LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

183M 8.7M 57.4M

El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 37

2.7M 99.6K 1.1M
By EvaMuozBenitez

  ════ ⋆★⋆ ════

¡Feliz cumpleaños, Rachel!

Rachel. 

Siento que trago piedras cuando paso saliva y se me ruboriza la cara, mis ojos buscan una distracción, pero no la hay. No hay forma de ocultar que me estaba abejorreando con el coronel en mi propio pasillo, ligera de ropa y con el coño al aire.

—No hay duda de que llegamos en un pésimo momento, capitán —Hela sale de la escalera y fija la mano en el hombro de Parker— Mi gemela es una egoísta al guardarse un novio tan... —se muerde los labios— Sugerente.

—¿Qué haces aquí? —pregunta el coronel.

—Trabajar —Parker responde tranquilo— ¿Y usted?

Lo tomo de la muñeca cuando aprieta los puños.

—Que no se te olvide con quien hablas  —suelta rabioso.

—Respondo, preguntas con preguntas mi coronel —viene de civil. 

—¡Oh! —Hela se atraviesa con las manos en alto— ¿Va a ver pelea? Eso sería muy sexi.

Ignoro la coqueta mirada que le lanza a Christopher.

—No vine a crear disputas —habla Parker— Solo cumplo lo que me ordenan.

No sé porque no lo vi venir, de hecho, no tengo idea de porque estoy afuera.

—¿Enserio? —alega el coronel— Tengo la curiosidad de saber quién te ordeno hacer el lienzo gigante que tanto exhibes.

Temo por el rumbo de las cosas, Parker no es de los que se deja echar agua sucia.

—El arte no pide permiso —contesta tajante.

—Que inspirador —se ríe Christopher— Te puedo aplaudir ya o...

—No voy a discutir con mi superior —se defiende— Sé que peleas puedo ganar.

— ¿Eso fue lo que te cautivó? —me mira y tomo cartas en el asunto.

—Vete —le señalo el pasillo— Ya estamos a mano y no tienes nada que hacer aquí.

—¡¿Perdona?! —espeta ofendido— Estaba por hacerlo hasta que cierta persona se me abalanzó encima...

—¡Largo! —lo callo.

Mira a Parker sin disimular la chispa de celos.

—No quiero saber que pasa entre los dos —se defiende el capitán.

Se me cae la cara de vergüenza, la vida no me alcanza para pagar los líos en los que he metido a este hombre.

Hela me mira socarrona uniendo los índices en señal de que estamos follando.

—No me interesa ser su rival, coronel —pasa de largo— Y si quiere el retrato con mucho gusto se lo vendo.

Entra a mi apartamento seguido de Hela que no deja de reírse.

—La guardia del ministro esta abajo —Tyler se asoma en la escalera, Christopher empuña las manos y me aparta molesto.

«¿Lo sigo o no lo sigo?» Esta medio maniático y no me conviene que esté suelto, desaparece en el pasillo y corro alcanzandolo en la escalera. 

—¡Oye! —lo llamo y no me mira.

Atropello a Tyler cuando paso por su lado.

—¡Vete a tu casa! —le advierto— Te cobraste la ofensa y lo mínimo que exijo es que dejes de joderme la vida.

—Es lo que haré —el alivio me recorre el cuerpo— Pero primero le diré la verdad a Stefan.

—¿Ah sí? —lo sigo— Entonces ve olvidándote del puesto de ministro, porque la prensa te va a destrozar cuando se entere que Gema te dejo.

—No me importa...

Llegamos al segundo piso.

—Díselo cómo y cuándo quieras.

El maldito no tiene corazón, los sentimientos se los pusieron en el largo de la polla.

—¡Que cada quien se confiese como mejor le convenga! —me adelanto restringiéndole el paso— ¡Tú díselo a Gema y yo se lo diré a Stefan!

—¡No le voy a decir nada a Gema! —dice con un aire burlón.

—Es lo justo.

—¿Y cuando he sido justo? —pregunta tajante— Si le suelto todo a Stefan es porque me molesta saber que te pone las manos encima. No porque sea un buen samaritano y quiera dármelas de benevolente —se me acerca— No soy como tú, a mí no me pesa la culpa, yo hago las cosas porque me apetece y se me da la gana.

Le encanta pisotearme el autoestima.

—Si a ti te molesta Gema eres libre de hacerlo mismo —me encara— Díselo, al fin y al cabo, te estorba a ti, no a mí.

—No voy a dañar a nadie.

—Entonces aguantate y sigue de mojigata queriendo ser lo que no eres, porque por mi parte no voy a decirle una sola palabra.

Pasos retumban en la escalera, se encienden las luces de la segunda planta y no me queda más queda alternativa que ajustarme las tiras del albornoz cuando veo la guardia del ministro.

No hay forma subir sin mostrarle el culo a más de veinte hombres.

—¡Señorita, Rachel! —el pobre Julio está apunto del colapso— No sé a quién llamar... Desconectaron la alarma y me tiraron en el piso...

Lo estampan contra la pared dándole paso un hombre que mide casi dos metros. 

—¿Vendrá por las buenas o por las malas? —pregunta el escolta personal de Alex— La prensa ya sabe que está en Belgravia.

—Hay que abandonar la zona —sugiere Make al pie de la escalera, Tyler sigue observando la escena como si fuera lo más normal del mundo.

Christopher no se mueve y el escolta se quita los guantes.

—Necesito un minuto más —me atravieso.

No puedo dejar que se vaya así, como es buscará la manera de hablar con Stefan.

—Un día —susurro al verme acorralada— Dame un día y se lo diré yo misma.

Niega.

—No tienes los cojones —no me mira la cara.

—¡Por favor! —suplico— No te cuesta nada dejar que lo haga.

Enlaza nuestras miradas, el colapso de emociones es arrollador y debo hacer acopio de mis fuerzas para no volver a caer.

—Dilo —exige sujetándome la nuca—Sé lo que sientes por mí, pero quiero que me demuestres que, así como te confiesas conmigo puedes confesarte con él.

Retrocedo, no voy a exponerme de semejante manera.

—Eres una cobarde —me mira con rabia.

—¡No quiero lastimarlo!.

—Lo lastimaste cuando me negaste y le llenaste la cabeza de mentiras.

—Hay que irnos —se lo lleva el escolta.

Me aferro a su brazo obligándolo a que me mire 

—¡Una vez! —hago lo posible por contener las lágrimas— Dame gusto, aunque sea por una vez en tu vida y no me quites el derecho de hacer las cosas como se debe: Sin escándalos ni consecuencias.

—Tenemos que irnos —insisten los escoltas.

—Por favor —suplico.

Respira hondo haciendo un mal intento de contener la ira.

—Un día —aprieta la mandíbula— Por tu bien cumple, o las cosas no irán bien para ninguno de los dos.

Asiento derrotada, al menos conseguí que Stefan no termine peor que Bratt.

La guardia se mueve y me quedo mirando como se lo llevan en medio de empujones.

—Ánimo —Tyler me palmea la espalda antes de irse— Esto es normal en las relaciones complicadas.

Medio le sonrió y me pide que salude a Laurens de su parte.

Se van y siento el pecho pesado volviéndome un amasijo de sentimientos encontrados. Vuelvo a convencerme de que no somos más que un simple revolcón para dejar la pendejada. 

Me arreglo la bata y me asomo en la puerta, Parker y Hela están hablando con la vista fija en un IPad.

La chica es la primera en alzar la cara.

—¿Hicieron las paces en la escalera? —pregunta curiosa— Creo que escuche gemidos.

Percibo el ardor que me ruboriza la cara, no me avergüenza por ella, es peor que yo. Me apena Parker que me mira como si fuera mi hermano mayor.

No hablo, solo me voy a la cocina sacando un par de prendas de la secadora, me visto en el patio de lavado y vuelvo a salir como si no pasara nada.

Trato de recordar las preguntas que idee. Él sigue hablando con Hela y yo no paro de pensar en lo que acabo de vivir.

Los besos, mordiscos y caricias. Las palabras al oído... Se me contrae el estómago con los recuerdos.

Hela explica no sé que y yo sigo sin poder concentrarme. 

Aclara que el grupo hace parte de los cabecillas y de ellos depende el que triunfemos en la misión.

—¿Todo claro? —la pregunta me toma desprevenida.

—¿Que?

—¿Que si tienes claro lo que tienes que hacer? —me regaña Parker.

—Si —tomo el material que trajeron— Estudiare todo...

—El jueves practicaremos el nuevo Show que estamos preparando para los Petrova —explica Hela— Les gustan las cosas exclusivas.

Ojeo el expediente, no me siento muy convencida, Antoni me quito las ganas de lidiar con mafiosos.

—¿Pasa algo? —pregunta Parker.

Niego, ni siquiera sé lo que tengo que hacer, se supone que tenía que interrogarlo de forma sutil y no sé ni donde estoy parada.

—Déjanos solos —le ordena a Hela.

Se larga a fumar al balcón. 

—Necesito el reporte de lo que hiciste en el centro.

—Si —me levanto— Lo tengo en mi habitación

—Tráelo rápido, quiero irme.

Me voy a mi alcoba y percibo el olor a sexo y loción, el frío se está colando por el vidrio roto del balcón. Los recuerdos vuelven y me veo esposada en la cama, paso saliva, trato de distraerme buscando la USB que debo entregarle a Parker. La hallo y tomo mi celular.

Hay siete llamadas de Stefan, reparo mi entorno y noto que estoy en problemas, las sábanas están revueltas y el vidrio esta hecho pedazos.

«Va a llegar y empezaran las preguntas» Voy a decirle que fui amante de Christopher, pero no tengo las agallas de reconocer lo que acaba de pasar, sería demasiado y no tiene caso entrar en detalles.

Levanto el bóxer que me dejaron a modo de "Pago" Lo arrojo en el fondo de la papelera «No voy a tocarme con él» Me voy a la cama acomodando todo. Su olor vuelve a envolverme ya que dejó la loción en las sabanas. 

«Eres mi mejor fantasía» Se me tensa la espalda, suelto las sábanas y prefiero recoger los vidrios.

Todo se sigue repitiendo; el beso del pasillo, los mordiscos en mi busto, las arremetidas descontroladas.

—¡Joder! —me corto y me meto el dedo en la boca.

—¿Cuánto tengo que esperar? —Parker se asoma en la puerta.

—Lo siento —alcanzo una toallita en el tocador— Es que...

—¿Estás Inhalando las sabanas donde te revolcaste con tu amante? —entra.

—¡No!

Se acerca, me quita la USB y me arrebata la toallita haciéndome presión en el dedo.

—Eres pésima eligiendo pretendientes —aparto la cara cuando me mira a los ojos.

—Christopher no es mi pretendiente.

—Amante es una mejor definición —paso el sinsabor que se percibe al oírlo.

No quiero reproches, ya me tengo el suficiente asco como para oír el desprecio de otros.

—¿Tienes claro que se va a casar con Gema?

No respondo.

—¿Que se revolcó con media central en tu ausencia?

Me pican los ojos.

—¿Tan poco vales que dejas que te reduzca a esto?

Mira mi cama aumentando mis ganas de romper en llanto, hago lo posible por respirar hondo y no soltar las lágrimas.

—Dañalo —me dice.

—¿Qué? —Pregunto confundida

—No me desagrada y le tengo el respeto que se merece, pero no comparto sus métodos y por mucho que diga ser el mejor, tiene una debilidad y esa debilidad eres tú.

—No parece.

—Puedes tener lo que quieras —me levanta el mentón— No dejes que te ponga en el papel de víctima y devuélvele los golpes con más fuerza... Hiciste que Antoni matara a su hermano ¿que tan difícil es bajarle la grandeza a un altivo con el ego grande?

—No vine a eso, no quiero repetir ciclos...

—Me apena decirlo, pero no puedes decir eso si ya te cogiste al ciclo.

Arrugo las cejas.

—¿O qué fue lo que vi en la escalera? —vuelve a buscar mis ojos— ¿Estaban por comerse? ¿O la FEMF inventó una nueva forma de despedirse que solo conocen los dos?

Respiro hondo, no hay justificación que valga.

—Es como Bratt, pero más mierda, más posesivo y con más aires de grandeza. Créeme cuando te digo, que si quieres quitártelo del camino simplemente tienes que pagarle como él te paga a ti.

Voy entendiendo el punto.

—Te jodió tanto que tomaste la decisión de alejarte, haz lo mismo y obtendrás el mismo resultado por parte de él.

—¿Por qué no me enamore de ti?

Rueda los ojos.

—Soy mucho para ti.

Me roba una sonrisa y le envuelvo la cintura con los brazos.

Nuestro primer abrazo fue en uno de mis peores momentos, todavía tengo el recuerdo de lo bien que me sentí cuando pateo la puerta de la clínica y entro al baño a salvarme de mi misma, ahora está haciendo lo mismo acallando mis miedos como lo hacía Harry.

—¿Que paso con el vidrio del balcón?

«¡Maldición!»

Doy un paso atrás y me vuelvo hacia Stefan, está bajo el umbral de la puerta con el abrigo en el brazo y una mano metida en el bolsillo.

—Hola —lo saludo normal, no quiero que piense lo que no es.

—Gelcem —habla Parker y no le contesta, solo pasa la mirada del uno al otro.

—Supongo que Hela ya quiere irse —rompo el incómodo momento aclarando que no estamos solos.

—El trabajo quedará para otro día —se enrumba a la puerta— Que tengan buena noche.

Palmea el hombro de Stefan cuando pasa por su lado, nos quedamos callados ante las insinuaciones de Hela cuando Parker llega a la sala. Escucho cómo charlan mientras empacan sus cosas y cierran la puerta antes de irse.

—Tenemos que hablar —digo. 

—Estoy cansado.

—No malinterpretes lo que acabas de ver.

—No mal malinterprete nada.

No le creo, su actitud y mala cara me están diciendo todo lo contrario.

—Parker y yo somos amigos.

—Lo sé —se quita la corbata y los zapatos.

Trato de buscar un discurso o las palabras correctas, pero no las hay, diga lo que diga seguirá siendo doloroso.

—Lo ves como mi amante —me adelanto a lo que no me dice por educación.

—¿Lo es? —pregunta serio.

—¡Claro que no! —alzo la voz— Lo conozco desde que entre a la central y...

—Confió en ti...—respira hondo— Y no quiero entrar en disputas de medianoche.

—Es importante lo que tengo que decir...

—Me cague en la leche todo el día —se frota la cara con las manos— Y no quiero cerrar la noche con broche de oro.

Guardo silencio.

—Faltan pocos minutos para tu cumpleaños—añade— Tenemos tiempo de sobra para esto...

Sacudo la cabeza en señal de negación, el tiempo es un lujo que no me puedo dar.

Se deja caer en la cama y se coloca la almohada en la cara, quiere disimular el enojo, pero eso es un papel demasiado grande para él. Cuando eres tan dulce y pasivo mal acostumbras a las personas y hasta la más mínima cosa te deja ver los rastros de indiferencia.

—Miriam me acabo de llamar —dice con la cara enterrada en la almohada— Ernesto tiene un tumor a causa de la golpiza que le dieron en la feria.

La noticia es una bofetada doble.

—No es operable y no hay nada que hacer...—percibo el leve desgarre de su voz— Vivirá dos años por mucho.

Ernesto es el esposo de su hermana y está demasiado joven para tener un final así, es tan amable y me hizo sentir tan bien que no puedo evitar el sabor salado de las lágrimas.

—Los niños están destrozados y mi hermana quiere seguirlo a la tumba —le tiemblan los brazos— Lo supo esta mañana y hasta ahora tuvo la valentía de contármelo.

—Step...No sabes cuánto lo siento —trato de acercarme.

—Quiero estar solo... —aprieta la almohada— ¡Por favor!

La mejor medicina para este tipo de dolor la procreamos nosotros mismos, no hay palabras que valgan ni abrazos que ayuden. Lo sé porque lo viví con Harry, el ánimo y el apoyo de otros solo me recordó que tenía a muchos, pero ninguno era él.

Se me escapan las lágrimas y prefiero hacerle caso para no lastimarlo más. Solo apago la luz y cierro la puerta, me encierro en mi habitación y me vuelvo un ovillo en la cama.

«Vaya día de mierda» Paso de malo a bueno, a pésimo, placentero y termino siendo uno de los peores.

No tienes que conocer a alguien toda la vida para que te duela su partida, a veces solo basta con conocerla un par de horas, porque hay gente que nace, se va pronto, pero suele dejar recuerdos gratos que duran para siempre. Ernesto es un ejemplo claro, destila bondad al igual que Stefan.

Abrazo las sábanas dándole la cara a mi otro problema; la fragancia de Christopher sigue aquí, recordándome lo que somos y fuimos. Su amor es tan doloroso y el mío es tan masoquista que aún no entiendo cuál de los dos es más dañino.

Soy esclava de un cariño que me rompe una y otra vez, un amor que tiene la habilidad de pegarme y volverme a quebrar. Cada impacto es peor y lo feo es que me conformo con la cura que no es más que un analgésico que me prepara para la nueva caída.

Me maldigo mentalmente por no ser como las de más, por no soñar con el cariño de alguien como Stefan y no ser de amores buenos.

¿Para qué intento dormir?, Sé que mi cabeza no dejará de avasallarme con recuerdos y cosas que nunca pasaran.

Tengo tanto cargo de conciencia por ser tan dañina e hipócrita, ya no respiro si no que destilo radiación de lo tóxica que soy.

Me acuesto sobre mi espalda y pienso en Mirian, parece que el destino es malo a su manera, a mí me tiene retenida en amores dañinos y a los Gelcem en desgracias inevitables.

Siento pena por Ernesto y los niños que dejara, Miran se veía tan enamorada y la vida es injusta al arrebatarselo de semejante manera.

No puedo quedarme de brazos cruzados, Stefan ha hecho mucho por mí y lo mínimo que puedo hacer es darle la mano.

Alcanzo mi laptop y busco la clínica de Hong Kong, la misma que salvó al coronel la vez del atentado, está lejos y los precios son exorbitantes, pero es la mejor del mundo y tengo la esperanza de poder hacer algo.

Ingreso a la red y me voy a la pestaña de neurología, actualmente tienen un grupo de médicos especializados los cuales solo aceptan casos de suprema importancia. Para una consulta hay que escribir y adjuntar la historia clínica. 

Haré lo que tenga que hacer para ayudarlos y no estaré en paz hasta no agotar la última posibilidad.

Me voy al estudio y saco información útil que le dé esperanzas a soldado chef, armo una carpeta con el perfil de cada médico e imprimo los logros que ha alcanzado la clínica. Es agotador, pero me distrae y calma la culpa.

Apilo los papeles y los releo en mi cama, la información le devuelve los sueños a cualquiera y estoy segura que los Gelcem no serán la excepción.

A la mitad de los textos empiezo a perder la compresión lectora, los pensamientos vuelven repitiendo el ciclo de hace unas horas: Culpa, celos y pena.

De la nada lo veo con Gema, ella sobre él llevándose los besos con los que tanto sueño, él susurrándole cosas y ella deshaciéndose en sus brazos

«Siempre ha sido así» Mis celos son absurdos planteando lo que pasa hace mucho tiempo.

La pantalla de mi IPhone se ilumina y la ilusión aparece como un rayo de luz, me apresuro a tomarlo y caigo en cuenta que no puede ser él «Tengo su número bloqueado»

La foto de Bratt decora la pantalla...Bueno no es que me desagrade hablar con él, de hecho, ya lo estaba echando de menos.

Acepto la videollamada.

—Dime que soy el primero —me saluda.

Sonrío y miro el reloj, son casi las dos de la mañana.

—Es el primero señor Lewis.

Se le marcan los hoyuelos cuando sonríe.

—Voy hacerlo.

—¡Por favor no! —estalló en risas cuando empieza a cantar.

— ♪♪♪ Happy Birthday to You, happy Birthday to You, happy Birthday Dear Rachel, happy Birthday to You ♪♪♪

—Menos mal fuiste capitán y no cantante —bromeó.

—Las críticas no cuentan si te hizo reír.

Este tipo de cosas me hizo amarlo como ninguno, nunca ha dejado de demostrarme lo mucho que le importo.

—Contestaste demasiado rápido como para estar dormida —me dice— ¿Interrumpí tu noche con Stefan?

—No —le resto importancia— No podía dormir y estaba leyendo un poco.

Muestro las hojas y suspira al otro lado de la línea.

—¿Dónde estás? —trae ropa de civil y la imagen de fondo no es en su casa, hay humo por todos lados y una melancólica música de deprimido.

—Tampoco podía dormir y sali a tomar algo.

«¿La novicia?» Es lo primero que se me viene a la mente.

—No lo guardes, dímelo —aunque no seamos nada debe saber que cuenta conmigo—¿Qué es lo que tanto te preocupa?

—No sé qué darle a mi ex —miente— está cumpliendo años y llevo dos días buscando algo que no me haga lucir como un enamorado desesperado.

—Bratt...

—Es broma —se ríe— Pero dime que quieres.

—Que te desahogues y dejes de esconderte del mundo.

—No me estoy escondiendo —me muestra su entorno.

—Veámonos —insisto, no me gusta su actitud— Puedo ir por ti...

—Espera el regalo mañana temprano —me corta— Tratare de sorprenderte como en años pasados.

—Me preocupas —recuesto la cabeza en la almohada— Y no quiero que...

—Estoy bien, lady James —cita uno de los apodos que teníamos cuando éramos novios— Tratare de felicitarte personalmente.

—Promételo.

—Te lo prometo —respira hondo— Descansa, debes estar agotada de tanto dar vueltas en mi cabeza.

—Que poeta.

—Me llaman William Shakespeare.

—Te quiero —le recuerdo.

— Y yo a ti —cuelga.

Recojo los documentos y optó por obligarme a dormir, da igual despierta o no pensare las mismas estupideces. Levanto las sabanas y enciendo la tele, las luces de colores no dejaran que me hunda en la penumbra de mi propia angustia, cierro los ojos y dejo que me invada el sueño.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆ 

A la mañana siguiente.

Algo estalla en la sala, abro los ojos y me incorporo lo más rápido que puedo, hay voces y disputas «Y si no respeto el trato» El corazón me da un vuelco en el pecho, aparto las sabanas y abren la puerta de golpe.

Una nube de globos entra por mí puerta seguida de Luisa, Laila, Alexandra y Lulú; Que arrastran nuestro viejo equipo de karaoke.

—Buen día cumpleañera —dice Luisa como si estuviera en algún concierto de música pop— Soy una mierda cantando, pero hice lo posible para aprenderme la canción al pie de la letra.

Recuesto la espalda a la espera del espectáculo.

— Esto dice así:

♪♪♪ You have my heart We'll never be worlds apart. Maybe in magazines, But you'll still be my star, Baby, 'cause in the dark. You can't see shiny cars. And that's when you need me there, With you I'll always share. Because ♪♪♪

«¡Las adoro!» Me cantan la canción mientras imitan una graciosa coreografía, me siento como una mierda, pero les demuestro mi agradecimiento sacudiendo los hombros acompañándolas con el coro.

Se les olvida el final, repiten un inicio bastante descoordinado y rompo en aplausos como si estuviera en el tomorrowland.

—Para ti, nena —Laila me guiña un ojo.

—Son mis diosas —le hago una ovación en la cama y se me lanzan encima en medio de abrazos y buenos deseos de cumpleaños.

—Tenemos tres putos años sin celebrar —dice Laila— Te mereces esto y mucho más.

—¡Feliz cumpleaños, tía! —mini Harry salta a la cama con una caja de chocolates, lo aplasto en el colchón y me fijo que están todas menos Brenda.

—¿Y Brenda? —clavo los ojos en la puerta, nunca se pierde este tipo de momentos.

—Mi mami no quiere salir de la cama —me dice Harry— Tiene jaqueca.

Las chicas no ponen buena cara.

—Es el día...—responde Alexandra.

Claro, Brenda y Harry se volvieron novios en mi cumpleaños número 22. Él se le declaró estando borracho y ella no bebió una copa en toda la noche con la esperanza de que se lo repitiera al día siguiente, fue un paso grande teniendo en cuenta que llevaban una relación "Abierta"

—No te agobies —Laila me apriete el hombro— Traje mis cosas y me quedaré el fin de semana para que no se sienta sola.

—De seguro no tardara en subir —me anima Luisa.

—La mañana es joven y hay que abrir los regalos —propone Lulú.

—Pensé que la canción era el regalo.

—Claro que no —me empujan al baño— Ponte decente, te esperaremos en la sala.

—¿Que le paso al vidrio? —pregunta Lulú devolviéndome a mi catastrófica noche.

—Se rompió con la tormenta —cierro la puerta para no dar explicaciones.

Tomo una ducha y me visto con vaqueros, bailarinas y playera, medio me maquillo para disimular el desánimo, no quiero empezar el día dando lastima, Stefan me necesita y no quiero empeorarles el rato.

Hablo media hora con mi familia que llamo a felicitarme, Lulú vuelve por mí y le pido que no hagan mucho ruido, Stefan está en la otra puerta y no me parece justo molestarlo con tanto alboroto.

Mamá se despide y promete llamarme mañana, cuelgo y me quedo absorta en la pantalla.

¿Esperando que? La respuesta es sencilla; Me estoy hundiendo en el lodo que tanto quería evitar.

Están apareciendo ilusiones vanas que no tienen cabida en mi nueva vida. No tengo porque anhelar sus mensajes ni llamadas.

Contengo las ganas de desbloquear el número y salgo a reunirme con mis amigas. El pasillo huele a omelet y a tarta.

—Buenos días —saluda Stefan de la cocina.

Las chicas lo observan sentadas en el sofá de la sala.

— ¡Feliz vuelta al sol! —alcanza un ramo de girasoles y sale a saludarme.

No se ve de buen semblante, tiene sombras negras alrededor de los ojos y no plancho la camisa.

—Te prepare el desayuno —señala el comedor— Hotcakes, omelet, fruta y yogurt casero.

Me mueve las fibras del pecho, no merezco que me prepare el desayuno y no debe estar haciendo esto con lo mal que esta.

—No te hubieses molestado.

—No puedo ignorar el cumpleaños de mi ángel —me da un leve beso en los labios— Te prepare una tarta para que la compartas con tus amigas.

Insisto en que no se ve bien, no está sonriendo ni tiene la magia que tanto lo caracteriza.

—Voy a terminar de vestirme —dice antes de irse.

—Vuelvo enseguida —me disculpo, dejo el ramo en el comedor y corro a mi alcoba en busca de las carpetas que imprimí anoche.

Apilo todo y me voy a su habitación, está arreglándose el nudo de la corbata.

—Puedo decirle a Bratt que te deje descansar hoy —propongo.

Niega.

—Drew se está moviendo y Maricarmen está recopilando información importante.

Me le acerco por detrás.

—Sé que prometí no volver a meterme en tus asuntos —le entrego la carpeta— Pero creo que esto es justo y necesario.

—Oye no quiero que mis problemas te dañen el día —se vuelve hacia mí— Ve y disfruta con tus amigas...

—Léelo.

Insisto cuando intenta devolverme los papeles.

—Habla con Miriam y dile que me envíe el resumen clínico de Ernesto, haré que lo revisen en Hong Kong.

Hojea los papeles.

—No contamos con tanto dinero.

—No te preocupes por eso.

—Ángel, este tipo de cosas no te incumben...

—No me digas donde tengo que meterme —lo regaño— Quiero ayudarte y no lo estoy haciendo por ti, lo estoy haciendo por tu hermana.

Toma aire.

—Me dañaras el día si no accedes, no puedo quedarme de manos cruzadas sabiendo que puedo aportar.

—Ya me has ayudado demasiado.

—Eso es lo de menos.

Me vuelvo acercar.

—Son los mejores médicos del mundo y tienen tratamientos milagrosos —le tomo la barbilla— Sabes que si no me dejas haré lo posible por ayudarte de todas formas.

Me estrecha contra él y el abrazo me toma desprevenida.

—De uno a diez ¿cuántas probabilidades crees que hay?

—Ocho —contesto—Los informes no mienten y fui testigo de un importante caso...

—¿De quién? —me aparta.

—De un amigo —le doy la espalda, es molesto mentirle— Step, sé que no es un buen momento, pero en verdad tenemos que hablar.

—Hoy no —mira su reloj— Debo irme y tus amigas te están esperando.

Recoge el abrigo y se termina de acomodar la corbata.

—Hablaré con Miriam para que te envié lo que necesitas —me besa la frente— No es que no quiera escucharte, quiero hacerlo, pero ahora no es el momento.

Asiento.

—Hice una reserva para que cenemos, el lugar es famoso por los postres.

—Vale —le dedico una sonrisa escueta.

Se marcha y me quedo mirando el umbral, quería salir de esto de una vez y no amargar la reserva que tiene preparada.

Vuelvo a la sala, las chicas siguen en el sofá, Brenda llego y la niñera se está llevando a mini Harry.

—Lamento la tardanza —me abraza mi amiga— Me desestabilice, pero ya estoy bien.

—Lo importante es que estás aquí —la estrecho contra mí, ambas tenemos pedazos rotos que mueren por ser reparados.

—Abramos los regalos —pide Lulú— El mío primero.

—Antes que nada, quita esa cara de horror—me regaña Laila— Vinimos a celebrar y nos frustra tu actitud de empalada.

Quiero contar todo, pero me agobia recordar en voz alta.

—El coronel me dio un plazo límite de 24 horas para contarle la verdad a Stefan—omito lo otro— Quería comentárselo anoche, me encontró abrazada con Parker y por mucho que intente disimular es obvio que ahora lo ve como mi ex amante.

—Qué cosa con el coronel —se queja Luisa— No vive ni deja vivir.

—Me tiene rezandole a todo los santos —me dejo caer en el sofá— Y estoy a nada de mandarle a cortar los huevos.

—Eso sería un crimen para la humanidad —se ríe Lulú— Solo mándalo a chingar a su madre.

—Hoy no le digas nada a Stephan —sugiere Alexandra— Soy de las que piensas que debe saber la verdad, pero es tu cumpleaños y no vale la pena amargarse el rato.

—Si no se lo digo yo se lo dirá él.

Todas se enojan. 

—Tenemos tres años sin celebrar —espeta Luisa— ¿Es mucho pedir un día sin que seas la mártir?

La verdad es que ya perdí el impulso de hablar. 

—Rachel, por favor —Brenda me hace morritos— Olvídate del tema y confiésate mañana, hoy queremos verte feliz.

—¡Por favor, por favor, por favor! —suplican al tiempo.

—Ok —respiro hondo.

Tienen razón, no agobiarme será un regalo de mí para mí.

— Abramos los regalos y disfrutemos el día —sugiero.

—¡Gracias al cielo! —me pasan la primera caja.

Rompo el papel y los logos de la caja van encendiendo la emoción.

—¡Qué belleza! —chillo cuando veo las sandalias Gucci.

—La peluquería está dando frutos —me abraza Lulú— Y la promotora tiene que disfrutar de las ganancias.

—Te amo —correspondo el abrazo.

—Gracias. 

—Ahora el mío —se levanta Lou.

Ella misma lo abre y saca un hermoso vestido violeta.

—Para esta noche —dice con ojos socarrones.

—¡Eso está muy atrevido! —es super corto, con mangas caídas y un escote bastante pronunciado en el busto.

—Sabes que me encanta verte en modo zorra —me nalguea— Te verás divina.

Me muerdo los labios, voy a parar el tráfico con esto.Lo recibo gustosa, es atrevido pero precioso, brilla con las lentejuelas que lo adornan.

—Me lo pondré, pero muy apenada.

Todas sueltan a reír.

—El nuestro —se levantan Laila, Brenda y Alexandra.

Abro la caja y es una hermosa cartera Bvlgari.

—Me siento como Paris Hilton con tanta marca.

—Eres una perra de las finas —bromea Lulú.

Se ríen.

—Ahora si, a desayunar —nos vamos al comedor.

Todas empiezan a charlar con la boca llena y mientras llenan las redes con fotos y felicitaciones.

—Quiero que almorcemos en el restaurante de míster....

—¡Buenos días! —saludan y me atraganto con la bebida cuando veo a la pelirroja que sale del pasillo

Todas voltean y si no fuera por la pequeña que tiene pegada a la pierna juraría que no estoy viendo a Laurens.

—Creo que bebí alcohol adulterado y ahora tengo alteraciones en la vista —comenta Laila.

—¡Laurens! —rodeo la mesa.

Se ve... Divina con unos botines altos pantalones ajustados, una camisa que le hace ver las tetas como obras de arte y trae el cabello perfectamente alisado.

—Te ves divina —se acerca Luisa.

—¡Es la mejor sorpresa que me han dado de cumpleaños!

—Créditos para el hada madrina —se alaba Lulú.

Armamos un círculo a su alrededor llenándola de elogios que la ponen como un tomate.

—Me sonrojan —se esconde un mechón detrás de la oreja—... ¿Están seguras de que...?

Esta mejor vestida, pero sigue siendo la misma insegura de siempre.

—Te ves hermosa —le dice Brenda— Yo que tú me fuera hacer casting a Hollywood.

—la ropa se te ve divina —la alago.

—¿Se ve muy fina? —entra en pánico— Porque si es así... tengo que cambiarme... Si notan...

—No vas a cambiarte nada —Lulú la arrastra afuera y le desabotona un botón de la camisa, para que se le vean más los pechos— ¡Lárgate y deleita al mundo con esas tetas!

—¡La niñera está esperando a Maggie! —le grita Brenda.

—¡Feliz cumpleaños, señorita Rachel! —me dice antes de que Lulú cierre la puerta.

—Eres mi heroína —felicitó a Lulú.

—Quiero montar un programa que se llame "Transforma feas" —volvemos al comedor— Iré de gira por el mundo empoderando mujeres con el poder de mi secador.

El timbre vuelve a sonar.

—Apuesto mil libras a que no soporto la primera mirada y se devolvió a cambiarse —comenta Alexandra.

Luisa abre la puerta.

—Buenos días —saludan—¿La señorita Rachel James?

Mi amiga se aparta dándole paso al desconocido que viene acompañado de Julio, me apena verle el moretón que tiene en la barbilla.

—Los intercomunicadores no sirve —me avisa el portero —El caballero tiene un paquete para usted e insiste en que debe entregarlo personalmente.

Viene de traje el cual tiene un pequeño bordado que dice; Harry Winston y sostiene un cofre de terciopelo en manos enguantadas.

—¿Cuál de todas las hermosas señoritas es Rachel James?

Me levanto y me ofrece la caja.

—Feliz cumpleaños.

—¿Gracias? —no sé qué decir, nunca me habían enviado un mensajero tan exclusivo.

Me pide que le firme la tarjeta de recibido.

—Que tenga un buen día —se marcha seguido Julio.

Todas se me vienen encima cuando quito la cinta del cofre y busca la manera de abrirlo.

—¡Joder! —exclama Luisa cuando muestro la joya.

Babeo ante tanta belleza, es un brazalete con diseño estilo espiga de plata y piedras brillantes.

—¿Plata y diamantina? —me la quita Brenda.

—Esta preciosa —volvemos a la mesa y saco el móvil para llamar a Bratt, no pierde la oportunidad de impactarme con los detalles.

No contesta.

—¡Chicas! —exclama Laila— No quiero alarmarlas, pero esto no es plata ni diamantina.

Todas se callan y me empino el yogurt, literalmente salive con esa preciosura.

—Es oro blanco de 65.36 kilates —escupo la bebida— Las piedras son diamantes... ¡Joder! Esto vale un dineral.

—No manches —se lo quita Lulú— ¿Como sabes eso?

—Está marcada y mira la tarjeta —la muestra— Estaba escondida abajo y además dice que es un diseño exclusivo.

—Voy a buscarla en la web —se adelanta Brenda.

Tomo el brazalete, lo reparo con cuidado y si... Es oro blanco, no me fije cuando lo recibí.

—¡Escuchen! —grita Brenda mirando su móvil— Como lo dijo Laila es un diseño exclusivo del joyero Gianni Bulgari el cual creó la pieza para las joyas Harry Winston, el brazalete está evaluado en más de...—se calla— Mejor no te digo la suma porque sé que te desmayas.

—No puedo recibirlo...

—¿Porque eres tan tonta? —me regaña Lulú— Es precioso y podrás empeñarlo cuando tengas alguna calamidad.

—Bratt no tiene por qué darme este tipo de regalos —vuelvo a llamarlo y me salta al buzón de mensajes.

—No empieces —espeta Brenda— Las cosas se hicieron para disfrutarse y si él quiere regalarte algo que vale la mitad de su fortuna, déjalo, es de mala educación rechazar regalos.

—Sabes cómo es —la apoya Alexandra— Déjalo que sea feliz.

Luisa me lo pone y viéndolo en mi muñeca me es imposible devolverlo. Es hermoso por donde se le mire y me siento diosa con el, la pieza denota exclusividad por todo lado.

—Déjatelo —me convence Alexandra— Es un regalo, así que disfrútalo y mañana te lamentas cuando ya haya pasado tu día.

No sé qué me sorprende, Bratt siempre ha sido de detalles únicos.

—Salgamos al día de chicas —pide Laila. 

Voy por mi abrigo y tomo nota mental de pedirle a Julio que me envié la empleada para que haga cargo del desorden, necesito que laven las sabanas de mi cama y traigan un contratista para que arregle el vidrio.

Vuelvo a fijarme en el móvil e inconscientemente reviso que no tenga mensajes de algún número desconocido «Aterriza Rachel» Él no va comprar otro movil, solo para llamarme y decirme "Feliz cumpleaños"

Bajo con las chicas, tengo que dejar de tener momentos a solas, últimamente pienso muchas tonterías.

—Otro detalle para usted —me avisa Julio cuando llegamos a la recepción.

Hay un chico con una canasta de golosinas, chocolates, globos y un enorme ramo de rosas rosadas.

—¿Stephan, Parker o Bratt? —indaga Laila.

—¿Por qué Parker? —Brenda arruga la nariz— Ya no le gusta Rachel.

—No lo sé... A lo mejor, es detallista con sus amigas.

Firmo los papeles del chico y le entrego mi llave a Julio para que lo suba. Me quedo con la tarjeta que dice " Ten un lindo, dulzura y no olvides lo mucho que te quiero"

—Dile a la empleada que suba asear el apartamento —recuerdo— Que lleve el contratista para que repare el vidrio del balcón.

—Si señorita —me sonríe— Y Feliz cumpleaños.

Iniciamos la marcha con un recorrido por las calles de Soho, Brenda sigue un poco baja de moral y tratamos de que se olvide de los problemas, almorzamos en un restaurante de comida china y bebemos un par de cócteles en la terraza de un pub solo para chicas.

Al final de la tarde Brenda esta de mejor humor, le tengo tanta fe a esta terapia de amigas, convierte lo desastroso en momentos llenos de carcajadas.

A lo último nos vamos a la peluquería de Lulú que insiste en arreglarme para la cena.

Respondo los mensajes y las felicitaciones mientras me hacen pedicura, toda va bien hasta que leo el mensaje que me envió Gema esta mañana.

"Feliz día Rach, pásala super. Ya tengo tu regalo"

Envió la foto de una caja dorada.

La culpa vuelve, la pobre no merece que la engañen «Y tampoco quiero verla con Christopher»

El subconsciente me traiciona, insisto en que no me desagrada, seriamos buenas amigas si no fuera la futura prometida del hombre que amo.

Se me encienden las ganas de verlo, mis neuronas endiabladas están en modo enamoramiento repitiendo los momentos rescatables de la noche anterior.

Salgo de las redes y procuro pensar en otra cosa, lo consigo con Lulú que me retoca el color, le pone calor dejándolo, sedoso y brillante, me ondula las puntas y me maquilla con tonos acordes al vestido que usare con Stefan.

El sol se escondió y las chicas se despiden con un "Pásala super" Me alegro que les bastara la tarde de  cócteles y no insistieran con celebrar más tarde.

Me despido de Lulú y camino a casa, hoy el clima esta de mi parte. La noche esta fresca, no hay rayos ni indicios de lluvia y tal cosa me permitirá lucir mi vestido sin ningún tipo de prejuicios.

Julio no está cuando entro al edificio, su reemplazo me saluda con un leve gesto y me entrega las llaves avisando que la empleada acabo de irse y hace poco me subieron otro detalle de cumpleaños.

Agradezco y subo a mi piso, a medida que me a acerco voy notando el detalle que hay en la entrada de mi puerta, el rojo se ve desde lejos.

Llego y recojo el ramo de rosas que descansa en el tapete, no hay tarjeta ni mensaje.

Miro a todos lados a la espera de que alguien grite un "Sorpresa" Pero caigo en cuenta de que Bratt ya me dio mi regalo y Stefan no tiene ánimos para eso.

Abro y me quedo de piedra cuando veo como esta mi casa.

El rojo prevalece hasta el último rincón con cientos de ramos y arreglos florales. La cocina, la sala, el balcón... Los girasoles de Stefan y las rosas rosadas se pierden en el mar carmesí que adorna mi piso.

Suelto el ramo que recogí y me voy a mi habitación, la cama está llena de pétalos y el suelo tiene un montón de flores sueltas, las espinas se me entierran en los zapatos cuando intento caminar.

Es demasiado, Bratt hizo lo mismo una vez, pero solo me dio un par de ramos bien distribuidos, esto parece la habitación de la bella durmiente.

El arreglo más grande está en el centro de la cama. Me acerco y tomo la nota dorada que se asoma entre los pétalos.

Tengo miedo, no sé porqué, pero algo me dice que esto solo lo haría un psicópata enamorado. Rasgo el sobre y la nota no desmiente mi teoría.

Principesa

En la mafia, es común que te enseñen a olvidar el amor. En este mundo siempre se ha creído que el amor significa la muerte del deber. Desde pequeño, me vi bajo rigurosas imposiciones que me orillaron a dejar de lado el sentimentalismo, la única vez que me dejé llevar, perdí. Sin embargo, tú eres la mayor demostración de que a mí no se me prohíbe nada, porque aquí estoy, aquí estás, aquí estamos.

Y pensar que todo comenzó con una mirada, ese día una sonrisa coqueta bailaba en tus labios, no podría olvidar ninguno de los gestos que aquella noche surcaron tu rostro mientras te movías al compás de la música para llamar mi atención, porque sí, sé que estabas ahí por mí. La adicción por ti comenzó ese día, desde ese día no sales de mi cabeza, desde ese día solo sueño con tenerte entre mis brazos y hacerte mía una y otra vez, venerarte como solo una diosa lo merece, eso es lo que eres Rachel James, una diosa y yo un mortal que reclama el derecho de tenerte. Estás en mis planes, eres mi dama, estás ligada a mí y no hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Las ganas de tenerte calcinan mis sentidos, por eso te hago una promesa, principesa, este será el último cumpleaños que pases alejada de mí. Tu tiempo se agota, pronto estarás a mi lado

Que tengas un feliz cumpleaños, divina diosa. A.M

Se me erizan los vellos de la nuca, sudo frío y empiezo a mirar a todos lados ¿como me envía esto si se supone que está preso? ¿Y si se escapó y estoy donde quiere que esté?

Emprendo la huida y choco con el torso de alguien cuando alcanzo el pasillo, el impacto me estrella contra el piso y mi único instinto es darme la vuelta para correr.

—¡¿Qué pasa?! —se me vienen encima y reconozco la voz de Stefan— Soy yo.

Me abraza y rompo a llorar.

—¡Está aquí! —entro en pánico— Las rosas... La nota.

Me arrebata la hoja mirándola por encima. 

—¡Tenemos que irnos! —lo tomo de la mano.

—Calma —me detiene— No puede estar fuera, eso sería noticia nacional.

—¿Es que no ves lo que dice la nota? —el corazón me está saltando en el pecho— Es una amenaza directa.

—Ángel —toma mi rostro— Es el líder de la mafia tiene miles de contactos aun estando preso.

Niego, la última vez me confié y perdí.

—¿A quién puedo llamar? —pregunta —Para asegurarnos que sea así.

—Olimpia —le entrego mi teléfono— Olimpia Müller, ella puede ver dónde y como esta.

Intento llamar, pero los dedos me tiemblan en el teclado.

—Déjame a mí —me quita el móvil.

Lo veo pasearse con eI IPhone en la oreja mientras mi mente maquina el caos que traería el que Antoni escape, no sé porque diablos no lo condenaron a muerte, siempre he dicho que no le temo a él como persona, lo que me aterra es el alcance que tiene. «El Hacoc» Esa maldita aleación de droga me pone los nervios de punta.

Stefan tarda una hora en el teléfono, no puedo con la inquietud y reviso hasta el último rincón de la casa.

—Está en su celda —Stefan sale al balcón.

El alivio me recorre la espina dorsal, se acerca y me quita los binoculares, estaba asegurándome de que los centinelas estuvieran en su posición.

—Parker te envió un mensaje —me devuelve el móvil con la pantalla encendida. La cosa va de mal en peor, ya ni siquiera le dice capitán.

Veo el mensaje por encima "Feliz cumpleaños, Celeste"

—Olimpia reviso las cámaras en vivo —cambia el tema— Llamaron a la floristería y todo lo hizo un ciudadano con nombre falso, el ministro ya está al tanto y redoblaran la seguridad de tu casa.

—Gracias.

—Intentaron avisarle al coronel, pero no quiere que lo jodan con asuntos de trabajo —explica— Se peleo con el ministro y no quiso pasar al teléfono.

Supongo que no quiere que interrumpan el poco tiempo que tiene con su novia.

—No le digan nada —me aparto del barandal— Si Antoni está preso quiere decir que todo está bien.

—No dejes que te agobie, este tipo de cosas es normal en psicópatas como él —me lleva a mi cuarto— No te amargues el rato, tus amigas me llamaron hoy...

Las maldigo para mis adentro.

—Y me pidieron que no me enojara y te tratara como la reina que eres —medio sonríe— Dijeron que es lo mínimo que te mereces después de tantos años sin celebrar.

—Quiero que saquen esta porquería de mi casa.

—La floristería enviara un equipo en media hora —aclara— Dejaran la casa impecable.

Vuelvo agradecer.

—Ve cambiándote, en una hora iremos a cenar.

Asiento, me besa los labios y se va.

Antoni Mascherano es un cuchillo de doble filo, su recuerdo duele al igual que las heridas que arden cada que lo pienso.

Procuro no arrinconarme en el rincón del terror y me visto con el regalo de Luisa y los zapatos de Lulú. Como lo supuse el vestido es extremadamente atrevido. Se ciñe a mi cintura y realza el busto, el escote muestra el canal de mis senos y las mangas caídas descansan un poco más abajo de mis hombros.

Me retoco el maquillaje, me dejo el brazalete de Bratt y alistó la cartera que me dieron las chicas. Terapia para el estrés, me miro en el espejo y observo lo bien que me veo.

Es poco modesto alagarse así mismo, pero me gusta lo que conseguí, vuelvo a pensar en Christopher y en cómo se pondría si me ve así.

Aparto el pensamiento, como lo dije, las estupideces surgen cuando estoy sola.

Stefan se bañó y está terminándose de vestir.

—¿Listo, soldado? —me recuesto en el umbral, parece una ama de casa planchando la camisa en la cama, no le quito el toque sexy que le da el pantalón ajustado y el torso musculado.

Levanta la cara y entreabre la boca. Suelto a reír y doy la vuelta para que se deleite, su gesto le sube la autoestima a cualquiera.

—Estas hermosa —me recorre de pies a cabeza y vuelve a concentrarse en la camisa— Dame un par de minutos y nos vamos, ¿vale?

—Voy sacando el auto.

Me hostiga el olor de las rosas y tengo cierto palpito de miedo que no desaparece de un todo y por exagerado que parezca, optó por echar mi mini glock, (una pistola automática) La mafia no me tomará desprevenida como en años pasados.

Bajo al estacionamiento y saco el auto a la acera, las chicas no han vuelto a llamar y vuelvo a revisar mi móvil a la espera no sé de qué... ¿Un mensaje?

Me burlo de mí misma al ver lo patética que soy, se supone que mis problemas son por el maldito energúmeno que no sabe de modales y ando de estúpida esperando que me escriba o me llame «¿Que tengo?» ¿síndrome de Estocolmo? Y estoy esperando que me llamen a chantajearme.

Ni Chernobyl es tan tóxico como yo, en el fondo estoy deseando verlo y que me diga feliz cumpleaños.

—Perdón por la demora —Stefan abre la puerta y salgo a cambiarme de puesto.

No está destilando elegancia, pero se ve bien con vaquero gris y una camisa azul claro que se le pega al torso. No es hombre de accesorios solo luce una sencilla manilla artesanal

Procuro no mostrar el brazalete es un tanto incomodo que tu ex te regale este tipo de detalles.

No hablamos durante el camino y soy yo la que rompe el silencio cuando llegamos al restaurante.

—Te noto distante —le entrego la carta al mesero.

Estamos en uno de los sitios de moda, la comida es con cocina abierta y tiene un estilo antiguo con las mesas de madera pesada.

—No ha sido una semana fácil —me toma las manos— Aunque no niego que la mejoraste con la noticia que me diste esta mañana. Miriam se puso feliz y está buscando una persona que le ayude con los niños mientras Ernesto guarda reposo.

—Mañana llamaré a mis contactos para que acepten la historia clínica lo antes posible

—No sabes cuánto te agradezco.

—No es nada.

Vuelve la vista a la copa y siento que intento recoger arena con las manos abiertas, Stefan, tiene cierto encanto que me impide alejarlo y tal cosa me está poniendo en el borde del abismo. No lo quiero lejos, su apoyo es un pequeño impulso que me da ánimos de seguir, apaga ratos amargos y sé que conmigo puede llegar lejos.

Puedo decirle que el coronel es mi amante, pero si le digo que me volví acostar con él lo alejara para siempre y esta vez no soy tan estúpida como para lanzarme al vacío y vivir sola mientras Christopher alardea su relación con Gema.

No sé si tengo algo más que cariño por Stefan. No sé si es algo más, o quiero que Christopher despierte y note que estoy muriendo de amor por él y trato de calmar ese sentimiento con otros.

Está revisando su móvil y noto que le da me gusta a las fotos de Gema... La rabia me corroe...¿Y que estoy haciendo yo?

El impulso de los celos me obliga a tomar decisiones desesperadas. Me cambio de puesto y entrelaza los dedos con Stefan.

—No me lleves a casa hoy —le digo— Quiero que nos vayamos a una habitación de hotel y celebremos mi cumpleaños como los novios que somos.

Sonríe, me toma el mentón y me da un beso diestro que se alarga mientras me pasa las manos por la espalda, percibo el calor de su boca y el sabor a vino que sale de sus labios.

—Tus deseos son órdenes, ángel.

Comemos mientras charlamos del resumen de nuestra semana, lo siento un poco más cerca cuando me besa los nudillos y me da el postre en la boca. 

Por un momento me olvido que soy la otra de otro y me enfoco en que para soldado chef soy más que un trozo de carne.

Compartimos una botella de vino y volvemos al auto.

No vuelvo a comentar lo del hotel, sé que no conoce mucho la ciudad, pero no quiero acosarlo ni verme como loca diciendo; "Llévame al Hilton" Primero que todo porque no sé de cuanto es su presupuesto y de seguro se ofenderá si me ofrezco a pagar.

Revisa el móvil de vez en cuando y da varias vueltas por la ciudad, me pica la lengua muerta de ganas por indicarle dónde queda la zona hotelera.

Noto que está completamente perdido cuando entra a The city, la zona tiene de todo menos hoteles, esta área es predominada por discotecas y pubs.

—Tus amigas no solo llamaron a decirme que me portara bien —se estaciona— También me pidieron que...

—¡Hola cumpleañera! —gritan. 

Soy tonta al creer que mis amigas son conformistas e iban aceptar mi negativa de fiesta. Abren la puerta y me arrastran afuera mientras mis compañeros me abrazan y felicitan.

Alan, Scott, Angela, Liz, Paul, Lulú, Laurens, Lucas, Tatiana, Alexandra, Dereck, Brenda, Laila, Luisa y Simón.

—Mentiroso —regaño a Stefan con una sonrisa.

— Me obligaron —se defiende

Laila me empina un trago que me quema la boca del estómago.

—Esta noche va a ser tu primera borrachera después de tres años —todos gritan y me ponen una corona de cumpleañera.

—No sabíamos qué ambiente elegir así que optamos por uno que los tuviera todos —señalan el establecimiento que tenemos al frente.

Abarca toda una cuadra y tiene un enorme letrero que dice " The temple of sin"

—En el primer piso está el paraíso, en el segundo el purgatorio —explica Laila— El tercero tiene el cielo y el cuarto el infierno.

Todos vuelven a gritar.

—Nuestra reserva está en el último, pero puedes moverte en los que quieras.

Me jalan adentro.

—Los demás te están esperando.

¿Los demás? Ya no estoy tan entusiasmada, Liz está aquí y Liz es la mejor amiga de Gema, por ende, el coronel hace parte de los "Demás"

La algarabía no me deja alegar, el mismo Stefan me impulsa adentro y abre paso entre los visitantes que bailan, saltan y gritan, es una odisea llegar a la última planta.

Para mi suerte las chicas tienen un sitio apartado el cual tiene otro cartel de cumpleaños y como lo supuse Gema Lancaster esta ordenándole a los meseros que distribuyen el trago en la mesa.

—Hola Rach —se me acerca con los brazos abiertos. Viene de vestido y tacones altos — ¡Feliz cumpleaños!

Mis ojos viajan al grupo de hombres que está cerca de la barra, cuatro en total; Patrick y Parker que charlan con copas de Whisky en la mano,  Christopher y Bratt que están a nada de partirse la cara, a metros se nota que están discutiendo, la pose defensiva de Bratt lo dice todo.

Parker nota mi presencia y se acerca a saludarme, es un poco incomodo ya que Stefan me suelta la mano cuando me abraza y da un beso en la mejilla, Patrick lo sigue y por encima de su hombro veo como se acercan los otros dos.

—Hola cariño —me saluda Bratt con un beso muy cerca de la boca (esta ebrio)— ¡Feliz cumpleaños!

No me agobia él, me agobia el coronel tenebroso que está a pocos pasos, Bratt se aparta y siento su mirada clavada en cada centímetro de mi cuerpo, vuelvo a temblar con las mariposas asesinas que revolotean en mi estómago, por un lado, estoy muerta de miedo por el cómo acabará esto y por otro tengo la tonta punzada que sientes cada que ves al chico que te gusta.

Tiene el descaro de acercarse y agradezco que Laila tenga la precaución de distraer a Stefan y Brenda haga lo mismo con Gema y Liz. A él no le importa ninguna de los tres.

Pasa las manos por mi brazo y me estrecha contra su pecho.

—¿Ya le dijiste? —susurra en mi oído.

—La noche no acaba todavía.

Me aparto y noto que Gema vio el abrazo.

—A esto le llamo madurez —se vuelve acercar ignorando a Brenda— Es increíble que todos...

—Brindemos por la cumpleañera —Luisa la calla cuando nota a lo que va.

No me parece maduro estar rodeada de los hombres con los que tengo líos emocionales, de hecho, estoy a nada de salir corriendo.

Scott me invita a la mesa, que tiene varios regalos. El mesero nos ofrece un trago a cada uno.

—Brindemos —propone Simón.

—Por Rachel —lo sigue Scott y todos alzan sus copas.

Me empino el trago sin titubear, siento como hace efecto cuando entra a mi organismo, Christopher me está quemando con los ojos, no disimula y eso hace que ría para mis adentros.

«No soy así» Me repito, pero joder...Se siente bien saber que la novia no le es suficiente y debe poner los ojos en mí «ahora tengo mentalidad de puta»

Me empino otro trago.

—¡Vamos a bailar! —Liz me arrastra a la pista y alcanzo a tomar la mano de Stefan para que venga conmigo, volvió a ponerse serio y no quiero que descargue la ira en la persona equivocada.

Mad Love resuena en la pista. Liz baila con Scott y Parker se une a la pista con Angela, Stefan no deja de mirarlos, agradezco que ella lo abrace a él y le sonría con coquetería.

—No me pise señor, Gelcem —deja de mirarlos y se concentra en mí— Creo que estoy haciendo el ridículo bailando con un tronco.

Le rodeo el cuello con los brazos, me inclino a besarlo y solo deja que le rose los labios.

—El capitán —advierte y veo a Bratt bailando con Laila— Esta ebrio y no me miró bien cuando entre.

No tenemos nada, pero Bratt no deja de ser posesivo.

—Gracias por la sorpresa —le digo al oído.

Sonríe y me besa el hombro descubierto, los demás se van sumando incluyendo Christopher y Gema que se ubican a pocos metros, procuro no mirar como lo toquetea mientras le restriega el culo.

Me alegra ver a Luisa bailando con Simón como en los viejos tiempos, abrazados y besándose sin importar hacer estorbo en la pista.

—Laurens le está sacando partido a su nuevo look —comenta Stefan.

Volteo a mirar y está bailando con Derek, pésimamente, pero bailando muy cerca de Scott.

—Invite a mis amigos para no sentirme tan solo —continua Stefan— Espero que no te moleste.

—Claro que no —lo vuelvo abrazar. Tatiana, Lucas y Paul no me desagradan y Lucas le está subiendo los ánimos a Brenda bailando en la pista.

Cuatro canciones después volvemos a la mesa. Algo no encaja en mí, solo actuó por inercia y me siento en las piernas de mi novio.

—La propuesta sigue en pie ¿Cierto? —me pregunta acariciándome los muslos.

—Si —escondo la cara en su cuello.

Se mueve cuando le vibra el móvil, lo saca y la pantalla esta iluminada con el nombre de Maricarmen.

Me mira y asiento para que conteste.

—No tardo —se va.

—No sé qué tomo Bratt, pero tiene las manos inquietas —Laila se deja caer a mi lado— Está abejorreándose con toda la que se le atraviesa.

Sirve dos tragos.

—Fondo blanco —me pide y hago caso dejando el vaso vacío.

—No va a joderte —dice mirando la pareja que sigue en la pista— Luisa está dispuesta a todo si abre la boca.

—Se ve feliz con su novia —Gema le besa el cuello y los nervios me traicionan.

—No los mires, solo disfruta —vuelve a llenar las copas— ¡Es tu día, nene!

—¡Por mi cumpleaños! —brindo y bebo todo de un solo sorbo.

—Vamos a bailar —Brenda viene por mí y vuelvo a la pista al ritmo de Havana en la voz de Camila Cabello.

Laila trajo la botella y no para de darme tragos.

—Brenda no quiere subir a la última planta —eleva la voz— Hay una sala para conocer polvos de una noche.

—No lo necesito —se defiende mi amiga.

—Si lo necesitas, tienes que coger para salir de la depresión —nos volvemos a empinar la botella— A este song se te reconstruirá el himen.

—La apoyo —digo— Coge y se feliz.

Gema, Laurens, Tatiana, Lucas, Liz, Angela, Lulú y Luisa se unen al baile de tres cuando colocan Swalla. Laila pasa la botella y al décimo trago ya estoy mareada.

Tengo un centenar de preocupaciones, pero me la disfruto dando saltos abrazada de mis amigas, me justifico con el "Tengo tres años sin celebrar"

Bajan la intensidad de la música y volvemos a la mesa, Bratt esta con una morena en las piernas y el resto de los hombres está bebiendo, Stefan regresó, es el más apartado, está al lado de Paul y sigue pegado al teléfono.

—Siéntate a nuestro lado —Gema me planta el culo al lado de Christopher sentándosele en las piernas.

Luisa y Lulú me miran con cara de ¿WTF?

—Tenemos que brindar por este lindo momento.

Los tragos le están haciendo efecto y está arrastrando la lengua para hablar.

—Por ti —me entrega uno y Christopher le hace caso alzando su copa— Y porque tengamos un momento así en mi boda con Chris y en la tuya con Stefan.

—Si —le sigo la corriente con el corazón hecho pedazos— Yo misma planeare tu despedida de soltera.

Me parte y estoy actuando como una perra ponzoñosa, pero no dejare que me vean sangrar.

—Si no les molesta —me levanto— Voy a compartir con mi novio.

Quedo en ridículo cuando me acerco ya que Stefan se levanta mostrándome la pantalla adornada con el nombre de Drew.

No pierdo el impulso y me siento al lado de mis amigas.

—Chingada madre —comenta Lulú— El tinieblo te está follando con los ojos.

Alzo los ojos, Lulú no se equivoca, tiene los ojos sobre mí mientras Gema parlotea con Liz, el instinto me gana y de un momento a otro termino devolviéndole la mirada coqueta.

Y eso no es lo malo, lo horroroso es que mi cerebro ebrio y enamorado empieza a detallar lo bien que se ve vestido de negro, luce un outfit casual de vaqueros rotos en la altura de la rodilla, botas, playera y una chaqueta con hombreras de cuero.

No entiendo qué diablos pasa, pero sin querer le doy pie a un duelo de miradas perversas que me ponen al cien, procuro controlarme, pero su mirada me incita a que lo mire y le siga la corriente.

Se inclina un trago humedeciéndose los labios con la lengua, Gema esta absorta hablando con su amiga y cada quien está en lo suyo, nadie nota como me mira y lo miro.

«¡Contrólate Suplico para mis adentros, no puedo ponerme en este tipo de plan.

Fija los ojos en mi busto y temo a que el vestido muestre la protuberancia de mis pezones cuando aumenta la tensión sexual, siento que no funciona el aire acondicionado y me echó el cabello a un lado para refrescarme un poco.

—¿Tienes calor? —me pregunta Lucas pasándome un cubito de hielo— Se tomaron en serio lo de imitar al infierno.

—Si —me meto el cúbito en la boca, lo vuelvo a sacar de una forma poco decente y bastante pornográfica, noto que el señor coqueto se acomoda en la silla.

Me gusta su reacción y bajo la mano a mi busto «¡Joder, desiste!» Exclama mi sentido común, pero mi subconsciente quiere provocar a la bestia.

Recibo los tragos que me brindan y en vez de relajarme me voy poniendo más cachonda, tanto que siento la humedad que me empapa las bragas y esta vez soy yo la que quiere quitarlas y ponerlas en la mesa.

—¡Carajo! —grita Laila cuando colocan una canción latina, Brenda la apoya y todo el mundo se para a bailar.

Brenda canta cuando estamos en la pista, Stefan sigue sin aparecer y todos bailan con todos, incluso Bratt con la pareja que sacó no sé de adonde.

Bajan la intensidad de las luces y Laila sigue pasando la botella de whisky, no pierdo oportunidad y bebo un trago largo que me termina de marear, a lo mejor me duermo y dejo tanta zorrería.

—Trato especial para la cumpleañera —pide Laila y Alan no pierde el tiempo al momento de rodearme y bailarme demostrando que es de los que sabe usar la pelvis.

Me ponen las manos sobre su pecho y Lucas me rodea simulando que me nalguea como si fuera una chica mala, Brenda me pega la botella y creo que bebo la mitad porque me tambalea y empiezo a ponerme peor de lo que estaba.

Say my name se apodera de la pista, enciende los ventiladores y siento que me refresco poco a poco. Gema se está llevando la atención bailando con Derek, Lucas y Alan.

Cierro los ojos, no hay más que luces verdes que parpadean de vez en cuando y voy retrocediendo con lentitud cuando percibo el calor de la persona que tengo atrás, sé que es él y mi cuerpo es un imán que busca contacto. La gente sigue bailando a nuestro alrededor mientras él me manda la mano al culo.

Nada de tratos sutiles y delicados, el agarre es fuerte como la erección que siento en el inicio de mi espalda.

—Ese vestido me tiene mal —susurra restregándome la entrepierna.

Caigo en cuenta del riesgo que estoy tomando y me aparto antes de que pase a mayores, sin mirarlo vuelvo a la mesa. Stefan no esta y procuro buscar soluciones.

Me empino dos tragos y me encamino a la salida, el gentío es impresionante y el mareo no me ayuda a la hora de buscar la escalera.

Lleno mis pulmones de aire puro, soldado chef esta junto a mi auto hablando por el móvil.

—Vamos a bailar —digo en voz baja.

Está discutiendo y me indica que espere, insisto y vuelvo a recibir la misma respuesta. Make y Tyler están rondando el área con cuatro escoltas.

—Ángel —tapa la bocina— Te busco arriba ¿Sí? Maricarmen esta ebria, quiere que vaya a buscarla y estoy intentando persuadirla.

Le suelto la mano.

—Ve arriba ya te busco, ¿Vale?

Asiento y me devuelvo por donde venía.

No puedo subir así, estoy más ebria, por ende, más cachonda.

Opto por tomar una decisión madura y quedarme en el primer piso, la temática es el "Paraíso" La música es más suave. Las luces más tenues y el ambiente no es tan violento como arriba, esta igual de lleno, pero la gente está más drogada que borracha.

Me voy a la barra y pido un whisky doble mientras me encaramo en la silla que esta debajo del ventilador.

—Las cumpleañeras tienen barra libre —me indica el bartender ofreciéndome otro trago.

Me había olvidado de que traía corona de cumpleañera.

La música empieza ponerme melancólica, no fue un mal cumpleaños, los románticos me dieron joyas y chocolates, y los psicópatas me llenaron la casa de flores, sin embargo, me siento incompleta y vacía.

«Algo tonto teniendo la magnitud de la joya que cargo en la mano» Reparo el brazalete que me puede costar la pérdida de la mano si alguien nota lo que vale, con tanta cosa ni siquiera me he esforzado por darle las gracias a Bratt.

El mundo se me detiene cuando percibo el olor que tanto me enloquece, el corazón me retumba en las costillas y no me atrevo a levantar la cara, mantengo la vista fija en la pulsera mientras se acerca, trago saliva cuando se apoya en la barra pasando los dedos los por el brazalete.

—¿Admirando mi buen gusto? —pregunta.

—¿Buen gusto? —indago confundida.

Alzo la cara cuando le pide un trago al bar tender.

—¿Tan mala eres sacando conclusiones? —sonríe— Bratt está demasiado traumado para enfocarse en algo así y el ceniciento no tiene ni donde caerse muerto.

Se me comprime el estómago, llevo todo el día anhelando un detalle una felicitación por parte de él y resulta que lo recibí desde esta mañana, vuelvo a mirarlo y no tengo idea de cómo reaccionar. No puedo demostrar emociones y tampoco tengo el impulso de devolvérselo porque en el fondo me alegra tener algo de él.

Reprimo las ganas de posar las manos en su cuello y traerlo hasta mi boca, prefiero volverme hacia la barra, tengo claro que no hago cosas coherentes estando ebria.

—Vámonos —apoya la mano en mi brazo.

—Vete con tu novia.

Rueda los ojos.

—Vine aquí por ti no por ella —acelera los latidos de mi corazón — Quiero quitarte ese vestido y repetir lo del despacho sacerdotal.

Desencadena una descarga de calor.

—No vine sola, Christopher —dejo de mirarlo— Tu estas con tu pareja y yo estoy con la mía.

—Como si eso importara —baja la mano a mi rodilla— No te hagas la difícil y deja que te dé un bonus extra de cumpleaños.

—No quiero nada, gracias —trato de decirlo sin llorar.

Se acerca más y empiezo a hiperventilar, miro a todos lados vigilando que no haya bajado algún conocido.

—No empieces...

—¿Que? —gira el banquillo dejándome de cara contra él.

Su toque es suave y me roba el aliento cuando sube las manos por mis muslos.

—Basta —musito, pero no soy capaz de apartarle las manos.

—Mira cómo me tienes —sigue subiendo— Todo me aprieta desde que ti vi entrar con ese jodido vestido.

Estamos en el taburete del rincón y su cuerpo me tapa por completo, habría que acercarse para descubrir lo que hace y el bar tender esta con un grupo al otro lado de la barra.

Se humedece los labios con la lengua cuando esconde las manos bajo mi vestido, el coño me empieza a palpitar, tenso las piernas y pierdo los estribos cuando fijo los ojos en la mirada lujuriosa que me está dedicando. Alcanza la tela de mis bragas y percibo el rubor que me invade la cara cuando aparta el elástico deleitándome con el calor de su mano.

—Nena... —le sale de una forma tan sexy— Estas empapada.

Le entierro las uñas en el brazo cuando rosa mi clítoris robándome un gemido que por suerte solo escuchamos los dos, me acaricia con dedos expertos poniéndome a temblar en el asiento, el pecho me está saltando de una forma arrebatadora, le estoy empapando la mano con mis fluidos y el muy descarado me pega la erección en la pierna para que sienta como palpita.

—Te hubiese follado arriba...—me habla el oído— Así como me gustaría follarte en esta silla

Sigue moviéndose y masturbándome con tres dedos.

—¡Para! —suplico cuando me tiemblan las piernas. 

—¿Para? —gruñe cachondo— No puedes pedirme eso con ese escote que reluce una de las cosas que más me gusta de ti.

No puedo con el calor que emana de mis piernas.

—¿Vas a correrte? —pregunta sin detener los movimientos.

La lengua no me quiere funcionar.

—Tus músculos me aprietan —insiste y reprimo las ganas de jadear.

El pulgar ataca mi clítoris poniéndome a salivar el aire no es suficiente cuando percibo el aviso previo del orgasmo.

—¡Joder! —articulo y saco la mano.

—¿Te gustó? —se pasa la mano por los labios— Porque puedo hacer cosas más placenteras con esto.

Sujeta su entrepierna.

—Tengo que irme —me bajo mareada, mi ángel guardián me está diciendo que esto no va a terminar bien.

Se atraviesa y vuelve acorralarme contra la barra.

—Bailemos —dice demasiado cerca.

—No estoy para payasadas...

—Tómalo como otro bonus de cumpleaños.

Me niego a moverme cuando intenta llevarme a la pista.

—¿Que? —indaga— Te da miedo que sea mejor bailarín que tú.

—Soy una nórdica —recalco airosa— Es obvio que no eres mejor que yo.

—Pruébalo —me lleva con él y me pregunto porque diablos no me preocupa el que alguien pueda vernos.

La pista está llena y llegamos cuando inicia la nueva canción.

Ni siquiera me da tiempo de adaptarme al ritmo, solo me deja de espaldas contra él cuando Ariana entona 7 Ring, sus manos recorren mi abdomen y recuesta la polla a mi espina dorsal moviendo la pelvis con provocación.

Mis sentidos responden y bajo recostándole el culo y contoneando la cintura, no es inexperto, se mueve bien y ratifica que no tiene lado malo cuando recorre mis piernas y hunde las manos en el borde de mi vestido.

—Voy a pajaerme con este recuerdo —dice contra mi cuello.

Volteo y me pierdo en la invitación que me hace su boca, siento ganas de prenderme de ella cuando baja las manos por mi espalda y ahueca mi trasero, cierro los ojos y me dejo envolver por la sexy canción, ya no bailamos estamos follando con la ropa puesta, yo me estoy restregando contra su polla y él está refregándose contra mi sexo.

Muero con el olor de su perfume, mi cuerpo exige más y entierro la cara en su cuello pegando mis labios en su piel. En momentos como este me doy cuenta lo colgada que estoy, se supone que estamos en plan cachondeo y yo ando dándole besos como idiota.

Disparan las cámaras de humo y para cuando quiero abrir los ojos ya no estamos bailando la misma canción.

Rihanna truena en la pista con Rude Boy, aprovecho y me pego más disfrutando el ritmo dejando que me tome y acaricie mientras mi corazón amenaza con dejar de latir, va apretándome contra él mientras ladea la cabeza y acerca la boca. Respiro y nuestros labios se unen en aquella pista disfrazada de paraíso.

Un beso profundo y pasional, entierro los dedos en los mechones de su cabello, mientras me rodea la espalda con el brazo y sujeta mi nuca.

Química, chispas y fuegos artificiales saltan frente a mis ojos cuando su lengua toca la mía, de forma feroz y agresiva, baja la mano a la parte baja de mi espalda tomándome como suya. Sin duda los mejores segundos de mi día de cumpleaños, me siento más viva y caliente que nunca.

Extraño su calor cuando se aparta y esta vez no hay palabras ni propuestas, solo me mira y lo entiendo todo cuando se da la vuelta. Mis pies lo siguen por inercia como si nos comunicáramos telepáticamente

Lo sigo a través de la pista y no vamos precisamente a la salida.

Se desvía al baño (Que son unisex) Entra como si nada y se mete en una de las gavetas. Me pregunto de donde saco el descaro de entrar a la misma sin detenerme a pensar en la persona que se está maquillando frente al espejo.

Me manda la mano al busto y lo empujo para que se siente en el retrete, sin preámbulos me abro de piernas sobre él.

Nada apagara el calor que me quema, está más que mal, pero solo pienso en ladear la cabeza y apoderarme de su boca mientras me froto contra él.

Reafirma mi cintura sobre su pelvis y baja las copas del vestido para prenderse de mis pechos. Tienen cierto magnetismo sobre su boca porque es lo primero que alcanza cada que estamos juntos.

Es lo primero que lame y muerde, así que saco las mangas del vestido y se las ofrezco. Lo tomo del cabello para que las chupe y lama una por una. Él no pierde tiempo, las magrea mientras pellizca una y se prende de la otra. Me pone a mil, estoy tan empapada que lo estoy impregnando con los fluidos de mi sexo

Gruñe cuando me aparto a soltarle la pretina, no vine a que me lama, también quiero tocar, no me importa demostrar mi desespero, solo libero su miembro y contemplo la potencia que trasmite.

Salta a mi vista y sujeto el tallo duro y venoso, la saliva se me hace agua cuando noto la punta brillante a causa del líquido preseminal. Jadea, pego mi frente a la suya y agito la mano con fuerza obligándolo a tensar la mandíbula.

—Es mía —le muerdo el lóbulo de la oreja — Tu eres mío.

Se levanta con mis piernas aferradas a su cintura y me estampa contra la pared.

—No contradigo verdades.

Me aparta la tela de las bragas y ubica su glande en mi entrada, gimo, me arremete y clava las manos en mi cuello.

—Escucha —exige quedándose quieto— Lo que suena será mi próxima canción favorita.

Me embiste y cierra los ojos en busca del nombre de la canción, hay un altavoz en el baño e identifico la voz de Dúa lipa, no hayo el nombre, pero si me grabo una pequeña estrofa.

♪♪ Don't we get a little 

Get a little...? Don't we get a little high Get a little high?

—¡Joder! —exclamo cuando me llega lejos, está sudando y embistiendo con fuerza bruta.

Capto voces y aprieto los labios para no gemir, la música es atronadora y me está confundiendo demasiado, el pudor me abarca y temo a que me escuchen, sin querer se me escapan varios jadeos y me llevo las manos a la boca. Error porque me gano su furia, me toma las muñecas sujetándolas por encima de mi cabeza.

—¡Que escuchen! —ordena— Que sepan cómo te pongo y como me calientas.

No me importa enterrarle los tacones en el culo, mi cuerpo es débil cuando se pone exigente y me encanta lo que estoy viendo; Su mirada oscura, su frente impregnada de sudor y mis tetas al aire subiendo y bajando mientras no las pierde de vista.

Es hombría pura, no tiembla ni desfallece cargando el peso de mi cuerpo, tiene la fuerza de sostenerme como si fuera una muñeca.

—¡Chris...! —me está dando donde es y me estoy desintegrando pedazo a pedazo.

Aterrizo con piernas temblorosas, temo a que me deje a medias como anoche, pero no. Rio para mis adentro cuando toma mi cintura y me deja de cara contra la pared, mete las rodillas entre mis piernas y me la mete toda estancándome el aire en los pulmones.

Como la masoquista que soy esponjo el culo dándole a entender que lo recibo gustosa y es ahí cuando descarga el verdadero voltaje.

Entierra las manos en mis glúteos y los separa mientras me lleva contra él; Fuerte, veraz y brusco, se estrella contra mí mientras juega con las tiras de mi panti, los mete en la raja de mis nalgas y vuelve a sacar como un niño ocioso.

Jadeo, gimo y me derrito sin importar que el mundo me escuche.

—Jadearías más alto si vieras el espectáculo que estás dándome acá atrás.

Las uñas se me resbalan en los azulejos, pego la frente y empaño la cerámica con mi aliento, se me tensa el estómago con cada arremetida. Ahora si es un salvaje, me tiene sujeta del cabello y está lanzándome embestidas acompasadas, percibo sus gruñidos y como llego al nacimiento de su polla cuando toco sus testículos con cada estrellón.

—Joder... Nena —habla con leves gruñidos— Voy a vaciarme y quiero que me digas que estas lista para recibirlo todo.

Lo estoy desde que empecé.

Me abre más las piernas y voy contrayéndome por dentro, la piel se me va erizando y las chispas van saltando, no sé de dónde aferrarme, las piernas me están fallando y mi humedad está goteando en el piso.

Me expando, palpito y encojo cuando siento su tibieza, el orgasmo estalla y por suerte alcanza a rodearme con los brazos para que no caiga al piso.

No puedo respirar, siento que corrí una maratón y estoy a punto de morir, necesito alcohol y un baño de agua fría.

—¿Puedes sostenerte? —pregunta dejándome contra la pared.

Asiento y aprovecha para quitarme las bragas.

—Oye... —intento quitárselas, pero estoy medio atontada.

—Quédate hasta que te sientas mejor —me sienta en el retrete.

Me tomo la cara entre las manos, el mareo es insoportable y lo que más me jode es ver como abre la puerta y se larga sin decir nada.

«Vuelve y juega» Y estoy demasiado débil para seguirlo «no voy a llorar» Me digo e incorporo como puedo. Limpio mis partes y me acomodo el vestido.

Todo el mundo me mira cuando salgo, pero no me importa.

Me echo agua fría en la nuca y bebo agua de la llave «Que nadie note que tengo el corazón vuelto trizas»

Ahora si quiero beber hasta perder la conciencia, salgo decidida y me vuelvo acercar a la barra.

—Una botella completa  —le pido al bar tender no tengo idea de adonde deje caer la corona, pero confió en que tenga buena memoria.

Obedece. 

— ¿Que vale? —pregunto ante su silencio.

—Toda tuya —desliza una botella de Jim Bean— Solo trata de no beberla tan rápido.

—Gracias.

La abro antes de subir las escaleras y me la empino como si fuera agua, estoy cogida, celosa, me siento culpable y tengo el corazón roto. Tengo vía libre para beberme toda la jodida discoteca.

Aparto la botella cuando bebo la mitad, presiento la arcada de vomito y me recuesto en el barandal tomando aire por la boca. El llanto no lo contengo tan fácil, este si sale y me empapándome las mejillas mientras intento subir.

¿Qué diablos estoy haciendo con mi vida? Me siento desahuciada y no es por mí, es por él y su tóxica forma de quererme.

No quiero polvos de medianoche. Yo quiero que se acueste conmigo y amanezca conmigo como una pareja normal. Quiero que me ame, como yo lo amo a él y que sea capaz de hacer las mismas cosas que yo haría por él.

Subo el último escalón, la discoteca sigue llena, pero desde mi punto lo veo recostada en la barra hablando con Patrick y Alexandra. Tranquilo mientras yo estoy a punto de quemarme el pelo.

Gema esta con Liz y me arriesgo a ir y decirle lo que pasa entre su novio y yo...

Sigo llorando, en medio de traspiés aparto a todo el que se me atraviesa, piso a uno y sigo continuo a paso decidido.

—¿Que carajos te pasa? —me toman de los hombros— Pareces una cabra loca.

Es Parker y mi único impulso es lanzarme a sus brazos.

—Soy una tonta —lloro— Volví a caer y...

Estoy demasiado ebria.

—Cállate —gruñe entre dientes— Estas dando un espectáculo.

—No me importa —me empino la botella— ¡A la mierda todo el mundo! ¡Voy a confesar todo!

Avanzo y vuelve a sujetarme.

—Te dije que lo jodieras, pero no así —empezamos a discutir— Vas hacer el ridículo.

—¡A mí me joden todo el tiempo! —chillo.

—Necesitas aire fresco —varios se levantan con el forcejeo.

—¡Suéltame! —lo empujo.

—¡Rachel...! —lo vuelven a empujar y esta vez no soy yo.

—¡¿Dónde la tenías?! —Stefan toma a Parker del cuello.

—¡No, no, no! —Maldito don de Parker de estar siempre en el lugar equivocado.

—No inicias peleas que no puedes ganar —Parker le devuelve el empujón.

Levanta el puño y me aferro a su brazo, la discoteca arma un círculo a nuestro alrededor y Stephan se abalanza, pero no llega.

Patrick lo sujeta.

—¡Chicos! —Christopher se atraviesa sonriendo con autentico descaro— No dañemos la fiesta, la cumpleañera está más que complacida.

Me mira.

—¿Cierto cumpleañera?

Siento que me meten un petardo en el culo, es el peor hijo de puta que he podido conocer.

—¡Diles! —continua— Merecen saber lo bien que la pasaste...—se corrige— Lo bien que la estas pasando.

Estallo, lo encaro y lo empujo.

—¡Hijo de puta! —lo abofeteo y el muy maldito suelta a reír.

—¡Mándalo a chingar a su madre! —grita Lulú y mis amigas se me vienen encima.

—¡Rachel! —se atraviesa Gema— ¡Entiendo que estés ebria, pero Chris solo quiere ayudar!

—¡Que Chris ni que nada! —la grito— ¡Despierta, te está usando y no te das cuenta!

—Cálmate —me susurra Brenda, pero ya estoy harta de esta mierda.

—¿A qué punto quieres llegar? —Gema se cruza de brazos.

La ira está haciendo erupción.

—¡Habla! —espeta Christopher y Patrick lo toma del brazo para que se aparte.

Miro a Stefan y caigo en cuenta que al hablar solo lo haré quedar en ridículo, es tan inocente y no merece que lo unte con mi mierda.

—Si van a continuar con las disputas les ruego que abandonen el lugar —nos pide el de seguridad.

—No pasa nada —dice Laila jalándome al sofá.

—¡No hemos acabado todavía! —se molesta Liz.

—¡Esta ebria! —me defiende Laila— ¡No sabe lo que está hace!

—Traeré un poco de agua —se ofrece Tatiana.

—¿Dónde está Lou? —me limpio las lágrimas.

—Simón se la llevo —Brenda se arrodilla entre mis piernas— No puedes dejar que te afecte de semejante manera...

Se calla cuando Stefan se sienta a mi lado.

—Step —le tomo el mentón para que me mire— No te agobies con Parker, puedo jurarte que...

Christopher está discutiendo con Patrick y Liz se sienta frente a mí atenta a lo que diré, Tatiana se muestra amable me entrega una botella de agua y se vuelve a marchar.

—Parker no tiene nada con Rachel —explica Laila— Tus ideas son un mal entendido.

—Me voy—dice.

—Deja que me vaya contigo —busco mi cartera.

—No... —toma aire.

—Lo siento...—se me atascan las lágrimas— Yo solo fui a tomar un trago abajo y...

Niega.

—Mejor quédate y discúlpate con Gema, así como yo me disculpare con Parker.

—No tengo porque disculparme con Gema...

Me duele su bondad.

—Rachel no comparte la actitud del coronel —interviene Alexandra— Por eso lo trato así.

—Lamento el haberte arruinado la noche.

—La dañe yo...¡No tienes nada que lamentar!

—Te desapareciste, Parker no estaba y pensé que....

—¡Llévame a casa! —le pido— Y allá te explicare todo.

Vuelve a negar.

—Tengo que ir por Maricarmen, tiene documentos importantes y me advirtió que no se moverá hasta que no la vaya a buscar.

Lo suelto.

—Scott dijo que te llevaría a casa.

Es mejor que tomemos distancia, aunque sea por un par de horas, debo calmarme y no soltar más estupideces.

—Llévate el auto no estoy condiciones óptimas para manejar.

Asiente y me da un beso en la frente.

Se va y recuesto la cabeza en el sofá, Lulú me pasa la botella y vuelvo a empinármela, estoy tan dolida.

—Quiero estar sola.

—Vamos a bailar —propone Brenda.

—Vayan ustedes, luego las alcanzo.

Cierro los ojos, con la botella pegada a los labios, la estoy cagando a nivel Dios.

—Rach —Gema se deja caer a mi lado— Lo siento, los tragos me sentaron mal y me activaron el modo de novia sobreprotectora.

—Déjalo —me empino mi botella.

—No debí traer a Chris.

—Coincido.

—¿Me perdonas?

No contesto, me jode su inmadurez y papel de novia maravilla.

—Me duelen los pies —se acerca Liz— Vámonos ya.

—Busca a Chris.

«Busca a Chris» De seguro harán el amor como la hermosa pareja que son, me comprime el pecho y me aferro a la botella.

—No bebas más —me acaricia el cabello.

Yo solo quiero morirme, no quiero que se la lleve a ella. No quiero que la lleve a casa, ni que la bese, ni la haga suya.

—Deberías estar feliz por el cambio de Laurens —me muestra la pista— Se ve genial y Scott a muerto de celos toda la noche.

—Christopher no está —vuelve Liz.

—No nos vamos a ir sin él —saca su móvil— Sabe que no puede dejarme aquí.

Busco mi cartera antes de levantarme, no voy a tolerar su pataleta ni veré como vuelve a su rescate.

—¿A dónde vas? —pregunta Gema.

—Al baño —miento— Necesito maquillaje. 

Mis amigas siguen bailando y aprovecho para escabullirme entre el gentío, termino la botella y me aferro al barandal de la escalera, vuelvo a tambalearme cuando llego a la segunda planta, distingo la figura de Bratt, esta en una mesa con una chica nueva. No nota mi presencia y sigo bajando. 

Me abrazo a mí misma cuando siento el frío de la noche.

La cabeza me da vueltas y avanzo por la acera en busca de un taxi, noto que voy en la dirección equivocada e intento devolverme. 

—¿Nos vamos ya? —choco contra su torso, el impacto me mueve y alcanza a sujetarme para que no caiga. 

«Christopher»

—¿Qué haces aquí?

—Esperándote —me alza en brazos— Te dije que había venido por ti.

—¿Ahora eres un príncipe?

—Pero de las tinieblas.

Me deleito con el sonido ronco de su sonrisa, intento bajarme y se acerca a la orilla de la acera.

—No peleemos mas —Tyler abre la puerta de la camioneta— Al menos no por esta noche.

Percibo el calor de la calefacción, me abraza y de la nada se me esfuman las ganas de empezar una nueva contienda.

—¿Por qué eres tan estúpido? —pregunto mareada— No tenías necesidad de dejarme abandonada en el váter.

—No te abandone —se defiende— No podíamos subir juntos y solo me adelante.

Apoyo la cabeza en su hombro, el mundo me está dando vueltas y mi cuerpo está esparciendo las hormonas del enamoramiento.

—No tenemos necesidad de hacer tanto show a la hora de estar juntos.

—Díselo a tu cobardía —me aparta el cabello llenándome el cuello de besos.

—¿Bonus extra de cumpleaños?

—Si —me toma el mentón y me besa la boca.

Mi único impulso es abrazarlo, es tonto, no tengo dignidad, ni sentido común, pero estoy ebria y enamorada. Llevo tres putos años en este mismo estado y no se me va a pasar de a la noche a la mañana.

Toma mi cara y nos fundimos en un beso largo que se va tornando intenso a medida que lo voy abrazando, me gusta sentirlo, así, cerca, mío y saber que al menos tengo un poco de importancia en su vida.

—Dilo —separa nuestras bocas y pega su frente con la mía.

—¿Tan importante es?

Asiente y tengo la vista suficientemente clara como para detallar lo perfecto que es. Cejas espesas, pestañas largas y ojos gris, labios enrojecidos por mis besos y una vehemencia que me doblega las rodillas, tiene mi corazón en sus manos y dudo que algún día quiera devolverlmelo.

—Quiero oírlo —insiste, le rodeo el cuello y cierro los ojos.

Soy netamente consciente de este sentimiento que me tiene presa en celdas de lujuria pura, no tiene caso ocultarlo y pretender olvidar lo que está más que claro, me tiene y ya qué más da si lo sabe o no.

—Te amo —susurro en su oído.

Me rodea la cintura con los brazos e inhala el olor de mi perfume, el abrazo es fuerte, tanto que me atrevería a decir que está desesperado y siente lo mismo que yo siento por él. Me impregno de su perfume y en el fondo me alegra que no huya y no me calle como en veces pasadas.  

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