual seré siempre no vale la pena llorar por quien no hará el más mínimo intento por hacerte feliz.

—¿Te parece justo?—indaga limpiándose las lágrimas— Andar ebrio mientras ella anda con Stefan en Hong Kong—su confesión empeora las cosas— Date cuenta, por favor. Llegó te tentó, se desquito contigo, se sació y luego se fue a rematar con el otro. Te tiene ciego y estás dejándote llevar por su juego y eres tú el que me da lástima.

—No me importa...

—Si te importa, Chris —se me acerca— Y aunque seas un maldito egoísta yo no puedo vivir sabiendo que mi hermano y el hombre que amo va a terminar en un coma etílico por culpa de una ramera coño caliente que te va a destruir.

El mareo vuelve a tambalearme y alcanza sujetarme.

—Me duele verte así, porque a mi si me importas.

—Déjame —me suelto.

—Deja que te lleve a la cama, vas a romperte la cabeza en el piso.

La aparto.

—Christopher yo no soy tu enemiga —me empuja a la alcoba, me lleva a la cama y se sienta a mi lado— Soy tu hermana y aunque te ame, lo primordial para mí es que entiendas que tú y mamá son lo único que tengo.

Sus palabras me resbalan, yo quiero ser la prioridad de otra no de ella. Me desprende de la chaqueta, los zapatos, el pantalón y la playera, quiero rehusarme, pero mi cerebro no coordina con mis extremidades.

—Cristal me habló del anillo ¿Se lo diste?

—Eso no te importa.

Rebusca la chaqueta y en los vaqueros, lo encuentra y vuelve a sentarse en el borde de la cama.

—Vete —le pido.

—No voy a dejarte en este estado.

Contesta con la vista fija en el anillo, lo deja sobre la mesita y se acuesta a mi lado.

—Si supieras lo que te quiero dejaras de perder el tiempo con quien no lo hace, ella no es mujer de un solo hombre Chris y te va a dañar si no le pones un alto.

Prefiero taparme los ojos e intentar conciliar el sueño, no necesito que me restrieguen lo que ya sé.

—Descansa, hay que preparar todo para tu lanzamiento a diferencia de ella yo si me preocupo por algo más que no sea saltar sobre tu polla.

Le doy la espalda maldiciendo a Rachel por jugar a lo mismo de siempre y esta vez me golpeo tanto el orgullo que no quiero ni volverla a ver. No hace más que reiterarme que cada quien esta donde quiere estar.

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