LUJURIA - (Ya en librerías)

By EvaMuozBenitez

183M 8.7M 57.5M

El mundo ardió volviendo cenizas a una mujer hecha para pecar. Ahora la lascivia le ha dado paso a una latent... More

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CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPITULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPITULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPITULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
EL LEGADO PREVALECE.
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 37 II
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPITULO 41
CAPITULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPITULO 62
JAQUE MATE
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
QUERIDA RACHEL.
CAPÍTULO 68
MINISTRO
CAPITULO 69
CAPITULO 70
CAPITULO 71
CAPITULO 72
CAPITULO 73
CAPITULO 74
CAPÍTULO 75
EN OTRO LADO
CAPITULO 76
CAPITULO 77
CAPITULO 78
CAPITULO 79
CAPITULO 80
OPERACION RESCATE
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
GOODBYE.
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPITULO 86
CAPITULO 87
KARMA PARTE 2
KARMA PARTE 3
Extra: Felices fiestas.
CAPITULO 88
CAPITULO 89
¡NO ES UN CAPITULO, ES UN EXTRA!
CAPITULO 90
CAPITULO 91
CAPITULO 92
EPILOGO

CAPÍTULO 23

1.4M 81.4K 283K
By EvaMuozBenitez

════ ⋆★⋆ ════

Imitaciones baratas. 

Rachel.

Suelto la carpeta con la información de Alina, llevo toda la tarde estudiando el papel y ya me lo sé de memoria. .

Seré una devota, tengo veinticuatro años y he ido de centro en centro dedicándole mi vida al señor. Tengo que hacer de todo, limpiar pisos, preparar comida, servir a los padres y escabullirme en busca de información útil.

Las órdenes son claras "Cumplir o cumplir" Ya que este tipo de operativos engrandecen el perfil del coronel y es clave acabar con la red de prostitución infantil. Tampoco hay que dejar de lado que las cosas no son como antes, el atentado del juicio lo demostró y ahora todo el mundo esta en tela de juicio. 

Reviso el móvil con la esperanza de que Stefan me haya enviado algún mensaje, pero no hay nada. Recojo la mochila con las pertenencias de Alina, apago la lámpara del escritorio y...

—De nuevo en el juego —comenta en la puerta.

Alzo la vista y vuelvo a encender la lámpara, Angela entra con una sonrisa y con los brazos abiertos.

—Llevo toda la tarde intentando saludarte —no viene sola.

Meredith la sigue a pocos pasos, se queda contra la pared mirándome con una ceja levantada. Procuro ignorarla, no quiero más enfrentamientos por hoy, suficiente tuve con Christopher.

—Estas muy bonita —Angela me da una vuelta— Te sentó recorrer el mundo.

—Gracias —no dudo de sus palabras, siempre ha sido muy amable conmigo.

—¿Alguna visita al quirófano? —susurra en mi oído.

Niego.

—Una que otra cita con las agujas de un tatuador.

Meredith me mira con asco. 

—Hay alguien que quiere verte —avisa— ¿Puedes atenderlo o le dejamos para otro día?

No disimula el enojo hablandome como si no tuviéramos rangos diferentes. 

—Es el verdadero padre Santiago —explica Ángela— Quiere darte indicaciones que te ayudarán con el papel.

—Vale.

Meredith lo llama.

—Buenas noches —saluda.

—Padre —recibo su bendición.

—Espero no incomodarlas —nos mira a todas— No es mi intención interrumpir sus horas descanso.

—No, nos molesta —jalo una silla— Siéntese, por favor.

Es joven y simpático. Mide casi uno noventa, es de contextura gruesa, cabello negro y ojos claros. Entiendo porque le dieron el papel al coronel.

Me pone al tanto de la misión explicándome todo lo que le tocó vivir, me da pistas que pueden servir y me entrega una lista con los posibles sospechosos. Teme a que los niños estén en peligro, el lunes vuelven los obispos y cree que están involucrados en la red de prostitución.

Meredith habla de la madre superiora, ella está en el papel de madre sustituta y fue quien me recomendó en el centro religioso. 

El padre propone una oración de protección y nadie se niega a la petición.

—Tienes que ser muy precavida —advierte cuando se levanta— La iglesia está habitada por hombres peligrosos, personas que se olvidaron de Dios y le sirven al diablo. 

«Empezando por quien lo esta imitando»

—Tendré todas las precauciones necesarias —lo tranquilizo. 

—Que Dios te proteja —me echa la bendición— Y te mantenga lejos de los que pecan.

—Difícil —murmura Meredith— Es la pecadora mayor.

El sacerdote la mira.

—Gracias padre —le agradezco ignorando el comentario de la pelirroja..

Alan entra por el sacerdote y aprovecho para irme a casa tambien. Angela insiste en acompañarme y no entiendo porque Meredith nos sigue. 

Vuelvo a marcar el número de Stefan quien no se digna a contestar. «Gracias Christopher»

—Tierra llamando a Rachel —Angela me toma del brazo— Es de mala educación no poner atención cuando te hablan.

—Lo siento —vuelvo a marcar el número de Stefan— Estoy un poco preocupada por mi compañero.

—¿Stefan? —pregunta Angela.

—¿Ya lo conoces? —guardo el móvil.

—Bratt lo presentó esta mañana. Tiene muy buena actitud —me guiña un ojo— Y es lindo.

—¿Dónde está?

—Le dije que se fuera a casa.

Llegamos a mi auto.

—La central es un caos, todos están siendo investigados. Me apena tenerlo aquí y le dije que volviera el lunes

—Entiendo.

—Quise avisarte, pero me dijeron que estabas con Christ...—se calla— Pensé que estabas ocupada.

«Ocupada recibiendo reprimendas»

Meredith me sigue comiéndome con los ojos. La actitud empieza hartarme.

—Quería pedirte un favor un poco personal —le digo.

—Si está en mis manos...

—Stefan no tiene logros ni historial, es un soldado raso y debe ascender lo antes posibles ya que la edad le quita oportunidades.

—Quieres que lo pongamos a lucir —interviene Meredith con una risa burlesca— La teniente James quiere que su nueva víctima destaque. Un andrajoso lavaplatos.

—¡Meredith...!—se mete Angela— No hables mal de lo que no están.

—Solo digo la verdad, Gelcem no tiene experiencia, le falta practica y nunca ha estado en una misión seria.

—No es por culpa de él.

—¿Pero si de nosotras? Hay que darle lo que no ha conseguido con méritos— niega— No somos hadas madrinas, ni cumplimos deseos.

Me muerdo la lengua evitando contiendas. 

—Aquí cada quien debe ganarse las cosas, teniente James.

—No voy a discutir mi punto contigo.

Intento entrar al auto, pero se interpone negándome el paso. 

—¿A qué viniste? —me encara— ¿A dártelas de heroína y hacer que todos vuelvan a botar la baba por ti?

—¡Meredith! —Ángela trata de llevársela.

—No me iré sin decirle lo que pienso.

Angela me mira y asiento para que se vaya. 

—Llevo tres putos años tratando de reparar lo que dejaste vuelto mierda —empieza Meredith— Y ahora te apareces como si nada, siendo la valiente, la guapa. La que todos admiran, pero ten claro ahora que ya no eres el ombligo del mundo.

—Tienes una idea tan errada de las cosas —respondo tranquila— No me creo el ombligo del mundo y no estoy aquí porque quiero, solo cumplo las órdenes que impuso el ministro.

—Ahora eres la mártir. No pierdes el defecto de victimizarse para que te vean como la damisela en peligro para que todos quieran consolar—se burla— Es lo que siempre haces, enviaste videitos para que el coronel fuera a socorrerte en Positano, te hiciste la sufrida el día del juicio actuando como una puta egoísta que pide un exilio antes de ponerle la cara al problema y pelear como lo hubiese hecho una verdadera mujer.

—¿Como una verdadera mujer? —contesto— No era una mujer en ese momento, Meredith. Era una drogadicta a punto de tocar el fondo del abismo, son cosas que nadie entiende porque quien lleva la cruz es quien sabe lo que duele arrastrarla.

—Me imagino lo horrible que se siente ser venerada por el líder de la mafia.

—Si con venerada te refieres a ser torturada, arrastrada y apuñalada, déjame decirte que no es una experiencia para nada agradable. El que me "Venerara" —dibujo las comillas en el aire— Me costó tres años lejos de los que quiero.

—Por cobarde y ya no tienes nada que hacer aqui. Bratt esta conmigo y...

—No vine por ninguno de los dos. Vine porque me tocó, porque, aunque te moleste y te duela tengo una vida aquí.

—No te creo  —me vuelve a encarar— ¿Sabes lo que me dijo Bratt la noche que te vio? —respira hondo—Me sacó de su vida como si no valiera nada, ¿Y sabes qué fue lo que más me dolió? Oírlo decir que no me puede amar a mí estando enamorado de ti.

—Nunca me va olvidar—soy clara— Como tampoco lo haré yo. Nos quisimos durante cinco años, planeamos una vida juntos y siempre estaremos en el corazon del otro, no con amor. Con cariño.

Respiro hondo.

—Perdió el tiempo contigo, queriendo un amor absurdo que nunca dio fruto de nada mientras que yo estuve tres años queriendo reparar lo que tu destruiste. 

—Tú te enfrentaste a un corazón roto y yo me enfrenté a su familia porque por si no lo sabes nunca fui bienvenida en la casa Lewis —aclaro— El lugar que tengo en su corazón me lo gane entrando poco a poco... 

—No hará nada de eso sigues aquí.

—Entonces no pierdas el tiempo con quien no te quiere de verdad.

Abordo mi auto y salgo del comando. El que me amedranten es lo que menos quiero ahora, yo vine por paz, pero por lo que veo mi regreso me ha traído más enemigos que mi partida

Tengo que concentrarme en mí, en mi paz en lo que quiero y en lo que merezco «Basta de complicaciones, enredos y elementos que pertenecen al pasado» 

Londres me recibe y estaciono frente a mi edificio sacando mis cosas. Saludo al portero pensando en qué explicación dare respecto al comportamiento del animal que me tope en la condecoración, cosa que obviamente no pasó desapercibida antes los ojos de nadie.

El olor a comida se percibe desde el pasillo intensificándose cuando abro la puerta

Huele delicioso, la mesa del comedor está decorada con un mantel blanco, copas de vino y un ramo de calas.

—Hola —Stefan sale de la cocina secándose las manos con una toalla.

Suelto la mochila dándole un abrazo.

—Lamento desaparecer así —me disculpo. 

Me aparta «Esta distante»

—No pasa nada —jala una silla para que me siente— Pase la tarde con Paul y Tatiana. Luego Patrick y su esposa se ofrecieron a traerme.

Se va a la cocina, no encuentro las palabras para disculparme, me siento como una mierda. Esta raro no tiene la chispa y la sonrisa amable que carga las veinticuatro horas del día.

Coloca dos platos en la mesa.

—Te llamé y no me contestaste.

—Olvidé cargar el móvil —trae el vino— Hasta ahora lo prendí y encontré tus mensajes.

Se sienta a mi lado.

—Pasta hindú —me ofrece los cubiertos— Tome dinero de la reserva de emergencias y fui al supermercado.

—Gracias.

—Ya era hora de comer algo casero —prueba el primer bocado.

—Si, ya extrañaba tu comida.

No contesta.

No hablamos muchos de vez en cuando me comenta lo bien que se siente en la central, quiero que toque el tema de hoy, pero no lo hace. Stefan no es de reclamaciones.

—Me gusta el compañerismo que hay en el comando —le da un sorbo al vino— El capitán Lewis estuvo serio, pero al igual me dio la bienvenida.

—Dale tiempo, su tropa se destaca por el compromiso que tiene con sus soldados. 

—Lo sé y entiendo que no le es fácil verte con otro.

Asiento.

—Angela me agrada, Meredith... es un tanto engreída.

—Es un buen sargento, te enseñara muchas cosas.

—Eso espero.

Termino con mi plato y Stefan se levanta a recoger la mesa. 

—Déjalo —le tomo la mano para que vuelva a sentarse— La empleada puede hacerlo.

—No me molesta, estaré todo el fin de semana aquí y me siento inútil cuando no tengo nada que hacer.

Se aparta.

No me gustan los momentos tensos con soldado chef, eso no es algo acorde a nuestra relación.  

«¿Y si sabe que Christopher fue mi amante?» De seguro alguien ya se lo contó.

Lo observo mientras acomoda los platos en el lavavajillas, limpia la mesa y acomoda los ingredientes en la nevera. No me dice nada y eso es lo hace más raro, siempre está cargado de palabras bonitas.

—¿Hay algo que quieras decirme? —me levanto recostandome en la barra— Siento que no eres tú.

Cierra la nevera.

—Siempre soy yo, solo que supongo que estas cansada y no quiero incomodarte con el resumen de mi aburrido día.

Acorto el espacio, detallo los ojos miel pasando la mano por el bello de su cara. Me gusta. Necesito tenerlo cerca y dejar de pensar tantas tonterías.

—No me molesta que me hables de tu día —lo beso en la esquina de la boca.

Rechaza el beso cuando me acerco demasiado.

—Lo siento —me aparta— Pero necesito saber si es él.

«Sabía que Christopher tenía que ver»

—Ángel, no soy quien, para juzgarte, pero la escena me da vueltas en la cabeza. No me importa tu pasado, pero...Me está matando la duda de saber si fue tu... —se calla.

—¿Mi amante? —termino la frase.

Suspira.

—Aunque parezca absurdo estoy celoso. Una cosa es competir con el capitán y otra competir con alguien como Christopher Morgan.

—Te dije que no sentía nada por esa persona —mi subconsciente me recrimina la mentira— Y el coronel es un ser cualquiera no tienes que sentir desventajas ante él.

—Lo sé, pero... Necesito salir de la duda ¿Sí? —me toma de los hombros— ¿Es él?

Siento su miedo, las verdades se me atascan en la garganta. Si le digo que no volveré a la maraña de mentiras y si le digo que si le dejare la confianza por el suelo. Al nivel personal es mil veces mejor que Christopher, puedo recordárselo y decírselo, pero eso no quita que se sienta inferior. Hasta yo me siento menos que él.

El coronel es de esas personas que impacta a primera, segunda y tercera vista, de esa gente que no importa cuantas veces la veas, siempre impresionan y no precisamente con la manera de ser. Sino con el porte, el atractivo, el puto sex-appeal que te hacen sentir como un leproso andrajoso.

—No —respondo con un hilo de voz— No, es él.

Siento asco de mí misma. No soy capaz de cumplir ni una jodida promesa. Se supone que no le mentiría, que sería clara y concreta. Ya mi mírenme, ya estoy moldeando la esfera que formará la bola de nieve llena de engaño.

Relaja los brazos.

—Debo parecer un idiota —baja la vista— Los vi tan enojados que pensé que tenían algo. Sé que tiene un genio de mierda, pero no creí que fuera tan grosero.

—Es así con todo el mundo.

—Pero, ¿Por qué te trato así?

—Nunca hemos tenido una buena relación —escondo la cara. No me gusta mentirle.

—Pero fue quien te rescato, creí que eran amigos.

—No lo somos, Stefan —me sirvo un vaso de agua—Tenemos muchas diferencias, así que acostúmbrate a sus pataletas, porque las verás a menudo. Al coronel le encanta joder.

—Pero eso no justifica su reacción.

Maquino una respuesta rápida.

—Se enojó porque no le informaron de mi llegada, le molesta que pasen por encima de él y Alex lo hizo cuando acabó con el exilio.

—Lástima que una persona tan talentosa se comporte de esa manera.

—Tiene todo, el mundo le vale mierda y vive pisoteando porque es un reverendo animal... Ve conociéndolo.

—Lo siento —me toma de la cintura— No quise ofenderte ni que te sintieras mal. No sé porque pensé tantas tonterías.

«Me siento como una rata asquerosa»

—No importa, cualquiera hubiese hecho lo mismo.

—Es que es muy raro... Estaba tan lleno de veneno que la mayoría se quedó murmurando. 

—La mayoría de los soldados pensaban que estaba muerta y todo el mundo sabe que nos odiamos... Siempre habrá gente murmurando e inventando chismes —le tomo la cara entre las manos— Prométeme que no creerás nada de lo que digan por ahí.

Asiente.

Me importa y me siente mal al mentirle, pero necesito que se centre en otras cosas.

—Pensé que era el mejor amigo del capitán y resulta que se detestan...

—Cortemos el tema ¿sí? —me voy a la sala— No quiero desperdiciar mi noche hablando de Christopher, dejemos que odie al que se le dé la gana.

Me dejo caer en el sofa.

—Vale, vale —se sienta a mi lado— No arruinemos la noche.

Enciendo la tele, lo empujo al espaldar y recuesto la cabeza en su pecho. La culpa me abruma y vuelvo a sentirme como en años atrás, con sentimientos encontrados y con ganas de desaparecer.

Me rodea con el brazo acariciandome la espalda. 

—Ángel —se aclara la garganta— ¿La oferta del beso caduco?

Me sonríe y no lo pienso, actuo. Alcanzo sus labios haciendo acopio de los buenos momentos que me ha brindado, nuestros labios se tocan, nuestros dedos se unen y su dulzura aliviana un gramo de la carga. 

«Stefan» Imagino un futuro con él, lo bien que nos veríamos como pareja, trato de perpetuar la imagen, pero algo me jala devolviendo mi mente tres años atrás.

Christopher aparece. Él y yo en Cadin arrancándonos la ropa, urgidos por devorarnos uno al otro. Siento la pericia de su lengua y mis labios perciben la sensación que desatan sus besos agresivos.

—¿Estas bien? —pregunta el soldado cuando acabo con el beso. 

Parpadeo y sacudo la cabeza volviendo a la realidad.

—Estas sudando —Stefan me coloca la mano en la frente— Traeré agua.

—No —me acomodo en el sofá— Trae whisky y sírveme un trago doble.

—¿Segura? Mañana tienes que madrugar.

—Solo será uno —no salgo de mi asombro— Lo necesito.

—Lo que digas angel  —obedece. 

Me tomo la cabeza entre las manos «Eso me pasa por mentirosa» Mi subconsciente siempre me castiga.

—No es mala idea después de todo —Stefan vuelve con los vasos— No hemos brindado por la medalla.

Me entrega el trago y alza el vaso en señal de brindis.

—Por ti ángel valiente —choca su vaso con el mío.

«Si supiera que ya me quitaron la maldita medalla»

Bebo el trago de un solo sorbo.

—¿Segura que estas bien? —pregunta— Parece que hubieses visto un fantasma.

—No paso nada —me levanto y dejo el vaso en la mesa— Me voy a la cama.

—¿Tan pronto?

—Estoy cansada.

—Entiendo.

Avanzo a mi alcoba, sigo con Christopher en la cabeza y eso me asusta. No quiero perder la cordura y dejarme llevar por lo que no puede repetirse. 

Me quito las botas, el vaquero y la playera.

La brisa fría me acaricia la espalda «La puerta» Volteo y...

Stefan esta recostado en el umbral, no sé qué decir y tampoco me molestó en cubrirme. Me quedo quieta y dejo que me observe, no sé si porque es algo impropio por parte él o porque mi cuerpo pide a gritos que lo admiren y lo toquen.

Se acerca despacio posando las manos en mi cuello.

—Sé que quieres ir poco a poco —se acerca a mi boca— Que quieres organizar tu vida, conocerme y no tomar las cosas a la ligera —toma aire— Pero te veo y se me dificulta mantener el paso cuando lo único quiero es tomarte de la mano y perderme dentro de tu cuerpo.

Me acaricia los hombros. 

—Es por tu bien —le digo— Enserio me gusta y no quiero arruinarlo.

—No vas arruinar nada, ángel. Ya estoy loco por ti hagas lo que hagas ya perdí la cabeza.

«Joder» Seria perfecto si no estuviera pensando en otro, siento calor y mi cuerpo está ardiendo, pero no por él. Por el hombre que vi mientras lo besaba.

«Un clavo saca otro clavo» Me repito. El coronel es un capricho solo tengo que reemplazar su recuerdo.

Dejo que su aliento me acaricie los labios, que se aferre a la piel de mis hombros y me lleve hasta su boca, se abre paso dentro de ella recorriendola con lentitud, mi cuerpo reacciona y la temperatura sube cuando baja las tiras de mi sostén.

—Me entenderías si supieras lo que siento cada que te veo —vuelve a besarme— Eres hermosa, Rachel. Lo sabes y le sacas provecho.

Reparte besos por mi cuello.

—Me es imposible quitarte los ojos de encima. El día del juicio te vi salir vestida de negro, me robaste el aliento cuando admire cada una de tus curvas —me sienta en la cama— En la condecoración, verte empoderada, reluciendo lo fuerte que eres me dejo sin habla... Y verte ahora desnudándote con afán me quita la fuerza de voluntad.

Hunde las rodillas en la cama ubicándome bajo su cuerpo. Se saca la playera y acomoda las manos a ambos lados de mi cabeza.

—Me gusta demasiado teniente James.

Se apodera de mis labios terminándome de desvestir, siento el roce de su polla sobre mi pelvis, los latidos acelerados de su corazón y el afán por quedar desnudo tambien. 

—No olvides el...—no termino la frase, al buen entendedor pocas palabras.

Rebusca en los bolsillos y en la billetera. Se le desfigura la cara cuando no haya lo que busca.

—Soy el tío más mala suertudo que existe en el planeta —arroja el pantalón.

Suelto a reír «Somos un dúo perseguido por los eventos desafortunados»

Me meto bajo las sábanas y le abro espacio para que acueste a mi lado.

—Ven —lo invito.

Se le ilumina la cara.

—Prometo comprar una caja mañana temprano.

—No estaré mañana temprano.

Lo beso, acaricia mis muslos y sube mi pierna sobre su cintura.

—No tengo nada de lo que debas asustarte.

—Lo sé —dejo que pase la boca por mis senos— Confió en ti, pero no es momentos para bebés.

—Porque no, me sentiría el hombre más afortunado del planeta —muerde la esquina de mi hombro— Maya Gelcem James, me gusta cómo suena.

Se ríe y me acomodó a horcajadas sobre su cintura.

—Maya, es un nombre muy lindo.

—Si te gusta empecemos con el molde —ahueca las manos en mi trasero— Muero por hacer los planos.

Niego y atrapo su labio inferior.

—Ya tiene hijos, soldado —tomo su miembro.

—Solo catorce —observa lo que hago— Una más uno menos ¿qué más da?

Muevo la mano de arriba abajo acelerándole la respiración.

—No hagas propuesta embriagado de deseo.

—Súbete —intenta penetrarme— Te juro que...

Acelero los movimientos, los ojos se le oscurecen, tensa los músculos y deja caer la cabeza en la almohada.

—Hay otras alternativas para desahogarse —acaricio sus testículos mientras lo masturbo.

—¡Joder! —jadea desesperado.

Lo beso sin dejar de tocarlo. Se me cansa la mano, lo suelto y vuelvo a tomar retomando el ritmo logrando que se corra en mi mano. 

—Este tipo de cosas hace que me prenda más —me limpia acomodándose a mi lado.

Recuesto la cabeza en su pecho, tiene el corazón a mil.

—Me hubiese gustado que no fueras tan radical.

—Sin protección no hay acción —lo abrazo— No uso anticonceptivo.

—¿Qué hay de la pastilla del día después?

—No es del todo segura.

—¿No quieres tener hijos? —dibuja círculos en la piel de mi espalda.

Alzo la cara para mirarlo, hace mucho que deje de pensar en eso.

—Es una pregunta general —me besa la nariz— Se supone que nos estamos conociendo.

—Si me gustan, pero siento que no estoy preparada para tenerlos. Me da miedo...

—A todas les da miedo.

—No tanto como a mí, los médicos son claros a la hora de hablar y todos coinciden con que mi cuerpo no es tan fuerte como antes. Si decido ser mamá puedo tener complicaciones exponiendo la vida del bebé. 

—Ya no eres adicta, tu cuerpo ya se desintoxico.

—El HACOC no es una droga cualquiera, deja secuelas, debilidades ¿Porque crees que debo tomar vitaminas en todo momento? Debo tapar las cicatrices que dejó el alucinógeno.

—Entiendo. Me dirás iluso, pero ya sabes lo mucho que me gusta soñar—sonríe— Si lo nuestra llega lejos quiero que tengamos tres hijos, dos niños y una niña. La niña será la menor y los niños serán los típicos hermanos sobreprotectores.

—¿Qué haremos con los otros catorce?

—Vivirán con nosotros, compramos una granja para que nos sobre espacio.

—Me gustan las granjas.

—A mí me gusta tú.

Me besa la frente y me estrecha contra su pecho.

◆ ▬▬▬▬▬▬ ❴✪❵ ▬▬▬▬▬▬ ◆

El amanecer me toma mirando el techo. Solo dormí dos horas.

Estoy inquieta y ansiosa y di mil vueltas en la cama.

Cierro los ojos cuando Stefan se levanta, se preocupa demasiado y no quiero que piense que no descanse.

.Me quedo un rato en la cama mientras el soldado chef mueve platos y utensilios en la cocina. Salta la alarma y me obligo a entrar al baño.

«No estoy muy dispuesta que digamos»

Salgo, me seco el cabello preparando el look de Aline, Parker y Meredith me recogerán en cuarenta minutos.

Me tejo una trenza en el cabello y me envuelvo una venda en el antebrazo derecho ocultando las golondrinas que tengo tatuadas.

—Buenos días —saluda Stefan en la puerta.

Trae el desayuno en una bandeja y enarca las cejas cuando nota la vestimenta.

—Qué cambio —deja la bandeja en la mesita.

—Si, ahora soy miss aburrida.

—Ese tipo de comentarios te sacan del papel.

—Seee —me doy los últimos toques frente al espejo— Quiero decir los últimos chistes, en un par de minutos debo actuar como si tuviera un palo en el culo.

Se ríe.

—Desayuna, no vaya ser que te de una gastritis.

No sé de dónde saca tiempo para hacer tantas cosas. Hay de todo en la bandeja: Tostadas, mermelada, jugo, café, huevos y fruta.

—Odio tenerte en casa —muerdo la tostada— Haces que trague como cerda. Creo que tienes un plan malévolo con mi cuerpo.

—Me descubriste —alza las manos a la defensiva— Quiero que engordes y te conviertas en una linda esferita de grasa.

—Así nadie me mirara —le sigo la corriente.

—No me importa que te miren, mi objetivo es tener más de donde agarrar.

Me ilumina la mañana, desayuno rápido apresurándome cuando Parker me envía un mensaje avisando que ya llegó. Stefan recoge todo.

—Te hice emparedados —me entrega una bolsa— la salsa de ajo está en el recipiente azul.

«Hace que quiera comérmelo a besos»

—Escríbeme cuando puedas.

Le doy un beso en la boca.

—Cuídate —me despido.

Parker espera afuera, abro la puerta del copiloto y me pongo el cinturón de seguridad. Meredith no se inmuta en mirarme. 

—¿Está todo claro? —pregunta mi capitán.

Asiento.

—Preséntate —enciende el motor.

—Soy Alina Burgués, vengo de Vancouver. Tengo veinticuatro años, mi familia falleció hace diez años en una avalancha que arrasó con nuestro hogar. Estoy sola y quiero entregarle mi vida al templo.

—¿Quién te recomendó?

—Mariane Lacouture —(Meredith)— Noto que estaba pasando necesidades y le pareció buena idea traerme al centro.

—¿Por qué trabajarás?

—Por comida y un techo donde dormir.

—Perfecto —mira el reloj— La madre superiora te está esperando. Recuerda el papel que tiene cada uno, y acuérdate de analizar los lugares del plano que te di.

—Como órdenes.

—Trata de ser amables con todos, los que están ya se ganaron la confianza de la mayoría.

—Tengo todo calculado.

—Tu móvil —le entrego mi IPhone y lo cambia por un celular prehistórico— Llévalo en todo momento es lo que te mantiene en contacto con los otros agentes.

Se encamina a Covent Garden y nos deja en la estación del tren.

—Deben llegar en antes de las ocho —baja y me ayuda con la maleta— La misa esta por empezar.

—¿Todos saben del papel que tendré?

—La mayoría...No he tenido tiempo de avisarle a todos.

—¿El coronel lo sabe? —suelto la pregunta sin rodeos, no quiero otro discurso de odio por hacer cosas sin su autorización.

—Sabe del reemplazo —me empuja a la estación— Es algo que espera hace días.

—Pero no sabe que soy yo —me detengo— Parker, no quiero exponerme...Sabes como es.

—Claro que lo sabe, estoy seguro que el ministro le dijo—me entrega el ticket del tren— Todo está bajo control.

Abordo el tren con Meredith. Algo me dice que hay todo menos control.

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