LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

183M 8.7M 57.4M

El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
***
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 31

1.2M 75.2K 258K
By EvaMuozBenitez

¿Amigas?

Rachel.

—A escasez de princesas hay que echarle mano a la puta—comentan a mi lado.

Me paso el trago amargo de mi propia saliva, Gema está en las piernas de Christopher y Gauna no para de hablar.

—Te quedas callada porque sabes que tengo razón —insiste Meredith en voz baja.

Agradezco que Stefan se haya ido hablar con Patrick y que la mayoría esté concentrado en sus propios asuntos.

—Di algo —murmura entre dientes— Calienta braguetas.

—¿Me estás hablando a mí? —me vuelvo hacia ella.

—¿A quién más?

—Pensé que te auto aconsejabas —mantengo el mismo tono de voz—" A escasez de princesas hay que echarle mano a la puta" Tengo entendido que Bratt te busco cuando me fui, no cuando estaba.

Me toma del brazo cuando intento marcharme.

—Te vi anoche —susurra.

Bratt se acerca por detrás, es el único testigo de la discreta disputa, Meredith me suelta cuando se la come con los ojos.

Me vuelvo hacia mi ex que aparta la cara avergonzado. Opto por callar y dejar las cosas como están, con la rabia que tengo soy capaz de cometer una estupidez.

Salgo y me voy a mi habitación conteniendo las lágrimas en el camino, me duele el pecho y el corazón. Quiera o no tengo que aceptar que la noticia fue una cortada en el pecho. Duele ver como hacen lo que nunca hicieron por ti. Voltearle la torta a Meredith no quita que tenga razón.

Me cambio recojo mis cosas y le escribo a Alan avisandole a Parker que volveré mañana.

Saco las llaves y abordo mi auto, no soy tan masoquista como para quedarme a ver lo feliz que se ven Christopher y Gema. Y no es envidia es rabia conmigo misma por predicar y no aplicar, por no tener la puta valentía de arrancármelo del pecho.

Siento que en vez de mejorar empeoro aislandome a lo mismo. Su maldita mera presencia me esta deteriorando a un punto que me estanca su maldito juego. Conduzco cargada de veneno y estaciono frente al edificio de medicina especializada de la FEMF.

Hoy es mi cita con ginecóloga y tengo diez minutos de retraso. Me echo un vistazo en el espejo disimulando las lágrimas, por suerte es la última cita del dia y me hacen seguir rapido. 

Mi ginecóloga es una nigeriana morena que lleva mi vida sexual desde que la empece. 

—Cuéntame en qué puedo ayudarte —toma asiento.

—Quiero volver a mi anterior método anticonceptivo.

Asiente tecleando en su laptop. 

—Tenías el dispositivo anticonceptivo  en el brazo izquierdo —medita— ¿Hace cuánto lo dejaste de usar?

—Tres años.

—¿Por qué?

Obviamente no le puede decir que me lo arranco Brandon Mascherano para que su que su hermano me embarazara.

—Quería descansar un tiempo del método hormonal.

—Vale.

Me pregunta si uso algún tipo de medicamento y si tengo vida sexual activa siguiendo con el procedimiento de rutina mandándome hacer una de prueba de embarazo por medio de la orina.  

—Llevas mucho tiempo sin usar un método hormonal —me dice cuando le entrego la prueba— No puedo colocarte el dispositivo sin la certeza de que tu cuerpo lo aceptara de la misma manera.

—No confío cien por ciento en los preservativos y...

—Tranquila —me interrumpe— Vamos a colocar una inyección anticonceptiva los tres próximos meses y si todo sale bien volvemos al dispositivo.

Me invita la camilla.

—Tu historia clínica cambio y el sistema hormonal puede reaccionar de mala manera —me inyecta— La inyección es menos invasiva y descartara problemas futuros.

Volvemos la mesa.

—¿Has considerado la cirugía anticoncepción? —indaga. 

No lo he pensado pero los médicos siempre usan el mismo discurso " Es mejor un control definitivo" "Tu organismo se deterioró y no es candidato para concebir"

—No por ahora —le resto importancia.

—Si sabes que el HACOC...

—Si —la interrumpo molesta— Sé los riesgos que corro, pero leí que si sigo con mi tratamiento puedo plantarme la meta de tener hijos en los próximos años

—Es un 50 y 50, y en este tipo de casos las posibilidades malas suelen absorben las buenas.

—No quiero agotar mis opciones —corto el tema.

—Vale.

Tomo mi bolso y le extiendo la mano a modo de despedida.

—No olvides reclamar tu fórmula y la próxima dosis. Si todo sale bien en un par de meses te pondré el dispositivo.

Asiento.

—Hasta luego —me despido.

Reclamo la fórmula encaminandome a la salida, el móvil me vibra terminando de empeorar la tarde con una llamada de Carter (El presidente de asuntos internos)

—Diga —contesto.

—teniente James —saludan al otro lado— Con Carter Bass.

Ruedo los ojos y avanzo a la puerta.

—¿En qué puedo ayudarlo?

—La operación empieza desde hoy, acabo de dejar un paquete en su apartamento. Léalo con atención y siga todo al pie de la letra.

Entro al auto y me pongo al volante.

—Mañana debe estar a primera hora en la central, dos soldados esperan por usted —continua— Están en la obligación de ayudarla en lo que necesite.

—¿Algo más?

—No, por ahora, pero le recuerdo que el tiempo corre en su contra y si no muestra avances en el caso empezaremos a tomar medidas judiciales contra sus compañeros.

Cuelga.

Advertencias que me ponen contra la espalda y la pared, esto me trae consecuencias por parte y parte, si no demuestro que están equivocados mis amigos terminaran peor que los Fersi y si mis compañeros se llegan a enterar quedaré como la rata que se atrevió a espiarlo como si fueran criminales, y no quiero imaginarme lo que hará Alex Morgan si se entera que le estoy jugando sucio.

Tomo la circunvalar y me adentro en la avenida que lleva a Belgravia, hay tantas preocupaciones que ya no sé ni con qué torturarme.

Respiro hondo y me concentro en mis viejos ejercicios de psicología donde buscaba un momento donde fui netamente feliz.

«—Me gusta la playera que te llevaste ¿Cuándo me la devolverás?

—Cuando me devuelvas las bragas.

—Puedes quedártela entonces.

—No entiendo tus fetiches de robarlas —colgué el overol en el perchero— Tuve la seria teoría de que te las ponías y luego te paseabas con ellas frente a tu espejo.

—¿Y qué te hizo dudar de eso? —apretó los labios conteniendo la risa.

—Que es imposible que tu gran polla quepa en alguna de ellas.

—Inmensa y placentera polla —...»

Freno en seco cuando vislumbro el chaleco verde de un motociclista.

—¡¿Qué te pasa maldita loca?! —me grita —No vez que el puto semáforo está en rojo.

Casi me lo llevo por delante.

—¿Esta bien? —abro la puerta.

Se larga sin contestar. 

Señales divinas que me avisan que estoy metiendo la pata, me aproximo a casa y...

Me quedo quieta cuando veo el Camaro blanco que esta frente a mi torre. Gema Lancaster esta recostada sobre el capo con dos frappuccino de Starbuck.

—Lo siento —hace un puchero levantando los vasos.

—Hola —salgo. 

—Llevo dos horas esperándote —me dice.

—¿Porque no subiste? —me engancho la cartera en el hombro.

—No quería incomodar a Stefan —me ofrece una bebida— Te debo una disculpa del tamaño de New york, hoy actúe como una perra estúpida.

—No tienes que disculparte...

—No, no me justifiques no actúe bien y no me gusta parecerme a Sabrina.

Hay un abismo grande entre ella y Sabrina, mi antigua cuñada era una arpía ponzoñosa y Gema no es de ese tipo, ella destila azúcar por los poros.

—¿Te animas a una charla de acera?

«¿Como carajos digo que no?»

—Prometo no demorarte —levanta la mano en señal de juramento.

Asiento, dejo que me tome de la mano y me plante el culo en el andén.

—Me agradas, ¿Sabes? —le da un sorbo al frappuccino— Pero tengo la leve sensación que hay una muralla entre los dos.

Claro que la hay y dicha muralla tiene nombre y apellido.

—No es muralla —evado el tema— Es que no hemos tenido el tiempo de conocernos a fondo.

—Yo sé casi todo de ti, no sé si sepas de que te hablo, pero soy de ese tipo chica que stalkea las novias de su crush.

—¿De tu Crush?

Asiente.

—Bratt Lewis era mi amor platónico —sonríe— Y obviamente recibí un duro golpe de decepción cuando supe que estaba con la chica perfecta.

—No soy...

—Déjame terminar —me interrumpe— No te imaginas lo que se siente saber que no eres nada contra una belleza de ojos azules. Me dolió más que el matrimonio de Nick Jonás —se ríe— Bratt Lewis era el novio que media academia quería.

—Si...

Suspira.

—Se me paso la locura cuando me enamore del hombre más apetecido de la central.

Vuelvo a sentir el filo del cuchillo de los celos.

—Con Christopher fue peor, porque al igual que Bratt tenía que lidiar con el peso de tu recuerdo.

—Es tiempo pasado.

—Si, pero tengo la curiosidad de saber cómo lo haces.

—¿Que? ¿Meterme en líos? Si te refieres a eso, es un arte que he perfeccionado a lo largo de los años.

—No —se ríe— ¿Como haces para enamorarlos así? Bratt, Chris, Antoni... Stephan.

Juego con la pajita de mi bebida.

—Mi relación con Bratt duró años en consolidarse, nuestro amor se moldeo poco a poco hasta que se convirtió en un eslabón importante de nuestras vidas.

—¿Lo quisiste mucho?

—Si, está en mi lista de personas que no quiero perder nunca y aunque ya no seamos uno para el otro le pido a Dios que le dé una mujer que se lo merezca.

—¿Meredith?

—Espero que no, no es la mujer para Bratt.

—Ya veo porque te quiso tanto —me aprieta la rodilla— Eres noble y de buenos sentimientos.

«Si supiera...»

—Que paso con los otros.

—No sé —me encojo de hombros— Dudo que lo de Antoni sea amor y Stephan... Stephan ama a todo el mundo.

No parece contenta con mi respuesta.

—Es aquí cuando las cosas se ponen incómodas —me dice— Siempre me evades cuando hablamos de Christopher...

—No me gusta hablar de él y la verdad...

—¿Lo quieres? —me suelta— Si es así...

—Dejen de verme como el fantasma que vino arruinarlo todo —contesto molesta.

—Perdona —se disculpa— Es que conozco a Christopher desde que tengo uso de razón, pero nunca lo vi enamorado y no sé cómo se comporta o como lo demuestra.

—No intentes averiguarlo conmigo porque tampoco lo sé.

—Hizo tantas cosas.

—¿Como cuáles? ¿Salvarme de los Mascherano? —inquiero— Eso no fue amor, simplemente era una oportunidad para llegar a Antoni. No me quiere, ni me quiso —trato de no salirme de casillas— Simplemente nos entendimos en un par de cosas y ya.

—Meredith me contó lo de anoche —me dice.

La pelirroja me esta colmando la paciencia. 

— Por eso estaba molesta —se mira los pies— Porque por mucho que me quiera siento miedo de que quiera volver a tener algo contigo.

Las verdades se me atascan en la garganta.

—Nunca he estado como un hombre como él, literalmente ha sido el único y me enamore como una tonta soñadora —suspira y cierra los ojos— Tengo dudas cada que los veo o sé que están juntos o a solas, me imagino que recopilan los errores que cometieron en el pasado...

Busca mis ojos.

—Es algo tonto, ¿cierto?

No sé qué decir.

—Voy a preguntarte algo y quiero que seas sincera.

Respira hondo.

—¿En el tiempo que llevas aquí te ha dado señales de que le gustas o que siente cosas por ti?

«Diablos» Se ve demasiado enamorada como para romperle la ilusión.

—No tengas miedo de decirme la verdad.

—No —contesto— No ha pasado ni pasará nada.

Vuelve a sonreír.

—Gracias —me dice.

—¿De qué? —pregunto confundida.

—Por hacerme entender que soy la excepción a su regla de no enamorarse —dice emocionada— Ha estado solo conmigo en el último mes, ¿Puedes creerlo? Christopher Morgan, fiel.

Asiento.

—Quería saber cómo era cuando estaba enamorado y he sido tan estúpida que me ha estado lanzado señales y no me he dado cuenta —continua— Desafío a mi madre, ve a Marie como su mamá y no le importó que no esté de acuerdo. 

El dolor se me entierra en los huesos del tórax.

—Nos vamos a casar —dice como si fuera lo más genial del mundo— No me ha dado el anillo, pero la declaración de hoy fue una indirecta clara.

Se le empañan los ojos.

—La señora Morgan —dibuja el nombre en el aire— ¿A quién carajos le ha dado el nombre por voluntad propia?

—Disfrútalo —los celos no me están dejando aplicar el "Si lo amas déjalo ir" Eso es una declaración sincera para Bratt, no para Christopher.

Me levanto con el corazón vuelto trizas.

—¿Amigas? —me sigue Gema— Creo que ahora si seremos las mejores.

—Si —contesto con un hilo de voz.

—Quiero que todas sean mis damas de honor.

A idea me da nauseas. La jaqueca aumenta y de la nada quiero confesar todo y arruinarle la ilusión.

—Tengo que irme.

—Entiendo —me abraza— Sobra decir que ya no hay muralla.

—Claro.

—El viernes me entregan mi piso. Te invitare a conocerlo con una buena comida 

—Gracias. 

—Descansa.

Asiento y subo la escalera que lleva a la torre, no me detengo a mirar si aborda o no el auto. La ira me está carcomiendo las fibras sensibles y estoy a nada de abrir la boca y decir lo que pasa cada que me deja a solas con su novio.

Corro arriba abriendo la puerta de mi piso. 

—Ángel —me saluda Stefan— Estaba preocupado, te fuiste sin despedirte.

Suelto la cartera, me lanzo a sus brazos y le planto un beso en la boca.

—¿Estas bien?

—Si —tiro del borde de su playera y lo empujo contra la pared.

—Llego el paquete de asuntos internos...

—No quiero saber de esa mierda hoy —retrocedo— ¿Dónde está Laurens?

—Con Brenda...

Me quito la chaqueta y me libero de la blusa, hago lo mismo con el sostén, no detallo la cara que pone, vuelvo abalanzarme sobre él repartiendo besos húmedos por su cuello.

—Vamos a follar, soldado —me aferro a la pretina de su pantalón y le quito la correa— ¿Algo que decir?

Le paso la mano por la entrepierna. 

—Como ordene, mi teniente —suelta el botón de mi pantalón y desliza las manos bajo mis bragas.

Voy por la prueba de fuego y voy a eliminar el apego sexual hacia Christopher Morgan. Uno, un solo orgasmo bastará para que Stephan sea mi prototipo de hombre perfecto.

Entramos a mi alcoba y caemos juntos a la cama.

Me lame los labios, gimo y tiro de su cabello obligándolo a que baje por mi cuello. No dejo que los recuerdos me aturdan, me niego a que mi cerebro me lleve al pasado y me concentro en el hombre que me besa mientras me idolatra.

Dejo que me quite los zapatos y el pantalón. Vuelve a mi boca y me acaricia la cara con los nudillos.

—Eres hermosa.

—Bésame —le ordeno y vuelve apoderarse de su boca. Sujeta mi cadera y me clava la pelvis mostrándome lo duro que esta.

Me abro de piernas, entiende el mensaje de mis ojos y baja por mi boca dejando una línea de besos húmedos por mi pecho, abdomen y monte de venus.

—Hazlo —jadeo.

Aparta la boca y vuelve a subir, saborea mis pechos y libera su polla. La acaricia de arriba abajo antes de colocarse el preservativo, suspiro y lo observo mientras bajo la mano y estimulo mi sexo preparándome para recibirlo.

Cae de rodillas en la cama, alzo la pelvis y me ofrezco para que haga lo quiera. No esta tan nervioso como la primera vez, no duda en aferrarse a mis glúteos y hundirse con una sola embestida.

—¡Santo Dios! —brama— Eres de otro universo.

No quiero ser de otro universo, quiero ser que me coja sin contemplaciones.

—Muévete —le exijo.

Obedece y empieza a chocar contra mi pelvis, la entrepierna se me vuelve una nube de llamas con la fricción del preservativo, me concentro en su cuerpo y dejo que se deslice una y otra vez en mi interior, es bello y deslizo las uñas por su abdomen moviéndome más. 

—Más fuerte —le rodeo el culo con las piernas.

Christopher se me viene a la mente y aprieto los ojos apartando el recuerdo.

Jadea y arremete, pero no me da lo que necesito. Necesito que sea más feroz más salvaje. Tomo su mano y la planto en mi sexo, quiero llegar, necesito sacar lo que tanto me ahoga.

—Toca —le digo.

Abre mis pliegues y frota mi clítoris disminuyendo los movimientos pélvicos.

—¡No dejes de moverte! —lo regaño.

Aparta la mano y vuelve a tomarme las caderas. Me arden las mejillas, «¿No puedo hacer dos cosas al mismo tiempo?»  Me planta un beso en la boca y frota la barba contra mi cuello, el gesto mi irrita y me muevo incómoda para que no lo vuelva a repetir.

Mi cerebro lanza un flashback de la vez que el coronel me follo en el balcón de su pent house.

—Más fuerte —cierro los ojos concentrandome en el clímax. 

Le entierro las uñas en los glúteos y controlo sus embates, me frustra que lo toque, pero no lo alcance, Stefan jadea sobre mi hombro y aumento los movimientos para alcanzar lo que tanto quiero.

Se tensa y se me dispara la ira.

—¡No vayas a correrte! —lo reprendo.

Frunce el cejo, intenta besarme y aparto la boca. De la nada estoy ciega por la rabia. Ira que lo termina apartando. 

El flashback me da vueltas en la cabeza. «Jadeos, embestidas y besos vehementes»

—No puedes preocuparte solo por ti —le reclamo — La satisfacción tiene que ser por parte y parte.

—Era lo que hacía.

—Claro —se me empañan los ojos— Clavándome la polla por cinco minutos y corriéndote como si fuera un acto de uno.

—No me iba a correr —se defiende— Y si no lo notaste, no llevo cinco minutos, tienes media hora dándome órdenes.

Miro el reloj y tiene razón, se me arma un nudo en la garganta «¿En qué me estoy convirtiendo?» Se ubica a mi lado besandome la espalda. 

—¿Quieres hablar?

Sacudo la cabeza.

—¿Lo intentamos otra vez?

—No.

Desliza la mano por mi abdomen e intenta prenderse de uno de mis senos.

—No —lo alejo.

—La segunda es la vencida.

—Eso es una frase de mediocres —no contengo las palabras.

Asiente y se levanta con el preservativo puesto, se envuelve la cintura con la sábana y sale sin decir nada. Y no soy capaz de detenerlo ni de disculparme. Solo dejo caer la cabeza en la almohada preguntándome qué diablos estoy haciendo con mi vida.  

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