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La espía.
Rachel.
Un escalofrío me recorre la columna vertebral. Wolfgang Cibulková, no me agrada ni me da buena espina.
Su acompañante se voltea y me repara de pies a cabeza. Es delgado, con canas y tiene el tipo de bronceado que se adquiere cuando se vive en la costa.
—Señorita James —extiende la mano a modo de saludo— Es un honor conocerla.
Reparo la mano e ignoro el saludo.
—¿Qué hacen aquí?
—¿Podemos hablar en un sitio más privado? —propone Wolfgang.
—Lo que tengan que decirme me lo dicen aquí y ahora.
—Lo que diremos no se puede divulgar en sitios como estos —aclara.
—¿El ministro saben que están aquí? —indago— Porque si no es así, les voy a rogar que se largue por donde vinieron.
—Su negativa agrava el caso —contesta el extraño.
—¿Caso?
—Venga con nosotros y la pondremos al tanto de todo.
Niego.
—Le interesa —asegura Wolfgang— Trata de su ejército.
«¿Mi ejercito?»
—No la demorare más de treinta minutos, teniente.
Avanzan a la salida.
Me quedo en blanco. ¿Caso?, ¿Ejercito? ¿Qué nuevo problema me gane?
Sea lo que sea no puedo quedarme con la duda.
Los sigo a la puerta y dejo que avancen calle arriba. No veo escoltas ni autos extraños, y es raros que no carguen ningún tipo de guardia. Se detienen y entran al café donde hable hace unos años con Sabrina.
—Siéntese —me invita el más viejo.
Obedezco, tengo un mal presentimiento. Asuntos internos no se lleva bien con la FEMF y son buenos a la hora de dar malas noticias.
—¿Y? —tomo la iniciativa.
—Permítame presentarme —saca una placa— Soy Carter Bass. Presidente general de casos internos.
«¡Mierda!» El nombre me suena a problemas.
—No traemos buenas noticias —abren el maletín sacando una carpeta— Murió otro general y supongo que sabe lo que eso significa.
No miro la carpeta, no veré nada sin saber a qué viene todo esto.
—¿Que tengo que ver con eso?
Wolfgang se acomoda el traje.
—Tú no tienes nada que ver —me dice— Pero hay serios indicios de que tus compañeros están involucrados.
—Cuéntame una de vaqueros —intento levantarme.
—Tenemos serias sospechas de que el coronel está confabulando para quedarse con el puesto de ministro.
Vuelvo a caer de culo en la silla, eso no es cierto.
—¿Tiene idea de lo absurdo que se oye? —le recrimino— Christopher no tiene necesidad de matar a nadie para llegar al poder.
—Las pruebas dicen todo lo contrario —contesta Carter— Al igual que su padre está fomentando una candidatura desleal y llena de engaños.
Niego.
—Alex fue elegido por decisión unánime.
—La primera vez, la segunda fue a las urnas y se aprovechó de sus influencias para ganar —apoya los codos en la mesa — Un noventa y cinco por ciento de votos no es una cifra razonable.
—Lo es cuando se sabe dirigir.
Toma la carpeta esparciendo papeles en la mesa.
—Alex Morgan subió gracias al escándalo de los Fersi. Salim fue encarcelado y por milagros del destino Alex era el segundo al mando —dibuja las comillas en el aire— Bastó un par de palabras para que todos lo apoyaran.
—Tenía el mérito ganado.
—¿Sabías que Alex fue quien denunció a Salim? Le clavó el puñal sabiendo que era su hombre de confianza.
—Mi papá hizo lo mismo —me encojo de hombros— Actuó mal y era justo que pagara por sus crímenes.
—Años trabajando para él y lo hicieron justo cuando se acercaba la hora de elegir un sucesor.
—No intente meterme artimañas porque no tiene sentido lo que dice —alego— El día del juicio casi matan al coronel , ¿Porque iba atentar contra su propia vida?
—Hay pruebas de que fue una pantalla, el video demuestra que le hubiesen podido disparar y no lo hicieron. El francotirador falló porque quiso.
La cabeza me palpita.
—El ministro y el coronel son unos traidores —continua— Son líderes en la lucha contra la mafia porque trabaja con ellos, hay declaraciones de mafiosos que aseguran que se le ofreció dinero a cambio de dejarse capturar.
—¡No! —protesto— Esas capturas no las hizo Christopher, solo. No puede jugar sucio, tiene miles de personas que podrían exponerlo y denunciarlo.
—No lo hacen porque los que no están con él, están bajo amenaza.
—Admiro su imaginación —me burlo.
—Es difícil de creer —habla Wolfgang — Yo tampoco lo creo.
—¿Entonces qué haces aquí?
Saca otra carpeta.
—Las pruebas no mienten, teniente y lamento decirle que el coronel no es el único involucrado.
Me muestra una serie de fotos. Bratt, Patrick, Simón, Brenda, Alexandra, Scott, Irina, Gauna, Laila. Meredith, Ángela, Gema, Parker, Liz.... Hay una lista de cuentas bancarias.
—Los mejores cabecillas están manejando cuentas exorbitantes en países extranjeros y no se saben de donde vienen los ingresos.
—Christopher maneja la herencia de su madre...—intento explicar— Y Bratt es el encargado de la fortuna Lewis.
—¿Y qué hay de los otros? Patrick Linguini recibió en su cuenta de las Bahamas una suma de quince millones de dólares. Él no tiene negocios que manejar —me muestran la hoja— No vayamos muy lejos, el coronel recibió el triple de la misma cantidad en la cuenta secreta que tiene en un banco cubano.
—Pregúntele, de seguro sabrá cómo explicarlo.
—Patrick Linguini manipula el sistema de la FEMF —ignora mi comentario— Si no hacen nada malo, ¿porque borran las cintas de las cámaras de seguridad?
Sacan más papeles.
—Laila Lincorp compra propiedades que no da a conocer en su declaración de impuestos —continua— Liz y Gema Lancaster crearon cuentas extranjeras cuando entraron al ejército londinense. Liz Martínez tiene vacíos en sus antecedentes y no hay registros de como ascendió.
La migraña me da nauseas.
—Brenda movió una fuerte suma de dinero, de Londres a Puerto rico —señala— Gauna está comprando submarinos de guerra ¿Para qué compra submarinos si la FEMF les provee los necesarios?
Saca más papeles.
—Dominic Parker compro una obra evaluada en tres millones de dólares y participa en subasta clandestinas —continua— Irina y Travis Scott son propietarios de una propiedad en los ángeles. Propiedad que compraron a ciegas y que nunca han visitado. ¿Lujo? ¿O métodos para lavar dinero?
Reparo las hojas y no hallo fallas.
—Simón Miller, compró una casa de 30 mil libras en Kensington. Casa que no metió en su patrimonio matrimonial.
Me muestra una imagen donde está cerrando un trato con un agente inmobiliario.
—¿Quiere que siga? Porque también tengo pruebas de Meredith, Angela y Alexandra.
—Miente —aseguró sin miedo.
—Yo creo que no, teniente. El asesino de los generales esta entre los participantes y el coronel es el principal sospechoso.
—No tiene necesidad de eso —repito.
—Es raro que nadie lo viera como un posible candidato y cuando se aproxima la fecha de las nominaciones finales se gana la decimoquinta medalla y puede participar —me mira— ¿Y sabe que es más raro? Que todo el ejército lo apoye sabiendo que no es bueno tratando gente, y que quien se hace llamar su rival número uno, lo esté apoyando sin protestar.
—Para Bratt es más importante su carrera que los intereses personales.
—¿Segura? Porque ha recibido propuestas de otros ejércitos. Ofertas que ni se molesta en contestar. Lo mismo pasa con Parker y Simón, les llueven propuestas y no dan el brazo a torcer.
—En otros ejércitos no tendrían la fama y el reconocimiento que tiene ahora.
—Se quedan porque se están aprovechando de su poder para delinquir y llenarse los bolsillos.
Me niego aceptarlo, conozco a la mayoría y sé que son incapaces de ir contra la ley.
—¿Que me dice de Antoni Mascherano? Es extraño que se deje capturar tan fácil. Fue amigo de Christopher ¿quién nos dice que no simularon una absurda guerra donde uno ganaba reconocimiento y el otro ganaba dinero?
—Nada de lo que me diga me va hacer cambiar de opinión. Mis compañeros son inocentes.
—Convénzame.
—¿Que?
—Tiene el poder de hacerme cambiar de opinión —me dice— Todos los ejércitos están siendo investigados y usted investigara el suyo.
Niego.
—No me voy a prestar...
Vibra un móvil, Carter se levanta y se aleja sin dar explicaciones. Wolfgang lo mira y espera a que esté lo suficientemente lejos.
—Fui yo quien te postulo para esto —confiesa— Tampoco creo en esta basura.
Aparta los papeles e intenta tomarme la mano.
—A que juegan ¿Al policía malo y el policía bueno?
—Claro que no. No entiendo porque me ves como el malo si sólo cumplo órdenes.
—No confío en asuntos secretos y mucho menos en ti.
—El complot es grande, Rachel —baja la voz— Asuntos internos no se la lleva bien con Alex y le está creyendo a los verdaderos culpables.
Se inclina sobre la mesa, Carter está hablando en la calle con el móvil en la mano.
—No dudo de que el asesino este entre los candidatos, pero algo me dice que Christopher y el ministro no tienen nada que ver.
—Es obvio que no tienen nada que ver.
—Por eso le hable a Carter de ti —explica— Quien sea que este confabulando se las ingenia para que tu ejército parezca culpable.
—No me expliques lo que ya sé.
—Debes probar qué se equivocan. Hablas con todos los sospechosos, puedes comprobar de dónde viene el material que los inculpa.
Sigue sin convencerme.
—¿Que pitos tocas aquí? —indago— No te creo el papel de salvador.
—Tengo lazos afectivos con uno de los sospechosos y si el coronel cae también caerá ella.
—¿Quién es? —pregunto sin rodeos.
Niega.
—No voy a decírtelo.
—Entonces estás mintiendo.
—No...
—¿Quién es?
Se frota la cara con las manos.
—¡Hablas o me voy!
—Meredith —se le mueve la manzana de adán cuando pasa saliva— Estuvimos comprometidos por dos años, mi familia es amiga de su familia y no me perdonaran que la hunda de semejante manera.
Guardo silencio «¿Meredith?»
—Sé que esta con el capitán —cierra los ojos— Y eso la hunde más de lo que ya está.
—No es argumento suficiente.
—¿Quererla no te parece argumento suficiente? —inquiere— Que mal, porque si no te pones de mi lado, asuntos internos le dará la investigación a otra persona y dicho sujeto puede dejarse comprar por los dueños del complot.
Me cuesta procesar la información, el dolor de cabeza amenaza con partirme el cráneo.
—Estamos lidiando con gente peligrosa y está en tus manos probar que tus compañeros son inocentes...
Se calla cuando Carter vuelve.
—Hay que volver a París —recoge el material— Supongo que ya le explicaste lo que debe hacer.
Le habla a Wolfgang.
—Si.
—¿Y? —me mira— No obedecer puede tomarse como desacato, sabes que tenemos potestad sobre los tenientes de la FEMF.
Pienso en todos los involucrados ¿Y si darles la espalda conlleva a que pasen el resto de sus vidas tras las rejas? Decir que no me da más pérdidas que ganancias.
—¿Trabajara con nosotros teniente James? —pregunta Carter.
Wolfgang me hace señas para que diga que sí.
—Si.
—En un par de días le llegaré un folder con los primeros pasos —saca un móvil del maletin— La contactare en este número —me ofrece el aparato— No deje que lo vean y no se le ocurra decirle a nadie lo que está pasando.
Se encaminan a la puerta.
—No te estas equivocando —murmura Wolfgang cuando pasa por mi lado.
—Que tenga buena noche —se despide Carter.
Quedo congelada en la mesa «¿Que acabo de hacer?» ¿En verdad voy a espiar a mis compañeros como si fueran criminales?
«Si te rehúsas es peor» El rubio tiene razón, casos internos puede contratar a otra persona y dicho sujeto puede dejarse comprar. No tengo dudas de su inocencia y soy la persona indicada para conseguir el material probatorio.
Abandono el restaurante con la cabeza vuelta un lío, está claro que no me conviene venir aquí. La última vez que vine tuve un enfrentamiento con Sabrina y ahora salgo con una responsabilidad que puede salir cara.
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—No entiendo nada —Stefan se pasea por la sala sin creer lo que le acabo de contar— No tiene caso lo que dicen, el ejército de la FEMF no tiene necesidad de cometer delitos para ascender.
—Fuiste testigo de la caída de los Fersi —comento.
—Claro que sí, es algo que nunca olvidaré.
—Carter intentó hacerme creer que Alex los inculpo a propósito, para quedarse con el cargo.
Niega.
—Salim estaba hundido, el ministro solo hizo lo que tenía que hacer.
—Pienso lo mismo, mi papá lo apoyó en todo momento y no me cabe en la cabeza que haya jugado sucio para quedarse con el poder.
—Las acusaciones son falsas, Ángel —me mira con compasión— Casos internos quiere quitarle el poder a los Morgan y Wolfgang tiene razón al decirte que eres la indicada para hacerlos caer en el error.
—Odio esta ciudad —me tomo la cabeza entre las manos— No me trae más que problemas.
Se arrodilla entre mis piernas.
—No digas eso, después de la tempestad viene la calma.
Pueda que si, este truco no es nuevo en época de elecciones, casualmente empieza a salir la ropa sucia que logra tomar ventaja. Christopher trabaja muy de la mano con la elite y es obvio que van a tratar de joderlo por ahí.
—Ven a descansar —me pide Stefan.
Asiento y llamo a Luisa, pero me contesta la empleada Indicándome que esta dormida. Laurens ya esta dormida y Stefan me sigue.
—¿Nos damos calor? —pregunta Stephan frente a mí alcoba..
—Me gustaría, pero.... Estoy en mis días y no quiero ponerte tentaciones.
Sonríe sacudiendo la cabeza.
—Tenemos que ir al mar, nos urge un baño de agua salada para sacar la mala suerte.
—¿Quién mató al duende tú o yo?
Le acaricio la barba con los nudillos.
—Todavía la tienes —toca el brazalete de semillas de girasol que me regaló en Paris— Con tantas joyas pensé que la habías desechado.
—No desecho lo que me regalan y menos cuando tiene valor sentimental.
—No me importa dormir a tu lado sin hacer nada —me besa la mano— Me gusta el papel de guardián de los sueños.
«No me ayuda y no quiero que crea que le estoy sacando el cuerpo»
—Voy a mostrarte un video —abre mi puerta— Los chicos me lo enviaron esta mañana.
Enciende el móvil y nos sentamos en la cama. Es un saludo grupal recordándole lo mucho que lo extrañan.
—En unas semanas podré enviarles dinero.
—Si.
—Tatiana me dio la idea de hacer una venta de pay, ayude hacer uno en la cafetería y se acabó en tiempo récord.
—No es mala idea —lo animo— Podemos hacer carteles de la fundación para que la gente la conozca poco a poco.
Se quita los zapatos y se acomoda en el cabezal de la cama.
—Ven —levanta la sábana— No pienso irme hasta que no te quedes dormida.
—No soy una bebé.
—No, pero me preocupo por tu bienestar —me jala hacia él— Tienes que estar tranquila y descansada.
Me quita la chaqueta y me desahogo de los zapatos con un puntapié. Pensándolo bien es mejor que se quede, si me deja sola imaginare lo que no debo imaginar. Tenerlo cerca apacigua las oleadas de calor.
Recuesto la cabeza en su pecho y me relajo con el sonido de su respiración, las preocupaciones me rondan y dejan agotada. De un momento a otro me olvido de todo y caigo fundida en sus brazos.
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