LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

183M 8.7M 57.4M

El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

YA EN LIBRERÍAS
ADVERTENCIA
***
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 30

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By EvaMuozBenitez

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Tentaciones. 

Rachel.

El centro da escalofríos en la madrugada. El aire se cuela por las rejillas atrayendo el frio y un horroroso olor a alcantarilla.

Arrastro la maleta de ropa que me dio la caridad. La madre no me dejo entrar el domingo, me espero en la puerta y me embargo en un autobús con destino al orfanato de Manchester, las auxiliares tuvieron una epidemia de sarampión y me toco cubrirlas hasta que encontraran monjas de reemplazo.

Disfrute mis dias lejos por tonto que se oiga, disfrute estar lejos del caos que conlleva vivir en Londres. 

Pero bueno, la felicidad es efímera, mi existencia no tolera la paz y no tardó en devolverme al ojo del huracán.

Entro a mi edificio al edificio de voluntarios. Mis compañeras ya estan dormidas y dejo la maleta en la cama.

Saco mi neceser y los aparatos que compre en el sex-shop. Ya no hay rastros de mi periodo y me entrepierna me está advirtiendo que es hora de usar los juguetes... Soy ese tipo de chica que se enciende después de menstruar. No es que no lo haya estado antes, porque mis sueños eróticos siguen intactos.

Anoche soñé que me follaban en el confesionario. Si, es sucio teniendo en cuenta que soy una mujer de creencia, pero no lo contuve.

Me acosté sintiéndome culpable por lo que haré y de un momento a otro empecé a imaginar lo mucho que me odiaría Christopher si se entera, una cosa llevó a la otra. Cerré los ojos y de la nada me lo imaginé aplastándome la cara contra la madera mientras me embestía.

Le pongo pestillo al baño del pasillo. Desfundo el consolador de 25 cm y respiro hondo ansiosa por llegar al clímax. Apoyo la cabeza en la puerta, subo la pierna al inodoro y me alzo la falda bajando las bragas, se me aliviana la saliva cuando lo acerco a mi abertura y... 

El móvil me vibra en el bolsillo... «¡Tiene que ser una broma!» Vuelve a vibrar y me ahogo en saliva cuando veo el nombre que ilumina la pantalla

«¡El coronel!» Es un mensaje de texto.

Christopher: Hola

«¿Hola?» Desde cuando dice hola a media noche.

Respondo rápido.

Rachel: ¿Pasa algo?

Lo quiero a metros, no quiero espiarlo, verlo, ni que interrumpa los momentos donde me quiero auto consentir.

Christopher: ¿Esa es la forma de contestarle a tu coronel?

Ideo los posibles motivos del mensaje, de seguro es por el baile de las nórdicas. Quiere matarme por actuar como una puta.

Muevo los dedos en la pantalla.

Rachel: Si vas a regañarme por lo del club fue actuado, ¿sí? Hice lo que me ordenaron.

La respuesta no tarda en llegar.

Christopher: ¿Y qué te hace creer que escribo para eso? No tienes que aclararme lo que ya sé, es obvio que fue actuado, todos estábamos actuando.

No me ando con rodeos.

Rachel: ¿En qué puedo ayudarlo, coronel?

Christopher: Ven a mi habitación, quiero mostrarte algo.

Bajo la pierna del inodoro.

Rachel: ¿Ahora? Falta un cuarto para la una.

Christopher: ¿Y? Es ahora o ahora. Tienes tres minutos para llegar.

Me muerdo el puño para no maldecir, contesto antes de salir.

Rachel: Sí señor.

Escondo el consolador. Solo a él se le ocurre joder a esta hora. Reviso que no ronde nadie por ahí y salgo con cuidado.

Saco la llave que le robe a la madre superiora y corro a la casa sacerdotal con el corazón en la mano. Me detengo en el pórtico, abro la puerta y me escabullo dentro.

No sé si es peor adentro o afuera. La sala entra en tinieblas y la escalera tiene un rayo de luz que viene de la planta de arriba.

Mis rodillas se niegan a subir, tengo el corazón desbocado y cinco mil nudos en la espalda.

«¡Basta!» Me regaño y me obligo a seguir.

Me aferro al manubrio de madera y me convenzo de que solo estoy haciendo mi trabajo «No hay que temer» Respiro.

La luz viene de la única alcoba que hay.

Alcoba + Christopher +Libido por los cielos = Violación segura. ¿Y si mejor corro?

«No, joder» No tengo cuatro años.

Me detengo frente a la puerta, alzo el puño y toco dos veces.

—¡Adelante!

Miro el pomo como si fuera un crucifijo dispuesto hacerme pagar mis pecados. Lo tomo, lo giro, abro y me quedo de piedra.

«¡Jodeeeerrrrr Dioses, padres, vírgenes, santos, diablos y demonios. Segrego baba cuando veo el perfecto monumento que esta frente a la mesa plegable.

La tensión arterial amenaza con llevarme al hospital y la libido sexual llega al grado alfa nueve deltas.

Tiene el torso descubierto y solo trae unos pantalones de pijama que le cuelgan en la cintura y permiten admirar la perfecta V que tiene. «Tatuajes» Me pica la lengua loca de ganas por pasarla por su piel.

Levanta la cara y no sé si irradia luz celestial o resplandor demoníaco.

—Hola —dice y automáticamente volteo a ver si le habla a otra persona.

¿Dos hola en una noche? La Nasa tiene que enterarse de esto.

Me aclaro la garganta antes de hablar.

 —Mi coronel.

—Sigue —ordena

Siento que soy una sanguijuela que deja un hilo de baba con cada paso. Desvío los ojos y clavo la atención en el plano que está revisando.

—Tienes prohibido irte sin avisar —advierte sin mirarme— Debemos culminar el operativo y no podemos perder el tiempo en sitios que no aportan nada.

—No fue mi culpa.

—Lo sé, te lo recuerdo a modo de advertencia, no quiero que vuelva ocurrir.

—Si, señor.

—Estoy revisando los planos actuales del centro y hay dos pasadizos subterráneos que no están registrados —acerca una lupa— Saque los antiguos de la biblioteca y no coinciden.

Tiene una boca tan putamente provocadora, habla y explica mientras mi mente no deja de divagar escenarios obscenos. Quiero morderle los labios, recorrerle la piel y que me embista hasta que me deje sin fuerzas...

—Rachel —dice y me doy una cachetada mental— ¿Me estas poniendo atención?

—Si...Si... Eh —¡¿Qué diablos decía?!— Los planos...

—Dije eso hace media hora —me interrumpe.

La ansiedad me carcome, hace calor, me pica la piel y me estorba la ropa.

—Lo siento, estoy un poco cansada —me pellizco el puente de la nariz— No es de su incumbencia, pero... —me callo estoy hablando sandeces— Dígame que quiere que haga y con mucho gusto lo haré.

—Vamos a la cama.

Me da un ataque cardiaco. Miro la cama y luego a él, divago y me pregunto quién le quitara la ropa a quien.

Me da la espalda y pierdo la razón, es sexy por donde se le mire... ¡Joder! Me miro la blusa ansiosa porque la rompa y... 

Toma su MacBook, abre la pantalla y se sienta en la cama.

—¿Vienes o no?

Quedo medio atontada.

—¿Vamos a trabajar?

Enarca una ceja y bajo los ojos en busca de mi dignidad.

—Estás cansada —enciende la pantalla— Y la cama es el único lugar que hay para sentarse.

La moral me queda en el piso «¡Soy una estúpida!»

Me siento en los pieceros.

—¿Decepcionada? —me mira y sonríe— Analizándolo bien, la frase se oyó con doble sentido.

Suelta a reír recordándome lo mucho que me encanta verlo así, se le quita lo engreído.

Me contagia y bajo la cara ocultando la curva que forman mis labios.

—¿Quién eres y qué hiciste con el coronel?

—¿Ves este lobo? —me muestra el tatuaje que tiene en el cuello— Se transforma a media noche y se convierte en otro que no soy yo.

Abro la boca y finjo sorpresa.

—Otro chiste, mi diario tiene que saberlo.

—Déjalo —vuelve a la pantalla— Debe estar harto que le hables de mí.

Fin del momento divertido.

—Es broma —vuelve a sonreír — También tengo mi lado divertido, teniente.

Tomo aire por la boca.

Christopher + Lado divertido + ganas de que me folle duro = Caída en picada a un enamoramiento sexoso compulsivo.

—No te acostumbres —me dice— El papel de hijo de puta me queda mejor.

Asiento.

—Lo tengo claro.

—Ven —me abre paso a su lado.

Paso saliva, se está burlando de mí y quiere que haga el ridículo.

— Si quieres pon una almohada en la mitad —insiste— Me preocupa tu cara de horror.

Cree que no capto nada.

—Tomate tu tiempo —vuelve a mirarme— Pero procura llegar antes de que amanezca.

Me levanto y me planto a su lado como si fuera lo más normal del mundo e ignoro la petición de huida que exige mi cerebro.

Acomoda el MacBook entre los dos.

—Él es Lewinsky —me muestra una foto en la pantalla— Un arquitecto de la era victoriana que creo castillos emblemáticos en todo el mundo.

—Entre esos la iglesia —sé todo sobre el centro.

—Si, era especialista en pasajes ocultos. A los reyes les gustaba crear espacios secretos para verse con sus amantes.

—Aja—finjo que no oí la última palabra.

—Creaba acertijos que daban pistas del camino y hay uno para hallar el que está oculto bajo la iglesia.

—Quieres que lo encuentre.

—Encontremos.

Apoya la mano a centímetros de mi trasero.

—Los acertijos no son fácil, se necesitan dos mentes poderosas.

—Ok... Si —trato de actuar normal— Somos buenos trabajando juntos.

—También siendo amantes.

«¡Maldito!»

—¿Estás Ligando? —bostezo— ¿O es otro repertorio de bromas?

—Las verdades no son bromas —teclea— Te busque porque el acertijo es sobre infieles y no creo que nos quede grande descifrarlo.

—Si tú lo dices.

—¿A tu novio no le molesta? —me mira la boca.

—Mi novio sabe que soy una profesional.

Suspira y vuelve a la pantalla.

—¿Le dijiste?

—¿Que?

—Que estás enamorada de mí.

Ya empezó.

—Pensé que el motivo de mi visita era netamente laboral.

Aparta el MacBook.

—Tarde o temprano tenemos que tener esta conversación.

Lo miro, en verdad no me creo que este hablando con el Christopher que conozco.

—Mejor me voy a dormir.

Me pongo en pie, intento llegar a la puerta, pero para cuando quiero tomar el pomo lo tengo a mi espalda negándome la salida.

—¿Porque huyes?

—No estoy huyendo.

Siento el calor de su mano sobre mi brazo y trago saliva al sentir la proximidad de su pecho.

—Las cosas deben decirse y hablarse como son, ocultarlas solo deja víctimas y damnificados, así que por tu bien dile a tu novio lo que pasa entre nosotros.

—No hay un nosotros.

—¿Segura? El que no me mires me demuestra todo lo contrario.

Odio que sea así, que sepa como joderme de la peor manera. Verlo, ¿cómo carajos lo miro sin que me broten corazones en la cara?

«Aprende a jugar» Exige mi subconsciente, el gana porque sabe y si no aprendo de su estrategia terminare con la soga en el cuello.

—¿Te deje sin argumentos?

Lo encaro cuando volteo, su altura me obliga a elevar el mentón para poder admirar el gris de sus ojos. Recuerdo cómo me sentí cuando los vi por primera vez el día que Bratt me lo presentó.

No sé si fue amor a primera vista, pero desde esa noche no volví hacer la misma.

—¿A qué juegas? —pregunto al borde del colapso— Un día me odias, reprochas y pataleas por mi presencia, y al otro quieres hablar de un; "Nosotros"

—Hay situaciones que cambian mi forma de ver las cosas —me sujeta la muñeca— Verte bailar en un club nocturno, por ejemplo.

—Se supone que estabas actuando.

—No estaba actuando nada —se acerca— Me la pones muy dura y quiero llenarte de mí... 

Siento que me quemo, mi epicentro baja de golpe haciendo presión sobre mi sexo.

—Me gustas —sube por mi brazo y sujeta mi nuca— Odio verte con ese imbécil y odio más no cogerte como me gustaría.

«¡Carajo!» Literalmente necesito un puto pañal.

—Detestas a las cobardes —cito sus palabras.

Niega.

—Haré una excepción si te quitas la ropa, te acuestas en la cama y te abres de pierna de para mí.

Vuelve a cortarme con la el filo de la decepción.

—No pierdes el defecto de verme como tu puta personal —le aparto la mano— De verme como la que puedes tener cada que estas urgido.

—No quise decir eso...

—¿No? ¿Entonces qué pretendes? —pregunto molesta— Tentándome y haciéndome preguntas que hace mucho tiempo tienen respuestas

—Las respuestas falsas no cuentan.

—¿Respuestas falsas? —repito— No hay nada falso en el que te haya superado en estos tres años, en el que quiera a otro y no me interese tener nada contigo.

—Otra vez vamos con mentiras que ni tu misma te crees —se frota la cara con las manos— A mí no tienes por qué mentirme —me acorrala contra la pared— Ni siquiera sé por qué quieres ocultarlo.

Se aferra a mi nuca y me roba el aliento cuando se acerca a mi boca.

—No importa cómo te vea...

—No siento nada por ti, Christopher... —intento apartarlo.

—¿Cómo explicas eso?

Baja los ojos a mi pecho y no tengo idea de cómo justificar la protuberancia que se dibuja en la franela de mi camisa, tengo los pezones duros y erectos.

—¿Que mentira dirás a ahora? —desciende por mi cuello y detiene la mano en mi busto— Los tienes así desde que llegaste.

Roza el pezón con el pulgar y no doy pie para moverme, el leve toque me eleva y deja sin palabras, siento la presión de su cuerpo cuando se viene contra mí y me deja con la espalda pegada en la madera.

Percibo su erección sobre mi ombligo, como palpita e irradia calor sobre mi piel.

—Apuesto lo que sea —alza la tela de mi falda y se aferra a la piel de mis muslos —Que si meto la mano aquí.

Jadeo cuando toca el elástico de mis bragas —mis dedos quedaran empapados con tu humedad.

Acerca la boca y se humedece los labios, siento que voy de cabeza al abismo y que haga lo que haga me daré duro contra el suelo. Mi cuerpo la aclama, mis neuronas lo exigen y mis manos mueren por tocarlo.

Poso la mano en su pecho y le acaricio el torso, desde los bíceps hasta los cuadritos que se le forman en el abdomen. Obra de arte masculina que merece estatua y premio a la belleza del siglo.

—Dilo —baja mi mano a su entrepierna y me obliga a que tome su potente erección.

¿Hace cuánto que no tocaba una cosa así? Mi garganta la pide a gritos quiero prenderme y lamerla.

— Dilo y podrás ponerla donde tú quieras, cuando quieras y las veces que quieras.

Aferro la mano a su miembro, quiero tantas cosas que no sabría por dónde empezar. La toco de arriba abajo recordando lo grande que es, recopilando los orgasmo que me dio y quiero sentir. No me resisto y pego los labios en la piel de su pecho. Reacciona moviendo los dedos dentro la tela de mis bragas.

—No te tortures y no me tortures —me alza el mentón mordiendome los labios. 

Cierro los ojos. Saco la mano y me aferro a su cuello, toma mi cintura y aprovecho para volver a pasar las manos por su torso mientras me da un leve beso en los labios. 

El día que nos fundamos en un beso de verdad, perderé los estribos y no tendré más alternativa que aceptar mi destino.

—Dilo —insiste.

Tomo aire y me preparo física y psicológicamente para lo que se viene, nos miramos a los ojos y no sé cuál de los dos los tiene más oscuros, apostaría por los míos.

—Provocas esto —coloco su mano sobre mi busto— Porque estás jodidamente bueno, y sí. Si metes la mano en mis bragas te saldrán los dedos empapados porque es normal que un semental como tú provoque este tipo de deseo.

Tensa los músculos y deduzco lo que se aproxima.

—Yo no te amo, te deseo como te desean la mayoría de las mujeres que te ven —Quita la mano

—Me quieres...

—Te quise —aclaro— ¿Quieres saber porqué deje de quererte?

No contesta, ni se mueve.

—Porque me di cuenta que no quiero ser la puta de nadie y mucho menos la tuya —alzo el mentón— Yo quiero un hombre que me ame y me quiera con mis demonios y debilidades, no un niño caprichoso que busca sexo con la una y con la otra. Necesito una relación para toda la vida no un rato fugaz, y tú eres eso, momentos fugaces que no tardan más de un día.

Puedo morirme por él y quererlo como a ninguno, pero me asusta más el que me tire al piso y no pueda volverme a levantar.

—Deja de querer atraparme porque hace mucho que no quiero estar en tu jaula —suprimo el nudo que se me atora en la garganta— Por primera vez en tu vida has algo bueno por mí y déjame en paz. Tienes una novia y una candidatura por delante enfócate en eso y deja que sea feliz con la persona que quiero.

Abro la puerta y ruego a Dios que no me siga, porque si me vuelve a tocar explotare y perderé la batalla.

Abandono la casa, sin miedo ni frio. Con el cerebro en el limbo y la fragancia de su piel impregnada en mi nariz.

Subo a mi deteriorado edificio, me encierro en el baño y me enfoco en lo que quise hacer un par de horas, si antes tenía ganas ahora estoy a nada de caer en un shock ninfomaníaco.

Enciendo el vibrador, alzo la pierna y recuesto la espalda en la pared. Cierro los ojos y traigo el recuerdo de los dos únicos polvos sanos en mi vida.

Mi cuerpo no responde ni reacciona con ese tipo de estímulo. Mi mente recopila lo que pasó hace unas horas y cambia el panorama. Se me agita la respiración de solo recordar lo bien que se sintió tenerla en mis manos. Aumento la velocidad del vibrador y se me escapa un leve jadeo cuando mis dedos perciben lo bien que se sintió tocarlo como lo toque.

Saboreo el clímax, pero no el orgasmo, por mucho que me estimulo y fantaseo me quedo a medias y con ganas de explotar. Repito y me preparo para volverlo a intentar, pero ni en la primera, segunda, ni en la tercera vez llego a nada, solo obtengo el mismo resultado.

Clímax pasajero que no me ofrece ni da lo que tanto anhelo.

*** 

Christopher.

Clavo los binoculares en la ventana y la observo cortar rosas del jardín, tiene un sombrero que no le deja detallar la cara y se limpia el exceso de sudor con el dorso de la mano.

Bajo el artefacto atrayendo los acontecimientos de anoche, la cercanía, el tacto de su piel sobre mi polla y el beso que me dio en la esquina de la boca.

El auto complacerme no me está ayudando y me estoy empezando a preguntar que tanto me durara la parodia, no tengo mucho autocontrol y la escena de anoche me tiene a nada de convertirme en un acosador de primera.

—¿Que estás haciendo? —preguntan a mi espalda.

—Que te importa —contesto sin voltear.

—¿La espías? ¿Es enserio? —Patrick se posa a mi lado— Estás mal de la cabeza.

—¿Estoy pidiendo tu opinión?

Suspira y vuelvo alzar los binoculares cuando se acerca Bratt. Tiene una biblia bajo del brazo, se agacha y finge que la ayuda con las labores de jardinería.

—¿Ya sabes cómo consiguió la entrada? —le pregunto a Patrick.

La pregunta no me deja dormir, cada quien tardó días en conseguir el pase y él lo consiguió de la noche a la mañana.

—¿Por qué no le preguntas y ya?

—Detesto hablarle a ese pedazo de mierda

—Tiene que rendirte informe —dice Patrick— Ten paciencia, hay no puede ocultar información.

No se oye de buen genio. 

—¿Qué quieres? —le pregunto— Me jode que me molestes en mi tiempo libre.

Me arrebata las binoculares.

—¡Acaban de matar a otro candidato! —me suelta— No fue solo una víctima, se cargaron a ocho de sus cabecillas.

Los días horrorosos se convierten en espantosos, estoy a nada de echar todo a la borda y largarme a la Patagonia.

—Mejor para mí, entre menos candidatos más fácil sera. 

Patrick respira hondo.

—Tienes una rueda de prensa a las cinco ya organicé las coartadas para que no falte nadie.

Me acomodo el alzacuello preparandome para salir. 

—Gema te esta buscando y Parker te manda a decir que aún no consigue una nueva secretaria —añade— Ninguna cumple con el perfil que se necesita.

—Que continúe con las entrevistas, no creo que sea difícil conseguir una mejor que la incompetente que tenía.

—Laurens es madre soltera.

—¿Y es mi problema por...?

—No te cuesta nada devolverle el empleo.

—Olvídalo —le digo— Estoy en una candidatura y se supone que tengo que estar rodeado de los mejores ¿como carajos voy a explicar que mi secretaria es una demente que va arrojar ladrillos a la casa de su ex?

—No te cuesta nada...

Salimos juntos. 

—¿Alexandra te pidió que me convencieras? —lo interrumpo— Porque Simón me dijo exactamente lo mismo y tampoco funcionó, así que no pierdas tu tiempo.

—Haz lo que quieras.

Se encamina al pasillo, lo sigo y me desvió cuando bajamos a la primera planta.

—¿Qué haces? —me alcanza Patrick— El comedor es por el otro lado.

—No tengo hambre.

—Christopher —me toma el brazo— No le quites prioridad a lo que verdad importa, este puto caso nos está desenfocando del verdadero objetivo.

—¿En verdad estás preocupado por eso o te da miedo almorzar con el obispo gay?

—No es gracioso.

—El que quieras darme órdenes y sugerencias como si fueras mi superior tampoco lo es.

Me suelta dejándome avanzar. 

—Ocúpate de tus asuntos y deja que me ocupe de los míos.

Me voy a la cocina y recojo lo que necesito.

Salgo al jardín y la ubico en el mismo punto, la madre superiora la está supervisando a poco pasos.

Arranca la hierba de mala gana cuando nota que me acerco.

—Padre —la madre se acerca corriendo— ¿Como esta?

—Bien, madre —saco el lado amable.

Le da un pisotón a Rachel para que se levante. Me mira furiosa y se quita el sombrero antes de levantarse, el sudor le recorre la frente y tiene hebras de cabello pegadas en el cuello.

Extiendo la mano para que siga el debido protocolo, me encanta que no pueda rehusarse.

—La bendición, padre —inclina la cabeza.

—Dios te bendiga, hija.

Toma la punta de mis dedos y pega los labios a mi piel. Le ofrezco la botella de agua fría que tome de la cocina.

Sé que siente cosas por mí, no tengo duda de eso, pero no me sirve que solo me ame. Me sirve que se olvide del idiota que dice tener como novio y centre toda la atención en mí, no voy a dar pasos en falsos, esta vez voy a quedarme como el único que manda y dispone.

—Siempre tan atento —dice la madre superiora— Como todo un hijo de Dios.

—Mi lema es; "No hay que dejar de ayudar a la comunidad".

—Un lema muy sabio, padre.

—Las dejo —me despido— José organizó un club de lectura con los niños.

Me alejo, ya hice que me viera, ya le amargue el dia y le recordé que se muere por mí. 

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

Comando militar de la FEMF. 

La entrada esta atestada de periodistas que no me dejan de preguntar si temo por mi vida ahora que la candidatura se esta volviendo peligrosa. Ignoro a todo el mundo adentrandome al edificio administrativo. 

La rueda de prensa es sobre mi candidatura ya que la mayoría quiere saber que tengo para ofrecer. Alex demandó una reunión previa la cual reúne mi ejercito elite. 

Están mis principales figuras: Patrick con su esposa, Stefan, Gauna, Simón con Bratt, Meredith con Ángela, Gema al lado de Rachel. Laila con Brenda. Alex con Olimpia y Cristal. 

—¡Shrek! —exclama Gema cuando me ve.

Todos se vuelven hacia mí cuando se arroja a mis brazos y se pone de puntillas para besarme, medio toco sus labios y enfoco la mirada en la belleza de ojos azules que se levanta y se va al lado de sus amigas.

—¿Podemos dejar los arrumacos para después? —protesta Bratt— Hay asuntos importantes que tratar.

Alex se aparta del ventanal y toma asiento en la mesa de juntas. Olimpia Müller lo sigue posándose a su lado. 

—Gema siéntate, por favor —le pide Alex. No está de buen genio.

—Empecemos —Cristal mira su reloj— La rueda de prensa inicia en cuarenta minutos y los periodistas no quieren esperar.

Fijo los ojos en Stefan, no es un cabecilla, de hecho, no es nadie en mis tropas.

—¿Qué haces aquí? —me poso frente a él.

Palidece y Rachel se levanta.

—Vino conmigo —lo jala y lo sienta a su lado.

—Tiene que irse.

—Soy su capitán y me hago responsable —interviene Bratt.

Se me cruza la idea de pegarle un tiro a ambos. No sé cual de los dos me tiene más hastiado. 

—Daremos inicio a la reunión —avisa Gauna.

Cada quien busca su puesto.

—Los reuní aquí —Alex toma la vocería— Porque la candidatura se volvió un nido de corruptos que matan por llegar a la meta y aunque se oiga feo lo que diré; estamos expuestos a que nos envenenen o peguen un tiro.

—O metan presos —añade Olimpia— Se declaró alerta roja y ahora todos somos sospechosos.

—¿Sospechosos de qué? —protesta Simón— A duras penas salimos del centro ¿quién diablos tiene tiempo para idear planes de psicópata?

—Explíquele eso a las entidades que llevan el caso —lo calla Olimpia— Hay catorce candidatos activos, catorce ejércitos luchando por destacar y llevar la batuta sin importar a quien se lleven por delante.

—Trece —interviene Patrick— El nuestro esta activo, pero no está jugando sucio ni matando a inocentes.

—Lo tengo claro, capitán, confío en la honestidad de todos, pero en tiempo de guerra nadie es inocente ante los ojos de nadie.

—Haremos esta pregunta una sola vez —habla Gauna— ¿Quién carajos se quiere largar?

—El que se retire se le asignará otro ejército —secunda Olimpia— Se le transfiere con los familiares y personas que tengan a cargo.

Nadie dice nada.

—El que se queda, tendrá que afrontar el reto que se viene de aquí en adelante y se atiene a que puede morir en cualquier momento —añade Gauna.

—General, su discurso no es muy alentador —se queja Simon.

—Digo las cosas como son —estrella el puño en la mesa— Todos estamos en riesgo y no quiero que andan de maricones quejándose de que no se les advirtió.

—Tienen tres minutos para pensarlo —avisa Olimpia.

—Antes de tomar cualquier decisión —se levanta Alex— Quiero que tengan claro que si quedan no será para hacer el papel de pantalla —me mira— Para nadie no es un secreto que Christopher es mi hijo y si deciden quedarse es porque darán su vida para protegerlo y respaldarlo en lo que se necesite.

Vuelve a sentarse.

—Mis mejores deseos para el que se vaya.

—Empecemos —propone Cristal.

Todos guardan silencio.

—Bratt —empieza, Alex— Inicio contigo no porque dude de tu lealtad, sino porque tienes motivos de sobra para irte y no quiero que sientas que tu lucha es en vano o no vale la pena.

Todos lo miran a la espera de una respuesta.

—No es fácil decirlo, ni reconocerlo —se levanta— Crio una horrible persona y un pésimo hijo —me clava los ojos— Pero es un buen líder y esto no es cuestión de problemas personales. Es cuestión de que el poder no caiga en las manos equivocadas —se deja caer en la silla— Solo por eso tiene mi apoyo, coronel.

«Ridículo»

—Simón.

—Buen o mal coronel me quedo porque eres mi amigo y los amigos no se abandonan en la batalla.

—Patrick.

—La pregunta ofende —me palmea el hombro— Mi apoyo es incondicional.

—Parker.

—Estoy adentro.

—Cuatro capitanes —habla Olimpia— Una ventaja, los demás solo tienen dos o tres.

—Vamos con los tenientes —propone Gauna.

—Laila.

—Cuenta conmigo, señor.

—Gema.

Suelta a reír.

—A los novios...—se levanta.

—¿Si o no? —la regaña Alex.

—Si —se sienta con las mejillas encendidas.

—Angela.

—Me anoto.

—Alexandra.

—Hasta el final.

Alex mira a Rachel.

—A nadie le gustara lo que diré —se frota la sien— Pero la pregunta de si te quedas o no. No aplica para ti, Rachel.

El silencio se perpetúa. 

—Necesito que te quedes y no me preguntes el porqué.

—Aplique o no aplique la respuesta es si—me mira— Como lo dijo Bratt, esto es cuestión de que el poder no caiga en las manos equivocadas.

Asiente y continúa con los sargentos (Liz, Meredith, Alan, Scott y Brenda) Terminan con Stefan.

—No es que tenga el super cargo y tal vez mi ayuda no sirva de a mucho —se mete las manos en los bolsillos— Pero haré todo lo posible por servir en lo que se necesite.

—¿Tienes claro que en cualquier momento te pueden matar? —Pregunto, no me interesa su ayuda. Por mí que se largue a lavar platos a París.

—Lo tengo claro, señor. Pero eso no es impedimento para cumplir mi sueño de trabajar con usted.

—Qué lindo —murmura Gema.

—Diecisiete personas dispuestas a dar la vida por usted, coronel —dice Gauna.

—Tienes que ser el próximo ministro —me dice Olimpia— Tienes todos las herramientas para hacerlo.

—La rueda de prensa nos espera —Cristal me para de la silla— Irán tres de ustedes y el resto se quedará para la presentación final.

—¿Tres?

—Coronel, capitán y teniente —aclara Alex— Quieren verte con los representantes de los escuadrones con mayor relevancia.

«Los sargentos no cuentan»

—Bratt representará a los capitanes —demanda Cristal.

—No creo que eso sea conveniente —protesta.

—Opino lo mismo.

—¿Que acabamos de decir? —se levanta Gauna— ¡La unión hace la fuerza y debemos demostrar que en el escuadrón no hay enemistades!

—Bratt, cariño —se le acerca Cristal— La cámara te adora, eres bellísimo a la prensa le encanta tu historia de vida, tu lucha por levantar el apellido de tu familia... Has liderado muchas misiones con Christopher y para nadie es un secreto que eres uno de los mejores.

—¿Vas o te obligo? —lo amenaza Gauna.

—Si no hay alternativa... —se levanta y se encamina a la salida.

—Postulo a Gema para que vaya en representación de las tenientes —sugiere Liz— La prensa la adora, hizo un trabajo excelente esta semana.

Alex la ignora recogiendo los documentos que tiene.

—James por logros te toca —demanda el ministro.

—¿Como que por logros? —se queja Liz— Gema...

—¿Quien te crees para refutar? —enfurece Alex

— No tengo nada contra Rachel, pero me parece injusto el método de elección. Ambas tienen el mismo rango ¿en que se está basando para elegir?

Alex se vuelve de acero y la mira como si fuera el peor engendro que pudo parir la tierra.

—La elijo porque puedo y se me da la gana —se yergue sobre ella— Y así como piden argumentos deberían formular preguntas coherentes.

—No tengo problema con que vaya —interviene Rachel— Liz tiene razón...

—¡No! —ruge el ministro— Vas porque no voy a poner una recién llegada en vez de alguien que se preparó en el comando del ejército inglés.

—Eso no es una ventaja —murmura Gema.

Se vuelve hacia ella y temo a que le escupa ácido.

—¿Estuviste en el atentando que le realizaron a Christopher en Brasil? —le pregunta.

Niega con la cabeza.

—¿Trabajaste en los pilares de la misión Mascherano?

No se mueve.

—¿Te drogaron, torturaron y rescataron?

—No, señor.

—Fuiste la carnada que nos permitió capturar al líder de la mafia.

Niega.

—Nos estamos jugando el mejor puesto de la FEMF —mira a Liz— ¿En verdad creen que es un concurso sobre quien se ve más bonito en pantalla?

—Alex...

—¡Ministro, para ti! —regaña a Gema— Puedes ser muy hija de Marie, pero mis órdenes se respetan y no voy aceptar que tú y tu amiga me lleven la contraria.

—Jamás haría eso, señor —se posa firme ante él.

—Fuera de mi vista —demanda el ministro. 

La incomodidad de todos es evidente. 

—Rachel, ven conmigo por favor —le pide Cristal.

Ella obedece y me voy con Olimpia que se pone a dar consejos previos a las declaraciones. Alex no tarda en llegar. 

—¿Listo? —pregunta.

Asiento y sigo con lo mío.

—Quiero dejarte algo claro.

—¿Otra advertencia?

—Esto es serio Christopher, agradezco que pese a todo sigas aquí sin querer retirarte y no me gusta meterme en tu vida personal, pero si no controlas a Gema, tendremos problemas más adelante.

—¿Quieres que la deje? —detesto que se contradiga— Porque te recuerdo que fuiste tú el que me dijiste que mostrara un poco de responsabilidad con mis relaciones personales.

—Si, pero no pensé que Gema fuera tan estúpida —contesta molesto— Está actuando como una niñata celosa y no quiero que te deje en ridículo.

Se acerca.

—Si por mi fuera te la pusiera a metros, pero la prensa ya la relaciono contigo y está esperando que la anuncies como tu novia o como tu prometida —se le tensa la mandíbula— Si la dejas volverán los rumores de que cogiste a otra de tapete.

Alex aparenta ser sutil y discreto, pero tengo claro que mi personalidad de mierda se la debo a él que hace lo que le place sin detenerse a ver a quien se lleva por encima. 

—¿Qué dirán de ti si saben que te tiras a una mujer que puede ser tu hija? —pregunto. 

Me mira cargado de odio. 

—¿Celoso porque tengo el lujo de tirarme a la que quiero y no la que me toca?

Me palmea la cara.

—El papel de malcriado ponzoñoso guárdalo para tu mamá.

—Vete —me aparto.

—Mantén a Gema Lancaster contenta —se detiene en la puerta— No tiene buenos logros, pero es buena fingiendo actos benéficos y nos guste o no. Es lo que necesitamos en estos momentos.

Con Gema no me cuesta tanto fingir y quiero o no, Alex tiene razón, no me conviene un nuevo rompimiento. Tampoco es una tortura, la conozco bien, me siento bien a su lado... A Sabrina no la toleraba a Gema puedo tenerla el resto de la vida si es necesario.

—¿Lo tienes claro? —pregunta el ministro. 

Asiento y dejo que me escolten a la rueda de prensa. Tomo asiento en el centro de la mesa llena de micrófonos con Rachel a mi izquierda y Bratt a mi derecha.

Se intercambian los debidos saludos, doy mi discurso, los reporteros hacen las debidas presentaciones y sueltan la primera tanda de preguntas. Todas enfocadas a lo que está pasando. 

Doy mi sincera opinión y expreso las debidas condolencias a las víctimas. La mayoría me acosan con interrogantes sobre los posibles culpables.

—¿Que piensa sobre ser el único candidato que no han amenazado? —pregunta una reportera española.

—Pienso que el culpable sabe con quién se mete.

—¿Cree que usted que los Mascherano tienen algo que ver?

—La mafia nunca baja la guardia y no descartamos la posibilidad de que estén involucrados.

—¿Qué dice de los hombres que lo rodean? ¿Existe la posibilidad de que alguno esté involucrado?

—Confío plenamente en mi ejército.

Siguen preguntando enfocándose en mis acompañantes. 

—Muchas personas la ven como un ejemplo de vida —le preguntan a Rachel— Sobrevivió al cautiverio de los Mascherano y fue rescatada por el coronel. ¿El rescate influye en su decisión de apoyarlo?

—El rescate y mil cosas más —habla al micrófono— Confío en las facultades que tiene para gobernar y mantener el orden como lo ha hecho el ministro Morgan.

—¿Lo señalaría como su salvador?

Me relajo en la silla esperando la respuesta. 

—Si, a él y a todos mis compañeros.

—Desafiar la mafia italiana por un soldado es un acto de valentía que quedó en la memoria de todos y muchos nos preguntamos el porqué de exponer cincuenta hombres por un posible cadáver —se levanta un periodista canadiense— ¿Hubo o hay algo más entre ustedes? Para nadie es un secreto que semanas antes del secuestro había roto su relación con el capitán Lewis.

—El coronel y yo no tenemos más que una relación netamente laboral.

—¿Qué piensa usted, capitán? —se dirigen a Bratt.

—Nuestra ruptura fue por acuerdo mutuo —responde tranquilo— No estábamos pasando por un buen momento y decidimos que lo mejor era dejar la relación en una simple amistad.

—Entiendo —continua el periodista— Pero hemos evidenciado múltiples enfrentamientos entre usted y el coronel y hay rumores de que pudo haber un posible enamoramiento entre la teniente y su superior. ¿Qué declaraciones da al respecto?

Amo las preguntas. 

—Es algo absurdo, Christopher y yo tenemos nuestras diferencias, pero somos amigos de la infancia, nuestros enfrentamientos no tienen nada que ver con el rompimiento de mi compromiso.

—Podríamos decir que la enemistad se debe al divorcio con su hermana —pregunta otro periodista— Fue una escandalosa separación y muchos culpan al coronel por el estado de demencia de Sabrina Lewis.

—Fue un punto de quiebre en su momento, pero con el tiempo hemos limado asperezas —habla Bratt— Mi hermana está en recuperación y Christopher al igual que mi familia espera que se recupere pronto.

—coronel, la mayoría de los candidatos se apoyan en su familia —sueltan otra pregunta—Y la FEMF es un poco anticuada al pensar que hasta para gobernar se necesita de una buena mujer al lado. ¿Qué dice al respecto?

—Alex Morgan es uno de los mejores ministros de la historia —hablo al micrófono—Lleva mucho tiempo gobernando solo y no me siento en desventaja si decido seguir el mismo camino.

—Su padre no contaba con la fama que tiene usted y me incluyo al decir que su vida desordenada le quita puntos a su campaña —continua— ¿Lo veremos sentar cabeza? ¿O mantendrá su fama de soltero empedernido?

La mirada de Alex me lo dice todo.

—La fama no dura para siempre, acabará tarde o temprano. A todos nos llega la hora de adquirir compromisos y no creo ser la excepción.

Se arma una ola de murmullos.

— Verlo comprometido le callaría la boca a muchos y sería una catapulta al puesto —comenta una reportera argentina— ¿Su afirmación se refiere a un posible matrimonio?

—Si —confirmo— Me casaré porque no soy el mismo de antes y ya esta.

La prensa se descontrola y mis compañeros me miran como si no me conociera.

—¿Podemos saber el nombre de la afortunada? —pregunta un reportero.

—Lo sabrán en su momento —respiro hondo— Quiero estar seguro y no equivocarme.

El nombre de Gema se eleva sobre los murmullos.

—Teniente, James —le hablan a Rachel— Comparte las veinticuatro horas del día con el coronel y la escogió como representante de su grupo de tenientes ¿Cree que podemos confiar en la próxima señora de Morgan?

Mira a Gema que se está limpiando las lágrimas con un pañuelo.

—Es una buena chica —dice— Esta vez eligió la indicada.

Sueltan las últimas preguntas dando fin. La mesa se levanta, la prensa se dispersa y vuelvo al edificio anhelando un cigarro. 

—¡Ogro! —me abraza Gema cuando estamos adentro— Asegúramelo, ¿Soy yo cierto?

Callo, no estoy para pendejadas. 

Chilla y vuelve abrazarme —La señora Morgan, voy a ser la envidia de todo el mundo.

—Tengo un serio problema amor/odio hacia ti —se acerca Liz— Hagan lo que hagan tienen que llevarme a vivir con ustedes. 

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