LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

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El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 33

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By EvaMuozBenitez

════ ⋆★⋆ ════

El señor Banks.

Rachel.

El público aplaude y enloquece con el candente espectáculo de Meredith y Gema, ambas disfrazadas de diosas egipcias mientras someten a un hombre en la mitad del escenario.

Es el último de la noche, cada una subió la temperatura mostrando su mejor espectáculo. Las apuestas se elevaron y cada quien tiene cliente. Todas menos yo, por suerte me toco el show de exhibicionismo.

Desde el camerino de la segunda planta se aprecia el público en general, los obispos y padres en una mesa, acompañados de los congresistas y un grupo de socios nuevos.

Stefan esta con la mirada perdida en no sé en dónde y Christopher se está empinándose la botella como si su vida dependiera de ello.

—¿Sabías que los mejores orgasmos son provocados de mujer a mujer? —Liz se recuesta en el vidrio con un Martini en la mano derecha— Entre chicas sabemos dónde está el punto G.

Bebió de más y esta de habladora saltando de aquí para allá.

—¿Quieres que te lo demuestre? —me acaricia la barbilla— Esta científicamente comprobado.

—No lo discuto, pero tengo claro que es algo que no quiero comprobar.

Se ríe apoyando  la mano en mi hombro.

—Eres una perra sexy—se acerca a mi oído— Disfrazada de niña buena.

—¿Show privado? —Parker se asoma en la puerta— No aparece en mi planilla de programación.

Está de encubierto como Bartender.

—Colócalo si te apetece —se aparta Liz— Tengo media hora libre.

A petición de las nórdicas el camerino es insonoro y está libre de cámaras y artefactos de vigilancia. Liz abandona el area dejandolo seguir. 

Fijo los ojos en la puerta de la primera planta cuando entran dos personas escoltadas por seis guardaespaldas. Un hombre y una mujer, reconozco al primero.

Pese a que trae un gabán que le llega a la punta de los tobillos, antifaz y sombrero. Soy buena recordando rostros y Ángelo Conte, es una cara que tengo inmortalizado en la memoria.

Es el padrino de los hermanos Mascherano. Tiene a una mujer colgada del brazo; Alta, morena, delgada y de cabello liso. Trae un vestido negro y una máscara que le tapa la mitad de la cara.

—Dalila Mascherano —habla Parker— La hija menor del difunto Brandon, encargada de la fortuna de su padre y administradora temporal del negocio.

—Es muy joven para ese papel.

—No lo creo, tiene dos órdenes de captura por asesinato y trata de blancas.

La reparo cuando toma asiento en una de las mesas, no parece una asesina.

—¿Ya viste a Phillippe?

—No, según dicen tiene más de tres meses sin venir. Siempre manda a su sobrina a las reuniones que le competen.

—¿Y qué tal es Dalila?

—Algo me dice que está más loca que Antoni.

Ángelo llama a un camarero mientras las nórdicas acaban con el show y vuelven al camerino.

—Cambiando de tema —juega con el bolígrafo que tiene en la mano—No sé si te has dado cuenta, pero los amigos de tu novio me miran raro.

Claro que me doy cuenta, Paul y Lucas no son buenos disimulando.

—Debe ser porque cada vez que me hablas invades mi espacio personal.

Se cruza de brazos. 

—No me interesas, James. Díselo a tu novio para que no se vuelva loco como tu ex.

—¿Cuál es el miedo? —bromeo— Este no te puede enviar a la guerra.

—Pero si me puede dejar sin pay —bromea— Y ya compré mis cupones.

—Eres la pesadilla de mis seguidores y si sigues así, me dejaras sin pretendientes.

—Perdón, prospecto de Adriana Lima —suelta una ola de sarcasmos— Demi Lovato fusionada con Barbara Palvin y Scarlett Johansson.

—Ninguna de ellas tiene una obra de arte llamada Celeste —me hago la diva.

—Supéralo, ¿sí? —arruga las cejas— Solo fuiste una modelo cualquiera.

—Bella, diosa, única...—cito las palabras de su poema.

—Muérete —se va.

Me voy al tocador lleno de pelucas, trajes, máscaras y antifaces.

Angela le está ayudando a Gema con su vestido mientras hablan sobre los clientes que les toco a cada una. Preparo el vestuario de mi acto y me enfoco en mi maquillaje.

—Miren lo que conseguí —entra Liz— La droga más apetecida del momento.

Saca una jeringa llena de líquido plateado e ignoro la punzada de pánico que me provoca. No me apetece, pero le tengo cierto temor. Como cuando le ves la cara a tu violador o ves el arma con la que te flagelaron.

—Esta mierda vale un pastal —la alza en alto— Las chicas de abajo se inyectaron y parecen zombis del día de los muertos.

—Hay que llevarlo para que el laboratorio la analice —ordena Angela.

—¿Y si la probamos?

—Deja la estupidez —la regaña Meredith— Con eso no se juega.

—No sean aburridas, voy a tirarla a modo de dardo y a la que le caiga se jode —la alza— Empecemos....

—¡Liz! —la reprende Gema— ¡Suelta a esa porquería!

—¡Va en 5...4...3...2...!

—¡¿Te has vuelto loca?! —Gema intenta quitarle la jeringa y arman una algarabía tumbando, los vestidos, la ropa y las pelucas.

Sigo con lo mío.

—¡Basta! —se enoja Angela.

No es que sea amargada, pero hay ciertas cosas que me cuesta tolerar, como el jugar con una de las drogas más letales del mundo.

Todos se apilan terminando de empeorar el caos.

—Hay te va, Rachel —siento un pinchazo en la espalda.

Me levanto y veo la jeringa el suelo, entro en pánico y...

—Solo te toco la aguja —Ángela intenta tranquilizarme.

—Alguien va a convertirse en zombi —se ríe Liz.

Me desconecto y de un momento a otro tengo la silla en los pies y la cara de Liz contra del tocador, las cosas caen al suelo y todas se me vienen encima para que la suelte.

—¡No me vuelvas a tocar con esa mierda! —le ladro a punto del colapso.

Resopla furiosa —¡Es un puto juego...! —se defiende.

—No vinimos a jugar —la regaña Gema— Y no puedes embriagarte en un caso tan importante.

—Wuuu —nos mofa— La rebelión de las tenientes.

La suelto, no vale la pena pelear con una ebria.

—Vete con tu cliente —le ordena Angela— Y no te atrevas arruinarlo, porque no pienso justificar las niñerías de nadie.

Sale echando humo por las orejas.

—¿Estas bien? —me pregunta Gema.

Asiento.

—Discúlpala —me dice— Se pasó de tragos...

Meredith se va sin decir nada, Ángela se acerca y me da un beso en la coronilla.

—Me están esperando —se despide— Pero si necesitas algo, solo avísame.

—Estoy bien no te preocupes.

Gema se queda.

—Aun... ¿Te afecta? —pregunta con cautela— Aunque tu reporte diga que estas rehabilitada no es bueno que estés aquí si no te sientes preparada.

—Lo estoy, pero eso no quiere decir que me cause gracia que me acerquen una jeringa llena del líquido que casi me mata —recojo los maquillajes que cayeron al piso— Es tu amiga y me agrada, pero lo que acaba de hacer es muy poco profesional.

—Esta ebria —baja la cara— Esperare que este sobria y le dejare los puntos claros.

—Déjala...

—¿Sentiste ganas?

—¿De qué?

—De probarla —me acaricia la espalda.

Detesto que me hagan sentir como una adicta descarriada, porque no lo soy. No la anhelo, ni deseo. Hace mucho tiempo que superé esa etapa.

—Gema, el Hacoc es una droga que deja huellas imborrables, no es que me siente mal y quiera probarla, es que corro peligro si la vuelvo a tocar —le explico— Está  el riesgo de dañar mi proceso de rehabilitación.

—Te entiendo —me toma la mano — Y te prometo que hablaré con Liz, para que se tome las cosas enserio.

—No es tu obligación...

—Si lo es. Con esto no se juega

—El cliente nos espera —avisa Meredith en la puerta.

—Nos vemos mañana —se despide Gema

Le sonrío y dejo que se vaya. Me encantaría romper lazos y que me viera como una de las tantas compañeras que tenemos, pero creo que a ninguna le queda ese papel, ella es demasiado dulce para odiar y yo soy demasiado condescendiente, como para alejarla sin motivos coherentes.

Tengo quince minutos libres antes de salir, le coloco pestillo a la puerta y saco IPad que cargo en el bolso, necesito saber qué información consiguieron los soldados.

Me dejo caer en el puf de lleno de plumas y entro a mi cuenta privada que usaba cuando era Selene Kane.

Hay dos mensajes sin abrir.

"Mi teniente, adjunto el estado de la primera cuenta que investigue; La del capitán Simón Miller.

Arrojo los siguientes resultados:

El estado de cuenta no miente al señalar que compro una casa de 30 mil libras en Kensington, compro la propiedad el 17 de abril e inicialmente estaba a nombre de él, pero ahora está a nombre de Corinna Hayes, una londinense de veintinueve años que trabaja en Waitrose.

Fui al banco para asegurarme de que no se tratara de una suplantación, conseguí las cintas de videos y no hay dudas de que es él. Fue con su abogado a firmar los papeles de sucesión.

Quedo en blanco ¿Corinna Hayes? ¿Y una casa de 30 mil libras? No tiene familiares que se llamen así, Luisa no me a mencionada a nadie con ese nombre ¿Por qué gastaría tanto dinero en una persona X que ninguno de los dos ha mencionado?

Contesto el mensaje y le pido que investigue todo sobre la mujer.

Me siento como una mierda, y no sé qué es peor. Si espiar como una vil rata traicionera o enterarme que las sospechas de mi amiga son ciertas, o que el comportamiento de Simón sea una clara señal que Carter tiene razón.

Creo que me duele tanto como a ella, Simón es la persona más despistada del mundo. Lo esperaría de todos menos de él. No llevan nada de casados ¿El amor no le duró nada?

Cierro el correo de Selene y abro mi cuenta personal, tengo un montón de información sin leer, entre esos los documentos que consiguió, Stefan.

Le doy clic a la carpeta que adjunto, hay fotos de los papeles que le encomendaron. Leo y saco conclusiones.

No hay nada del otro mundo; Explica cómo le llegó a Drew y como se convirtió en el asistente de la asistente del congresista.

Sigo bajando y detengo la mano en la parte que explica cómo consiguió las fotos.

—Hela —tocan la puerta— La subasta va empezar.

—Un momento —me levanto.

Guardo la IPad, me coloco la peluca y me termino de vestir.

—Por aquí —me indica el hombre que me llevara a la subasta.

Bajamos a la primera planta y atravesamos la zona VIP, Stefan sigue con Drew, Patrick con los obispos y Bratt esta ¿Ebrio? No sé qué diablos pasa, pero Liz no es la única está actuando mal en la misión.

No hay señales de Christopher y supongo que es el cliente de su novia, con lo posesivo que es dudo que la deje en manos de otro.

Los tacones resuenan en los pasillos de cristal, el club Óculos es excéntrico y exótico. Tiene animales salvajes que arañan las jaulas de cristal y mujeres que nadan en piscinas de agua decoradas con lentejuelas plateadas.

Ofrece show en vitrinas y espectáculos de flagelación entre parejas que comenten orgias sin ningún tipo de censura, tiene mujeres para todo los presupuestos y gustos; Bellezas latinas, sementales australianos y fetiches de todos los colores y gustos.

—Apostaran nuestros mejores clientes —me advierte el proxeneta— Haz que valga la pena, porque si uno se queja, el trato se acaba.

Le dedico mi mejor sonrisa.

—Soy una profesional, guapo.

Abren los paneles de cristal mostrando una serie de puertas en círculo, hay una pasarela de cristal y un reloj digital que ocupa toda una pared. Las puertas tienen tableros digitales con cifras en ceros.

Me olvido de todo y me meto en el papel, este tipo de actos no le aporta la investigación, pero es mi deber actuar para no levantar sospechas.

Ángela, Gema, Liz y Meredith (Gema no tanto) se enfrentan a nuestros futuros prisioneros mientras yo hago pantalla para fingir que todo está bien.

La ventaja es que el un show de cabina por el que apostaran solo tarda 40 minutos. Minutos obedeciendo órdenes de un extraño que no me tocara ni intentare meterse en mi interior.

Sigo a la pasarela cuando me enfoca el reflector.

—Aquí tenemos a Hela, señores —me presenta un anunciador omnipresente— La nórdica más bella, que viene dispuesta a cumplir todas sus fantasías en privado.

Las luces se opacan.

—Empecemos —dice el anunciador— El valor inicial es de 5 mil dólares.

Las apuestas del Óculos son en dólares por la cantidad de clientes extranjeros.

Las pantallas se encienden y los seudónimos se alzan con cifras exorbitantes, no dejan que el reloj llegue a cero y se me van los ojos cuando paso los 10 mil dólares. ¿Tanto por 40 minutos? Para los delincuentes el dinero va y viene en cantidades que vale la pena desperdiciar.

El valor va subiendo y son pocos los que van quedando.

60 mil dólares, aparece el numero en la pantalla de la puerta 7. El reloj inicia el conteo regresivo y los apostadores se retiran dejando una sola pantalla encendida.

—Vendida a la cabina siete— avisa el anunciador.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Christopher.

Apago el tablero, preparo mi maletín y se lo ofrezco a la mujer rubia que me acompañó en la subasta. Lo abre en la mesa y sonríe gustosa cuando confirma que está completo.

—Disfrute su servicio, señor —me señala una puerta dorada.

La sigo y dejo que me ubique detrás del vidrio de la cabina. El espacio es pequeño; cuenta con una mesa que tiene todo tipo de licores, una silla y una pantalla que controla las luces y el sonido.

Me ubico en la silla dejando que la camarera me sirva un trago de whisky.

—¿Quiere que me quede? —pregunta y niego con la cabeza.

Estoy ebrio, pero consciente y tengo claro que no quiero publico. 

Introduce una llave en la puerta que me separa de la cabina, la asegura dos veces y revisa que no se abra. Me sonríe para que no me sienta mal.

—Son políticas del club— me dice antes de marcharse—Pásela bien.

Hay que estar muy jodido en esta vida, como para pagar sesenta mil dólares por un espectáculo de cuarenta minutos. Siendo millonario y con opciones de tener las mujeres quiera en las condiciones que me apetezcan.

Pero, ¿qué puedo decir? ¿Que no estoy desesperado y que no muero por apreciar su cuerpo desnudo? Naaa, no me voy a engañar ni a poner paños de agua tibia, simplemente voy a pagar por lo que quiero ver.

Ignoro la llamada de Patrick, le doy un sorbo a mi copa y espero a que la puerta se abra.

No tarda en aparecer.

Fijo los ojos en ella cuando atraviesa el umbral con un ceñido gabán, tiene una máscara decorado con una pluma roja y trae la misma peluca que usó en el primer baile con las nórdicas. Se abre la chaqueta mostrando las cintas rojas del vestido en forma de corset que se le pega al dorso a las piernas y al pecho.

Las botas de cuero le llegan más arriba de las rodillas y tiene un brazalete dorado en la mano derecha.

—Hola señor...—mira al vidrio esperando a que diga mi nombre.

Pienso rápido encendiendo el micrófono.

—Banks —contesto.

El sistema no le permite reconocer mi voz.

—¿Que vamos a jugar, señor Banks? —se quita la chaqueta.

No contesto, juego con los controles del sistema y dejo Imagine Dragons se apodere del lugar con la canción Believer.

—Me gusta esa canción...

—Baila —le ordeno.

Es algo de lo que nunca me voy a cansar, me mata verla bailar. Tiene una forma de moverse que me vuelve esclavo de sus movimientos.

Acata mi orden y contonea las caderas con lentitud jugando con los bordes del vestido. Trato de que el alcohol no me quite la concentración, estoy mareado y con unas terribles ganas de follar. 

—¿Así? —pregunta pasándose las manos por la nuca.

Paso saliva inclinandome en la silla.

—¿Cómo quieres que sea? —vuelve a preguntar— ¿Discreta o atrevida?

—Sexy —es absurdo que le ordene ser lo que ya es.

Sonríe sin dejar de moverse.

—Desnúdate —bebo un sorbo de mi whisky.

Juguetea con los cordones del corset y los suelta poco a poco, la cinta se desliza por los broches de plata y abren la prenda de cuero. No respiro bien cuando reparo las bragas que trae, solo cubren lo necesario dejando poco a la imaginación. Sostiene el vestido contra su pecho negándose a dejarlo caer. 

—Suéltalo —le ordeno desesperado.

Vuelve a sonreír fijando los ojos en el vidrio.

—Claro —lo deja caer.

El pantalón empieza apretarme y debo cerrar los ojos para no perder la cordura ante lo que acabo de ver, Rachel James solo cambia para mejorar, sigue estando igual o mejor que antes. 

Contemplo las curvas que me muero por recorrer. Piernas torneadas, abdomen plano y pechos rosados.

No puedo definir el deseo que me invade, solo soy consciente que de que me cuesta respirar, todo me aprieta y hace demasiado calor. Se sigue moviendo al ritmo de la música y debo deslizar la mano dentro de mi pantalón tocando mi miembro erecto

Me sorprendo de mi propia dureza concentrandome en como juega con las tiras de cuero que le rodean la cintura.

Se acaricia los muslos con las uñas secándome los labios. Echo la cabeza atrás, preso del momento que amenaza con detenerme el corazón «¡Joder!» Hiperventilo acariciando mi miembro. 

Vuelvo apreciarla detallando las marcas que le decoran la piel.

Tiene tatuajes que no le conocía; Una pequeña pluma en el muslo izquierdo y letras en latín ("Con dolor viene la fuerza") En la costilla derecha.

Aun usa piercings en el ombligo.

—¿Lo deje mudo, señor Banks?

Me dejo sin muchas cosas, trato de calmarme y me aclaro la voz antes de hablar el micrófono.

—Siéntate —demando y fija los ojos en el sofá de terciopelo que tiene atrás.

No se rehúsa. 

Puedo correrme con solo verla, pagaría los dólares que sea por tenerla así, frente a mí demostrándome lo mucho que me gusta.

—Quiero que te toques —ordeno.

—¿Cómo? —se acaricia los labios.

—Como si te estuviera tocando tu amante favorito.

Recuesta la espalda en el terciopelo pasándose las mano por el cuello, desciende por su pecho y se pellizca los pezones erectos. Se me templan los dientes deseoso de prenderme de ellos. cuando dibuja el contorno de las areolas mordiéndose los labios. 

Me roba el aliento cuando se toma los pechos con firmeza apretando con ambas manos.

—¿Duro? —pregunto— ¿A tu amante le gusta duro?

—Si —se lame los labios— Es rudo y le encanta tener el control.

—¿Lo deseas ahora?

—Si —vuelve a jadear paseando las manos por su abdomen. 

Tiene la respiración agitada y los pechos rojos, sigue bajando abriéndose de piernas.

—¿Quieres que me toque aquí? —pregunta y no doy para responder.

Estoy a punto de arrojar la silla contra el vidrio.

—¿Señor Banks? —vuelve a jadear.

—Primero dime cómo quieres que te coja.

—¿Quién?

—Tu amante.

Suspira echando la cabeza atrás.

—Quiero que me rompa la ropa —dice con la respiración acelerada— Que se prenda de mis pechos y los lama por uno.

Si supiera lo mucho que muero por eso.

—¿Y después?

—Quiero que baje a mis muslos y se prenda de mi coño.

«¡Mierda!» La presión es insoportable, no puedo con las pulsaciones de mi miembro cuando se toca el coño empapándose los dedos con su propia humedad.

—¿Qué más?

—En ese punto estaré así de húmeda como ahora —hunde los dedos— Preparada y listo para recibirlo, porque siempre estoy lista para él.

No espera mis órdenes, sino que se masturba ante mis ojos sin preámbulos ni restricciones.

—Siempre estoy lista para correrme sobre su miembro.

Aferro los dedos a mi polla agitando la mano sobre ella, maldigo tres mil veces el que la puerta esté cerrada y no pueda atravesarla para tomarla y penetrarla como me gustaría.

Se estimula mientras se toca los pechos con la mano libre, los gemidos y jadeos me obligan aumentar los movimientos empapandome con los fluidos de mi propia eyaculación.

El mundo me da vueltas y no logro ubicarme, siento que soy un puberto inexperto en el arte de la masturbación.

—¡No te corras! —ordeno cuando recobro lucidez.

Esta pérdida y debo apagar la música para que me ponga atención.

—Es un hombre egoísta, señor Banks —endereza la espalda.

Claro que lo soy, el día que se corra será con mi boca en su coño o con mi verga enterrada entre sus muslos.

Me acomodo la polla en el pantalón, le doy el último sorbo a mi trago ordenandole que se acerque.

Se levanta desnuda y con las mejillas encendidas. Aprovecho para volver a contemplarla, me cuesta apartar la vista de sus pechos y vuelvo a ponerme duro cuando recopilo las veces que me prendí de ellos.

Se queda a centímetros del vidrio y me ubico frente a ella. Respira y apoya la mano en el vidrio, coacciono y ubico la mía en el mismo lugar.

Me fijo en el reloj que marca los últimos minutos que me quedan.

No sé si es por el alcohol, la adrenalina o la frustración, pero las palabras salen sin mi consentimiento.

—Eres la mujer más hermosa que he podido contemplar.

Me molesta que no haya mentiras en esa oración, que pese a que sea un mujeriego empedernido no me tope con nadie que se le compare. Cada mujer es bella a su modo, pero Rachel... Rachel James, es la única capaz de dejarme al borde del abismo.

—Su apuesta me lo demostró, señor Banks —dibuja un corazón en el vidrio y pega los labios manchando el cristal de labial rojo carmesí.

—Hasta la próxima.

Me da la espalda cuando salta la alarma del reloj.

—Las bragas son mías —le digo.

—Claro.

Se coloca el vestido y recoge la chaqueta. No vuelve a mirarme, simplemente se va y me deja con la mano puesta en el vidrio.

Apoyo la frente en el cristal reconociendo lo que tanto me cuesta reconocer... Me tiene mal, me tiene jodido.

════ ⋆★⋆ ════


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